Decidimos darle forma organizativa a todo el potencial que teníamos en barrios y escuelas. Fue así como nacieron las Juventudes Juaristas. Pero si dejamos de llamarnos vikingos y comenzamos a llamarnos Juventudes Juaristas fue por la necesidad de abrir una brecha hacia la vía democrática, pero también porque la represión era cada día más intensa. Sin descanso, la policía asolaba nuestros barrios. Las razzias eran constantes. Por ello, este cambio lo hicimos por estrategia, para calmar un poco la represión policíaca. Por esta razón hicimos incluso una alianza política con la familia Zuno.
Esta alianza no era ideológica sino política.
Ellos querían recuperar la Universidad de Guadalajara, que alguna vez tuvieron y que perdieron por haberse involucrado José Guadalupe Zuno Arce en el movimiento ferrocarrilero. Esto a la postre permitió que Carlos Ramírez Ladewig les diera golpe de Estado y les quitara el control de la misma y la convirtiera en un feudo personal. Con él surgió la FEG como brazo de control político-policiaco.
Y nosotros aceptamos esa alianza por nuestra histórica persistencia y tozudez de democratizar la universidad. Dicha alianza a mi no me daba buena espina, ya que lo primero que hicieron los Zuno fue expulsar de la organización a nuestro máximo dirigente Manlio Fabio Macias Rivera, Flavio. Esto a mí me molestó sobremanera, porque ¿con que autoridad moral lo hacían?. La unidad que habíamos cuidado durante tantos años comenzó a resquebrajarse. Surgieron las divisiones, pues algunos compañeros se dejaron deslumbrar pensando que podían obtener alguna posición política o económica. Yo, en lo personal, hice una defensa férrea de Flavio. Ante algunos de mis propios amigos hacía yo la observación de que mejor era romper con esa alianza, pues lejos de beneficios nos iba a perjudicar. Pero por otra parte tenía una deuda moral con Andrés Zuno, pues una de las veces en que fui detenido, él, junto con Flavio y mis amigos de San Andrés me rescataron de las mazmorras de la Procuraduría amenazando incluso al procurador. En esa ocasión así obtuve mi libertad. Pero esa deuda para mí no representaba nada, porque primero eran mis amigos de infancia y el proyecto en el que veníamos trabajando durante tantos años.
La primera acción que se realizó de esa alianza entre vikingos o Juventudes Juaristas y los Zuno en contra de la dirigencia de la Universidad o de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, fue la toma de la Casa del Estudiante de la FESO (Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente). Dicha casa se encontraba en la calle de Colón, en el jardín Aranzazu y pegada al templo del mismo nombre. Esta casa era el lugar a donde llegaban compañeros de otros Estados del país que carecían de recursos y ahí se podían alojar a lo largo de sus estudios. El día 23 de septiembre de 1970 se tomó la casa por asalto a las dos quince de la mañana, ya que dicho edificio era controlado por los hampones de la FEG y golpeaban o expulsaban a los que simpatizaban con nosotros. Y optamos por esta medida por dos razones: una para proteger a nuestros amigos; y la otra, para castigar a los mafiosos abusivos, lo que se decidió un día antes en una reunión previa en una casa que se encuentra localizada en el Sector Reforma.
Para esta primera acción se formaron tres grupos. Un compañero se brincó por el templo de Aranzazú que colindaba con la casa y abrió la puerta sigilosamente, permitiendo que se introdujera el primer grupo, detrás el segundo y luego el tercero. Yo iba en el segundo grupo y llevaba una pistolita de cachas de madera muy rusticas. Pero yo ya me sentía el Che. Me sentía orgulloso pues pensaba que era nuestra primera acción revolucionaria. Según nosotros esta acción llevaba buenas dosis de táctica militar. A las tres de la mañana expulsamos en puros calzones a estos execrables y nefastos inquilinos.
El problema radicó al amanecer, pues la casa fue rodeada por todo tipo de policías. De pronto la pregunta era: ¿Qué hacer ahora?. Y yo tenía un doble problema. La policía me andaba buscando, ya que unos días antes había balaceado a Carlos Olivares (era uno de los fegistas que vivía en nuestro propio barrio) fracturándole una pierna con uno de los disparos, y el sujeto que lo acompañaba se había salvado por llevar un libro en el brazo izquierdo: el libro detuvo la bala, que iba directa al corazón. La razón de esta agresión fue por abusivos, ya que acababan de golpear a uno de los compañeros más chicos, a quien le decíamos El trucha y que era primo hermano del Compa.
Y ahora estábamos acorralados en la Casa del Estudiante. Después de la toma y expulsión de los mafiosos, quedó conformado el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Algunos nos decían que por qué no le poníamos Federación como la antagónica y la respuesta fue que no, porque éramos un frente de lucha, recuerdo que una de mis responsabilidades junto con Arnulfo Prado Rosas fue seguir controlando las preparatorias para seguir conservando el contacto con nuestros amigos y simpatizantes, porque teníamos responsables de secundarias y otros de facultades.
El primer acuerdo fue salir a la calle para no enclaustrarnos pues la Casa se estaba convirtiendo en una trampa. Aquí el problema era que estábamos a merced de ellos y que nos detuvieran. No sabíamos que giro iban a dar las cosas y vivíamos una gran incertidumbre por lo que se recurrió al apoyo de nuestras bases en las escuelas. A la salida de la Casa del Estudiante nos topamos con las miradas amenazadoras de la policía. Creo que para ese momento Carlos Ramírez Ladewig y compañía no tenían el apoyo total del gobierno para reprimirnos, motivo por el cual salimos en el momento justo y nos dirigimos a llevar el mensaje de rebeldía a diferentes escuelas. La primera fue la Escuela Vocacional. La respuesta fue muy eufórica ante el mensaje del Frente Estudiantil Revolucionario. Siempre tratamos de ocultar las pocas armas que traíamos, pero con ello queríamos decir que éramos diferentes, que era urgente hacer la limpia al interior de la Universidad.
La siguiente escuela que visitamos fue la Facultad de Ciencias Químicas con el mismo resultado y en esta escuela fue aún mejor el recibimiento. Estábamos tratando con gente de mayor capacidad político-ideológica. Porque en esta escuela había cuadros que militaban en la Juventud Comunista, gente plenamente comprometida con la lucha social y que posteriormente algunos de ellos se involucrarían en la guerrilla.
Posteriormente visitamos la Escuela Politécnica. Creo que eran como las once treinta de la mañana y estando en plena arenga los oradores del FER de pronto llegaron algunos carros con miembros de la mafia, entre ellos el Presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, Fernando Medina Lúa, gritando improperios y disparando a mansalva desde los vehículos. Empezaron a caer compañeros por las ráfagas disparadas y como el único que se había bajado de los vehículos fue su presidente, ante nuestra respuesta también cayo herido, el cual al terminar la agresión fue trasladado por nuestros compañeros en un acto humanitario a un hospital para que fuera atendido. Cuando estaba tirado herido nos comentó que prefería morir a manos nuestras ya que estaba seguro que sus propios amigos lo iban a acribillar por la espalda, argumentando que necesitaban un mártir y ese era él. El que lo haya dicho fue otra de las razones por las que se le trasladó al hospital. ¿Puede ser que sea esta una de las razones por la cual finalmente perdió la vida?. Exterminar al FER valía eso y mucho más. Los compañeros lo dejaron a las puertas del hospital por avenida Francia y huyeron para no ser detenidos. Medina Lúa falleció posteriormente.
Braulio Suárez fue uno de los compañeros heridos en esa lluvia de balas. Recibió un tiro en el cuello y otros en la espalda. Fue llevado a una casa por San Andrés con el fin de darle atención médica, falleciendo ahí recostado en la cama. El compañero que vivía en esa casa nos decía muy acongojado: “¿Y ahora qué le voy a decir a mi mamá?“, pues en buen problema lo estábamos metiendo. Se decidió trasladarlo cerca del lugar de los hechos para que fuera recogido por una ambulancia.
Después de la balacera ocurrida en el politécnico yo me fui a esconder a la casa de mis papás y ya más tarde llegaron Flavio (que ya había regresado nuevamente a tomar las decisiones en el grupo), Arnulfo Prado Rosas, El compa, René Delgado Becerra, El perico, Alfredo Campaña López, el Ingeniero Enrique Guillermo Robles Garnica, Juan Manuel Rodríguez Moreno, El Clark, y otros más que de momento no recuerdo. Ahí me entregaron la primera nota periodística que salió en El Sol de Guadalajara después de los acontecimientos. En su encabezado decía: “EL MOMIA EMPEZÓ LA BALACERA”. No alcanzaba a comprender la magnitud ni el grado de violencia a que se iba a llegar sólo por la osadía de pedir la apertura democrática en la Universidad. En lugar de en las aulas, ahora teníamos que reunirnos, discutir, organizarnos secretamente en las sombras.
Desde esa primera reunión la plática se desarrolló en torno a los acontecimientos, el rumbo que habían tomado y el ¿qué hacer?. La tarea era reagrupar toda la infraestructura que habíamos construido durante tantos años en escuelas y barrios, ahora que todos éramos fugitivos y nos encontrábamos sin rumbo y sin dirección, pero sí con un inmenso coraje por la arbitrariedad y la impunidad y el mayor deseo de luchar. En un intento desesperado intentamos hacer el último esfuerzo de que nos reconocieran al FER como organización política estudiantil, la indemnización de los primeros muertos y la libertad de los primeros presos políticos que eran José Natividad Villela Vargas, Eleuterio López Navarro, Becerra, Blañir, El Larva, detenidos en la casa del estudiante el mismo día en la madrugada, y Enrique Guillermo Pérez Mora, Bonifacio Mejia Segundo, detenidos en Michoacán a donde se habían ido a refugiar. En total eran once, ya que yo fui el procesado número doce de esta balacera. Algunos opinaban que no había salida, que sólo nos quedaba la vía armada. La verdad es que no sabíamos qué rumbo seguir, y es que de pronto de la noche a la mañana teníamos que hacer vida clandestina por seguridad y despedirnos de nuestras familias.
No llegamos a ningún acuerdo concreto, y Flavio y yo nos fuimos a la ciudad de México en la comisión de hacer llegar un documento de la posición del Frente Estudiantil Revolucionario a Luís Echeverría Álvarez, presidente electo y yerno de José Guadalupe Zúno Hernández. Llegamos a la casa de José Pagés Rebollar, director de la revista Siempre! y en la cual se encontraban el obispo de Cuernavaca, Morelos, Sergio Méndez Arceo (por cierto hombre de principios) y se encontraba ahí por que quería conocer a los miembros del FER. También estaba el comentarista de noticias Jacobo Zabludowski, y uno de los más altos dirigentes del movimiento del 68 Tomás Cervantes Cabeza de Vaca y otros más que no conocía. Dimos el mensaje y nos trajeron la respuesta: “Nosotros no tenemos porqué tratar con mugrosos”.
A buen entendedor, pocas palabras. ¡Qué casualidad!, utilizar hasta el mismo calificativo despectivo que nuestros históricos enemigos de la FEG utilizaban.
Como una muestra del apoyo incondicional que Luis Echeverría le estaba brindando a la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), vino a Guadalajara el doce de octubre de 1970 para inaugurar el nuevo edificio de la FEG, una mole en la calle Carlos Pereira número 100. Con esto le declaraba la guerra al Frente Estudiantil Revolucionario.
Nos regresamos a Guadalajara, contactamos a nuestros amigos y nos reunimos en una casa por el rumbo de la Plaza de la Bandera y ahí les comentamos el resultado del último intento por la vía democrática. Ahora pasábamos a la etapa de construcción de las nuevas fuerzas de la revolución donde la tarea estratégica sería, por tanto, la de organizar, movilizar y unificar la voluntad popular para combatir y seguir avanzando. Cuando se cancelan todas las opciones para quienes tienen un proyecto de transformación social y de justicia para los grupos desamparados del país, entonces el futuro es violento. La capacidad en cuestión de principios y planteamientos era muy diversa, pero quien no planteara la lucha armada era descalificado y señalado de demócrata, pacifista, pequeño-burgués y haciéndoles la invitación de que el que quisiera dar el salto a la lucha armada tomara todas las precauciones ya que iba de por medio la vida. Se hizo mucho hincapié en la importancia de la lectura para elevar el grado de conciencia y el nivel político-ideológico para poder tener con claridad la propuesta de construcción de la nueva sociedad y el porqué era caduco el sistema capitalista. Se dio la consigna de formar cuadros profesionales política y militarmente. Todo eso se discutió en esa primera reunión. Nos despedimos viéndonos al rostro, seguros de que algunos de los que nos encontrábamos ahí reunidos ya no nos volveríamos a ver por algún desafortunado encuentro con el enemigo, pero era un compromiso continuar con el desarrollo de nuestras tareas ya que estábamos seguros de que la revolución triunfaría. Acordamos citas, contactos y continuar con el trabajo político-armado con toda nuestra estructura, la que era muy difícil restablecer por la intensa persecución. Ahora se nos presentaba la urgente necesidad de recuperar recursos. Comenzamos las expropiaciones, convirtiéndonos de grupo democrático en grupo armado y dando el salto cualitativo a la clandestinidad de 1970 a 1973 como FER.
Aquí comprendimos que Carlos Ramírez, amo y dueño de la Universidad de Guadalajara y de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), habían conseguido el apoyo por la deuda que le cobraron al Gobierno Federal por la traición al movimiento estudiantil de 1968. Recordemos que la única universidad del país que no apoyó el movimiento del 68 fue la de Guadalajara e inclusive reprimieron a la comisión que vino a solicitar el apoyo.
La alianza que se había realizado con la familia Zuno quedó rota. A mí no me extrañó en lo absoluto que en los primeros balazos huyeran ya que veníamos de extracción diferente y nuevamente cada quien se quedó con los suyos, ellos a su trinchera al lado del gobierno, y nosotros a la nuestra, la brega callejera.
El Gobierno del Estado en acuerdo con la Universidad de Guadalajara decide demoler la casa del estudiante a raíz de la balacera el día anterior.
Al día siguiente, treinta de septiembre, llegan militares vestidos de civil. Al mando del 17vo regimiento de caballería estaba el General Francisco García Castellanos. Son detenidos treinta miembros del FER y consignados solamente once ya que yo fui el procesado doce, en este expediente de la toma de la casa del estudiante, en mi posterior detención. En el asalto a la casa del estudiante iban unos trescientos militares en autos civiles. Se dividió la fuerza en una actuante y otra de reserva. La que actuó fue la del cuarto batallón de infantería del cuartel colorado. Golpearon a los estudiantes y se los llevaron al cuartel colorado y al tercer regimiento de caballería en Ocotlán, y a otros los mandaron al veintiún regimiento de caballería de Sayúla. Se envió una catapulta y se derribó el edificio bajo la orden de dejarlo hecho tierra limpia.
Analizando del porqué una simple propuesta democrática había sufrido un giro tan violento, la respuesta era sencilla: la FEG era un brazo más del pulpo del sistema Así como las organizaciones obreras nacieron para controlar y reprimir llegado el caso a los trabajadores, y así como también las organizaciones campesinas harían lo mismo con aquellos que supuestamente representaban, así a la FEG le tocaba desempeñar ese papel con los estudiantes de la Universidad de Guadalajara y si ese control se perdía entonces entrarían en función los cuerpos represivos, policíacos, militares y paramilitares. Y esto fue lo que finalmente ocurrió y se intensificaría en Guadalajara. La deuda del 68 del gobierno hacia la FEG quedaría saldada con esta represión sangrienta contra los militantes del FER. Nosotros entendimos que el FER quedaba señalado como el grupo a combatir con todo el poderío militar. Nos llevaron a un punto sin retorno. Solamente nos quedaba la fortaleza de nuestra dignidad y oponerle a las fuerzas reaccionarias la fuerza revolucionaria. Sabíamos que la voluntad de un hombre con principios no es fácil de doblegar. Sabíamos también que la violencia siempre ha nacido de gobiernos ilegalmente constituidos, llámense militaristas, totalitaristas, siempre disfrazados de gobiernos democráticos.
El 7 de Febrero de 1972 aparece el primer número del órgano de prensa del comité coordinador del Frente Estudiantil Revolucionario llamado EL VIKINGO dedicado a la memoria del comandante Genaro Vázquez Rojas, quien había fallecido el dos de febrero de 1972 y que en este número se leía: “Ustedes como nosotros, escogimos el difícil camino de la lucha porque no quisimos pertenecer a una generación más de apáticos y castrados ideológicamente”. Tratábamos de fortalecernos política y militarmente mediante el hostigamiento y constituirse en verdadera fuerza militar frente al enemigo y tener esa capacidad de ponerlo a la defensiva con diferentes métodos para crearle el desconcierto y su debilitamiento moral.
Por su parte, la Universidad de Guadalajara en el año de 1972, para encubrir sus nefastas fechorías y darse tintes de democrática, invita al presidente chileno Salvador Allende el cual venía enfundado de un merecido prestigio ganado a pulso por haber sido electo democráticamente en contra de la voluntad del imperialismo yanqui. En su conferencia magistral en el auditorio que ahora lleva su nombre dijo aquellas frases celebres “Ser joven y no ser revolucionario es hasta una contradicción biológica”. De seguro que estas frases les retumbaron hasta los oídos porque precisamente quienes lo invitaron fueron los reaccionarios de la FEG. Nosotros entendimos que el motivo de su presencia se debía a la necesidad de fortalecer los lazos políticos y económicos que cualquier gobierno tiene que hacer con países aún de ideologías diferentes, con tal de darle bienestar a su pueblo. Seguro era un reclamo a sus anfitriones, pues él sabía de sus antecedentes represores, aunque algunos no se dieron por aludidos.
Nos quedo muy claro que las fuerzas y corrientes del conservadurismo, del retroceso, de la intolerancia y el oscurantismo estaban apropiadas del destino nacional.
Para el FER se cerraron los espacios para continuar en términos legales. Es en este momento que el recurso o no de las armas se convierte en el gran dilema para el FER.
En el desarrollo de los acontecimientos es éste uno de los momentos más significativos, puesto que las posiciones de los grupos antagónicos quedaron bien definidas. Una de las pocas salidas para el FER en tanto quedó expuesto como un grupo en rebeldía, lo llevó como organización a sujetarse a un cambio gradual de postura que implicó en un primer momento la reducción de sus miembros. Son los filtros naturales que se dan en todos los movimientos: por un lado están los militantes que de acuerdo a sus principios y su compromiso no tienen ningún problema para continuar en la lucha, y por el otro están aquellos a los que los mueve otro tipo de intereses personales. Estos inmediatamente abandonan la lucha. Muchos se quedan en el paso de una situación de calma a una situación de intranquilidad. En nuestro caso, la situación a la que se enfrentaron muchos, de un día a otro, fue de hallarse repentinamente en condiciones de alto nivel de riesgo. Se puede hablar de un momento intermedio entre la toma de la casa del estudiante y la conformación de los grupos de ataque que terminarían siendo la representación guerrillera en nuestra ciudad, esto, hacia el año de 1973. La fase 1970-1973 se distinguió por ser una era de violencia juvenil no nada más en Jalisco, era un fenómeno nacional después de la represión del 68. La de nosotros el 29 de septiembre de 1970 y la del 10 de junio del 71.