Pronunciado: 19 de abril de 1955, en la Conferencia Afroasiática de
países no-alineados realizada en Bandung, Indonesia.
Versión dígital en castellano: China
Radio International (CRI), 2006.
Esta edición: Marxists Internet Archive, mayo de 2007.
Derechos: CRI permite su reproducción para usos
no-comerciales siempre y cuando se indique la autoría del artículo y se le
comunique el hecho a CRI.
Estimados Presidente y Representantes:
Entre ustedes se ha distribuido la versión escrita de mi discurso principal. Tras haber escuchado los discursos de numerosos jefes de delegaciones, quisiera añadir algo.
La delegación china ha acudido a esta conferencia en busca de la unidad, no con el afán de promover disputas. Los comunistas nunca renunciamos a manifestar nuestra convicción de que el comunismo y el socialismo son sistemas adecuados. Pero el fin de esta conferencia no es difundir las ideologías personales ni los sistemas políticos de las diferentes naciones, aunque es evidente que entre nosotros existen diferencias.
La delegación china no ha venido aquí a poner de relieve esas diferencias, sino a buscar puntos en común. ¿Hay una base para la búsqueda de puntos comunes entre nosotros? Por supuesto que sí. Esa base la forman los sufrimientos y la amargura que en la edad moderna han padecido y siguen padeciendo la mayoría de los países siáticos y africanos sometidos al colonialismo. Esto es algo reconocido por todo el mundo. Si en vez de fomentar entre nosotros el recelo, el temor, el rechazo o el antagonismo nos basamos en el terreno común que nos brinda el deseo de liberar a las naciones de los sufrimientos y penalidades infligidas por el colonialismo, podremos conocernos mejor, respetarnos más, ser más solidarios unos con otros y ofrecernos mutuamente mayor apoyo. Esto es así porque, en lugar de formular nuevas propuestas, estamos de acuerdo con los cuatro objetivos de la conferencia Asia-África fijados durante la reunión que los primeros ministros de cinco países celebraron en Bogor.
En cuanto a la tensa situación en el estrecho de Taiwán provocada por los EE.UU., habríamos podido elaborar una propuesta similar a la de la Unión Soviética en la que se solicitara la convocatoria de una conferencia internacional y pedir que dicha propuesta fuera discutida en la presente conferencia. El deseo del Ejército Popular de Liberación de liberar Taiwán y las islas costeras que forman parte del territorio chino está plenamente justificado. En este asunto interno vinculado con el ejercicio de la soberanía nacional contamos con el apoyo de muchos países. También habríamos podido presentar una propuesta sobre el reconocimiento y la recuperación del legítimo puesto que le corresponde a la República Popular China en la ONU. La reunión de los cinco primeros ministros celebrada el año pasado en Bogor, y otros países de Asia y África declararon que estaban a favor de que se devolviera su escaño en la ONU a la República Popular China. También habríamos podido criticar el injusto tratamiento que nuestro país recibe en dicha organización. Pero no hemos hecho nada de todo esto, ya que de lo contrario la conferencia habría estado plagada de discusiones y no se habría adoptado ninguna resolución.
En esta conferencia, hemos de buscar un terreno común, dejar nuestras diferencias a un lado y confirmar los deseos y exigencias que compartimos. Esta es nuestra principal tarea. No exigimos a los demás que abandonen sus opiniones, puesto que reflejan las diferencias. Pero eso no tiene por que convertirse en un obstáculo para el logro de un consenso en los principales temas. Tenemos que conocernos y respetar las diferentes opiniones partiendo del terreno común.
No voy hablarles de las distintas ideologías ni de los distintos sistemas sociales. Hemos de reconocer que en los países asiáticos y africanos se siguen ideologías y sistemas sociales diferentes, lo cual, sin embargo, no debe obstaculizar nuestra búsqueda de puntos comunes ni nuestra unidad. Terminada la Segunda Guerra Mundial, en Asia y África surgieron muchos países independientes, unos comunistas y otros nacionalistas. Los comunistas son menos numerosos. Pero hay quienes no ven con buenos ojos que China, con una población de 600 millones de habitantes, haya elegido el sistema socialista defendido por el Partido Comunista de China y se haya liberado del yugo imperialista.
Otros muchos país asiáticos y africanos, entre ellos la India, Birmania, Indonesia y otros países de Asia y Africa, son gobernados por los nacionalistas. Tanto los países dirigidos por comunistas como los dirigidos por nacionalistas se establecieron tras liberarse del colonialismo y siguen luchando por que su independencia sea total. ¿Por qué no podemos conocernos mejor, respetarnos más y ofrecernos unos a otros solidaridad y apoyo?
A continuación, quisiera referirme brevemente a la libertad religiosa, derecho que se ha convertido en un principio común admitido por los países en la época contemporánea. Los comunistas somos ateos, pero respetamos a quienes profesan creencias religiosas. A cambio, esperamos que quienes tienen estas creencias respeten a quienes no las tienen. En China se reconoce la libertad de profesar las ideas religiosas y de practicar el culto que se desee. Aparte de siete millones de comunistas, en nuestro país hay decenas de millones de musulmanes y budistas, así como millones de cristianos católicos y protestantes. Entre los miembros de nuestra delegación hay un imán. Esta diversidad no afecta en absoluto a la unidad interna de nuestro país. ¿Por qué en la gran familia formada por los países de Asia y África no podría llegarse a la unidad entre los creyentes y los no creyentes? La provocación de conflictos religiosos ha quedado relegada al pasado y quienes los suscitaron en beneficio propio ya no se encuentran entre nosotros.
La tercera cuestión que deseo abordar es la de las llamadas actividades subversivas. El pueblo chino ha luchado contra el colonialismo a lo largo de más de un siglo. En un arduo proceso que se prolongó unas tres décadas, la lucha revolucionaria nacional y democrática librada por el Partido Comunista de China culminó finalmente con la victoria. Tras los innumerables sufrimientos padecidos bajo el imperialismo, el feudalismo y el gobierno de Jiang Jieshi, el pueblo chino eligió el sistema nacional y el gobierno actuales. El triunfo de la revolución china se cimentó no en la intervención de fuerzas extranjeras, sino en el poder de las masas. Este es un hecho que no pueden negar ni siquiera quienes se muestran disgustados por la victoria de la revolución china. Un viejo proverbio chino dice: "No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti". Dado que nos oponemos a la injerencias extranjeras, ¿cómo vamos a interferir en los asuntos internos de otros países? Se ha dicho que los más de diez millones de chinos con doble nacionalidad residentes en el extranjero llevan a cabo actividades subversivas. Pero lo cierto es que la doble nacionalidad de los chinos del ultramar es un problema legado por la antigua China. Y no hay que olvidar que es Jiang Jieshi quien sigue valiéndose de un número insignificante de chinos del ultramar para llevar a cabo actividades subversivas en algunos países.
El gobierno popular de la nueva China está dispuesto a colaborar con los países afectados para resolver el problema de la doble nacionalidad de los chinos de ultramar. También se ha dicho que la región autónoma china habitada por la etnia tai supone una amenaza. Las decenas de etnias establecidas en el territorio chino representan una población de más de 40 millones habitantes. En nuestro país viven aproximadamente diez millones de tai y otros tantos zhuang, lo que nos parece razón suficiente para concederles autonomía. Las regiones autónomas de las etnias chinas son parecidas a la que la etnia dan tiene en Birmania. ¿Cómo es posible que la existencia de regiones autónomas para las etnias dentro del territorio chino se considere una amenaza para los países vecinos? Sobre la base de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, estamos dispuestos a normalizar nuestras relaciones con los países de Asia, de África y del resto del mundo, pero sobre todo con nuestros vecinos. De hecho, el problema no radica en que China quiera subvertir otros gobiernos, sino en que hay quienes establecen avanzadillas en los alrededores de China para subvertir nuestro gobierno. Por ejemplo, en la frontera sino-birmana sigue habiendo militares de Jiang Jieshi que realizan actividades de sabotaje en uno y otro país. Teniendo en cuenta la tradicional amistad que une a China y Birmania, y el respeto mutuo por nuestra soberanía, estamos seguros de que el gobierno birmano resolverá este problema.
El pueblo chino eligió su propio sistema de gobierno y lo apoya; China reconoce la libertad religiosa; y China no tiene intención alguna de subvertir los gobiernos vecinos. Antes al contrario, nuestro país está siendo el blanco de las actividades subversivas instigadas abiertamente por el gobierno de los EE.UU. Si no me creen, pueden ir personalmente o mandar alguien a nuestro país para comprobarlo. Pero comprendemos que quienes desconocen estos hechos alberguen sospechas al respecto. Como afirma un dicho chino, ver algo uno mismo una sola vez es mucho más revelador que escuchar centenares de descripciones. Damos la bienvenida a todos los participantes en esta conferencia que deseen visitar nuestro país en cualquier momento. No hemos levantado ningún telón de bambú, pero hay quienes tratan de propagar una niebla tóxica entre nosotros.
1600 millones de asiáticos y de africanos esperan que esta conferencia sea un éxito. Todos los países y pueblos del mundo amantes de la paz esperan que la celebración de esta conferencia contribuya a la ampliación de la esfera de la paz y al establecimiento de la paz colectiva. ¡Llamo a los países asiáticos y africanos a unirse y a esforzarse por el éxito de la Conferencia Afroasiática!