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Redactado: Julio de 1976.
Publicación primera: PRT, Argentina, 1976.
Digitalización: Diego Burd, 2002.
Esta edición: Marxists Internet Archive, marzo de 2002.
El 28 de junio de 1966 el Partido Militar dio por tierra con el gobierno radical de Illia. Se trataba de un golpe preventivo para matar en su cuna fuerzas revolucionarias en gestaci�n, detener la movilizaci�n de masas que hab�a logrado gran amplitud, "ordenar al pa�s" y encontrar una v�a de estabilizaci�n y desarrollo capitalista. Ongan�a anunci� una Dictadura Militar de 10 a�os para lograr esos objetivos. En el campo del pueblo, sectores de la clase obrera y de la intelectualidad revolucionaria, incipientemente organizados en el curso de las grandes huelgas del '64, '65 y '66, conscientes de la imposibilidad de lograr justicia y soluciones por la v�a legal e influidos por el �xito de la revoluci�n cubana, decidieron afrontar el desaf�o militar y empu�ar las armas guerrilleras para encabezar la resistencia popular. Los revolucionarios se contaban por decenas, estaban pr�cticamente desarmados y enfrentaban a un enemigo unido, confiado y ampliamente apoyado por la burgues�a, la burocracia sindical y el imperialismo, pero ten�an fe en su justa causa y so�aban en conmover a la masa del pueblo para desarrollar hasta la victoria, la guerra revolucionaria �or la liberaci�n nacional y el socialismo.
Ya han transcurrido los 10 a�os que calcul� la alta oficialidad del Ej�rcito Opresor y al hacer un necesario e instructivo balance salta a la vista inmediatamente el total fracaso de los planes militares y el notable �xito de las fuerzas guerrilleras. La situaci�n econ�mica lejos de estabilizarse y mejorar ha sufrido un notable deterioro; han nacido y se han desarrollado importantes fuerzas revolucionarias pol�ticas y militares; el ej�rcito contrarrevolucionario ya no es m�s el arbitro todopoderoso e imbatible de la pol�tica nacional. Y lo que es m�s importante de todo, en el terreno pol�tico el Partido Militar se ha desenmascarado como b�rbaro, p�rfido y c�nico defensor de los intereses antinacionales y antipopulares del gran capital, mientras la guerrilla ha surgido como fiel defensora de los intereses obreros y populares y se presenta ante los ojos de las masas como genuina esperanza de un profundo cambio revolucionario que solucione los problemas populares. Este desarrollo pol�tico que ha llevado a una profunda polarizaci�n, que "ha conmovido a la masa del pueblo" es el mas grande triunfo de los revolucionarios, la mas grande conquista de estos 10 anos de lucha, que al atraer hacia nuestra justa causa importantes sectores obreros y populares, centenares de miles de hombres y mujeres trabajadores, proporciona al ideal antiimperialista y socialista recursos inagotables que hacen seguro su triunfo.
NO HAY AVANCE SIN SACRIFICIOS
Pero los profundos cambios que registra la realidad nacional no provienen de una evoluci�n lineal e incruenta. Como todo proceso revolucionario se viene desarrollando en espiral, con avances y retrocesos, en tendencia siempre ascendente, y a costa de sensibles p�rdidas. Como dijo Mao Ts�-tung, "luchar, fracasar, volver a luchar, volver a fracasar, volver a luchar hasta la victoria", es una ley de la lucha revolucionaria. En la guerra de nuestra primera independencia los ej�rcitos patriotas intentaron avanzar dos veces por Bolivia hacia Per�, hasta descubrir el triunfal camino de Chile; Bol�var a su vez fue, 4 veces vencido en Venezuela y 4 veces se exili�, hasta encontrar en su quinto intento el camino de la victoria definitiva. As� ocurre y ocurrir� en nuestra guerra revolucionaria. Cada paso adelante ha sido conquistado atravesando pruebas y errores, sufriendo dolorosas p�rdidas. Pero la correcta l�nea de nuestro Partido, la persistente combatividad, la experiencia adquirida y el ejemplo heroico de los gloriosos compa�eros ca�dos ha generado una reproducci�n y desarrollo cuantitativo y cualitativo incesantes de los militantes y cuadros revolucionarios. Un claro ejemplo lo tenemos en nuestro aparato de propaganda: en la �poca de la dictadura de Lanusse El Combatiente sal�a quincenal y Estrella Roja mensual, impresos ambos a mime�grafo. Entre febrero y abril de 1972 nos cay� todo e] peque�o aparato de propaganda y 5 compa�eros, a mediados de a�o se logr� publicar algunos n�meros, pero reci�n se normaliz� con la misma periodicidad a fines de 1972.
En junio de 1973 coincidente con la apertura de la legalidad, comenzaron a aparecer El Combatiente semanal y Estrella Roja quincenal. Ilegalizados en septiembre de 1973, ambos peri�dicos continuaron saliendo clandestinamente. En enero de 1975 nos cay� nuevamente imprenta y distribuci�n con 10 compa�eros, y en s�lo dos semanas reaparecieron los dos peri�dicos. Ahora nos cay� nuevamente el local donde se imprim�an y dos miembros de la redacci�n, y nuevamente nos llev� s�lo dos semanas tener los peri�dicos en la calle, con el agregado de que hoy contamos con mayor n�mero de compa�eros especializados.
HAN PERDIDO LA BATALLA POL�TICA
En 1966 la Dictadura Militar de Ongan�a, en 1976 la Dictadura Militar de Videla. Sin embargo, la situaci�n es completamente diferente. Las decenas de revolucionarios que en 1966 se decidieron a iniciar la lucha armada, prop�sito que reci�n lograron concretar en 1970, son ahora miles, organizados, experimentados, templados y m�s decididos que nunca a triunfar, due�os de una gloriosa tradici�n, dispuestos a realizar los sacrificios necesarios y a dar la vida por la hermosa causa de la independencia y el socialismo. Y este enorme crecimiento cuantitativo y cualitativo de la vanguardia revolucionaria argentina se nutre del despertar pol�tico y de la combatividad de todo el pueblo que va convirtiendo la gesta revolucionaria en un proceso de masas.
El Partido Militar en cambio ha sufrido un gran deterioro y se encuentra muy lejos de aquel apoyo que recibi� en 1966, pr�cticamente un�nime en el campo burgu�s v con favorables expectativas en la masa popular. Con su b�rbara pol�tica de terror se gan� el odio de la mayor�a del pueblo, se distanci� de posibles aliados y se desenmascar� internacionalmente. Por ello es que podemos afirmar con seguridad, y objetividad que el enemigo ha perdido la batalla pol�tica.
El caso de Tucum�n es t�pico. El 9 de julio de 1966 decenas de miles de tucumanos, muchos de ellos traslad�ndose a pie desde el interior, recibieron con entusiasmo v esperanza la visita de Ongan�a. Tiempo despu�s, al nacer la heroica Compa��a de Monte Ram�n R. Jim�nez algunas decenas de combatientes, el ej�rcito opresor perpetr� un gran operativo para aniquilarla en pocos meses. Ya transcurri� un a�o y cinco meses de iniciado ese operativo, y si bien han dificultado el desarrollo de nuestra unidad (que no se concret� a�n, m�s que nada por falta de experiencia y conocimientos militares de nuestra parte), no han logrado aniquilarla; por el contrario siguen enviando m�s refuerzos, han triplicados sus fuerzas iniciales (de 5.000 a 15.000) y con su ocupaci�n militar de la provincia, con sus cr�menes y atropellos, han despenado un profundo odio en el grueso de la poblaci�n, sentimiento hoy oculto bajo el peso del terror, que se convertir� en poderosa fuerza material cuando en base a la experiencia acumulada y mejorando nuestra preparaci�n militar logremos un eficiente empleo de la fuerza guerrillera.
PERSISTIR Y VENCER
La locura asesina del enemigo causa profundas heridas en nuestras filas. Caen compa�eros muy valiosos, caen familiares que nada tiene que ver, caen activistas o simples sospechosos. Ante ello alguno que otro compa�ero vacila y teme. Pero la absoluta mayor�a, unida como un solo hombre se yergue decidida a persistir y vencer, cualquiera sean los obst�culo? y los sufrimientos. Esa elevada moral es nuestra principal arma, ella conmueve y mover� a millones de argentinos por el ancho camino de �a guerra revolucionaria. Y en este momento de reflujo de las masas, mientras despliegan sin cesar su aguerrida resistencia guerrillera, las fuerzas revolucionarias podr�n analizar serenamente las experiencias, "hacer un alto en el camino", reagrupar, reorganizar y consolidar el potencial revolucionario para estar en condiciones de aportar vigorosa y organizadamente para la m�xima extensi�n y potencia del pr�ximo auge obrero-popular. Asi, concentrados en los frentes, recibiendo el formidable estimulo de las masas, con las unidades guerrilleras activas, perseverando con garra y tes�n en las distintas actividades revolucionarias, el PRT, el ERP y las dem�s fuerzas revolucionarias argentinas, continuaremos ascendiendo sin pausa por el abrupto y glorioso sendero que nos conduce a la tan ansiada liberaci�n nacional y social de nuestra patria y de nuestro pueblo.