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Redactado: 1976.
Publicación primera: Argentina, junio de 1976.
Digitalización: Diego Burd, 2002.
Esta edición: Marxists Internet Archive, marzo de 2002.
Cuando poco antes y despu�s del 24 de marzo analizamos las perspectivas del golpe militar cometimos un error de calculo al no se�alar que el peso de la represi�n afectar�a en un primer momento a la lucha popular, dificultando la movilizaci�n de masas y el accionar guerrillero. Al no prever un reflujo transitorio de la movilizaci�n obrero-popular, dar la idea de que la potente reacci�n antidictatorial de masas ser�a inmediata, lo mismo que el aislamiento internacional de la Dictadura y la aproximaci�n al campo revolucionario de sectores populares democr�ticos, no nos adecuamos plenamente en lo ideol�gico y org�nico a la nueva realidad nacional.
Globalmente nuestra posici�n fue y sigue siendo correcta, tanto en la caracterizaci�n de la Dictadura, como en la comprensi�n de la generalizaci�n de la guerra y el justo pron�stico de que nuestro pueblo no ser� aplastado y edificara gradualmente una resistencia potente y victoriosa. Pero nos falt� prever taxativamente un per�odo determinado de reflujo, error que desde ahora corregimos.
REFLUJO Y NUEVO AUGE
Frente a la Dictadura de Ongania el pueblo argentino intent� una resistencia inmediata. Azucareros, mec�nicos, portuarios y estudiantes hicieron frente con huelgas y movilizaciones a las primera medidas antipopulares del gobierno contrarrevolucionario. Pero todas esas luchas fueron brutalmente aplastadas por la bota militar y se necesit� m�s de dos a�os de acumulaci�n de fuerzas para llegar a las grandiosas movilizaciones del 1969.
Hoy, en 1976, la situaci�n es distinta. Con importantes experiencias recientes de lucha clandestina, la clase obrera no sali� a la calle y comenz� a responder con sabotaje y escaramuzas en las f�bricas a las medidas dictatoriales. La represi�n, a su vez es m�s dura y activa que en 1966. Balanceando a "grosso modo" la situaci�n de las masas obrero-populares y su vanguardia y el peso presente y futuro de la represi�n, pensamos que habr� que esperar alrededor de un a�o hasta el pr�ximo auge de la lucha de masas. Es decir, que la clase obrera y el pueblo argentino necesitaran alrededor de un a�o para reacomodarse a la nueva situaci�n, lograr la acumulaci�n de fuerzas necesarias y movilizarse de conjunto superando los obst�culos represivos.
SITUACI�N DE MASAS
Aunque vivimos un per�odo de reflujo en la movilizaci�n, la situaci�n de masas es extraordinaria. Es notable la avidez por materiales pol�ticos revolucionarios, el inter�s por la pol�tica que se ha despertado en extensos sectores proletarios y populares. Pese al despliegue represivo que ataca f�bricas y barriadas, los volantes y peri�dicos, revolucionarios circulan con facilidad, son le�dos con atenci�n y pasados de mano en mano. El odio hacia los militares se arraiga cada d�a m�s en el coraz�n de las masas y crece paralelamente la conciencia de que es necesario incorporarse a la lucha revolucionaria. Aunque los sucios y criminales m�todos de la represi�n enemiga obligan a ser cuidadosos y desconfiados, numerosos compa�eros se ligan e incorporan a la estructura de nuestra organizaci�n. Podemos afirmar que el movimiento de masas no est� acobardado ni retra�do; desarrolla formas indirectas de lucha, se organiza y delibera desde la base en la b�squeda de las formas m�s eficientes de salirle al paso a los siniestros planes antipopulares y antinacionales del Partido Militar.
CONTINUIDAD DE LA LUCHA ARMADA
Contrariamente a lo que ocurri� durante el Onganiato, en el actual per�odo de reflujo de movilizaci�n de masas, el accionar guerrillero mantendr� viva la llama de la resistencia popular. No viviremos un per�odo de relativa calma como en 1967 y 1968 porque las operaciones de propaganda armada y aniquilamiento realizadas por las unidades guerrilleras jaquear�n constantemente a la Dictadura Militar permaneciendo as� en lo alto la justa bandera de nuestra guerra revolucionaria.
Por m�s que el enemigo extreme su movilizaci�n represiva, las organizaciones armadas populares encontrar�n siempre la forma de golpear, vali�ndose de la rica experiencia acumulada. Y esa presencia combatiente impregnar� la experiencia de nuestro pueblo, te�ir� la acumulaci�n de fuerzas de las masas con los necesarios m�todos violentos y jugar� un gran papel en el grado de energ�a y en la forma con que se desplegara ulteriormente el pr�ximo auge del movimiento de masas argentino. Mientras mas prenda el ejemplo guerrillero, mas poderosa y decidida ser� la posterior movilizaci�n obrero-popular.
Por ello es que en el presente per�odo, !a lucha armada ocupa el centro de la lucha pol�tica, es y ser� el eje de la pol�tica nacional. El enemigo movilizado desesperadamente en el irrealizable intento de aniquilar las fuerzas guerrilleras; las guerrillas del pueblo esforz�ndose por golpear con continuidad y potencia, dar presencia y vigor a la resistencia y acumular medios y experiencia para desplegarlos con el auge de masas. Nuestro Partido y nuestro Ej�rcito Guerrillero, aun reduciendo sus fuerzas centrales para volcar mayores recursos a los frentes de masas, se esforzaran por mantener activas unidades guerrilleras. Y con la propaganda armada desde los frentes y el accionar de aniquilamiento desde las unidades locales cumpliremos con honor la misi�n armada que nos corresponde.
MEDIDAS DE CORRECCION
El error de apreciaci�n t�ctica que cometimos nos debilit� en lo ideol�gico y en lo org�nico. En lo ideol�gico en cuanto dificult� el enraizamiento de la concepci�n de guerra prolongada, y en lo org�nico en cuanto no nos orientamos con m�xima energ�a a simplificar el aparato y volcar m�s compa�eros a los frentes de masas. Las medidas de correcci�n comprenden entonces:
1.- Una campa�a ideol�gica que ya se inici� dirigida a hacer carne en el Partido los aspectos concretos de la concepci�n de guerra prolongada:
2.- Una reducci�n general del aparato y reforzamiento paralelo de los frentes de masas. Esta �ltima medida, al mismo tiempo que preserva la organizaci�n ofreciendo menos blanco al enemigo, nos permitir� canalizar mayores recursos de masas hacia las actividades revolucionarias. Porque la presencia consecuente del Partido en m�s frentes, adem�s de influir como sabemos en el estado de �nimo de las masas, nos permitir� llegar a mayor cantidad de elementos de vanguardia, incorporarlos al Partido y ayudarlos a convertirse en verdaderos revolucionarios.
La experiencia pol�tica y org�nica de nuestro Partido, su tradici�n combativa, son elementos de inmenso valor para formar una nueva y vigorosa promoci�n de militantes y cuadros revolucionarios que al fortalecer la organizaci�n del PRT contribuir�n seriamente a ponerlo en condiciones de cumplir el destacado papel dirigente que la lucha de clases le tiene asignado.
PREPARARSE PARA EL NUEVO AUGE
La clase obrera y el pueblo argentinos han vivido los �ltimos a�os grandes experiencias. Han visto sucederse gobiernos pol�ticos y militares sin ning�n tipo de soluci�n para las necesidades populares ni nacionales. La pr�dica revolucionaria tiene por ello f�rtil terreno para germinar; nuestro proletariado y nuestro pueblo que se han movilizado con energ�a escuchan con creciente atenci�n la palabra revolucionaria.
En el presente per�odo de reflujo, nuestro Partido debe fundirse m�s que nunca con las m�s amplias masas, difundir sistem�ticamente las ideas socialistas, pegarse a los elementos de vanguardia para incorporarlos a la organizaci�n. Mientras m�s eficiente sea nuestro trabajo de Partido en los meses de reflujo, m�s notable e influyente ser� el papel de nuestra organizaci�n en el auge que sobrevendr�.
Con profunda confianza en las masas con la determinaci�n y fuerza de servir a nuestra justa causa con el esp�ritu heroico y glorioso de los queridos compa�eros que han dado su vida en el combate cotidiano, la militancia del PRT, como un solo hombre redoblar� su esfuerzo revolucionario en los frentes de masas. En 7 a�os de lucha revolucionaria el pueblo argentino ha sido conmovido por la combatividad y el hero�smo de su vanguardia guerrillera y ha generado en su seno condiciones para convenir la d�bil llama que alimenta la guerrilla en tremenda fuerza popular. La sangre derramada por nuestros h�roes no ha corrido en vano; se ha desparramado generosa por millones de corazones. Y ahora es el momento de preparar concienzudamente la organizaci�n para que est� en condiciones de surgir en el pr�ximo auge de masas como una fuerza pol�tica revolucionaria considerablemente poderosa.