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El 13 de julio de 1973, a s�lo 48 d�as de haber asumido el gobierno de un largo y conflictivo proceso electoral, el Presidente H�ctor J. el Vicepresidente Solano Lima renunciaron sorpresivamente a su vos cargos. Este hecho, caracterizado con justeza por el Partido Revolucionario de los Trabajadores como un autogolpe contrarrevolucionario marco el decidido viraje a la derecha del gobierno peronista, viraje que ya se venia insinuando dram�ticamente desde el 20 de junio. El presente folleto analiza la situaci�n pol�tica nacional a partir del autogolpe y est� integrado por una serie de art�culos publicados como editoriales, por el autor, en los N� 83, 84 y 85 del semanario El Combatiente, �rgano oficial del PRT a los que se agrega el cap�tulo "La Unidad Obrera y Popular". Buenos Aires, agosto de 1973 |
Redactado: Agosto de 1973.
Publicación primera: Semanario El Combatiente N� 83, 84 y 85, de 1973 (Argentina).
Digitalización: Diego Burd, 2002.
Esta edición: Marxists Internet Archive, nov. de
2002.
A menos de tres meses de la instalaci�n del Gobierno Parlamentario, el pueblo argentino ve con preocupaci�n y asombro que no se resuelven ni encaran los problemas fundamentales del pa�s y que por el contrario, se afianza en el Gobierno y en el peronismo una l�nea contrarrevolucionaria, continuista, que sigue con la pol�tica antipopular y antinacional de la Dictadura Militar El pueblo argentino ve con sorpresa y asombro que el Presidente C�mpora, el Ministro Righi, todo un sector que t�midamente tendi� a ceder a los reclamos y cumplir aunque sea en m�nima parte con las promesas electorales, que se resisti�, que se opuso, a los intentos represivos de la camarilla fascista de L�pez Rega, es desplazado de un plumazo por un repentino autogolpe organizado en "palacio" sin la m�s m�nima participaci�n popular. La clase obrera y el pueblo argentino ven con indignaci�n que los gestores de este autogolpe reaccionario son los odiados enemigos del pueblo, los Comandantes en Jefe con Carcagno a la cabeza, los bur�cratas sindicales traidores Rucci, Calabr� y compa��a, el siniestro personaje L�pez Rega.
La clase obrera y el pueblo argentino ven con asombro y preocupaci�n que el General Per�n avanza hacia el poder de la mano de los Carcagno, los Rucci, los L�pez Rega, apartando de su lado los elementos menos corrompidos e ignorando por completo a las organizaciones armadas peronistas, al peronismo progresista y revolucionario, a las bases obreras y populares.
Los trabajadores y el pueblo en general, que en su mayor�a vot� las listas del Frejuli en las recientes elecciones, pronunci�ndose contra la Dictadura habilitar y albergando esperanzas en cambios revolucionarios, se pregunta qu� pasa, a qu� se debe la repentina amistad entre los militares y la direcci�n del movimiento peronista que hasta d�as antes de la elecci�n parec�an enemigos irreconciliables, a qu� se debe la renuncia de C�mpora, de Righi, de Puig, a qu� se debe el ataque abierto al Gobierno y la CGT de C�rdoba, a qu� se debe este nuevo llamado a elecciones. Desconf�a de los tejes y manejes, de las trenzas de la c�pula, pero no encuentra una clara respuesta. Quiere creer en Per�n, en su disposici�n revolucionaria, en su patriotismo y amor al pueblo, pero los hechos obligan a dudar, a reflexiona, a plantearse cruciales interrogantes.
Pero aun, trabado en su acci�n por la confusi�n, por las dudas y preocupaciones, por la sorpresa y el asombro, el pueblo argentino adquiere d�a a d�a m�s conciencia pol�tica, se esfuerza por comprender y actuar, por tomar en sus firmes manos los destinos de la patria, por encarar los grav�simos problemas del pueblo y del pa�s, contin�a su lucha y se orienta inexorablemente hacia la revoluci�n, hacia la conciencia y la acci�n revolucionaria, hacia la realizaci�n de la verdadera revoluci�n que salvar� a nuestra patria y a nuestro pueblo, hacia la revoluci�n socialista de liberaci�n nacional y social que har� la dicha del pueblo argentino y conquistar� un futuro de completa felicidad colectiva para las futuras generaciones. Verdaderas causas y caracter�sticas del autogolpe Nuestro partido, el PRT direcci�n pol�tico-militar del ERP consciente de sus responsabilidades revolucionarias, se ve en la necesidad de responder a las inquietudes e interrogantes, plantear con toda crudeza y objetividad el verdadero significado del autogolpe y remontarse para ello a sus ra�ces. Aunque sabemos que hay muchos compa�eros que a�n no compartir�n nuestros puntos de vista, se negar�n a reconocer los hechos y conservar�n esperanzas en Per�n y el peronismo, asumimos la responsabilidad de plantear francamente los problemas de fondo y entre ellos el rol del General Per�n en la actual pol�tica . nacional. No queremos herir sentimientos, pero tampoco podemos ocultar cuestiones que son fundamentales para entender los actuales acontecimientos y guiar la acci�n obrera y popular en la dura lucha que afrontamos contra los enemigos del pueblo y de la patria. Como parte sustancial de! Gran Acuerdo Nacional, el peronismo burgu�s y burocr�tico, se propon�a defender h�bilmente el sistema capitalista argentino de los embates del pueblo revolucionario, reorganizarlo y reconstruirlo, estabilizarlo y lograr un desarrollo capitalista que diera larga vida a este injusto sistema en nuestra patria. La forma de llevar adelante esa pol�tica fue claramente explicitada por Per�n, C�mpora y otros dirigentes y consist�a en lograr una tregua social, pol�tica y militar, que eliminara con enga�os del escenario la lucha armada y no armada de la clase obrera y el pueblo, diera la ansiada estabilidad social que le permitiera reorganizar el capitalismo, atraer capital imperialista, mejorar parcamente la situaci�n econ�mica, ganar as� mayor cr�dito en !as masas con algunas concesiones y pasar reci�n entonces a)aislamiento y represi�n, a la destrucci�n de las fuerzas revolucionarias de nuestro pueblo, todo lo cual les permitir�a lograr su objetivo de salvar el capitalismo. De ah� el llamado de Campora a la tregua, a la paz social, formulado poco a despu�s del 11 de marzo y reiterado en varias oportunidades.
Pero ese plan fracas� estrepitosamente antes de poder iniciarse su aplicaci�n. La direcci�n peronista confiaba en que la clase obrera y el pueblo se dejaran enga�ar f�cilmente y colaboraran en su propia infelicidad, en el fortalecimiento del poder de I~ capitalistas. Nuestro Partido en cambio confiaba en la decisi�n de lucha del pueblo, en su conciencia y combatividad, en su experiencia, y llam� a rechazar la tregua y continuar la lucha sin dejar de respetar e! pronunciamiento popular. Ya desde el 11 de marzo la direcci�n peronista esperaba la tregua; esa ilusi�n se disip� muy pronto. Confiaba en que a ra�z del triunfo electoral, la guerrilla peronista suspender�a sus operaciones, que las masas postergar�an sus aspiraciones y aporcar�an sacrificadamente a la pacificaci�n. Las cosas ocurrieron de otro modo y en lugar de suspensi�n hubo intensificaci�n de las operaciones guerrilleras, la clase obrera y el pueblo dieron continuidad a su movilizaci�n, y la direcci�n peronista por idea de C�mpora llam� nuevamente a la tregua y anunci� que ella se concretar�a sin falta a partir de la asunci�n del poder.
La esperanza de la direcci�n peronista de lograrlo fueron bruscamente aventadas por las masas el mismo 25 de mayo. Las masas en la calle chocaron con contingentes de las FFAA contrarrevolucionarias que intentaban desfilar para "santificar" el GAN, y al costo de numerosos muertos y heridos abatidos por las balas de la represi�n, las masas obligaron a los odiados militares a volver y encerrarse en sus cuarteles. Ese mismo hist�rico d�a un importante contingente popular de alrededor de 40.000 compa�eros, rode� la c�rcel de Villa Devoto y exigi� y obtuvo la inmediata libertad de todos los combatientes.
Esta gloriosa conquista de las masas result� un golpe mortal para el plan inicial del peronismo. Una carta importante que pensaban utilizar como elemento de negociaci�n con nuestra organizaci�n, con el ERP para lograr la suspensi�n de las operaciones guerrilleras, era precisamente la liberaci�n de nuestros combatientes. Pero el pueblo movilizado destruy� ese plan y liber�, sin dar lugar a negociaci�n alguna, a todos los combatientes de la libertad.
Este hist�rico hecho y la ola de ocupaciones de f�brica, centros de trabajo y sindicatos, que sigui� a la asunci�n del mando por C�mpora, convencieron a Per�n que el enga�o era imposible y deb�a cambiar de t�ctica para lograr los objetivos contrarrevolucionarios de reconstrucci�n nacional. Ese cambio de pol�tica est� anunciado en sus declaraciones del d�a 29 de mayo cuando comenta los hechos del 25 frente a Villa Devoto y dice: "Estamos cumpliendo un operativo que simplemente busca dejar sin raz�n de ser a algunos sectores de provocaci�n que est�n todav�a refugiados tanto en los centros gorilas como en los centros trotskystas" y m�s adelante, comentando un t�lex de la juventud peronista que informa sobre los hechos de Devoto "aunque se hayan producido hechos como los que mencionan sin embargo es una buena experiencia para el futuro pues el control de esos grupos en nuevas concentraciones debe ser un objetivo a tener en cuenta .
La movilizaci�n de las masas, el rotundo no a la propuesta de tregua, obliga pues a la direcci�n peronista a reelaborar sus planes, a archivar el proyecto de lograr la estabilizaci�n con el enga�o, y pasar a la planificaci�n de una ofensiva represiva y macarthista inmediata contra las fuerzas progresistas y revolucionarias, consolidando simult�neamente sus ya estrechos lazos con las FFAA y los dem�s pol�ticos burgueses.
Esa ofensiva se inici� con declaraciones macarthistas y pas� brutalmente al terreno militar el 20 de junio en la emboscada preparada por los hombres de Osinde contra las columnas de manifestantes encabezadas por las organizaciones armadas peronistas FAR y Montoneros. El torturador Osinde, Brito Lima y Norma Kennedy, responsables visibles de la agresi�n armada al pueblo, estuvieron con Per�n d�as antes. Osinde regres� de Madrid despu�s de largas conversaciones con su l�der y L�pez Rega, e inmediatamente se dedic� a organizar, apresuradamente, los grupos de choque, vi�ndose en la necesidad de reclutar polic�as en las comisar�as de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Se supo que Osinde se movi� abiertamente con veh�culos de la Municipalidad de Buenos Aires y del Ministerio de Bienestar Social, que pag� $150.000 por la "tarea" a los jefes de grupos reclutados, y que dispuso, entre otro armamento, de las armas de la Polic�a Federal pertenecientes a DIPA. Iniciada la ofensiva, los sectores m�s recalcitrantes de la derecha peronista intentaron extenderla r�pidamente acatando al Ministro Righi -ajeno a la matanza- mediante el montaje de una serie de mentiras, entre ellas que Righi estaba en combinaci�n con el ERP .
Pero esta l�nea no cuaj� inmediatamente porque se encontr� con fuerce resistencia de la izquierda peronista que, indignada por los hechos de Ezeiza, se moviliz� en�rgicamente y se dispuso a dar batalla.
La direcci�n del peronismo presion� de inmediato a C�mpora y a Righi exigiendo y logrando un par de disposiciones represivas sobre ocupaciones de f�bricas y tenencia de armas, a las que nuestra organizaci�n se opuso en�rgicamente indicando que si el gobierno se atrev�a a pasar a la represi�n contra el pueblo y la guerrilla, el pueblo y la guerrilla pasar�an a la resistencia y se cancelar�a tambi�n la tregua con el gobierno y la polic�a.
La ofensiva de la derecha en el seno del gobierno fue resistida parcialmente dando lugar a una lucha sorda en distintos niveles gubernamentales, en el gabinete, en el parlamento, en el Partido Justicialista, en algunas gobernaciones. provinciales. El Ministro Righi cedi� s�lo parcialmente y si bien promulg� la ley contra el armamento popular por cuya aplicaci�n hay ya como m�nimo seis combatientes prisioneros, cuatro de ellos del ERP dio posteriormente una en�rgica batalla en relaci�n a la investigaci�n de los hechos de Ezeiza, sali� al paso en una conferencia de prensa a la cr�tica fascista defendiendo con firmeza la democracia y la libertad, en una palabra, mostr� claramente su disposici�n a luchar, a no prestarse a una pol�tica represiva. El Presidente C�mpora a su vea; que ven�a tambi�n cediendo, dio una t�nica correcta a su discurso del 9 de julio ante las FFAA, dejando tambi�n bien claro que no ser�a f�cil de manejar para una pol�tica de represi�n al pueblo. El Gobernador Ragone en Salta, motorizado y apoyado por el peronismo revolucionario, muy activo y claro en esa provincia, tuvo la valent�a de aprobar la detenci�n de 19 torturadores y someterlos a juicio criminal.
Algunos compa�eros nos han criticado diciendo que hemos atacado a C�mpora y a Righi y ahora los defendemos, que no los hemos diferenciado del peronismo reaccionario. No es as�, nosotros diferenciamos siempre al peronismo progresista del contrarrevolucionario y precisamente nuestras cr�ticas a C�mpora y a Righi, diferentes a las formuladas contra L�pez Rega, Osinde, etc., se han producido en la medida que ellos ced�an a las presiones derechistas y llam�ndolos siempre a no ceder y sumarse a la lucha obrera y popular. Por otra parte, nosotros como revolucionarios marxista-leninistas que nos debemos la clase obrera, no podemos apoyar sectores vacilantes, no podemos despertar esperanzas en pol�ticos que no realicen una pr�ctica revolucionaria. Coincidimos s�, con ellos en la defensa de la democracia y la libertad, pero no los defendemos ni apoyamos, siguiendo las ense�anzas leninistas de que un pilar de la educaci�n revolucionaria es confiar �nicamente en las aut�nticas fuerzas revolucionarias del proletariado y el pueblo y no confundirse por ning�n demagogo, ning�n vacilante, ning�n partido ni dirigente que s�lo prometa y ceda ante presiones y est� en todo momento bajo la influencia del enemigo.
En tanto, al amparo dc la democracia y la libertad conquistadas por la lucha popular, las fuerzas progresistas y revolucionarias iniciaron un vigoroso movimiento de desarrollo ganando numerosas batallas, recuperando sindicatos y comisiones internas, comenzando la coordinaci�n y centralizaci�n nacional de las corrientes antiburocr�ticas, lanz�ndose hacia las masas con la propaganda, ta agitaci�n y la organizaci�n con resultados en extremo exitosos. El estado de �nimo de las masas, de inquietud e inter�s, de apertura hacia las ideas socialistas, de elevada disposici�n combativa, facilit� el impetuoso progreso de las ideas y la organizaci�n progresista y revolucionaria en amplios sectores de las masas, en primer lugar en importantes sectores del proletariado fabril. Fue particularmente notable el avance del sindicalismo clasista que gan� r�pidamente posiciones en sindicatos, comisiones internas y cuerpos de delegados de importantes f�bricas, v�a la movilizaci�n de las bases, avance que se reflej�, en parte, en el entusiasta y combativo plenario nacional antiburocr�tico realizado el 8 de julio en C�rdoba. Asimismo, el r�pido desarrollo organizativo del PRT y el ERP y el notable crecimiento de su influencia en amplias masas, no pas� desapercibido para la direcci�n burguesa del movimiento peronista ni para el ej�rcito opresor.
La crisis econ�mica a la vez, no muestra s�ntomas de superaci�n sino que por el contrario distintos indicadores como el d�ficit presupuestario, la crisis de los combustibles, el estancamiento de la producci�n automotriz, la carencia total de nuevas inversiones imperialistas, las dificultades en la comercializaci�n de la excelente cosecha triguera, la presi�n de las masas por sustanciales mejoras en su nivel de vida, ponen en evidencia una vez m�s la imposibilidad de lograr bases econ�micas a corto y mediano plazo; para una pol�tica de conciliaci�n de clases como la que aplicara el peronismo en 1945.
Todos estos factores de inestabilidad, toda esta seria amenaza al capitalismo que constituye el comienzo del impetuoso despliegue de las poderosas fuerzas progresistas y revolucionarias de nuestro pueblo, es la causa inmediata del autogolpe contrarrevolucionario. Podemos por ello caracterizarlo como un golpe del conjunto de la burgues�a dirigido a frenar, a impedir, la acumulaci�n de fuerzas en el campo revolucionario.
Los compa�eros de la izquierda peronista, principalmente de las organizaciones hermanas FAR y Montoneros, sostienen la tesis de que el General Per�n es en realidad un l�der revolucionario que en estos momentos es ajeno al autogolpe apoyado por la CIA, que los verdaderos responsables de la eliminaci�n de C�mpora, Righi, ere., de los hechos de Ezeiza, en una palabra, de la actual ofensiva contrarrevolucionaria, son L�pez Rega, Osinde y Rucci, que tienen rodeado y enga�ado, desinformado al general, que pr�cticamente lo han encarcelado y lo obligan a avalar una pol�tica reaccionaria que �l no comparte. Amplios sectores de las masas que quieren al General Per�n, que lo consideran un genuino defensor de los intereses obreros, piensan tambi�n que el jefe del justicialismo no tiene nada que ver con lo que est� pasando.
Todo ello es producto de una gigantesca equivocaci�n que tiene su origen en las grandes concesiones que se hicieron a las masas en los primeros a�os del anterior gobierno peronista, lo que permiti� una sustancial mejora en las condiciones de vida de las masas, hecho que pervive en la memoria colectiva de los argentinos y genera un profundo sentimiento de respeto y esperanza hacia Per�n, sentimiento que llega a suponer en �l prop�sitos que no tiene, a despertar expectativas irreales.
En las actuales circunstancias de crisis prerrevolucionaria, en estos momentos de maduraci�n de hist�ricos cambios en la vida de nuestro pueblo y nuestra patria, cuando el capitalismo argentino, r�gimen injusto, inhumano y retr�grado, se debate en una profunda crisis sin salida inmediata, cuando maduran aceleradamente en el seno de nuestro pueblo poderosas fuerzas revolucionarias, cuando nuestro pueblo se prepara para tomar el destino del pa�s en sus manos, para llevar adelante una profunda revoluci�n, resulta necesario echar luz sobre el papel y prop�sitos del General Per�n, personalidad de singular peso en la pol�tica nacional. Aun a costa de desagradar a muchos y tratando por todos los medios de no herir los sentimientos de nadie, nos vemos en la necesidad pol�tica e ideol�gica de referirnos a Per�n, que se ha convertido en una seria traba para el desarrollo de la conciencia revolucionaria en un importante sector de la vanguardia.
Per�n ha sido y es un apasionado defensor del sistema capitalista, que intent� e inserta convertir a la Argentina en una gran potencia capitalista. El mismo lo ha explicado en distintas oportunidades desde 1944 a 1973. Veamos algunas de sus afirmaciones. "Se ha dicho se�ores, que soy un enemigo de los capitales y si Uds. observan lo que les acabo de decir, no encontrar�n ning�n defensor, dir�amos, m�s decidido que yo, porque s� que la defensa de los intereses de los hombres de negocios, de los industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del estado". "No se asusten de mi sindicalismo; nunca mejor que ahora estar� seguro el capitalismo, ya que yo tambi�n lo soy porque tengo estancia y en ella operarios. Lo que quiero es organizar estatalmente a los trabajadores para que el Estado los dirija y les marque rumbo, de esa manera se neutralizar�n en su seno las corrientes ideol�gicas y revolucionarias que pueden poner en peligro nuestra sociedad capitalista en la postguerra". "Por eso creo que si yo fuera due�o de una f�brica, no me costar�a ganarme el afecto de mis obreros con una obra social realizada con inteligencia. Muchas veces ello se logra con el m�dico que va a la casa de un obrero que tiene un hijo enfermo; con un peque�o regalo en un d�a particular, el patr�n que pasa y palmea amablemente a sus hombres y les habla de cuando en cuando, as� como nosotros lo hacemos con nuestros soldados". "Con nosotros funcionar� en la casa la Confederaci�n General del Trabajo y no tendremos ning�n inconveniente, cuando queramos que los gremios equis o zeta procedan bien, a darles nuestros consejos, nosotros se los transmiti�semos por su comando natural; le diremos a la Confederaci�n General: hay que hacer tal cosa por tal gremio y ellos se encargar�n de hacerlo. Les garantizo que son disciplinados y tienen buena voluntad para hacer las cosas". "Eso ser�a el seguro, la organizaci�n de las masas. Ya el estado organizar�a el reaseguro, que es la autoridad necesaria para que cuando est� en su lugar, nadie pueda salirse de �l, porque el organismo estatal) tiene el instrumento que, si es necesario por la fuerza, ponga las cosas en su quicio y no permitan que salgan de su curso.2
"Tanto en la industria como en el comercio y la producci�n, la actividad privada seguir� siendo la base de la econom�a argentina. Muchas fuerzas econ�micas que nos fueron hostiles, apoyan hoy al peronismo, seguramente porque, recuerdan la serenidad y el orden con que actuamos en ya lejanos a�os".3 Las concesiones a las masas que Per�n promovi� han tenido siempre por objetivo consolidar el capitalismo. Esto constituye una pol�tica burguesa h�bil pero que de ninguna manera soluciona verdaderamente los problemas del pueblo, sino por el contrario tiende a agravarlos y llevar a las masas de un cierto consumo en un per�odo a una gran miseria en otro. Lo �nico que se mantiene creciendo ininterrumpidamente son la ganancias de las empresas. Esta caracter�stica del peronismo debe ser hoy tenida en cuenta para no dejarse enga�ar con concesiones, con palmeadas de hombros", y luchar siempre consecuentemente por el cambio de fondo del sistema de explotaci�n que padecemos.
El Cordobazo moviliza a la burgues�a
Cuando el 29 de mayo de 1969, la clase obrera y el pueblo de C�rdoba se levantan masivamente contra la Dictadura Militar de Ongan�a y mantienen en jaque a las fuerzas represivas durante varios d�as, el conjunto de la burgues�a tiembla y se alarma. Contempla con preocupaci�n el total fracaso de la "Revoluci�n Argentina", y lo que es m�s grave, ve con verdadero pavor surgir tras de ella el temible fantasma de la revoluci�n social. Desde ese mismo momento todas las fuerzas de la burgues�a argentina, todos sus recursos, comienzan a movilizarse para encontrar una soluci�n que aleje el peligro revolucionario, que frene la lucha de las masas y su toma de conciencia, que encuentre una v�a de recuperaci�n del sistema capitalista en crisis. En primera fila entre los interesados por contribuir al freno de la revoluci�n y "salvar el pa�s", se encuentra el General Per�n que propone y logra organizar por medio de Paladino "La Hora del Pueblo", nucleamiento de pol�ticos burgueses basado en la unidad peronismo-radicalismo, cuyo objetivo es reclamar elecciones inmediatas, terminar con la Dictadura Militar y retomar al parlamentarismo como sistema de dominaci�n burguesa. Este proyecto como sabemos es coincidente con el pensamiento de los mandos de las FFAA contrarrevolucionarias que a partir de Lanusse anuncia p�blicamente el llamado a elecciones, la estrategia contrarrevolucionaria del GAN.
A partir de entonces Per�n y el peronismo burgu�s comienzan a llevar a la pr�ctica un plan de recuperaci�n del gobierno con fines de reflotamiento del capitalismo y anulaci�n del profundo proceso revolucionario en marcha. Ese plan tiene como l�nea principal lograr las elecciones y llegar al establecimiento de un gobierno parlamentario de amplio frente nacional basado en la unidad peronismo-radicalismo del pueblo, con amplia base de sustentaci�n, con acuerdo de los militares y por tanto con fuerza y recursos para detener el avance de la revoluci�n socialista. Esta estrategia est� claramente expuesta por Per�n en su documento "La �nica Verdad es la Realidad" que esencialmente dice: "No me asusta tanto el desastre ya provocado como la hecatombe que ha de ocurrir si esos designios siguen imperando, porque mientras viene corriendo la situaci�n pol�tica antes mencionada, la naci�n ha sido llevada a una postraci�n econ�mica que se ha caracterizado por una creciente dependencia del exterior, por el empobrecimiento de los sectores del trabajo, por la desarticulaci�n de la industria y el riesgo cada d�a m�s cierto de una desintegraci�n nacional".
"Nadie puede permanecer inactivo y menos indiferente ante la amenaza que pesa sobre el destino nacional. Se trata de salvar al pa�s, y en ese empe�o nadie que comparta esta idea puede faltar a la cita".
"Si no se le ofrece al pa�s una salida objetiva hacia su liberaci�n y desarrollo complementados con una genuina democracia y una aut�ntica justicia social basada en el aumento de la riqueza nacional, el proceso de desintegraci�n seguir� irreversiblemente y en su curso se liberar�n crecientemente fuerzas que a�n oponi�ndose en forma violenta. No hay duda que la acci�n directa como sustituto de la acci�n pol�tica es una tentaci�n que ya tiene comienzo profundo en el pa�s. La cr�nica que registra los hechos de terrorismo y de guerrilla urbana, corresponde a la acci�n de las fuerzas sociales privadas de otros medios de acci�n por la fuerza coactiva de la dictadura, pero tambi�n por la inactividad para canalizarlas hacia una acci�n colectiva fecunda y pac�fica".
�Es Per�n un traidor?
La dial�ctica de las contradicciones con la Dictadura Militar y con el resto de los partidos burgueses, principalmente con el radicalismo, hace necesario y �til a Per�n apoyarse tambi�n en la guerrilla, alentarla, y jugarla como carta de negociaci�n, de presi�n, en sus enfrentamientos no antag�nicos con los militares.
Porque, si bien canto la camarilla de Lanusse con su GAN, como el peronismo y el radicalismo, persegu�an el mismo objetivo de ampliar la base social de la dominaci�n pol�tica burguesa para lograr �xito en la lucha com�n la revoluci�n, exist�an entre ellos contradicciones no antag�nicas que pueden sintetizarse a riesgo de simplificar demasiado, como la disputa por liderar la lucha contrarrevolucionaria con el m�s amplio margen de maniobra posible: Los militares persegu�an entregar el Gobierno con grandes condicionamientos y con un amplio control desde bambalinas; los pol�ticos burgueses buscaban llegar al poder con el mayor margen de maniobras posibles, sin condicionamientos ni controles militares. Para imponer su t�ctica y su influencia dominante Per�n contaba con la fuerza inestimable que le brindaba la lucha de las masas y la en�rgica presencia de la guerrilla peronista. De ah� que Per�n alentara y aprobara la actividad de las organizaciones armadas peronistas salvo - naturalmente cuando esa actividad las lig� al ERP.
En cuanto al proceso electoral en s�, est� fuera de toda duda que gran parte del �xito peronista en la elecci�n de Marzo se debe a la t�nica socialista y revolucionaria aportada por FAR y Montoneros y en ese caso naturalmente tambi�n se los dej� actuar, se los alent�, aunque se bloque� todo lo posible su peso en las listas de candidatos. Per�n abrig� adem�s la idea no s�lo de neutralizar inmediatamente a los combatientes peronistas, sino de utilizarlos como correa de transmisi�n para influir sobre nosotros y sectores de la vanguardia clasista en 1a perspectiva de la tregua.
Todos estos elementos nos permiten comprender por qu� Per�n se apoya en Rucci, en L�pez Rega, en Osinde, en Gelbard, que son sus m�s fieles colaboradores en la tarea de "Reconstrucci�n Nacional", es decir de la reconstrucci�n del capitalismo explotador en Argentina.
No podemos entonces obviamente esperar de Per�n la Revoluci�n Social, ni podemos tampoco esperar su neutralidad entre los revolucionarios y los capitalistas. Por el contrario, de los hechos expuestos surge con claridad meridiana que el verdadero jefe de la contrarrevoluci�n, el verdadero jefe del actual autogolpe contrarrevolucionario, y el verdadero jefe de la pol�tica represiva, que es la l�nea inmediata m�s probable del nuevo gobierno, es precisamente el General Juan Domingo Per�n.
Y no porque �l sea un traidor sino porque es un consecuente defensor de su clase, la burgues�a, a la que permanece completamente fiel a pesar de no haber sido comprendido un tiempo por gran parte de sus hermanos de clase, por sectores de los capitalistas nacionales y extranjeros. Cuando la burgues�a pod�a y necesitaba hacer concesiones a las masas, Per�n materializ� generosamente esas concesiones. Hoy, que la burgues�a se encuentra en una profunda crisis, necesita reprimir duramente al pueblo y Per�n materializa y materializar� sin vacilaciones esa represi�n.
Identificar claramente los amigos y los enemigos de las fuerzas populares es un punto de partida indispensable para una pol�tica revolucionaria. Toda confusi�n, la confianza en los enemigos y el alejamiento de los amigos constituye un debilitamiento enorme para la clase obrera y el pueblo. Todo trabajador sabe por experiencia que no debe tener la m�s m�nima confianza en las promesas y palabras de los capitalistas, menos a�n si ellas se pronuncian frente a un conflicto, frente a la lucha obrera. Y sabe tambi�n que debe unirse estrechamente a sus compa�eros de clase, m�s a�n en los momentos de lucha.
Confiar en el General Per�n, que act�a como jefe reconocido de toda la patronal, es poner en riesgo todo el potencial revolucionario de nuestro pueblo. Nosotros comprendemos y respetamos los sentimientos de los compa�eros peronistas y nos parecer�a l�gico el silencio del peronismo revolucionario en una situaci�n como la actual, nos parecer�a l�gico y aceptable que no se pronunciaran claramente sobre el verdadero papel de su l�der. Peco llamar hoy al pueblo a confiar ciegamente en un dirigente de la burgues�a que es precisamente el que est� dirigiendo a su clase en el intento de aplastar la revoluci�n, es francamente una l�nea suicida, que causar�a enorme da�o al campo obrero y popular.
La energ�a y el potencial revolucionario de todo el pueblo trabajador argentino y de su mejor dirigente, la clase obrera, es hoy poderos�simo. Liberado de confusiones, unido y claro en sus objetivos, organizado adecuadamente en lo pol�tico y lo militar, y orientado por la ideolog�a de la clase obrera, el marxismo-leninismo, nuestro pueblo transitar� victoriosamente el camino de su liberaci�n nacional y social, el camino de la revoluci�n socialista.
Las declaraciones de Per�n en la CGT el discurso de Lastiri del 30 de julio y el mensaje de Per�n a los gobernadores, han sido pronunciamientos categ�ricos del gobierno contra las fuerzas revolucionarias y progresistas, principalmente contra las guerrillas, el Partido Comunista y la Juventud Peronista. EI cambio de t�ctica gubernamental se sigui� materializando en el desplazamiento de la Juventud Peronista de la Direcci�n del Movimiento Justicialista y su reemplazo por la Juventud Sindical Peronista, af�n a la burocracia sindical y a L�pez Rega y en los ataques verbales a las fuerzas revolucionarias, nuevas medidas contra la libertad de expresi�n, v�a libre a la represi�n policial y anuncio de una futura legislaci�n represiva.
Lastiri y C�a. insultan y amenazan a la guerrilla, tal como sol�an hacerlo Ongan�a, Levingston y Lanusse. Anuncian la m�s violenta represi�n con id�ntica argumentaci�n que los anteriores enemigos del pueblo, consiguiendo as� el aplauso de los explotadores y de los militares. Pero no deben ilusionarse ni confundirse; en poco tiempo aprender�n que a nuestro pueblo ya no se lo atemoriza f�cilmente y que la guerrilla sabe luchar, sabe defenderse y tambi�n sabe atacar cuando es necesario hacerlo. Pueden estar seguros que las organizaciones de vanguardia permanecer�n fieles a su pueblo y a su patria y aceptar�n la lucha en el terreno que se d� y con el enemigo que se presente. Lastiri que, seg�n 1a prensa, fue elegido presidente por once personas, tiene la desverg�enza de hablar de representatividad, lo mismo que el general I��guez, reconocido agente de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas contrarrevolucionarias. Acusan a las organizaciones guerrilleras de constituir peque�os grupos marginados del proceso, que se oponen a la voluntad popular. Todo ello es profundamente falso. Las organizaciones revolucionarias est�n hondamente arraigadas en el pueblo y representan fielmente las profundas e insatisfechas aspiraciones de justicia que estremecen a las m�s amplias masas explotadas de nuestro pueblo, a los obreros, a los empleados, a los campesinos pobres, a los pobres de la ciudad, en una palabra a todo el pueblo trabajador argentino y a todos aquellos ciudadanos honrados de otras clases, capaces de pensar en los dem�s y conmoverse por las injusticias del sistema de explotaci�n capitalista que oprime a los argentinos, sistema de explotaci�n que Lastiri y su camarilla defienden y representan en este momento.
Cuando hubo que luchar contra ta Dictadura Militar, la mayor�a de los pol�ticos "representativos" de hoy brillaron por su ausencia, peor a�n, algunos como L�pez Rega, suegro y superministro de Lastiri, desautorizaron expresamente las movilizaciones de masas y las acciones de guerrilla antidictatoriales, la violencia popular revolucionaria. Cuando la Dictadura inici� su retirada acosada por la lucha armada y no armada de las masas, estos mismos pol�ticos aparecieron como la "oposici�n" prepar�ndose sin rubores para apropiarse del triunfo antidictatorial para sus intereses de camarilla, para enga�ar al pueblo antes, durante y despu�s del proceso electoral, al mismo tiempo que se ofrec�an secretamente a los militares como los salvadores del capitalismo y enterradores de la revoluci�n. Entre tales pol�ticos estaba Lastiri, que fue elegido diputado entre gallos y medianoche, sum�ndose silenciosamente, taimadamente, mentirosamente, a una campa�a generada en la propaganda guerrillera y socialista.
Las masas contin�an movilizadas
En el extremo opuesto la clase obrera y el pueblo contin�an con firmeza su lucha que va adquiriendo d�a a d�a mayor fuerza y amplitud. Es evidente que el gobierno peronista no encara los acuciantes problemas del pueblo y el pueblo no est� dispuesto a esperar eternamente soluciones con los brazos cruzados. As� lo demostr� especialmente la clase obrera y todo el pueblo de San Francisco, provincia de C�rdoba, que protagoniz� una justa y formidable movilizaci�n reprimida a balazos por la polic�a. Diez mil trabajadores salieron a la calle, en esa ciudad, en solidaridad con los obreros de la f�brica Tampieri y descargaron su odio de clase, el odio acumulado en decenas de a�os de explotaci�n, de sufrimientos y estrecheces en beneficio de los patrones capitalistas. Se adue�aron de las calles y atacaron las lujosas residencias y autom�viles de los explotadores, custodiados y defendidos �stos por la polic�a del r�gimen. El choque fue inevitable. Las descargas contra la multitud desarmada segaron la valiosa vida del joven obrero de 16 a�os Rub�n Molina e hirieron a otros cuatro compa�eros. Pero el pueblo no se atemoriz�, cuatro polic�as fueron hospitalizados por las pedradas recibidas, se levantaron barricadas y pr�cticamente fue tomada por su pueblo la ciudad de San Francisco. Inmediatamente el gobierno provincial mand� la represi�n. Varios carros de asalto de la guardia de infanter�a de la capital cordobesa atacaron a los trabajadores con gases lacrim�genos desaloj�ndolos, despu�s de duros enfrentamientos y destruyeron las barricadas. El pueblo, en su retirada, ocup� dos armer�as, expropi� armamento y lo guard�. A1 d�a siguiente, un paro de 24 horas paraliz� completamente la ciudad en una muestra del total y absoluto respaldo a la movilizaci�n del d�a anterior, por parte de todo el pueblo sanfranciscoque�o y de repudio a la b�rbara represi�n policial-gubernamental. La movilizaci�n se detuvo all� porque logr� su objetivo: el inmediato pago de todo lo adeudado a los obreros de Tampieri, pago que efectiviz� el gobierno provincial por medio de un cr�dito a la patronal.
La experiencia de San Francisco muestra claramente que con el gobierno peronista no hay cambios favorables a los trabajadores, que se mantienen en toda su vigencia el r�gimen de explotaci�n capitalista que oprime al pueblo argentino y que la salvaje represi�n policial est� tan dispuesta a actuar como en �pocas de la Dictadura. Muestra adem�s, y esto es lo fundamental, el poder�o de la clase obrera y el pueblo que, unidos y movilizados, superan el poder de la burgues�a y sus �rganos represivos, son capaces de adue�arse a nivel local de la situaci�n, armas como en esta ocasi�n, obligando al enemigo a recurrir a refuerzos para retomar el control.
Se agudiza la represi�n
El baleamiento del pueblo de San Francisco, el asesinato de nuestro compa�ero Eduardo Gim�nez por la polic�a de C�rdoba, varias detenciones y allanamientos a militantes revolucionarios, los amenazantes anuncios de Lastiri y Per�n que dan v�a libre a los organismos represivos y paramilitares, son claros indicios de un significativo incremento de la represi�n. Los organismos de seguridad se re�nen p�blicamente para planificar la lucha contra la "subversi�n", es decir contra los revolucionarios, tal como se hac�a en tiempos cercanos. Nuestro pueblo conoce el significado de todo esto, la argumentaci�n de los capitalistas, siempre tan dispuestos a defender las leyes que protegen su sistema; conoce tambi�n a los revolucionarios y sabe discernir correctamente Sabe que el actual gobierno es el continuismo, la defensa del orden burgu�s que el pueblo repudia. Sabe que las trenzas de alto nivel entre Balb�n, Per�n, Frondizi, L�pez Rega, Rucci y Carcagno est�n dirigidas su totalidad contra el pueblo revolucionario, contra los ardientes deseos cambios profundos que siente la gran mayor�a del pueblo argentino. Sabe que es imprescindible desarrollar la lucha de masas para obtener postergables reivindicaciones y sabe tambi�n que el accionar guerrillero que siendo justo y necesario.
Por eso, por la comprensi�n y decisi�n del pueblo, los intentos represivos del gobierno fracasar�n, como fracas� la represi�n dictatorial. Por cada combatiente encarcelado o asesinado habr� no ya diez sino veinte que correr�n a ocupar su puesto de combate.
Formas de la Resistencia Popular
La l�nea represiva gubernamental apuntar� a dos blancos fundamentales: el movimiento sindical clasista, especialmente el activismo de f�brica y las organizaciones;aciones guerrilleras. Estos objetivos deben ser inteligentemente defendidos por los revolucionarios y a la vez hostigar por distintas partes al enemigo lig�ndola a dispersar sus fuerzas.
Los argentinos hemos adquirido ya experiencia, en los a�os de lucha contra la Dictadura Militar, para enfrentar exitosamente la represi�n, pero no debemos dejar de tener en cuenta que si bien estamos esencialmente frente al mismo enemigo, su ferocidad y peligrosidad ser� mayor aun porque mayor es miedo ante los avances de la revoluci�n y porque con el disfraz bonapartista, asentado en partidos burgueses con influencia de masas como el peronismo y radicalismo, contar� con mayores posibilidades represivas apoy�ndose en delatores de dentro de esos partidos, que aunque ser�n escasos, le prestar�n portante colaboraci�n.
Otra caracter�stica de la represi�n bonapartista que es necesario tener muy cuenta es el montaje de provocaciones como la de Ezeiza. La actual camarilla gobernante carece en absoluto de escr�pulos y utilizar� todos los medios a intentar enga�ar al pueblo y para golpear a las fuerzas progresistas, revolucionarias. Es de prever entonces los intentos de montar falsas operaciones y impopulares, supuestamente realizadas por las organizaciones guerrilleras; como tambi�n la producci�n de ciertos hechos que inciten a los sectores s combativos, a los sectores de vanguardia, a movilizarse aisladamente, d�ndoles de esa manera una trampa para masacrar decenas o centenares de obreros de vanguardia, descabezar el movimiento y atemorizar a las masas. La actitud de los revolucionarios frente a esto no puede ser otra que estar muy alertas para explicar r�pidamente a las masas la verdad en el caso de acciones simuladas y ante posibles provocaciones, mantener la cabeza fr�a y procede con inteligencia no ofreciendo blanco al enemigo, eludiendo o desbaratando provocaciones y golpearlo all� donde no lo espera.
El eje de la resistencia obrera y popular ser� nuevamente la movilizaci�n las masas y el accionar guerrillero. La organizaci�n progresista, clasista y revolucionaria de las masas ha continuado desarroll�ndose y cada d�a es m�s amplia y consistente. El movimiento clasista adquiere d�a a d�a m�s peso en el campo fabril y sindical y puede convertirse localmente en algunas ciudades, a corto plazo, en una opci�n de masas frente a la burocracia traidora, en la medique el auge de las luchas obreras se mantenga y desarrolle. El surgimiento y consolidaci�n de las Ligas Agrarias como organizaciones de masas de los campesinos pobres es otro factor organizacional de peso, como tambi�n los Frentes Villeros que se est�n formando en distintas ciudades del pa�s, uniendo organizando, con caracter�sticas combativas a los pobres de la ciudad. El movimiento sindical clasista, las Ligas Agrarias y los Frentes Villeros constituyen excelentes herramientas para el desarrollo de la movilizaci�n de las masas obreras, campesinas y de pobres de la ciudad, que tender�n a unirse, a apoyarse mutuamente por la similitud de sus problemas, ante el enemigo com�n. El accionar guerrillero, a su vez, se desarrollar� en el marco de posibilidades anteriormente desconocidas, por la potencialidad creciente de la guerrilla. Hoy ya no es la �poca de Ongan�a, cuando la represi�n se ejerci� contra masas pr�cticamente desarmadas y sin experiencia militar. La orientaci�n represiva del gobierno recibir� ahora contundentes respuestas producto de operaciones de unidades guerrilleras relativamente poderosas, bien armadas y experimentadas, con iniciativa t�ctica y estrat�gica considerables.
La movilizaci�n de las masas y el accionar guerrillero se entrelazar�n en un modo m�s elevado que durante el per�odo anterior, tendiendo incesantemente convergir -como ocurri� en San Francisco- en nuevos cordobazos, rosariazos, etc., en verdaderos levantamientos populares que con las fuerzas actualmente tiene nuestro pueblo, pueden convertirse en insurrecciones raciales muy dif�ciles de controlar por las fuerzas represivas, que constituir�n pasos fundamentales en el desarrollo, generalizaci�n, masificaci�n de la guerra revolucionaria popular que ha comenzado a librar nuestro pueblo.
El peronismo progresista y revolucionario
Amplios sectores del peronismo progresista y revolucionario, que cre�an sinceramente a Per�n un revolucionario, se encuentran en estos momentos desorientados. Nuestro Partido y nuestro Ej�rcito guerrillero han llamado constantemente a la unidad a estos compa�eros y sus organizaciones. Hoy tenemos que reiterar ese Ilamado recordando adem�s, puntualizando, que la l�nea que adopte el conjunto del peronismo progresista y revolucionario en la actual situaci�n tiene una importancia enorme para la revoluci�n, para el desarrollo de las poderosas energ�as combativas de nuestro pueblo. Las organizaciones armadas FAR y montoneros y parte de la Tendencia Peronista Revolucionaria han cometido un grave error muy notable y perjudicial para el campo popular, especialmente a partir del 25 de mayo: confiar ciegamente en Per�n y basar toda su pol�tica en esa confianza. Hoy que se ve claramente ese error puede ser subsanado por el peronismo progresista y revolucionario y retomar una l�nea independiente del peronismo burgu�s y burocr�tico que encabeza Per�n, una orientaci�n independiente y combatiente que los aproxime y una a sus verdaderos compa�eros, a sus verdaderos aliados, las organizaciones armadas no peronistas y el resto del campo popular.
Como dec�a Lenin, no es grave cometer un error. Todo el mundo lo comete. Lo grave es persistir en �l, agrandarlo y justificarlo. Muchos compa�eros y organizaciones del peronismo revolucionario han ca�do en el error y lo han agrandado induciendo al error y confundiendo a la vanguardia y a las masas. Pero ese error puede ser corregido si se pasa ahora con decisi�n a una l�nea correcta, unitaria, combativa e independiente. La lucha en que est� empe�ado nuestro pueblo exige de su vanguardia fidelidad a la causa revolucionaria, fortaleza moral, decisi�n, energ�a y consistencia. No hay lugar para indefiniciones ni indecisiones, ni tampoco para el decaimiento ni la desmoralizaci�n. Conocimos en las c�rceles de la Dictadura Militar y en el transcurso de la lucha numerosos peronistas revolucionarios y sabemos de su temple y su amor al pueblo y a la patria; confiamos por eso en que gran parte de ellos sabr�n seguir con honor el camino que indicara el inolvidable y ejemplar Montonero Mariano Pujadas, h�roe popular peronista, cuando dijo en Trelew: "Aqu� hay compa�eros de tres organizaciones. Esta acci�n es significativa de nuestra voluntad de uni�n. Estamos juntos en esto y vamos a luchar juntos por la liberaci�n de nuestro pueblo".
La nueva maniobra electoral
La nueva maniobra electoral que prepara la burgues�a tiene por objeto reforzar el aval "popular" a su pol�tica represiva. Su intenci�n es llegar a un plebiscito que sumado al expreso apoyo de las FFAA., la UIA y la CGE, la CGT de Rucci y los dem�s partidos pol�ticos burgueses, otorgue un gran respaldo pol�tico al pr�ximo gobierno. Per�n trata de comprometer y atar a toda la posible oposici�n con una argumentaci�n legalista que le proporcione razones a su pol�tica represiva. Lo dice con toda claridad en su mensaje a los gobernadores: "No admitimos la guerrilla porque yo conozco perfectamente el origen de esa guerrilla. Los partidos Comunistas que en otros pa�ses se ha visto que han ido a su destrucci�n dentro de la ley han querido salirse de la ley para defenderse mejor. Eso no es posible. No es posible dentro de un pa�s donde la ley ha de imponerse, porque la �nica manera de no ser esclavos es siendo esclavos de la ley" (...) "Cuidado con sacar los pies del plato, porque entonces tendremos el derecho de darles con todo".
Esgrimiendo la "legalidad", el conjunto de leyes capitalistas elaboradas por los gobiernos anteriores, por la Dictadura Militar y dem�s, esgrimiendo leyes como la 20429 que obliga al desarme del pueblo y prescribe que los �nicos que pueden tener armas en la Argentina son las fuerzas represivas militares y policiales; como la ley que prohibe las ocupaciones de f�bricas; como la que impide la difusi�n de las ideas revolucionarias, pretende enchalecar a toda la oposici�n y justificar la represi�n que prepara contra el armamento popular, contra la movilizaci�n de las masas, contra la libertad de expresi�n.
Pero nuestro pueblo ya ha demostrado que no acepta imposiciones contrarrevolucionarias, que no acepta el "orden" burgu�s y por el contrario va estableciendo su propio orden, su propia legislaci�n revolucionaria que responde directamente a las aspiraciones y necesidades de los trabajadores, a los objetivos de liberaci�n nacional y social por los que luchamos y que est� en constante y cotidiana contradicci�n con las leyes de defensa del capitalismo. El pueblo argentino no admitir� el desarme de las guerrillas, no admitir� la represi�n a la movilizaci�n de masas, no admitir� la prohibici�n de las ideas revolucionarias.
El proyecto de ilegalizar con respaldo pol�tico a las fuerzas revolucionarias, se asienta en forma inmediata en la maniobra electoral. Este es un terreno de lucha que, aunque favorable al enemigo, no debe ser abandonado por los revolucionarios.
Objetivamente se da la posibilidad y necesidad de unificar al conjunto dc. las fuerzas progresistas y revolucionarias de nuestro pueblo, peronistas y no peronistas, que la burgues�a intenta marginar de este proceso, para adoptar una t�ctica com�n que dificulte, cuando menos, la maniobra del enemigo, de orientaci�n a las masas y sea punto de partida para una actividad posterior unificada en el terreno democr�tico, en defensa de las libertades, en el esfuerzo de frenar, dificultar y combatir con la denuncia y la lucha, todos los pasos represivos del gobierno, de los organismos de represi�n y d� los grupos fascistas paramilitares que organizan y arman sectores del propio gobierno y las FFAA con la colaboraci�n activa de la CIA norteamericana.
Nuestras tareas
La libertad y la democracia conquistadas por el pueblo est�n a punto de ser conculcadas. De all� que todas nuestras tareas en los pr�ximos meses deber�n desarrollarse en el marco de un aumento constante de la represi�n por lo que debemos basar la militancia cotidiana en un redoblamiento de la vigilancia revolucionaria, en el cumplimiento estricto de los m�todos conspirativos y de seguridad.
Las perspectivas revolucionarias existentes, enteramente favorables, nos obligan a multiplicar los esfuerzos, hacen necesaria una nueva aceleraci�n del ritmo de construcci�n de las organizaciones revolucionarias, hacen necesario un incremento de las operaciones de guerrilla.
La garant�a b�sica para lograr �xito y eficiencia en el cumplimiento de estas y todas las tareas revolucionarias del momento, es el crecimiento y el fortalecimiento incesante de nuestro Partido y de nuestro Ej�rcito guerrillero. Nuestra organizaci�n necesita decenas y centenares de nuevos cuadros para acometer y cumplir exitosamente sus complejas responsabilidades revolucionarias.
Este es el momento en que cada compa�ero progresista y revolucionario, dejando de lado dudas y vacilaciones, debe rodear a su partido proletario, el PRT y a su organizaci�n guerrillera, el ERP incorporarse, unirse o colaborar con ellos, dar lo mejor de s� a la justa causa socialista canalizando sus energ�as en el PRT y en el ERP
Un fuerte y maduro partido proletario con influencia de masas y un ej�rcito guerrillero activo, eficiente, estrechamente ligado a la clase obrera y al pueblo, son los pilares de granito sobre los que se edificar� la victoriosa resistencia revolucionaria del pueblo argentino.