Escrito: Junio de 1925.
Datos de publicación: En F. Engels,
La Guerre
des Paysans en Allemagne. Editions Sociales Internacionales, Paris,
1929.
Traducción al castellano: Enrique Muñoz, marzo de 2025.
Esta edición: Marxists Internet Archive, abril de 2025.
Acabamos de conmemorar el cuarto centenario de la Gran Guerra de los Campesinos de Alemania. A diferencia de levantamientos campesinos similares ocurridos en Italia, Francia e Inglaterra en el siglo XIV, que fueron protestas más o menos locales contra el sistema económico en desarrollo basado en el comercio y el dinero, la Guerra de los Campesinos de Alemania se desarrolló en una situación histórica completamente nueva, en la era del capitalismo primitivo y de un mercado mundial ya establecido bajo su influencia. Estuvo estrechamente vinculada a la Reforma. A medida que la situación se ponía más compleja, también lo hacían las agrupaciones de clase, cuya lucha determinó el curso de la Guerra de los Campesinos. El papel de los elementos proletarios creció en comparación con el que tuvo en otros levantamientos campesinos.
Por ello es comprensible que el desarrollo del movimiento democrático en Alemania, especialmente tras la revolución francesa de julio de 1830, dirigiera la atención sobre la gran Guerra de los Campesinos. Se publicaron entonces pequeñas obras de divulgación sobre el tema, así como estudios especializados. La gran obra de Zimmermann[1], que contiene el relato más detallado de la Guerra de los Campesinos hasta la fecha, apareció en 1841.
Los comunistas alemanes, tratando de comprender hasta qué punto los campesinos constituían un factor revolucionario, naturalmente también estudiaron con interés la guerra de los campesinos. Prestaron especial atención a líderes como Thomas Münzer. Cabe señalar que, ya en 1845, Engels, en uno de sus primeros artículos publicados en el órgano cartista The Polar Star, llamó la atención de los obreros ingleses sobre este «glorioso líder de la Guerra de los Campesinos» de 1525, que, como auténtico demócrata, no luchó por ilusiones sino movido por necesidades reales.
Marx y Engels, con su apreciación clarividente del papel de los campesinos en la revolución social, nunca los subestimaron como factor revolucionario en la lucha contra la gran propiedad feudal y la propiedad de los terratenientes. Sabían que los campesinos son tanto más capaces de una acción política general cuanto más caen bajo la influencia de las clases revolucionarias llamadas a unirlos. Dirigidos por el proletariado revolucionario, apoyándolo en su lucha contra el capitalismo en las ciudades y en el campo, constituyen para él un aliado precioso.
Por eso, durante la revolución de 1848-49, Marx y Engels denunciaron sin piedad la actitud timorata de la burguesía alemana que, por complacencia hacia la pequeña nobleza y miedo al proletariado, renunció a defender los intereses de la población rural.
Y fue precisamente para la educación de la burguesía demócrata en Alemania que Engels escribió, en 1850, utilizando la documentación del demócrata Zimmermann, su notable ensayo sobre la historia de la Guerra de los Campesinos. En él traza primero un cuadro de la situación económica y social de la Alemania de entonces. A continuación muestra cómo se formaron y desarrollaron las distintas fuerzas de oposición y sus programas, y termina el capítulo con retratos sorprendentes de Luther y Münzer. El tercer capítulo está dedicado a una breve historia de las revueltas campesinas en el Imperio Alemán desde 1476 hasta 1517, es decir, hasta el comienzo de la Reforma. El cuarto capítulo está dedicado a la historia del levantamiento de los caballeros (pequeña nobleza) dirigidos por Franz von Sickingen y Ulrich von Hutten. Los capítulos quinto y sexto contienen un relato de la Guerra de los Campesinos, en el que Engels examina detenidamente las causas de la derrota. El último capítulo está dedicado al examen de las consecuencias y el significado de esta guerra en la historia alemana.
La necesidad de una lucha sin cuartel contra los feudales y terratenientes es la idea central sobre la cual insiste todo el libro de Engels. Sólo la eliminación radical de todos los vestigios de la dominación de los terratenientes puede crear las condiciones más favorables para el éxito de la revolución proletaria. En este sentido, Engels se solidariza plenamente con Marx, quien más tarde le escribiría (el 16 de agosto de 1856): «Todo dependerá en Alemania de la posibilidad que una repetición de la guerra de los campesinos apoye la revolución proletaria. ¡Entonces todo irá bien!
Lassalle era de una opinión completamente distinta. Exageró la importancia del levantamiento de los caballeros, idealizó a Franz von Sickingen y a Ulrich von Hutten, y despreció el movimiento revolucionario de la plebe. A pesar de sus apariencias revolucionarias, la Guerra de los Campesinos era, a sus ojos, un movimiento reaccionario. "Sabéis, dijo a los obreros berlineses, que los campesinos quemaron castillos y masacraron a sus señores, o, como era costumbre entonces, les hicieron pasar entre dos filas de varas. Pero a pesar de esta apariencia revolucionaria, su movimiento era, sin embargo, reaccionario en su esencia y en su principio".
Los revolucionarios populistas rusos, los bakuninistas en particular, han equiparado a menudo las opiniones de Lassalle sobre los campesinos con las de Marx y Engels, refiriéndose a un juicio somero de Bakunin: «Todo el mundo sabe», escribió Bakunin, «que Lassalle expresó repetidamente la opinión de que la derrota del levantamiento campesino en el siglo XVI y el consiguiente fortalecimiento considerable del Estado burocrático en Alemania fueron un verdadero triunfo para la revolución. Para los comunistas de Alemania," dice, "los campesinos, todos los campesinos, representan la reacción. "Además" añade Bakunin, "los marxistas no pueden tener otra opinión. Estatistas a ultranza, deben maldecir toda revolución popular, y más particularmente la revolución campesina, que es básicamente anárquica y avanza en línea recta hacia la abolición del Estado".
Cuando Bakunin escribió estas líneas, ya existía una segunda edición del libro de Engels (1870) sobre la Guerra de los Campesinos, acompañada de un nuevo prólogo, en el que se criticaba la incoherencia de W. Liebknecht y los demás socialdemócratas alemanes de la época en la cuestión agraria. En 1875 se publicó una tercera edición, precedida de un nuevo prefacio, que subrayaba aún más claramente la diferencia entre los puntos de vista de Marx y Engels y los de Lassalle.
Hay que decir que Engels estudió mucho la historia de la Guerra de los Campesinos durante los últimos años de su vida, preparándose para reelaborar por completo su ensayo. En 1882, escribió un suplemento a su folleto intitulado Del socialismo utópico al socialismo científico, dedicado específicamente a la historia de los campesinos alemanes. El 31 de diciembre de 1884 escribió a Sorge: "Estoy revisando a fondo mi Guerra de los Campesinos. Está a punto de convertirse en la piedra angular de toda la historia alemana. Es un trabajo importante. Pero todo el trabajo preliminar está casi terminado".
La preparación de los volúmenes segundo y tercero de El Capital para la imprenta le impidió llevar a cabo su proyecto. Escribía a Mehring en julio de 1893: «Si consigo revisar la introducción histórica a mi Guerra de los Campesinos, lo que espero que sea posible de nuevo este invierno, desarrollaré mis ideas» (sobre las causas profundas de la decadencia de Alemania y de la derrota de su revolución burguesa del siglo XVI).
Al publicar Kautsky su libro Los precursores del socialismo moderno (la obra apareció en fascículos), Engels le escribió el 21 de mayo de 1895:
«En cuanto a tu libro, puedo decirte que mejora a medida que se desarrolla la presentación. Platón y el cristianismo primitivo están demasiado poco estudiados en comparación con el plan primitivo. Las sectas de la Edad Media ya están mucho mejor estudiadas, y cuanto más avanzas, mejor. Los taboritas, Münzer, los anabaptistas, son los más logrados. He aprendido mucho con este libro. Fue una preparación inestimable para mi nueva versión de la Guerra de los Campesinos. Sólo le veo dos defectos importantes:
«1. El estudio, totalmente insuficiente, del desarrollo y del papel de los elementos desclasados que están completamente fuera de la jerarquía feudal y cuya situación es casi la de parias, que forman la capa más baja, la más desprovista de la población urbana de la Edad Media y que no tienen ninguna relación con la comuna rural, el feudalismo y los gremios, este estudio es muy difícil, pero constituye una base principal; pues, mientras las relaciones feudales se desintegraban, el preproletariado, que en 1789 provocó la revolución en los suburbios de París, nació de estos elementos. Tu hablas de proletarios -esta expresión no es del todo exacta- y clasificas entre ellos a los tejedores, cuya importancia subrayas con razón, pero sólo a partir del momento en que aparecieron los jornaleros tejedores desclasados, excluidos del gremio, y sólo en la medida en que los hubo, se puedes hablar de «proletariado». Queda mucho por hacer en este punto...
2. No has estudiado suficientemente la situación del mercado mundial, en la medida en que ya podemos hablar de él, y la situación económica internacional de Alemania a finales del siglo XV. Esta situación explica por sí sola por qué el movimiento burgués-plebeyo que, bajo su disfraz religioso, fue derrotado en Inglaterra, los Países Bajos y Bohemia, pudo alcanzar cierto éxito en Alemania en el siglo XVI: el éxito de su camuflaje religioso, mientras que el éxito de su contenido burgués quedó reservado para el siglo siguiente y para aquellos países que se beneficiarían entretanto de las nuevas orientaciones del mercado mundial, a saber, Holanda e Inglaterra. Este es un gran tema que espero esbozar en La Guerra de los Campesinos, si es que puedo dedicarme a ello.»
La muerte impidió la ejecución de este proyecto. Engels murió el 5 de agosto de 1895, pocos días después de escribir esta carta. Pero desde su primera redacción, su pequeño libro sigue siendo una de las mejores obras dedicadas a la guerra de los campesinos de Alemania. El libro de Kautsky Los precursores del socialismo moderno[2] lo complementa admirablemente.
Hemos creído conveniente adjuntar a esta obra una traducción completa de «las doce tesis» de los campesinos alemanes, este primer programa campesino.
D. Riazanov, Julio de 1925.
[1] WILHELM ZIMMERMANN.
Historiador y poeta alemán, nacido el 2 de enero de 1807 en Stuttgart en el seno de una familia de artesanos. Estudió en el Colegio de Stuttgart, luego en la Universidad de Tübingen con F. Strauss. Pastor, luego profesor de historia, lengua y literatura alemanas en la Escuela Politécnica de Stuttgart. Elegido el 23 de abril de 1848 diputado a la Asamblea Nacional de Fráncfort, donde se afilió a la extrema izquierda. Fue despojado de su cátedra en 1850 por su implicación en la Revolución de Marzo. Retornó al sacerdocio en Zabergau en 1854. Falleció el 22 de septiembre de 1888.
Historiador, W. Zimmermann es conocido sobre todo por su Historia de la Gran Guerra de los Campesinos (1841), reeditada en 1865 y 1891. También dejó otras obras de historia literaria y poesía: una Historia de los Hohenstaufen, una Historia ilustrada del pueblo alemán, una Historia general de la poesía, etcétera.
La Historia de la Gran Guerra de los Campesinos, que puede considerarse su obra maestra, está descrita con asombroso dominio del tema y gran objetividad. El autor recurrió en gran medida a los archivos de Stuttgart. La obra de W. Zimmermann sigue siendo el relato más completo de los hechos de la Guerra de los Campesinos. La objetividad de este relato y el «instinto revolucionario que lleva al autor a defender a las clases oprimidas» hacen que la obra sea especialmente interesante. Sin embargo, su radicalismo burgués también es evidente. La actitud negativa de Zimmermann hacia el socialismo y el comunismo no le permite apreciar plenamente la lucha de clases.
El libro de Kautsky sobre la Historia de las corrientes sociales corrige algunos errores y colma algunas lagunas de la obra de Engels. Así, Thomas Münzer no nació en 1498, sino en 1490 o 1493. Los pasajes citados como procedentes de una arenga de Münzer a los príncipes sajones tras la destrucción por el pueblo de la capilla de María en Mellerbach proceden, en realidad, de un libelo contra Luther. Engels cita a Zimmermann sobre este punto.
Kautsky corrige a Zimmermann en otra cuestión más importante. Kimmermann representa a Münzer como un hombre superior a su época. Kautsky demuestra el error de esta apreciación. «Münzer», dice, «no era superior a sus seguidores comunistas ni por sus dotes de filósofo ni por su talento de organizador, sino que era superior por su energía revolucionaria y, sobre todo, por su capacidad de hombre de Estado.»
También es necesario corregir ciertos detalles en el relato de Engels sobre la dictadura de Münzer en Mulhausen. Münzer no fue colocado a la cabeza del consejo de Mulhausen. Pfeiffer no era su discípulo, sino el representante de una tendencia pequeñoburguesa (F. Mehring).
[2] Karl Kautsky : Vorläufer des neueren Sozialismus, Band II : Der Kommunismus in der deutschen Reformation (Stuttgart, 1920).