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John Reed

Diez días que estremecieron al mundo

 

 

CAPITULO III
LA VÍSPERA

En las relaciones entre un gobierno débil y un pueblo en rebelión, llega siempre un momento en que cualquier acto que venga del poder exaspera a las masas, y toda negativa a actuar, excita su desprecio.

El proyecto de abandonar Petrogrado desencadenó una tempestad, y el mentís público por medio del cual Kerenski afirmaba que el gobierno no abrigaba intención alguna al respecto, fue acogid con sarcasmos y rechiflas.

Acorralado por la revolución -escribía el Rabotchi Put-, el Gobierno provisional de lo burgueses trata de salir de apuros por medio de mentiras, afirmando que jamás ha pensado en huir de Petrogrado ni de entregar la capital...

En Jarkov[1] se organizaron treinta mil mineros, adoptando como consigna el preámbulo de los estatutos de los I.W.W.:2 "Nada hay de común entre la clase obrera y la clase patronal."  Los cosacos los dispersaron; algunos propietarios de minas impusieron el lock-out, y el resto de los mineros declaró la huelga general. El ministro de Industria y Comercio, Konovalov, dio plenos poderes a su ayudante, Orlov, encargándolo de poner fin a los disturbios. Los mineros odiaban a Orlov. Pero,el Tsík, no sólo aprobó esa gestión, sino que se negó a pedir que fuesen retirados los cosacos de la cuenta del Donetz.

Siguió a estos acontecimientos la dispersión del Soviet de Kaluga. Los bolcheviques, que tenían asegurada la mayoría en el Soviet, pusieron en libertad a algunos presos políticos. Con el consentimiento del comisario del gobierno, la Duma municipal ordenó traer tropas de Minsk y bombardear con artillería el local del Soviet. Los bolcheviques se rindieron, y en el momento de abandonar el edificio los ¡atacaron los cosacos gritando: "¡Esto mismo les va a ocurrir a todos los Soviets bolcheviques, sin olvidar a los de Moscú y Petrogrado!" Este incidente desencadenó una ola de loco furor a lo largo de Rusia. Por los mismos días, terminaba sus tareas en Petrogrado un congreso regional de los Soviets del Norte, presidido por el bolchevique Krylenko, en el cual se acordó, por una inmensa mayoría, que el ongreso de toda Rusia se hiciese cargo totalmente del poder. Al terminar sus trabajos, envió un saludo a los bolcheviques presos, exhortándolos a que se alegraran, porque ya estaba próxima la hora de su liberación. Por su parte, la primera Conferencia de los Comités de fábrica[3] de toda Rusia se pronunció en favor de los Soviets e hizo esta muy significativa declaración:

Después de haberse sacudido el yugo político del zarismo, la clase obrera se esfuerza por hacer triunfar el principio democrático en la esfera misma de su actividad productora. Este esfuerzo se manifiesta en la idea del control obrero de la producción, surgido naturalmente de la descomposición económica creada por la política criminal de las clases dominantes...

El Sindicato de Ferroviarios exigió la dimisión de Liverovski, ministro de Comunicaciones.

En nombre del Tsík, insistió Skobelev para que el nakaz fuese presentado en la Conferencia Interaliada y protestó oficialmente contra el envío de Terechtchenko a París. Terechtchenko presentó su dimisión.

El general Verjovski, no pudiendo realizar su plan de reorganización del ejército, raramente acudía a las reuniones del gabinete.

El 3 de noviembre, el Obecheie Dielo ("La Causa Común"), de Burtzev, publicó en grandes caracteres el siguiente artículo:

¡Ciudadanos! ¡Salvad a la patria!

Acabo de saber que ayer, en una sesión de la Comisión de la Defensa Nacional, el ministro de la Guerra, general Verjovski, uno de los principales responsables del fracaso de Kornilov, propuso firmar una paz separada.

Eso es un acto de traición contra Rusia.

Terechtchenko ha declarado que el Gobierno provisional ni siquiera entró a examinar la proposición de Verjovski.

¡Hubiera creído uno que estaba en una casa de locos!, ha dicho el propio Terechtchenko.

Los miembros de la Comisión se quedaron estupefactos con la proposición del general.

El general Alexeiev lloraba.

¡No, eso no es una locura! ¡Es mucho peor! ¡Es una verdadera traición!

Kerenski, Terechtchenko y Nekrassov nos deben unas explicaciones inmediatas acerca de las palabras de Verjovski.

¡Ciudadanos! ¡En pie!

¡Están vendiendo a Rusia!

¡Salvadla!

En realidad, lo que Verjovski había propuesto era presionar sobre los Aliados para obtener de ellos proposiciones de paz, ya que el ejército ruso no podia seguir combatiendo.

La impresión, tanto en el extranjero como en Rusia, fue enorme. A Verjovski se le concedió un "permiso ilimitado por razones de salud" y abandonó el gobierno. Se suprimió el Obecheie Dielo...

Para el domingo 4 de noviembre se había organizado una Jornada del Soviet de Petrogrado, y en toda la ciudad se celebrarían grandes mítines. El pretexto era una colecta para el Soviet y para la prensa; en realidad, se trataba de un despliegue de fuerzas. De repente se supo que el mismo día se llevaría a cabo una procesión de los cosacos en honor del icono de 1812, cuya milagrosa intervención había expulsado a Napoleón de Moscú.

La atmósfera estaba cargada: una chispa podía producir el incendio de una guerra civil. El Soviet de Petrogrado dirigió a los "Hermanos cosacos" el siguiente manifiesto:

Se os quiere lanzar contra nosotros, que somos obreros y soldados. Este plan fratricida lo han urdido nuestros enemigos comunes, los, tiranos de la nobleza, los banqueros, los grandes terratenientes, los antiguos funcionarios, los antiguos servidores del zar.

Todos los usureros, todos los ricachos, los príncipes, los nobles, los generales, incluso los vuestros, cosacos, nos odian. Sólo esperan el momento de aplastar el Soviet de Petrogrado y de ahogar la revolución.

Se está preparando una procesión cosaca para el 4 de noviembre. Cada uno de vosotros decidirá, según su conciencia, si debe o no participar en ella. Nosotros no nos inmiscuimos en este asunto, ni pretendemos poner trabas a la libertad de nadie... Sin embargo, llamamos vuestra atención. Cosacos, ¡tened cuidado de que, con el pretexto de una procesión religiosa, vuestros Kaledines no os lancen contra los obreros y los soldados !

El Soviet de Diputados obreros

y soldados de Petrogrado

Inmediatamente fue revelada la procesión...

En los cuarteles, en las barriadas obreras, los bolcheviques difundían su consigna: "¡Todo el poder a los Soviets!", mientras que los agentes de la reacción invitaban taimadamente al pueblo a sublevarse y asesinar a los judíos, a los comerciantes y a los jefes socialistas.

De una parte, la prensa monárquica incitaba a la represión sangrienta; de otra, la potente voz de Lenin clamaba: "¡Ha sonado la hora de la insurrección! ¡No podemos esperar más!"

La prensa burguesa estaba también inquieta.[4] La Birshevta Vie-domosti ("Noticias de la Bolsa") denunciaba la propaganda bolchevique como un ataque contra "los más elementales principios de la sociedad: la seguridad individual y el respeto a la propiedad privada".

Pero los que mostraban mayor hostilidad eran los periódicos socialistas "moderados".[5] Los bolcheviques son los enemigos más peligrosos de la revolución", declaraba el Dielo Naroda. El órgano menchevique Dien escribía: "Es preciso que el gobierno se defienda y nos defienda." El diario de Plejanov, ledinstvo ("La Unidad"),[6] llamaba la atención del gobierno sobre el hecho de que se estaba armando a los obreros de Petrogrado, y exigía severas medidas contra los bolcheviques.

El gobierno parecía cada día más impotente. La autoridad municipal se hundía también. Los diarios de la mañana aparecían repletos de noticias sobre robos y crímenes audaces, cuyos autores quedaban en la impunidad.

Obreros armados patrullaban por la noche, persiguiendo a los ladrones y requisando todas las armas que encontraban.

El 1º de noviembre, el coronel Polkóvnikov, comandante militar de Petrogrado, promulgó la siguiente orden:

A pesar de los difíciles días por que atraviesa el país, en Petrogrado se siguen lanzando llamamientos irresponsables a la violencia y al asesinato; el robo y el desorden aumentan de día en día.

Este estado de cosas desorganiza la vida de los ciudadanos y dificulta el funcionamiento de las instituciones gubernamentales y municipales.

Consciente de mi responsabilidad y de mis deberes para con el país, ordeno:

1º Toda unidad militar, conforme a sus instrucciones especiales y dentro de los límites del territorio de la guarnición, deberá prestar ayuda a la municipalidad, a los comisarios y a la milicia para la defensa de las instituciones gubernamentales.

2° De acuerdo con el comandante del distrito y el representante de la milicia municipal se organizarán patrullas y se tomarán medidas para detener a los criminales y a los desertores.

3°  Toda pecsona que penetre en los cuarteles incitando a realizar manifestaciones armadas o a cometer crímenes será detenida y conducida al cuartel general del comandante adjunto de la plaza.

4°  Quedan prohibidas las manifestaciones, los mítines y las procesiones al aire libre.

5°  Cualquier manifestación armada o tumulto deberá ser ahogado, al iniciarse, por medio de todas las fuerzas disponibles.

6° Se deberá prestar ayuda a los comisarios para impedir los registros domiciliarios y las detenciones ilegales.

7° Las unidades militares pondrán inmediatamente en conocimiento del Estado Mayor del distrito de Petrogrado cualquier acontecimiento que se produzca en su zona.

Invito a todos los comités y organizaciones del ejército a prestar asistencia a sus jefes en el cumplimiento de su misión.

En el Consejar de la República, Kerenski declaró que el gobierno estaba al corriente de los preparativos bolcheviques y disponía de fuerzas suficientes para hacer frente a cualquier manifestación.[7] Luego, acusando a la Novaia Russ y al Rabotchi Put de colaborar los dos en las misma obra subversiva, añadió que la libertad absoluta de prensa impedía al gobierno luchar contra la mentira impresa.[8] Dijo, asimismo, que estos dos periódicos representaban dos aspectos de una misma propaganda, que tenía por objeto la contrarrevolución, tan ardientemente deseada por todos los que trabajaban a la sombra, y continuó:

-Soy un hombre condenado y poco importa lo que me suceda; pero tengo el valor de decir que la situación actual sólo se explica por el increíble estado de provocación que los bolcheviques han creado en la ciudad.

El 2 de noviembre no habían llegado aún al Congreso de los Soviets más que quince delegados. Al día siguiente había cien, y al otro ciento setenta y cinco, de los cuales, ciento tres eran bolcheviques. Pero se necesitaban cuatrocientos para el quorum, y faltaban sólo tres días para la apertura del Congreso.

Yo pasaba mucho tiempo en el Smolny. No era fácil entrar en el edificio. Una doble fila de centinelas guardaba la verja exterior, y una vez franqueada ésta, veíase una larga cola de personas que esperaban su turno bajo las arcadas. Se entraba por grupos de a cuatro; después, cada uno tenía que identificarse y justificar sus ocupaciones; por último, se recibía un permiso de entrada, cuyo modelo cambiaba al cabo de unas horas, ya que continuamente conseguían filtrarse los espías.

Un día, al llegar a la puerta exterior, vi ante mí a Trotzki y su mujer. Un soldado les salió al encuentro. Trotzki se registró los bolsillos y no encontró su permiso.

-Soy Trotzki -dijo al soldado.

-Si no tiene permiso, no puede usted entrar -respondió obstinadamente el soldado-. A mí los nombres no me importan.

-Es que soy el presidente del Soviet de Petrogrado.

-Pues si es usted un personaje tan importante, debía llevar consigo algún documento.

Trotzki, pacientemente, le dijo entonces:

-Llévame al comandante.

Titubeó el soldado, rezongando entre dientes que no se podía molestar a cada momento al comandante porque viniera éste o el otro, y al fin llamó al suboficial jefe del puesto. Trotzki le explicó lo ocurrido.

-Soy Trotzki -repitió.

-¿Trotzki? -dijo el otro rascándose la cabeza-. Me parece haber oído ese nombre... Sí, efectivamente... Está bien: puede usted entrar, camarada.

En el pasillo encontré a Karajan, miembro del Comité Central bolchevique,[9] que me explicó lo que sería el nuevo gobierno.

-Una organización flexible, atenta a la voluntad popular tal como la expresan los Soviets, que permita el libre juego de las fuerzas locales. Actualmente, el Gobierno provisional ahoga las voluntades democráticas locales, al mismo grado que el gobierno zarista. En la nueva sociedad, la iniciativa vendrá de abajo. La forma de gobierno tendrá como modelo la constitución del Partido Obrero Socialdemó-crata ruso. El nuevo Tsík, responsable ante las asambleas, frecuentemente convocadas, del Congreso de los Soviets de toda Rusia, será el parlamento. Al frente de los diversos ministerios habrá, en lugar de ministros, comisiones de funcionarios directamente responsables ante los Soviets.

El 30 de octubre fui a ver a Trotzki, que me había dado cita en una pequeña habitación del Smolny. Estaba sentado en medio de la pieza, en una silla corriente, delante de una mesa vacía. Sin necesidad de hacerle muchas preguntas, estuvo hablándome durante más de una .hora, con palabra rápida y segura. He aquí, con sus propias expresiones, lo sustancial de cuanto me dijo:

"El Gobierno provisional es absolutamente impotente. En realidad, es la burguesía quien .está en el poder, aunque esta realidad se disimule bajo una falsa coalición con los partidos defensores de la guerra hasta el .fin. Los campesinos, cansados de esperar las tierras que se les han prometido, están rebelándose, y en todo el país, en todas las clases laboriosas, se manifiesta el mismo descontento. La dominación de la burguesía sólo puede mantenerse por medio de la guerra civil. El método de Kornilov es el único que podría asegurarles el poder. Pero precisamente lo que le falta a la burguesía es la fuerza... El ejército está con nosotros. Los conciliadores y los pacifistas, es decir, los socialrevolucionarios y los mencheviques, han perdido toda autoridad, porque la lucha entre campesinos y grandes terratenientes, entre obreros y patronos, entre soldados y oficiales, se ha hecho más aguda, más irreconciliable que nunca. Sólo mediante la acción concertada de las masas populares y la victoria de la dictadura proletaria podrájacabar su obra la revolución y salvarse el pueblo...

"Son los Soviets los que, del modo más perfecto, representan al pueblo, por su experiencia revolucionaria, sus ideas y sus fines. Apoyándose directamente en las tropas del frente, en los obreros de las fábricas y en el campo, los Soviets constituyen realmente la espina dorsal de la revolución.

"Se ha tratado de constituir el poder sin los Soviets: el resultado ha. sido la impotencia. En los pasillos del Consejo de la República se fomenta actualmente toda clase de proyectos contrarrevolucionarios. El partido kadete. representa la contrarrevolución militante. Frente a él, los Soviets representan la causa del pueblo. Entre los dos campos no existe grupo alguno de importancia... Es la lucha final. La contrarrevolución burguesa organiza sus fuerzas y espera el momento de atacarnos. Nosotros terminaremos nuestra obra, apenas iniciada en marzo, pero que ha progresado durante la intentona de Kornilov."

Luego, refiriéndose a la política exterior del nuevo gobierno:

"Nuestro primer acto será el armisticio inmediato en todos los frentes y una conferencia de los pueblos para discutir los términos de una paz democrática. La paz que logremos será tanto más democrática cuanto más despierto se muestre en Europa el espíritu revolucionario. Si establecemos aquí el gobierno de los Soviets, ello será un poderoso factor en favor de la paz inmediata en Europa, ya que este gobierno se dirigirá directamente, sin intermediarios, a todos los pueblos, por encima de los gobiernos, para proponerles un armisticio. En la concertacion de la paz la Rusia revolucionaria sostendrá como principios rectores los siguientes: nada de anexiones, nada de indemnizaciones, derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, creación de la República Federativa europea.

"Al salir de esta guerra, veo a Europa regenerada, no por los diplomáticos, sino por el proletariado. Lo que más conviene es la República Federativa europea, los Estados Unidos de Europa. La autonomía nacional ya no basta, la evolución económica exige la abolición de las fronteras nacionales. Si Europa sigue dividida en grupos nacionales, el imperialismo volverá a las andadas. Sólo una República Federativa europea dará la paz al mundo."

Y, con su fina sonrisa, ligeramente irónica, terminó: -Pero si las masas europeas no entran en acción, no podrán alcanzarse desde ahora estos objetivos...

Mientras todo el mundo esperaba ver a los bolcheviques apoderarse por sorpresa de la calle y ponerse a disparar contra los ciudadanos de blancos cuellos postizos, la insurrección comenzó, en realidad, en pleno día y del modo más natural.

El Gobierno provisional pensaba enviar la guarnición de Petrogrado al frente.

La guarnición de Petrogrado contaba con 60 000 hombres, que habían desempeñado un papel de primer orden en la revolución. Eran estos hombres los que habían cambiado el curso de los acontecimientos durante las grandes jornadas de marzo, los que habían creado el Soviet de diputados soldados y rechazado a Kornilov a las puertas de Petrogrado.

Gran número de ellos se había hecho bolchevique. Cuando el Gobierno provisional habló de evacuar la ciudad, la guarnición de Petrcgrado repuso: "Si no sois capaces de defender la capital, concertad la paz, y si no podéis concertar la paz, marchaos y dejad el sitio a un gobierno del pueblo que sabrá hacer lo uno y lo otro..."

Era evidente que cualquier intento de insurrección dependía de la actitud de la guarnición de Petrogrado. Por eso, el Gobierno provisional quería reemplazar los regimientos de la ciudad con tropas de confianza: cosacos y Batallones de la Muerte. Los comités del ejército, los socialistas "moderados" y el Tsík compartían la opinión del gobierno. Se organizó, pues, en el frente y en Petrogrado, una vasta campaña en torno al hecho de que, desde hacía ocho meses, la guarnición de Petrogrado se daba buena vida en los cuarteles de la capital, en tanto los camaradas, agotados, morían de hambre en las trincheras

Había, naturalmente, una parte de verdad en la acusación de que los regimientos de la guarnición no estaban muy dispuestos a cambiar su relativa comodidad por los sufrimientos de una campaña de invierno. Pero también había otras razones, por las cuales no querían salir de la ciudad. El Soviet de Petrogrado desconfiaba de las intenciones del gobierno; del frente llegaban centenares de delegados, representando a los simples soldados, que declaraban: "Es indudable que necesitamos refuerzos, pero nos interesa mucho más saber que Petrogrado y la revolución están bien guardadas. Camaradas, sostened vosotros la retaguardia, que nosotros sostendremos el frente."

El 25 de octubre, a puerta cerrada, el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado discutió la formación,de un Comité militar especial que resolviera sobre la actitud que debía adoptarse. Al día siguiente, la sección de soldados del Soviet de Petrogrado eligió un comité, que inmediatamente Seclaró el boicot a. la prensa burguesa y censuró severamente al Tsík por oponerse a la reunión del Congreso de los Soviets de toda Rusia. El 29 de octubre, durante una sesión pública del Soviet de Petrogrado, o Trotzki propuso que el Soviet reconociera oficialmente al Comité Militar Revolucionario.

-Es preciso -dijo- que nosotros tengamos nuestra propia organización para ir al combate y, si es necesario, a la muerte...

Se -decidió enviar al frente dos delegaciones, una del Soviet y otra de la guarnición, para conferenciar con los comités de soldados y con el Estado Mayor general.

En Pskov, el general Tcheremissov, comandante del frente Norte, recibió a los delegados del Soviet, declarándoles secamente que había dado a la guarnición de Petrogrado orden de volver a'las trincheras y que nada tenía que añadir. En cuanto a los delegados de la guarnición, no se les había autorizado a abandonar Petrogrado...

Una delegación de la sección de soldados del Soviet de Petrogrado pidió tener un representante en el Estado Mayor del distrito de Petrogrado. Se denegó la petición. El Soviet de Petrogrado pidió que no se diese orden alguna sin la aprobación de su sección militar. También se desechó esta exigencia. A los delegados se les respondió brutalmente: "Sólo reconocemos al Tsík. A vosotros, no. Y si violáis la ley, os arrestaremos."

El 30, en un mitin de representantes[10] de todos los regimientos de Petrogrado, se adoptó la siguiente resolución:

La guarnición de Petrogrado no reconoce ya al Gobierno provisional. Nuestro gobierno es el Soviet de Petrogrado. No obedeceremos más órdenes que las que emanen del Soviet de Petrogrado por conducto de su Comité Militar Revolucionario.

Las unidades locales recibieron orden de esperar instrucciones de la sección de soldados deí Soviet de Petrogrado.

Al día siguiente, el Tsík convocó otro mitin, al que asistieron sobre todo oficiales; constituyó un comité de cooperación con el Estado Mayor y envió comisarios a todos los barrios de la ciudad.

El 3 de noviembre, en un gran mitin de soldados celebrado en el Smolny, se decidió lo siguiente:

Al saludar la creación del Comité Militar Revolucionario del Soviet de Petrogrado, la guarnición de Petrogrado y de sus alrededores le promete completo apoyo en todos sus actos, con el fin de unir estrechamente el frente y la retaguardia, en interés de la revolución.

Además, la guarnición declara que, con la ayuda del proletariado organizado, asegurará el mantenimiento del orden revolucionario en Petrogrado. Todo intento de provocación que surja de los partidarios de Kornilov o de la burguesía tropezará con una resistencia implacable...

Consciente de su fuerza, el Comité Militar Revolucionario invitó enérgicamente al Estado Mayor de Petrogrado a someterse a su control. Prohibió a todas las imprentas publicar ningún llamamiento o proclama sin su autorización. Comisarios armados visitaron el arsenal de Kronwerk y se apoderaron de grandes cantidades de armas y municiones, deteniendo además un cargamento de 10 000 bayonetas, dispuesto para ser enviado a Novotcherkask, cuartel general de Kaledin.

Dándose cuenta'del peligro, el gobierno ofreció la inmunidad al Comité si consentía en disolverse. Demasiado tarde. El 5 de noviembre, el propio Kerenski envió a Malevski a ofrecer al Soviet de Petrogrado una representación en el Estado Mayor. El Comité Militar Revolucionario aceptó. Una hora después, el general Manilovski, ministro interino de la Guerra, retiró el ofrecimiento...

El martes 6 de noviembre, por la mañana, la población vio con sorpresa, en las pareáes de la ciudad, una proclama firmada por el "Comité Militar Revolucionario del Soviet de Diputados obreros y soldados de Petrogrado":

A la población de Petrogrado

Ciudadanos:

La contrarrevolución ha levantado su cabeza criminal. Los partidarios de Kornilov movilizan sus fuerzas para aplastar el Congreso de los Soviets de toda Rusia y disolver la Asamblea Constituyente. Al mismo tiempo, los "pogromistas" seguramente tratarán de arrastrar al pueblo a sangrientos disturbios. El Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado asumirá el mantenimiento del orden revolucionario contra cualquier intento de pogromo "o cualquier acto contrarrevolucionario.

La guarnición de Petrogrado no permitirá violencias ni desórdenes. Invitamos a la población a detener a los delincuentes y agitadores de las Centurias Negras, y a conducirlos ante el comisario del Soviet en el cuartel más próximo. Al primer intento de los elementos sospechosos de desencadenar en las calles de Petrogrado disturbios, saqueos o batallas, los culpables serán aniquilados inmediatamente y sin piedad.

¡Ciudadanos! Confiamos en vuestra calma y sangre fría. La causa del orden y de la revolución está en buenas manos.

El 3 de noviembre, los jefes bolcheviques habían celebrado, a puertas cerrada, otra reunión histórica. Avisado por Zalkind,[11] esperé en el pasillo. Volqdarski, que salía precisamente de la sala, me puso al corriente de lo que había sucedido.

Lenin había dicho:

-El 6 de noviembre sería demasiado pronto. Es necesario que la insurrección se apoye en toda Rusia. Ahora bien, el 6 no habrán llegado aún todos los delegados al Congreso. Por otra parte, el 8 de noviembre sería -demasiado tarde. En esa fecha, estará organizado el Congreso y es difícil para una gran asamblea constituida tomar medidas rápidas y decisivas. Es el 7 cuando debemos proceder, o sea, el día de la apertura del Congreso, a fin de poderle decir: "Aquí está el poder. ¿Qué vas a hacer con él?"

Durante este tiempo, en una de las habitaciones del piso superior, trabajaba un personaje de rostro delgado y largos cabellos, antiguo oficial de los ejércitos del zar, que después se hizo revolucionario y fue desterrado, un tal Ovseienko, llamado Antónov, matemático y jugador de ajedrez, el cual estaba ocupado en trazar un minucioso plan para apoderarse de la capital.

También el gobierno se preparaba. Sin hacer ruido, trasladó a Petrogrado los regimientos más fieles, escogidos entre divisiones muy alejadas unas de otras. En el Palacio de Invierno se instaló la artillería de los junkers. Nuevamente, desde las jornadas de julio, aparecieron patrullas de cosacos en las calles. Polkóvnikov lanzaba orden tras orden, amenazando con reprimir enérgicamente cualquier insubordinación. Kichkin, ministro de Instrucción Pública, el miembro más odiado del gabinete, fue nombrado comisario especial, con la misión de mantener el orden en Petrogrado, teniendo como ayudantes a dos hombres no menos impopulares, Rutenberg y Paltchinski. A Petrogrado, Cronstadt y Finlandia se las declaró en estado de sitio, y ello provocó la ironía del órgano burgués Nóvoie Vremia:

¿Para qué el estado del sitio? El gobierno no tiene poder alguno. Ha perdido toda autoridad moral y no posee los medios necesarios para hacer uso de la fuerza... En el mejor de los casos, podría entrar en conversaciones con quien quisiera hacerlo. Su autoridad no pasa de ahí...

El lunes 5 de noviembre, por la mañana, acudí al palacio María para enterarme de lo que pasaba en el Consejo de la República. Encarnizado debate sobre la política extranjera de Terechtchenko. Eran los ecos del asunto Burtzev-Varjovski. Estaban presentes todos los diplomáticos, menos el embajador de Italia, anonadado, según se decía, por el desastre del Carso. Cuando llegué, el socialrevolucionario de izquierda Karejin daba lectura a un editorial del Times de Londres, en el que se decía: "El remedio contra el bolchevismo son las balas." Volviéndose hacia los kadetes, Karelin les increpó:

-¡Esa es también vuestra opinión! Voces de aprobación en la derecha:

-¡Muy bien! ¡Muy bien!

-¡Sí -insistió acaloradamente Karelin-, eso es lo que pensáis, sólo que os falta valor para llevarlo a cabo!

Skobelev, que habría hecho las delicias de un público de matinée con su barba rubia y suave y las ondulaciones de su cabellera de reflejos de oror defejidió tímidamente el nakaz. Tras él, subió a la tribuna Tcrechtchenko, entre gritos de "¡Que dimita, que dimita!" de los bancos de la izquierda. Insistió mucho en la necesidad de que los delegados del gobierno y del Tsík tuvieran en París el mismo punto de vista, es decir el suyo. Habló de la restauración de la disciplina en el ejército, de la guerra hasta la victoria final... Pero el salón se convirtió en un tumulto y, ante la porfiada y ruidosa oposición de la izquierda, el Consejo de la República pasó al orden del día puro y simple.

Los bancos de los bolcheviques estaban vacíos; sus antiguos ocupantes, abandonaron el Consejo desde el primer día, se habían llevado con ellos la vida. Al descender por la escalera, tenía yo la impresión de que, a pesar del encarnizamiento de los debates, ninguna voz viviente del mundo exterior podía penetrar en aquel salón alto y frío, y que el Gobierno provisional iba a zozobrar en el mismo escollo de la guerra y la paz, contra el cual se había estrellado el ministerio de Miliukov... El portero, al ponerme el abrigo, refunfuñó:

-No sé qué es lo que a ser de la pobre Rusia. Todos esos mencheviques, bolcheviques, trudoviques... Esa Ucrania, esa Finlandia, esos imperialistas alemanes y esos imperialistas ingleses... Tengo cuarenta y cinco años y. jamás en mi vida he oído hablar tanto como aquí...

En el pasillo me encontré con el profesor Chastki, personaje con cara de rata, vestido con una elegante levita y muy influyente en el partido kadete. Le pregunté qué pensaba sobre el famoso golpe de fuerza bolchevique, de que tanto se hablaba. Se encogió de hombros y me respondió con una risilla burlona:

"¡Son un atajo de imbéciles, unos canallas! No se atreverán y, si se atreven, los liquidaremos en un dos por tres. Por lo demás, desde nuestro punto de vista, eso sería lo mejor, porque así se desacreditarían y no tendrían ninguna fuerza, en la Asamblea Constituyente...

"Pero permítame, mi querido señor, permítame esbozarle el plan de organización del gobierno que he de someter a la Asamblea Constituyente. Soy presidente de una comisión nombrada conjuntamente por el Consejo de la República y el Gobierno provisional para elaborar un proyecto de Constitución... Tendremos un cuerpo legislativo compuesto de dos Cámaras, como lo tienen ustedes en los Estados Unidos. La Cámara baja será la representación territorial del país. En la Cámara alta tendrán asiento los representantes de las profesiones liberales, de los zemstvos, de las cooperativas y de los sindicatos..."

Salí a la calle. Soplaba un viento frío y húmedo del Oeste; un barro helado atravesaba la suela de mis zapatos. Dos compañías de junkers, rígidos dentro de sus largos capotes, subían por la Morskaia, cantando a coro una de aquellas vigorosas canciones que los soldados entonaban en otro tiempo bajo el zar. Al llegar a la primera esquina de la calle, me'di cuenta de que la milicia municipal estaba montada y armada con revólveres en nuevos y relucientes estuches. Un pequeño grupo de personas, asombradas, miraba en silencio. En la esquina de la Nevski compré un folleto de Lenin, ¿Podrán mantenerse en el poder los bolcheviques?, que pagué con uno de los timbres que servían entonces de moneda menuda. Pasaban los tranvías como de ordinario, con sus racimos de ciudadanos y soldados, cuyos prodigios de equilibrio hubieran hecho palidecer de envidia al acróbata Teodoro P. Shonts. En la acera, desertores vendían cigarrillos y pepitas de girasol.

En la Perspectiva Nevski, bajo el húmedo crepúsculo, la multitud se arrebataba los últimos periódicos o se apretujaba tratando de descifrar los innumerables llamamientos y proclamas fijados en cada espacio libre.[12] Los había del Tsík, de las organizaciones campesinas, de los partidos socialistas "moderados", de los comités del ejército. En todos los tonos -amenaza, maldición, exhortación- se invitaba a los obreros y a los soldados a permanecer en sus casas y prestar su apoyo al gobierno.

Un automóvil blindado iba y venía haciendo sonar la sirena. En cada esquina, en cada espacio libre, grupos compactos: soldados y estudiantes discutiendo. La noche caía rápidamente; de trecho en trecho se encendían los faroles; las olas de la multitud rompían sin cesar... Siempre era así Petrogrado, en vísperas de disturbios.

La ciudad estaba nerviosa: se estremecía a cada ruido seco. Sin embargo, aún no había señal alguna de actividad de los bolcheviques; los soldados permanecían en sus cuarteles, los obreros en las fábricas... Entramos en un cine, cerca de la catedral de Kazan; estaban proyectando una película italiana: amor, intriga, sangre. En las primeras filas, soldados y marineros clavaban en la pantalla sus ojos asombrados de niños, totalmente incapaces de comprender el porqué' de toda aquella agitación, de aquella violencia, de aquellos crímenes.

Desde allí regresé apresuradamente al Smolny. En la habitación número 10 del último piso, el Comité Militar Revolucionario se hallaba reunido en sesión permanente, bajo la presidencia de un joven de dieciocho años, con cabellos de lino, llamado Lazimir. Al pasar cerca de mí, se detuvo tímidamente y me estrechó la mano.

-La fortaleza de Pedro y Pablo acaba de pasarse a nuestro lado -me dijo, con una sonrisa de satisfacción-. Hace un minuto, hemos recibido la delegación de un regimiento llamado por el gobierno a Petrogrado. Los hombres, sospechando alguna cosa, habían detenido su tren en Gatchina. "¿Qué ocurre?", nos han preguntado. "¿Qué tenéis que decirnos? Nuestro regimiento se ha pronunciado por la consigna ¡Todo el poder a los Soviets!" El Comité Militar Revolucionario les ha respondido: "Hermanos, os saludamos en nombre de la revolución. Permaneced donde os encontráis y esperad nuestras instrucciones."

Todas la líneas telefónicas -me advirtió también- estaban cortadas; pero las comunicaciones con los cuarteles y las fábricas se hallaban aseguradas por medio del teléfono de campaña.

En la puerta había un constante desfile de correos y comisarios. Una docena de voluntarios aguardaba, dispuesta para llevar los mensajes a los barrios más apartados de la ciudad. Uno de ellos, con aire de bohemio y uniforme deteniente, me dijo en francés: "Todo está preparado; no hay más que apretar el botón."

Vi pasar a Podvoiski, delgado y barbudo, que fue el estratega de la insurrección; a Antónov, borracho de sueño, con su barba de muchos días y el cuello postizo grasicnto; luego al soldado Krylenko, rechoncho, con su ancha cara siempre sonriente, sus gestos violentos y sus cascadas de palabras, y al marinero Dybenko, un barbado gigante de rostro plácido. Eran los hombres de la hora... y de las horas que iban a seguir.

En el piso inferior, en la oficina de los comités de fábrica, Se-rátov firmaba vales de armas para el Arsenal del Estado: ciento cincuenta fusiles por fábrica. Unos cuarenta delegados esperaban en la fila.

En la sala, encontré algunos jefes bolcheviques de segundo rango. Uno de ellos me enseñó un revólver:

-La partida está empeñada -dijo con el rostro pálido-. Esta vez, nuestros adversarios saben que, no importa lo que emprendamos, si ellos HO nos suprimen, seremos nosotros los que los suprimiremos a ellos.

El Soviet de Petrogrado estaba reunido noche y día. Al entrar yo en el gran salón, Trotzki terminaba su discurso:

"Se nos pregunta -decía- si tenemos la intención de lanzarnos a la calle. Puedo dar una respuesta clara a esta pregunta. El Soviet de Petrogrado entiende que ha llegado, por fin, el momento de que el poder pase a manos de los Soviets. Esta transferencia del poder la llevará a cabo el Congreso de los Soviets de toda Rusia. ¿Será necesaria una acción armada? Eso dependerá de los que quieran oponerse al Congreso...

"Tenemos la convicción de que el actual gobierno es un gobierno impotente, lamentable, que sólo espera el escobazo de la historia para dejar su puesto a un gobierno verdaderamente popular. Nosotros continuamos esforzándonos por evitar el conflicto. Esperamos que eLCongreso podrá hacerse cargo de un poder y de una autoridad qué descansan en la libertad organizada del pueblo. Sin embargo, si el gobierno trata de aprovechar el poco tiempo que le queda de vida -veinticuatro, cuarenta y ocho o setenta y dos horas- para atacarnos, nuestro contrataque no se hará esperar, golpe por golpe, acero contra hierro."

En medio de los aplausos, anunció que los socialrevolucionarios de izquierda accedían a formar parte del Comité Militar Revolucionario.

A las tres de la madrugada, al salir del Smolny, observé que habían sido instalados dos cañones de tiro rápido a cada lado de la entrada, y que las puertas y las calles vecinas estaban protegidas por fuertes patrullas.

Bill Shatow[13] llegaba, saltando de cuatro en cuatro los escalones:

-¡Ya está! -gritó-. Kerenski ha tratado de cerrar, con los junkers, nuestros periódicos Soldat y Rabotchi Put. Pero han llegado nuestras tropas y han roto los sellos del gobierno. Ahora somos nosotros los que enviamos destacamentos para que cierren los periódicos burgueses.

Lleno de júbilo, me dio una palmada en el hombro y entró corriendo en el Smolny.

En la mañana del 6 tenía yo que ir a ver al censor, cuya oficina se hallaba en el ministerio de Negocios Extranjeros. Los muros estaban cubiertos de histéricos llamamientos a la calma. Polkóv nikov promulgaba un prikaz tras otro:

Ordeno a todas las unidades militares y a todos los destacamentos permanecer en sus cuarteles esperando las órdenes del Estado Mayor del distrito... Todo oficial que participe en manifestaciones sin orden superior será sometido a consejo de guerra y acusado de amotinamiento. Prohibo oficialmente a las tropas ejecutar ninguna orden emanada de las diversas organizaciones...

Los diarios de la mañana anunciaban que el gobierno había suprimido la Novata Russ, el Shévoie Slovo, el Rabotcbi Put y el Soldat, ordeñando además el arresto de los jefes del Soviet de Petrogrado y de los miembros del Consejo Militar Revolucionario.

Al atravesar yo la plaza del Palacio, desembocaban al trote por el arco rojo muchas baterías de artillería, que iban a situarse delante del Palacio. El gran edificio de piedra roja del Estado Mayor General presentaba una inusitada animación. A la entrada había muchos automóviles blindados, colocados ordenadamente, y de continuo llegaban o salían autos cargados de oficíales... Encontré al censor contáhto como un niño en el circo. Me dijo que Kerenski acababa de salir para entregar su dimisión al Consejo de la República. Me precipité hacia el palacio María, donde llegué al final de aquel famoso discurso de Kerenski, en que la pasión luchaba con la incoherencia y en que a un tiempo mismo trataba de justificarse y de golpear a sus enemigos:

"...Debo citaros aquí los pasajes más característicos de una serie de artículos publicados en el Rabotchi Put por el reo de alta traición Uliánov-Lenin, que actualmente se oculta y a quien nos esforzamos por encontrar. En una serie de manifiestos que lleva por título Carta a los enmaradas, este criminal invita al proletariado y a la guarnición de Petrogrado a repetir la experiencia de las jornadas del 16 al 18 de julio y demuestra la necesidad de una inmediata insurrección armada. Otros jefes bolcheviques han hablado en una serie de mítines llamando igualmente a la insurrección. Conviene subrayar, muy particularmente, la actividad del presidente actual del Soviet de Petrogrado, Bronstein-Trotzki...

"Debo señalar que, hasta en las expresiones y en la forma, los artículos del Rabotchi Put y del Soldat tienen un parecido exacto con los de la Novata Russ. Insisto en este hecho para que el Consejo de la República comprenda bien que tenemos que habérnoslas, no tanto con éstr o el otro partido político, sino con una sistemática explotación de la ignorancia, de la sencillez o de los instintos criminales de la población, con el fin de crear en Rusia, cueste lo que cueste, una atmósfera de progromo, y desencadenar la locura de la destrucción y del saqueo, ya que, con el actual estado de espíritu de las masas, cualquier movimiento que se produzca en Petrogrado irá inevitablemente acompañado por las más terribles matanzas, que cubrirán como nunca de vergüenza el nombre de la libre Rusia...

"Según la opinión del propio Uliánov-Lenin, organizador del movimiento, 'la actitud de la extrema izquierda de los socialdemócratas es particularmente fovorable'."

Al llegar aquí, Kerenski dio lectura al siguiente pasaje de un artículo de Lenin:

Pensad que nuestros camaradas alemanes no tienen más que a Liebknecht, no tienen ni periódicos, ni libertad de reunión, ni Soviets. Todas las clases de la sociedad, hasta el último pequeño campesino propietario, son increíblemente hostiles a la idea internacional... La organización de la grande, media y pequeña burguesía imperialista es notable... En tales condiciones, sin embargo, con una posibilidad contra cien, han organizado una sublevación en la flota, y nosotros, que tenemos docenas de periódicos, libertad de reunión, mayoría en los Soviets, nosotros los internacionalistas proletarios que gozamos de la situación más favorable del mundo entero, nos negamos a apoyar a los revolucionarios alemanes rebelándonos a nuestra vez...

Luego Kerenski prosiguió:

"De este modo, los organizadores de la rebelión reconocen por sí mismos -y este punto tiene para mí una particular importancia- que actualmente se dan en Rusia las condiciones ideales de acción para un partido político, bajo este Gobierno provisional a cuya cabeza se encuentra un hombre que es, a los ojos del partido en cuestión, un usurpador vendido a la burguesía, el presidente del Consejo, Kerenski..

"No es al proletariado alemán a quien quieren ayudar los promotores de la insurrección, sino a las clases gobernantes alemanas, y es al puño de hierro de Guillermo y a sus acólitos a quienes abren el frente ruso. (Prolongados aplausos en la derecha, en el centro y en algunos bancos de la izquierda.) Poco importa al Gobierno provisional que estas gentes actúen consciente o inconscientemente. Como quiera que sea, desde esta tribuna, con plena conciencia de mi responsabilidad, califico tales actos de un partido político ruso de traición hacia Rusia.

"... Me solidarizo con el punto de vista de la derecha y propongo que se abra inmediatamente una investigación judicial (rumores) y se lleven a cabo las detenciones necesarias. (Tumulto en la extrema izquierda.)

"¡Escuchadme! -gritó Kerenski-. Cuando una traición, premeditada o no, pone en peligro al Estado, el Gobierno provisional, y yo el primero, preferimos exponernos a la muerte que arriesgar la vida, el honor y la independencia de Rusia..."

En este momento, le alargaron a Kerenski un papel.[14]

"Acaban de entregarme la proclama que van a distribuir entre los regimientos. Dice así:

El Soviet de Diputados obreros y soldados de Petrogrado está en peligro.'Ordenamos la movilización inmediata, en pie de guerra, de todos los regimientos, los cuales deberán esperar órdenes ulteriores. Todo retraso en la ejecución de esta orden o toda negativa ¡j someterse a ella serán considerados como un acto de traición & la revolución.

El Comité Militar Revolucionario.

Por el presidente, Podvoiski. El secretario, Aniónov.

"He ahí, hablando en términos judiciales, un estado de rebelión, un intento de levantar al populacho contra el orden existente, de disolver la Contituyente y de abrir el frente a los regimientos de Guillermo...

"Digo con toda intención "populacho", porque toda la democracia consciente y su Tsík, todas las organizaciones del ejército, el buen sentido y el honor de la democracia protestan contra estos hechos.

"No he venido aquí a formular un ruego, sino a expresar mi firme convicción de que el Gobierno provisional, que defiende en estos momentos nuestra joven libertad; de que el nuevo Estado ruso, al que aguarda un brillante porvenir, encontrarán el apoyo de todos, salvo el de aquellos que jamás se han atrevido a mirar de frente la verdad.

"En nombre del Gobierno provisional, afirmo que el gobierno jamás ha violado la libertad que cada ciudadano tiene de hacer uso de sus derechos. Pero el gobierno declara hoy: "Es necesario acabar inmediatamente con todos los elementos, con todos los grupos y partidos que intenten poner la mano sobre la libre voluntad del pueblo ruso y amenacen con abrir el frente a Alemania..."

"Cuando la población de Petrogrado comprenda que tiene que habérselas con in gobierno decidido, tal vez, en el último momento'el buen sentido, la conciencia y el honor triunfarán en el corazón de aquellos que aún los posean..."

Durante todo este discurso, la sala se estremecía de tempestuosos clamores. Cuando el presidente del Consejo descendió de la tribuna, pálido, bañado en sudor, y abandonó la sala seguido de su escolta de oficiales, los oradores de la izquierda y del centro se dedicaron a atacar a la derecha con un incontenible furor.

Los socialrevblucionarios mismos, por boca de Gotz, declararon:

-Los bolcheviques hacen una política demagógica y criminal, explotando el descontento popular. Es preciso reconocer, sin embargo, que muchas reivindicaciones populares aún no han sido satisfechas... Las cuestiones de la paz, de la tierra, de la democratización del ejército deberían ser planteadas de tal manera que ningún soldado, ningún campesino, ningún obrero pudiese dudar de que el gobierno se esfuerza firmemente, decididamente, por resolverlas...

Nosotros, socialrívolucionarios, no queremos provocar una crisis de gabinete y estamos dispuestos a defender al gobierno con toda nuestra energía, hasta la última gota de nuestra sangre, si el Gobierno provisional se decide a pronunciar sobre estas ardientes cuestiones las palabras claras y precisas que tan impacientemente espera el pueblo...

Después, Martov declaró con vehemencia:

-Las palabras del presidente del Consejo permitiéndose emplear el término "populacho" cuando se trata del movimiento de una gran .parte del proletariado y del ejército -aunque dicho movimiento esté mal dirigido- son una verdadera incitación a la guerra civil.

Se aprobó el orden.del día presentado por la izquierda. Equivalía, "prácticamente, a un voto de censura:

I. La demostración armada que se prepara desde hace unos días con el fin de dar un golpe de estado, amenaza con provocar la guerra civil, crea un estado de cosas favorable a los progromos y a la movilización de las fuerzas contrarrevolucionarias como las Centurias Negras, y traerá como consecuencia, inevitablemente, la imposibilidad de reunir la Constituyente, una nueva catástrofe militar, el fracaso de la revolución, la parálisis de la vida económica y el hundimiento total del país.

II. La razón del éxito de una tal agitación debe buscarse -aparte las condiciones objetivas de la guerra- en el retraso en adoptar ciertas medidas urgentes. Es pues, necesario, ante todo, promulgar inmediatamente un decreto entregando la tierra a los comités agrarios y adoptar una política exterior enérgica, proponiendo a los Aliados proclamar sus condiciones de paz y comenzar las negociaciones.

III. Es indispensable adoptar medidas inmediatas para refrenar el desarrollo de la anarquía y la agitación progromista, y crear con este fin, en Petrogrado, un Comité de Salud Pública, compuesto por representantes del municipio y de los órganos de la democracia revolucionaria, que actúen en colaboración con el Gobierno provisional.

Es interesante hacer notar que los mencheviques y los social-revolucionarios se sumaron unánimemente a esta resolución. Kerenski llamó entonces a Avxentiev al Palacio de Invierno para pedirle explicaciones. Si la resolución significaba falta de confianza en el gobierno, instaba a Avxentiev a formar un nuevo gabinete. Dan, Gotz y Avxentiev, los jefes de los "conciliadores", intentaron su última conciliación: explicaron a Kerenski ¡que la resolución no entrañaba, en modo alguno, una crítica al gobierno!

En la esquina de la Morskaia y de la Nevski, destacamentos de soldados con bayoi^sta calada detenían los automóviles particulares, obligando a descender a sus ocupantes y enviando los coches al Palacio de Invierno. Una numerosa multitud los contemplaba. Nadie sabía si los soldados actuaban en nombre del gobierno o del Comité Militar Revolucionario. A la altura de la catedral de Kazan, la misma operación: los coches recibían la orden de dar media vuelta. Cinco o seis marineros armados de fusiles, riendo y Iknos de animación, se acercaron y emprendieron conversación con dos soldados. Las cintas de sus gorras llevaban los nombres del Avrora ("Aurora") y del..Zaria Svobody ("Alba de la Libertad"), los dos cruceros bolcheviques del Báltico.

-Cronstadt está en camino -dijo uno de ellos.

Era como si, en 1792, se hubiese dicho en las calles de París: "Los ' marselleses están en camino." Porque en Cronstadt había veinticinco mil marineros, bolcheviques convencidos, que no temían a la muerte...

El Ratbochi i Soldat acaba de aparecer, ocupada toda su primera página con esta monumental proclama:

¡Soldados! ¡Obreros! ¡Ciudadanos!

Los enemigos del pueblo han tomado esta noche la ofensiva.

Los kornilovistas del Estado Mayor tratan de traer a los suburbios a los jttnkers y a. los batallones de voluntarios. Los junkers de Oranienbaum y los voluntarios de Tsárskoye Selo se han negatlo a marchar. Se prepara un golpe de alta traición contra el Soviet de Petrogrado. Se trama un complot contrarevolucionario contra el Congreso de los Soviets de toda Rusia en la víspeía de su apertura, contra la Asamblea Constituyente, contra el pueblo. El Soviet de Petrogrado custodia la revolución. El Comité Militar Revolucionario ha tomado a su cargo la tarea de rechazar el ataque de los conspiradores. Todo el proletariado y la guarnición de Petrogrado están preparados para dar a los enemigos del pueblo una formidable respuesta.

El Comité Militar Revolucionario decreta:

I. Todos los comités, compañías y unidades navales, así como los comisarios del Soviet y todas las organizaciones revolucionarias, .deberán reunirse permanentemente para concentrar todas las informaciones concernientes a los propósitos y manejos de los conspiradores.

II. Ningún soldado abandonará su unidad sin autorización del Comité.

III. Cada unidad enviará inmediatamente al Smolny dos delegados, y cada Soviet de barriada, cinco.

IV. Todos los informes sobre los manejos de los conspiradores deberán transmitrse inmediatamente al Smolny.

V. Se convoca inmediatamente a un mitin extraordinario en el Smolny^ y a todos los miembros del Soviet de Petrogrado y a todos los delegados al Congreso de los Soviets.

La contrarrevolución ha vuelto a levantar su criminal cabeza.

Un gran peligro amenaza todas las conquistas y todas las esperanzas de los soldados, de los obreros y de los campesinos. Pero las fuerzas de la revolución sobrepasan, con mucho, las de sus adversarios.

La causa:del pueblo está en buenas manos. Los conspiradores serán aplastados.

¡Ni vacilaciones ni dudas! ¡Firmeza, disciplina, tenacidad, decisión!

¡Viva la revolución!

El Comité Militar Revolucionario.

El Soviet de Petrogrado se hallaba reunido en sesión permanente en el Smolny, centro de la tempestad. Los delegados se caían de sueño en el piso; después, se levantaban para tomar parte en los debates. Trotzki, Kaménev, Voldarski hablaban seis, ocho, doce horas dianas.

Bajé al primer piso y entré en la habitación número 18, donde los delegados bolcheviques celebraban una reunión del partido. Tronaba sin cesar una voz. La multitud me ocultaba al orador:

-Dicen los "conciliadores" que estamos aislados. No les hagáis caso. Una vez empezadas las operaciones, tendrán que seguirnos, si no'quieren perder sus adeptos.

Vi entonces que blandía una hoja de papel:

-Ya nos siguen -prosiguió-. He aquí una comunicación de los socialrevolucionarios y los mencheviques. Dicen que condenan nuestra acción, pero que si el gobierno nos ataca, no combatirán contra la causa del proletariado.

La izquierda clamaba de alegría...

A la caída de la noche, el gran salón de sesiones se llenó de soldados y de obreros, una enorme masa sombría, rodeada por un halo de humo azul, de donde se elevaba un zumbido profundo

El antiguo Tsík se había decidido, por fin, a acoger a los delegados a este nuevo congreso que significaba su derrumbamiento y tal vez del orden revolucionario que él mismo había establecido. En esta sesión, sin embargo, sólo los miembros del Tsík. pudieron tomar parte en la votación.

Era ya más de medianoche cuando Gotz abrió la sesión y Dan se levantó en medio de un silencio impresionante, que me parecía casi amenazador.

"Las horas que estamos viviendo cobran los más trágicos colores -dijo-. El enemigo se halla a las puertas de Petrogrado; las fuerzas de la democracia tratan de organizarse para hacerle frente; pero esperamos una efusión de sangre en la capital y el hambre amenaza con destruir, no sólo nuestro gobierno homogéneo, sino la revolución misma...

"Las masas están debilitadas y agotadas. Se desinteresan de la revolución. Si los bolcheviques se empecinan en desatar su insurrección la íevolución ha terminado... (Gritos: ¡Mentira!) Los contrarrevolucionarios sólo esperan a los bolcheviques para empezar las matanzas... Si se produce un golpe de fuerza, no habrá Constituyente... (Gritos: ¡Mentiras! ¡Desvergüenzas!)

"Es inadmisible, que la guarnición de Petrogrado, que se encuentra en la zona de las operaciones militares, no ejecute las órdenes del .Estado Mayor... Debéis obedeced las órdenes del Estado Mayor y del Tsík; elegido por vosotros. La consigna de "¡Todo el poder a los Soviets!" significa la muerte. Los bandidos y los ladrones no esperan más que eso para saquear e incendiar... Y es que cuando se esparcen consignas como "¡Entrad en las casas y apoderaos de las ropas y el calzado de la burguesía!..." (Tumulto. Gritos: ¡Nadie ha dado tales consignas! ¡Mentira! ¡Mentira!) Bien; es posible que ello no empiece así, pero es seguro que así terminará.

"El Tsík tiene plenos poderes, y debe ser obedecido... No tenemos miedo a las bayonetas... El Tsík defenderá la revolución con su propio cuerpo."

Uno gritó: "¡Hace tiempo que ese cuerpo es sólo un cadáver!" En medio de un gran tumulto, se oyó a Dan responder, con una voz aguda, en tanto golpeaba con el puño la tribuna:

-¡Los que hablan así son criminales!

Una voz: "¡El criminal es usted, que tomó el poder para dárselo a la burguesía!"

Gotz, agitando la campanilla: "¡Silencio, o hago que os expulsen!"

Otra voz: "¡Atrévase!" '(Risas y silbidos.)

-Voy a referirme a nuestra política en el problema de la paz. (Risas.) Desgraciadamente, Rusia no puede permanecer mucho tiempo en guerra. Se hará, por tanto, la paz, pero no la paz permanente, no la paz democrática... Hoy, en el Consejo de la República, con 'el fin de evitar la efusión de sangre, hemos votado una resolución exigiendo la entrega de la tierra a los Comités agrarios y la apertura de negociaciones para una paz inmediata... (Risas y gritos: ¡De¿nasiado tarde!)

Trotzki subió entonces a la tribuna, impulsado por una ola de frenéticos aplausos y saludado por toda la sala, que se levantó en medio de un trueno de aclamaciones. Su delgado y puntiagudo rostro, su expresión de maliciosa ironía eran verdaderamente mefis-tofélicos.

-La táctica de Dan -comenzó diciendo- demuestra claramente que las masas, esas masas pasivas, indiferentes, están a su lado. (Carcajadas.)

Luego, volviéndose al presidente, con un acento dramático:

"Cuando nosotros hablábamos de dar la tierra a los campesinos, vosotros os oponíais. Hemos dicho a los campesinos: "Si no os la dan, tomadla vosotros mistaos," Y los campesinos siguen nuestro consejo. Y ahora venís a proponer lo que nosotros hemos hecho hace seis meses...

"No creo que la suspensión de la pena de muerte en el ejército so la haya dictado a Kerenski un ideal. Creo que ha sido la guarnición de Petrogrado quien, negándose a obedecerle, ha hecho entrar en razón a Kerenski.

"Se acusa hoy a Dan de haber pronunciado ante el Consejo de la República un bochornoso discurso bolchevique... Llegará tal vez el día en que Dan sostenga que la flor de la revolución tomó parte en el levantamiento de las jornadas del 16 y el 18 de julio... En la resolución que hoy ha presentado Dan al Consejo de la República no se habla para nada de reforzar la disciplina de las filas del ejército, aunque sea éste uno de los artículos de propaganda de su partido..."

"No, la historia de los siete últimos meses demuestra que las masas se han apartado de los mencheviques. Los mencheviques y los socis Revolucionarios derrotaron a los kadetes, pero, al tomar el poder, volvieron a entregárselo a éstos..,

"Dan os dice que no tenéis derecho a sublevaros. ¡La insurrección es un derecho de todos los revolucionarios! Cuando las rnasas oprimidas se rebelan, ejercen un derecho..."

A continuación tomó la palabra Lieber, cara alargada y lengua viperina, recibido con .murmullos y risas.

-Engels y Marx nos dicen que el proletariado no tiene derecho a tomar el poder antes de estar preparado para ello. En una revolución burguesa como "ésta..., la toma del poder por las masas equivale al trágico final de-la revolución... Trotzki, teórico de la social-democracia, no puede pensar lo que ahora defiende. (Gritos: ¡Basta ya! ¡Que se vaya!)

Martov se vio constantemente interrumpido:

-Los internacionalistas no se oponen a que el poder se entregue a la democracia, pero condenan los métodos de los bolcheviques. No es el momento de adueñarse del poder...

Dan volvió a subir a la tribuna para protestar violentamente contra los actos del Comité Militar Revolucionario, quien había enviado un comisario a la redacción de la Izvestia y sometido este periódico a censura. Estas palabras provocaron un tremendo tumulto. Martov intentó hablar, pero sin éxito. Por todas partes se levantaron en la sala delegados del ejército y de la Flota del Báltico, gritando que su gobierno eran los Soviets...

En medio de un caos indescriptible, Ehrlich[15] presentó una resolución exhortando a los .obreros y soldados a mantener la calma, invitándolos a no responder a las provocaciones, reconociendo la necesidad de crear' inmediatamente un Comité de Seguridad Pública y exigiendo que el Gobierno provisional dictara los decretos necesarios para entregar la tierra a los campesinos e iniciar las negociaciones de paz...

Volodarski saltó y declaró enérgicamente que el Tsík, en vísperas del Congreso de los Soviets, no tenía derecho a arrogarse las funciones de éste.

-De hecho -dijo-, el Tsík ha dejado de existir, y esta resolución que ahora se nos presenta no es más que un juego de manos para tratar de restituirle sus poderes. Nosotros, los bolcheviques, nos abstendremos de votar sobre esta propuesta de resolución.

Dicho lo cual, los bolcheviques abandonaron la sala y la propuesta de resolución presentada por Ehrlich fue aprobada.

Hacia las cuatro de la mañana, me encontré en el vestíbulo con Sorin,[16] que llevaba un fusil a la espalda:

-Esto marcha -me dijo, en tono tranquilo, pero con aire de satisfacción-. Le hemos echado el guante al viceministro de Justicia y al ministro de Cultos. Están ahora a buen recaudo. Un regimiento va a apoderarse de la Central de Teléfonos, otro ocupará la Agencia de Telégrafos y otro se hará cargo del Banco del Estado. La Guardia Roja está en pie de guerra.[17]

En los escaloñes del Smolny, bajo el fresco de la noche, vimos por primera vez a la Guardia Roja, personificada por un grupo de hombres jóvenes vestidos de obreros y armados con fusiles, la bayoneta calada, que hablaban nerviosamente entre ellos.

Por encima de los tejados llegó a nuestros oídos, desde el Oeste, un ruido de tiroteo: ersn los marinos de Cronstadt cerrando los puentes sobre el íjleva, que los junkers se empeñaban a todo trance en mantener abiertos para impedir que los obreros de las fábricas y los soldados de la barriada de Vyborg se unieran a las fuerzas soviéticas del centro de la ciudad...

A nuestra espalda, el vasto Smolny, todo iluminado, zumbaba como una colmena...

 

Notas

1. John Reed pensaba manifiestamente en la cuenca hullera del Donetz.[Nota de la Edit.]

2. Industrial Workers of the World: una de las organizaciones sindicales revolucionarias de los Estados Unidos. Creada en 1905 bajo la influencia de los acontecimientos revolucionarios de Rusia, cesó prácticamente de existir hacia 1930 después de haber degenerado en organización sectaria y haber perdido sus lazos con las masas. John Reed participó activamente en la I.W.W. en la época de su florecimiento.[Nota de la Edit.]

3.  Resolución del grupo Bolchevique votada por la conferencia de los comités de fábrica de toda Rusia, sobre el informe del camarada Larin

Resolución del grupo Bolchevique
votada por la conferencia de los comités de fábrica de toda Rusia,
sobre el informe del camarada Larin
I

1. Después de haber sacudido el yugo político del zarismo, la clase obrera se esfuerza por hacer triunfar el principio democrático en la propia esfera de las actividades de la producción. Este esfuerzo se manifiesta en la idea del control obrero de la producción que ha surgido de un modo perfectamente natural de la descomposición económica provocada por la criminal política de las clases dominantes.

2. La organización del control obrero es la manifestación, en eL campo de la producción industrial, de la misma saludable actividad que en el campo político se manifiesta en las organizaciones de partido, en el plano de la vida obrera en los sindicatos, en la órbita del consumo en las cooperativas, y en lo tocante a la cultura en los círculos literarios.

3. La clase obrera se halla mucho más interesada que la clase capitalista en el funcionamiento racional y regular de las fábricas. El control obrero,constituye, en este sentido, para los intereses de la sociedad moderna y de todo el pueblo, una seguridad superior a h voluntad despótica de los propietarios, guiados solamente por el apetito egoísta de beneficios materiales y de privilegios políticos. Por lo tanto, el proletariado reclama el control obrero no sólo en su propio interés, sirtfo en el de todo el país y, en consecuencia, los campesinos revolucionarios deben defender esta idea, lo mismo que el ejército revolucionario.

II

4. A la vista de la actitud hostil que la mayoría de la clase capitalista adopta hacia la revolución, la experiencia demuestra que sin el control obrero es imposible lograr una distribución racional de las materias primas y del combustible, ni el máximo rendimiento industrial.

5. Sólo el control obrero sobre las empresas capitalistas, al desarrollar en el trabajador la conciencia del trabajo y hacerle comprender su papel social, es capaz de crear las condiciones favorables para el establecimiento de una sólida disciplina voluntaria en el trabajo y para el máxijno desarrollo de la productividad de éste.

6. El retorno inminente de la industria de guerra a la industria de paz y la redistribución del trabajo en las fábricas a lo largo de todo el país sólo podrán llevarse a cabo sin conmociones violentas mediante una clase obrera que se gobierne a sí misma libre y democráticamente... El establecimiento del control obrero es, por ello, la medida indispensable que debe preceder a la desmovilización de la industria.

III

7. De acuerdo con la consigna proclamada por el Partido Obrero Socialdemócrata ruso (bolchevique): "Control obrero dentro de los marcos de todo el tratado", el control obrero nacional debe, para que resulte eficaz, extenderse a todas las empresas capitalistas y no implantarse de un modo parcial, fortuito e incoherente; debe obedecer ^ un plan bien estudiado y no hallarse desligado de la vida industrial de todo el país.

8. La vida económica del país, agricultura, industria, comercio y transportes, debe someterse a un plan de conjunto, establecido de manera que satisfaga las necesidades individuales y sociales de las grandes masas de la población. Este plan debe ser aprobado por los representantes electos del pueblo y ejecutarse bajo la dirección de estos representantes, por intermedio de las organizacions nacionales y locales.

9. La parte del plan relativa a la agricultura debe ejecutarse bajo el control de las organizaciones de los campesinos y los trabajadores agrícolas; la relativa a la industria, el comercio y los transportes, bajo el control de los obreros. Los órganos naturales del control obrero en las propias fábricas y talleres serán los comités de fábrica y organizaciones análogas y, en el mercado de la mano de obra, los sindicatos.

10. Les contratos colectivos sobre salarios, concretados por los sindicatos para la mayoría de los obreros de una determinada rama, deberán ser obligatorios para todos los empresarios industriales de la rama de querse trate.

11. Las bolsas de trabajo deberán ponerse bajo la administración de los sindicatos en cuanto organizaciones de clase del proletariado, actuando dentro de los marcos del plan económico general y en consonancia con él.

12. Los sindicatos deberán tener derecho a entablar por su propia iniciativa la acción legal contra toda infracción de los contratos de trabajo o de la legislación obrera y asumir la defensa de 306 los obreros de la rama correspondiente.

13. Para todos los asuntos relativos al control obrero sobre la producción, la distribución de la mano de obra y el mercado de trabajo, los sindicatos deberán consultar a los obreros de las diferentes empresas por medio de sus comités de fábrica.

14. Los asuntos relativos a las contrataciones y despidos, permisos, escala de salarios, negativas de ofrecimiento de trabajo, capacidad y rendimiento individuales, derogación de acuerdos anteriores, diferencias con la administración y otros problemas de la vida interior de la fábrica, deberán tratarse exclusivamente de acuerdo con el comité de fábrica, quien tendrá el derecho a rechazar la participación de tal o cual miembro de la dirección de la empresa.

15. El comité de fábrica nombrará una comisión que controle el aprovisionamiento de la fábrica en materias primas y combustible, los pedidos, la mano de obra, etc., con el fin de asegurar el funcionamiento de la fábrica en consonancia con el plan económico general. La administración de la empresa estará obligada a suministrar a los órganos del control obrero, para su información, todos los datos concernientes a fa empresa, así como los medios para comprobar estos datos en los libros, si así lo pidiere el comité de la fábrica.

16. Caso deyque los comités de fábrica descubran o sospechen de la comisión de actos ilegales de la administración con respecto a los cuales los obreros no pudieran tomar una decisión por sí mismos, el asunto será sometido a la organización central regional de los comités de fábrica de la rama de que se trate, quien los estudiará conjuntamente con los órganos encargados de la ejecución del plan económico general y aplicará una sanción que podrá llegar hasta la confiscación de la empresa.

17. Los comités de fábrica de las diferentes empresas deberán organizarse por ramas de producción, con el fin de facilitar el control de toda la rama industrial dentro del plan económico general, permitir el reparto racional, entre las diferentes fábricas, de los pedidos, las materias primas, el combustible, la mano de obra, el personal técnico y el utillaje, y facilitar la colaboración con los sindicatos, organizados por ramas industriales.

18. Las organizaciones centrales de los sindicatos y los comités de fábrica en las ciudades representarán al proletariado en las organizaciones provinciales y regionales correspondientes, encargadas de elaborar y ejecutar el plan económico general y de establecer las necesarias relación.!; económicas entre la ciudad y el campo. Dichas organizaciones serán también la autoridad suprema en el funcionamiento de los comités de fábrica y los sindicatos en lo que se refiere al control obrero regional, y promulgarán reglamentos obligatorios acerca de la disciplina de los obreros en el trabajo, los cuales deberán, sin embargo, aprobarse por votación de los propios obreros.

19. La conferencia exige la implantación del control obrero dentro de los marcos de todo el Estado e invita a los camaradas a ponerlo desde ahora en ejecución en el plano local y en la medida de sus fuerzas. Y declara incompatible con los objetivos del control obrero la incautación de empresas sueltas en su propio beneficio.

 

4.   Juicios de la prensa burguesa sobre los bolcheviques

Russkaia Valia, 28 de octubre:

"Se acerca el momento crítico... querernos decir el momento crítico para los bolcheviques. O nos ofrecen... una segunda edición de los acontecimiento del 16 al 18 de julio, o se verán obligados a reconocer que todos sus planes, sus intenciones, su política insolente, que consiste en aislarse de todos los elementos que siguen abrigando una conciencia nacional, han fracasado irremisiblemente...

"¿Con qué posibilidades de éxito cuentan los bolcheviques?

"Es difícil contestar a esta pregunta, ya que su fuerza principal reside en la ignorancia de las masas populares. Especulan sobre ella con una demagogia que nada puede detener...

"E1 gobierno no debe cruzarse de brazos. Apoyándose moral-mente en el Consejo de la República, el gobierno debe asumir una actitud clara frente a los bolcheviques...

"Y si los bolcheviques se alzan contra el poder legal, facilitando así la invasión alemana, habrá que tratarlos como a rebeldes y traidores..."

Bisbvye Viodomosíi, 28 de octubre:

"Ahora que los bolcheviques se han divorciado del resto de la democracia, la lucha contra ellos resulta más fácil, y no sería razonable esperar, para combatir al bolchevismo, a que éste ataque. El gobierno no debe permitirle que pase a la ofensiva...

"Los llamamientos de los bolcheviques a la insurrección y a la anarquía son actos punibles que deben castigar los tribunales del fuero penal, y, en" los países más liberales, sus autores serían severamente condenados. Lo que hacen los bolcheviques, en realidad, no es agitación política contra el gobierno o por el poder; es propaganda a favor ¿le la anarquía, del asesinato, de la guerra civil. Esta propaganda áebe extirparse en sus raíces: sería extraño que para obrar en contra de la incitación a la matanza se aguardara a que la matanza se desencadenase..."

Novóte Vremia, 1 de noviembre:

"...¿Por qué el gobierno sólo se preocupa del 2 de noviembre (fecha señalada para la convocatoria del Congreso de los Soviets), y no del 12 de septiembre o el 3 de octubre? No es la primera vez, que Rusia arde y se derrumba y que el humo de la terrible catástrofe enrojece los ojos de nuestros aliados...

"¿Desde que está en el poder, ha expedido el gobierno ni una sola orden para cerrar el camino a la anarquía? ¿Hay alguien que haya alargado el brazo'para extinguir el incendio?

"¿Pero estaba, acaso, en condiciones de hacerlo?...

"El gobierno había encontrado un problema más apremiante: aplastar una sublevación (la de Kornilov), acerca de la cual todo el mundo se pregunta hoy si realmente llegó a existir."

 

5.  La prensa socialista moderada y los bolcheviques

Dielo Naroda (socialrevolucionario), 28 de octubre:

"El crimen más espantoso cometido por los bolcheviques contra la revolución es ef atribuir exclusivamente a las malas intenciones del Gobierno revolucionario todas las calamidads que sufren las masas y que responden en realidad a causas históricas objetivas.

"Prometen a las masas el oro y el moro, a sabiendas de que no podrán cumplir ninguna de sus promesas; las arrastran por un camino falso, engañándolas acerca de las verdaderas causas de sus males...

"Los bolcheviques son los enemigos más peligrosos de la revolución."

Dien (menchevique), 30 de octubre:

"¿Es ésta realmente la libertad de prensa'? Todos los días el Novata. Kuss y el Kabotcbi Puf incitan abiertamente a la insurrección. Todos los días cometen estos dos periódicos verdaderos crímenes en sus columnas. Todos los días incitan a la matanza... ¿Es ésta la libertad de prensa?

"El gobierno debe defenderse y defendernos. Tenemos derecho a exigir que el aparato gubernamental no permanezca por más tiempo inactivo cuando la amenaza de sangrientos desórdenes pone en peligro la vida de los ciudadanos..."

 

6.  El "Iedinstvo"

El periódico de Plejanov suspendió su publicación algunas semanas después de la toma del poder por los bolcheviques. Contrariamente a lo que se rumoraba, el ledinstvo no fue suspendido por el Gobierno soviético: una nota, publicada en el último número, confesaba que no podía seguir apareciendo porque contaha con muy pocos suscriptores...

7.   ¿Eran conspiradores los bolcheviques?

Entente, el periódico francés que aparecía en Petrogrado, publicó el 15 de noviembre, un artículo del que damos aquí un extracto:

"El gobierno de Kerenski discute y vacila. El gobierno de Lenin y Trotzki ataca y actúa.

"Se llama a este último un gobierno de conspiradores; eso es falso. Un gobierno de usurpadores, sí, como todos los gobiernos revolucionarios que triunfan sobre sus adversarios. Conspiradores, ¡no!

"¡No! No han urdido ninguna conspiración. Al contrario, de una manera abierta, audazmente, sin embozos, sin disimular sus intenciones, multiplicaron su agitación, intensificaron su propaganda en las fábricas, en los cuarteles, en el frente, en los campos, en todas partes, llegando incluso a señalar de antemano el día en que empuñarían las armas, el día en que se adueñarían del poder...

"¿Ellos conspiradores? ¡Jamás!..."

8. Esta afirmación no era absolutamente sincera. El Gobierno provisional había suprimido ya periódicos bolcheviques en julio y preparaba otras prohibiciones.[Nota de la Edit.]

9. Karajan no era miembro del Comité Central. [Nota de la Edit.]

10. Se llevó a cabo el 31 de octubre. [Nota de la Edit.]

11. Zalkind, I. A.: Participante activo de la Revolución de Octubre miembro de la organización bolchevique de Petrogrado. [Nota de la Edit.]

12.  Llamamiento del Comité Central del ejército contra la insurrección

"...Por encima de todo, insistimos en la ejecución inflexible de la voluntad organizada de la mayoría del pueblo, representada por el Gobierno provisional, obrando de acuerdo con el Consejo de la República y el Tsik.

"Cualquier tentativa para deponer a este poder por la violencia, en un momento efl que una crisis gubernamental llevaría aparejados infaliblemente el ,caos, la ruina del país y la guerra civil, será considerada por el ejército como un acto contrarrevolucionario y reprimida por las armas...

"Los intereses- de grupos privados y de clases deben supeditarse a un interés únicp, el del aumento de la producción industrial y de una distribución equitativa de los artículos de primera necesidad.

"Todos los saboteadores, desorganizadores o incitadores al desorden, todos los desertores, los negligentes, los saqueadores, deben ser obligados a fifestar servicios auxiliares en la retaguardia del ejército...

"Invitamos al gobierno a formar con estas gentes que desafían a la voluntad popular, con estos enemigos de la revolución, compañías de trabajo que sean empleadas en la retaguardia, en el frente, en las trincheras, bajo el fuego del enemigo..."

13. Nombre muy conocido en el movimiento obrero de los Estados Unidos. Se trata de Víadimir Serguevitch Chatov, que regresó de los Estados Unidos en junio de 1917 y que fue uno de los organizadores del "Industrial Workers of the World"; en 1917 perteneció al Comité Militar Revolucionario de Petrogrado y fue miembro del presidium del consejo central de las fábricas; después se hizo comunista. [Nota de la Edit.]

14. Ese volante fue entregado a Kerenski por A. I. Konovalov.[Nota de la Edit.]

15. Uno de los dirigentes mencheviques.[Nota de la Edit.]

16. Sorin, D. F.: bolchevique. Tomó parte activa en la Revolución de Octubre.[Nota de la Edit.]

17.  Los acontecimientos de la noche del 6 de noviembre

Al caer la tarde, destacamentos de guardias rojas comenzaron a ocupaf las imprentas de la prensa burguesa, en las que tiraron, en varios cientos de miles de ejemplares, el Rabotchi Put, el Soldat, y diversas proclamas. La milicia municipal recibió orden de hacer evacuar los edificios, pero se encontró con barricadas levantadas y defendidas por hombres armados. Las tropas que recibieron orden de atacar las imprentas se negaron a marchar.

Hacia la medianoche, se presentó en la sociedad del "Pensamiento Libre" un coronel al mando de un destacamento de junkers para detener al director del Rabotchi Put. Inmediatamente, se congregó en la calle una multitud enorme y amenazó con linchar a los junkers. Al coronel no le quedó más recurso que implorar su propia detención y la de sus junkers,, y solicitar que se les pusiera en seguridad en la prisión de la fortaleza de Pedro y Pablo, a lo cual se accedió.

A la una de la mañana un destacamento de soldados y marinos ocupó la central de telégrafos.1 A la una y treinta y cinco minutos fue ocupado el edificio de Correos. Al amanecer, se tomó el hotel Militar, y, a las cinco, la central telefónica.2 A las diez de la mañana, se tendió un cordón de tropas en torno al Palacio de Invierno.