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Carlos Marx


La Guerra Civil en Francia




APENDICES


I

    La columna de prisioneros se detuvo en la avenida Uhrich y fue formada, de cuatro o cinco en fondo, en la acera, de frente a la calle. El general marqués de Galliffet y su Estado Mayor bajaron de los caballos y empezaron a pasar revista de izquierda a derecha. El general andaba lentamente, observando las filas; de vez en cuando, se detenía y tocaba a un prisionero en el hombro o le llamaba con un movimiento de cabeza si estaba en las filas de atrás. En la mayoría de los casos, los seleccionados por este procedimiento, sin más trámites, eran colocados en medio de la calle, donde formaron en seguida una pequeña columna aparte. . . La posibilidad de error era, evidentemente, considerable. Un oficial montado señaló al general Galliffet a un hombre y a una mujer como culpables de algún crimen. La mujer salió corriendo de la fila, se puso de rodillas, y, con los brazos abiertos, protestó de su inocencia en términos de gran emoción. El general aguardó unos instantes y luego con rostro impasible, y sin moverse, dijo: 'Madame, conozco todos los teatros de París: no se moleste usted en hacer comedias' (ce n'est pas la peine de jouer la comédie ) . . . Ese día para nadie era una buena cosa destacarse por ser más alto, más sucio, más limpio, más viejo o más feo que sus vecinos. Me llamó la atención en particular un hombre con la nariz partida que seguramente a causa de este detalle se vio rápidamente liberado de los males de'este mundo . . . De este modo fueron seleccionados más de cien; se destacó un pelotón de fusilamiento y la columna siguió su marcha dejándoles atrás. A los pocos minutos, comenzó a nuestra espalda un fuego intermitente, que duró más de un cuarto de hora. Estaban ejecutando a aquellos desgraciados, condenados tan sumarísimamente". (Corresponsal del Daily News en París, 8 de junio).

    A este Galliffet, "el chulo de su mujer, tan famosa por las desvergonzadas exhibiciones de su cuerpo en las orgías de Segundo Imperio", se le conocía durante la guerra con el nombre del francés "Alférez Pistola". 

    "Le Temps,[102] que es un periódico prudente y poco dado al sensacionalismo, relata una historia escalofriante de gentes a medio fusilar y enterradas todavía con vida. En la plaza de Saint-Jacques-la-Bouchiere fue enterrado un gran número de personas; algunas de ellas muy superficialmente. Durante el día, el ruido de la calle no permitía oír nada, pero en el silencio de la noche los vecinos de las casas circundantes se despertaron al oír gemidos lejanos, y por la mañana se vio saliendo del suelo una mano crispada. A consecuencia de esto se ordenó que se desenterrasen los cadáveres . . . Que muchos heridos fueron enterrados con vida es cosa que no me of rece la menor duda. Hay un caso del que puedo responder personalmente. El 24 de mayo fue fusilado Brunel con su amante en el patio de una casa de la plaza Vendôme, donde estuvieron tirados sus cuerpos hasta la tarde del 27. Cuando por fin vinieron a retirar los cadáveres, vieron que la mujer aún tenía vida y la llevaron a un hospitalillo. Aunque había recibido cuatro balazos, está ya fuera de peligro". (Corresponsal del Evening Standard [103] en París, 8 de junio).
 



II

    La siguiente carta apareció en el Times [de Londres] el 13 de junio.

"Al editor del Times:

"Muy señor mío: El 6 de junio de 1871, el señor Jules Favre envió una circular a todos los gobiernos de Europa, pidiendo la persecución a muerte de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Unas pocas observaciones bastarán para dar a conocer el carácter de este documento.

"En el preámbulo de nuestros Estatutos se declara que la Internacional fue fundada el 28 de septiembre de 1864 en una Asamblea pública celebrada en Saint Martin's hall, Long Acre, en Londres.  Por razones que él conoce mejor que nadie, Jules Favre adelanta su origen a un tiempo anterior a 1862.

"Para ilustrar nuestros principios, pretende citar 'su (de la Internacional) impreso del 25 de marzo de 1869'. ¿Y qué es lo que cita? Un impreso de una Asociación que no es la Internacional. El ya empleaba esta clase de maniobras cuando, siendo aún un abogado bastante joven, defendía al periódico parisino National contra la demanda por calumnia entablada por Cabet. Entonces simulaba leer citas de los folletos de Cabet, cuando en realidad lo que leía eran párrafos de su propia cosecha agregados al texto. Pero esta superchería fue desenmascarada ante el Tribunal en pleno y, si Cabet no hubiera sido tan indulgente, Favre habría sido expulsado deí Coíegio de Abogados de París. De todos los documentos que él cita como pertenecientes a la Internacional, ni uno solo pertenece a ésta. Así, afirma: 'La alianza se declara atea -- dice el Consejo General constituido en Londres, en julio de 1869'. El Consejo General jamás ha publ;cado semejante documento. Por el contrario, publicó uno que anulaba los estatutos originales de la 'Alianza' -- L'Alliance de la Démocratie Socialiste de Ginebra -- citados por Jules Favre.

"En toda su circular, que en parte pretende también estar dirigida contra el Imperio, Jules Favre, para atacar a la Internacional, no hace más que repetir las fábulas policíacas de los fiscales del Imperio. Fábulas tan pobres que hasta se venían abajo ante los propios tribunales del Imperio.

"Es sabido que el Consejo General de la Internacional en sus dos manifiestos (de julio y septiembre del año pasado) sobre la guerra de entonces, denunciaba los planes de conquista de Prusia contra Francia. Después de esto, el señor Reitlinger, secretario particular de Jules Favre, se dirigió (en vano, naturalmente) a algunos miembros del Consejo General para que el Consejo preparase una manifestación antibismarckiana y a favor del Gobierno de Defensa Nacional. Se les rogaba encarecidamente no hacer la menor mención de la República. Los preparativos para una manifestación cuando se esperaba la llegada de Jules Favre a Londres, fueron hechos -- seguramente con la mejor de las intenciones -- contra la voluntad del Consejo General, que en su manifiesto del 9 de septiembre previno claramente a los trabajadores de París contra Favre y sus colegas.

"¿Qué le parecería a Jules Favre si, por su parte, el Consejo General de la Internacional enviase una circular sobre Jules Favre a todos los gobiernos de Europa, llamando su atención sobre los documentos publicados en París por el difunto señor Millière?

"Suyo, S.S.

John Hales
Secretario del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores.

"256, High Holborn, Londres, W. C.
"12 de junio.

    En un artículo sobre "La Asociación Internacional y sus fines", el Spectator londinense (del 24 de junio), en calidad de pío denunciante, tiene, entre otras habilidades de este género, la de citar, aún más ampliamente que Favre, el mencionado documento de la "Alianza" como si fuera de la Internacional. Y esto, once días después de la publicación en el Times de la anterior rectificacion. La cosa no puede extrañarnos. Ya decía Federico el Grande que de todos los jesuítas los peores son los protestantes.


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