Escrito: Agosto de 1911.
Primera Publicacion:14 de agosto 1911
Fuente Digital: Marxist Internet Archive.org
Traduccion:Carlos Igor Guerrero
Transcripcion/html: Rodrigo Cisterna, Abril 2014.
Una nube cargada de tormenta imperialista se ha elevado en el mundo capitalista. Cuatro grandes potencias de Europa -Francia, Alemania, Inglaterra y España- están directamente involucrados en un tráfico que pone en juego el destino de Marruecos y, al mismo tiempo, uno de los varios vastos territorios del "continente negro" consideradas aquí y allá como "compensaciones". Cada día un telegrama anuncia el estado de las negociaciones y con él las esperanzas y los temores se elevan abrupta y desordenadamente. ¿Tiene que surgen de este nuevo rayo nube de tormenta en una guerra sangrienta o una tormenta amenazante Va a disiparse y tomar la apariencia de un trato "pacíficos" por unos pocos jirones de universo de un puñado de hierro a otro militarismo europeo? Es en la actualidad el tema que preocupa a miles de seres humanos. Y para encontrar una respuesta a esta pregunta todos los ojos, llenos de ansiedad, se dirigen a la puerta cerrada de una habitación donde dos estadistas conferencian entre sí: El embajador francés Cambon y el Secretario de Estado alemán Kilderlen-Wacher. Sin embargo, no es un secreto que los dos estadistas no tienen poder y son sólo pobres títeres de cartón movidos por una cadena cuyo final está en manos de una camarilla de algunos grandes capitalistas. La guerra y la paz, Marruecos, a cambio de Congo y Togo por Tahití, esas son las cuestiones en las que se decide la vida de miles de personas, la felicidad o infelicidad de pueblos enteros. Una docena de caballeros de la industria racistas dejan a los políticos comprometidos que piensen y regatean sobre estas cuestiones como lo hacen en el mercado para la carne y las cebollas, y la gente espera ansiosamente la decisión con angustia como los rebaños de ovejas conducidas a la masacre. Esta es la imagen de una repugnante brutalidad y la bajeza tan asquerosa que debería llenar de rabia a todos aquellos que no están interesados directamente en este tráfico sórdido. Pero la indignación moral no es la regla y el arma con la cual se podría haber tomado las vicisitudes de la política capitalista mundial.
Para el proletariado consciente se trata ante todo de tomar el asunto marroquí en su significación sintomática, para estimar sus amplias conexiones y sus consecuencias. Pero ya podemos decir que la reciente aventura de política mundial es muy rica en enseñanza para la conciencia política del proletariado.
La Crisis marroquí es fundamentalmente una sátira despiadada de la farsa del desarme de los Estados capitalistas y sus burguesías. En Inglaterra y Francia, los estadistas y los parlamentarios expresan con frases finas la necesidad de reducir el gasto de los instrumentos de muerte y sustituir la guerra bárbara por relaciones civilizadas en los procedimientos de arbitraje. En Alemania, el coro liberal se unió con entusiasmo al sonido de la música de la paz. No obstante, hoy en día, esos mismos estadistas y legisladores se calientan por una aventura política colonial que lleva a los pueblos al borde del precipicio de una guerra mundial. El coro liberal en Alemania, también está entusiasmado por esta gran aventura de guerra como antes lo estaba por las declaraciones de paz. Este repentino cambio de escenario muestra una vez más que las propuestas de desarme y las demostraciones de paz en el mundo capitalista, no son nada y no puede ser otra cosa más que un disfraz que de vez en cuando es bueno para la comedia, la política, pero que es olvidado cínicamente cuando los asuntos se vuelven graves. Esperar cualquier tendencia de paz de la sociedad capitalista, sería la más salvaje de las ilusiones proletariado.
Además, la cuestión de marroquí reitera claramente la íntima relación entre la política mundial y la situación de Marruecos en el que no se necesita mucho para precipitar Alemania en una guerra sangrienta, en todo caso, cambia mucho la situación general actual, así como las posesiones coloniales de Alemania. Ella has surgido al igual que la campaña china y más tarde el asunto argelino en la hora de las vacaciones parlamentarias. La representación Suprema elegida por el pueblo alemán, el Reichstag, está totalmente excluido de las decisiones y los acontecimientos más importantes y de las consecuencias más fuertes. Sólo un régimen personal con sus lacayos -el mismo instrumento irresponsable en manos de una camarilla irresponsable- maniobra a su placer con el destino de 64 millones de alemanes como si Alemania fuese un Estado despótico. Los Discursos imperiales de Marienburg y Königsberg han llegado a ser claros: el instrumento del cielo juega con plenitud de su soberanía, o mejor dicho, juega a espaldas del pueblo, por algunas camarillas capitalistas ávidos de rapiña. El Monarquismo y sus muletas, los Junkers conservadores, son los principales culpables de la aventura marroquí.
No menos importante es la fuerza impulsora de la potencia naval y militar que irrumpe a través de la diplomacia alemana en el caso de Marroquí, poder insensato y que no es más que esta presión brutal de las armas y los cañones de los buques blindados apilados durante las últimas décadas, que supuestamente servirían como defensas esenciales de la paz, y ahora son los responsables de la política alemana actual tan audaz y tan belicosa. Este "salto de pantera" de la política exterior que en sus desarrollos futuros pueden ser responsables de que el pueblo alemán cargue con todo tipo de consecuencias fatales, se lo debemos ante todo a esos partidos burgueses que han cargado, apoyado el armamento incesante del imperialismo alemán.
Al frente de esta marcha para esta tarea de sangre esta el hipócrita partido del centro que, en 1900, se sirvió de la repetición memorable de personal de la flota de guerra alemana a unirse a las filas del partido en el poder. No menos importante es la responsabilidad del liberalismo piadoso, cuyo único ejemplo del auge del militarismo puede medir su caída gradual en un cuarto de siglo. El fracaso total es el miserable fin último del liberalismo burgués, dado el poder del militarismo que rompe en adelante del militarismo que pisotea y aplasta la democracia, el parlamentaria y la reforma social.
Sin embargo, es precisamente porque el curso más reciente de la política mundial con su actual aventura no es que la emanación lógica del desarrollo económico y político de la sociedad burguesa de clase que tiene un aspecto revolucionario haciendo su camino más allá de la miseria inmediata y la naturaleza momentánea arrogante de este curso. El significado histórico del conflicto marroquí reducido a su expresión más simple y más cruel es la lucha competitiva entre los representantes del capitalismo europeo para la apropiación de la punta noroeste del continente africano y su engullimiento por el capital.
Esto se expresa en cada secuencia de la evolución de la política mundial. Pero el "Némesis" del capitalismo es que cuanto más este devora el mundo y socava sus propias raíces. Al mismo tiempo que se prepara para introducir el "orden" capitalista en las relaciones primitivas de las tribus de pastores y pueblos de pescadores marroquíes aislados del mundo, se derrumba ya el orden creado por él en todas las esquinas y confines de otros continentes. Las llamas de la revolución arden en Turquía, Persia, México, Haití, ellas acaban sosegadamente los edificios del Estado en Portugal, España, Rusia. En todas partes la anarquía, por todas partes el interés del pueblo y las fuerzas del progreso y el desarrollo se están rebelando contra el desorden del orden burgués. Y así es como la campaña reciente del Capital por nuevas conquistas no es más que el camino que conduce a su propia tumba. La aventura de marroquí no será finalmente, como cada episodio de la política mundial, más que un paso hacia la aceleración del colapso capitalista.
En este proceso el proletariado, con su conciencia de clase, no llama a permanecer viendo pasivamente el colapso del orden de la sociedad burguesa. El manejo consciente del significado oculto de la política internacional y sus consecuencias no es para la clase obrera una filosofía abstracta, sino más bien, el fundamento intelectual de una política dinámica. La indignación moral no es, sin duda en sí misma un arma contra la economía criminal del capitalismo, sino que es, como dice Engels, un verdadero síntoma real que refleja la contradicción entre la sociedad dominante, el sentimiento de la justicia y los intereses de las masas del pueblo. La tarea y la responsabilidad de la socialdemocracia consisten ahora en expresar lo más claramente posible esta contradicción. No sólo la vanguardia organizada del proletariado, sino las capas más amplias de la clase obrera deben aumentar en un torrente de protestas contra las nuevas incursiones de la política internacional capitalista. La única manera eficaz de luchar contra el crimen de la guerra y la política colonial, es la madurez intelectual y la determinación de la clase de los trabajadores que, por una rebelión que implica a todos los explotados y dominados cambiara la infame Guerra Mundial concebida en los intereses del capital, por una paz mundial y la hermandad socialista de los pueblos.●