Redactado: Agosto de 1963.
Publicado por vez primera: Como introduccion al
folleto El stalinismo en los sindicatos, Ediciones Masas, La Paz -
Bolivia, 1963.
Fuente de la versi�n digital: Partido Obrero
Revolucionario, Secci�n Boliviana del CERCI, http://www.masas.nu.
Esta edici�n: Marxists Internet Archive, febrero de
2011.
El stalinismo en escala internacional es una fuerza t�picamente contrarrevolucionaria y como tal importa una rotunda negaci�n de los principios fundamentales del marxleninismo.
Expresi�n del aislamiento y de la degeneraci�n burocr�tica de la revoluci�n rusa de 1917, ha concluido destruyendo a la Internacional Comunista (fundada por Lenin y Trotsky en 1919), lo que importa la renuncia al internacionalismo proletario y al principio de que la patria universal o sociedad comunista (sin opresores ni oprimidos) solamente pueden estructurarse en escala mundial.
La Tercera Internacional en manos de la camarilla corrupta del Kremlin ha concluido convertida y degenerada de instrumento de la revoluci�n proletaria mundial hasta acabar en instrumento de la pol�tica reaccionaria al servicio de la burgues�a imperialista.
Los mal llamados partidos comunistas, en su etapa thermidoriana, han sustituido el centralismo democr�tico, basamento de la organizaci�n leninista, que supone que las c�lulas determinan la l�nea pol�tica y controlan la conducta y los actos de la direcci�n, con un centralismo monol�tico, en el que las �rdenes del caudillo se cumple y no se discuten, no en vano sirve de basamento al culto de la personalidad.
Esta degeneraci�n organizativa ha sido la consecuencia del abandono completo del programa leninista. No hay que olvidar que el partido tiene la finalidad de materializar la finalidad estrat�gica program�tica.
El stalinismo comenz� a lanzar anatemas contra la revoluci�n mundial y propugn� un inmediato entendimiento con las burgues�as nacionales, am�n de que se empe�� en justificar una supuesta "coexistencia pac�fica" con el imperialismo.
En Bolivia el stalinismo ha aparecido demasiado tarde y sin posibilidades de transformarse en una poderosa corriente pol�tica. Nos ocupamos de �l porque constituye uno de los auxiliares -y en el campo sindical uno de los m�s importantes- del desgobierno movimientista.
En los planos internacional y nacional tuvo oportunidad de especular irresponsablemente con la revoluci�n rusa, de utilizar adecuadamente la ayuda financiera for�nea y tuvo tiempo para formar un equipo sindical indiscutiblemente interesante.
El aparato burocratizado se dio modos para encubrir, con falsificaciones e imposturas, las traiciones y los cr�menes contra el proletariado. En todos los rincones del planeta esa ha sido la inconducta invariable de los ep�gonos de la burocracia del Kremlin.
En otro lugar hemos indicado que el stalinismo boliviano no ha sabido aprovechar la magn�fica oportunidad que se le present� alrededor de 1928 para crecer y enraizarse en el movimiento obrero. En esa �poca el comunismo clandestino logr� aglutinar a lo m�s granado de la direcci�n sindical, muchos fueron educados en las diferentes secciones latinoamericanas de la Tercera Internacional y no pocos supieron inspirarse en la palabra y el ejemplo de ese admirable luchar chileno que fue Emilio Recabarren. Lo que falt� fue la elaboraci�n de la doctrina de la revoluci�n boliviana.
Los presuntos "te�ricos" se limitaban a repetir mec�nicamente los lugares comunes que conten�an los folletos editados y distribuidos por Mosc�.
Resulta dif�cil encontrar otro caso similar al servilismo intelectual de los stalinistas bolivianos, que nunca aportaron con una idea, jam�s iniciaron una discusi�n o lanzado oportunamente su opini�n acerca de los grandes problemas mundiales o nacionales.
En la actualidad, las condiciones pol�ticas son totalmente adversas para el crecimiento y consolidaci�n de quienes negocian con la etiqueta de comunistas.
En Bolivia, la presencia del Partido Obrero Revolucionario (encarnaci�n del programa marxleninista-trotskysta, que tiene como punto de partida la certidumbre de que el stalinismo ha abandonado definitivamente las posiciones revolucionarias y que, por eso mismo, se ha convertido en necesidad hist�rica la estructuraci�n de una nueva Internacional) determina que las imposturas y la demagogia del stalinismo queden al desnudo. En este pa�s la historia, debido a la extrema agudizaci�n de la lucha de clases, se desarrolla con un ritmo veloz y tiene la ventaja de someter a prueba, casi inmediatamente, las proposiciones te�ricas y program�ticas. A la vuelta de algunos a�os, el hombre de la calle sabe hasta d�nde pueden ir los que gustan pregonar su "marxismo", su extremismo, en fin, su alineamiento detr�s de los objetivos que entroncan en la revoluci�n de Octubre.
En otros pa�ses el stalinismo es sin�nimo de monolitismo organizativo, de una disciplina de cuartel, que permite controlar estrechamente el menor de los pasos de sus militantes, y de un aparato que concluye deformando la mentalidad de los presuntos comunistas. El stalinista perfecto es aquel que no piensa y se limita a obedecer.
Esa militancia stalinista tiene una sola e invariable respuesta a todas las cr�ticas (aunque �stas sean el resultado de un an�lisis estrictamente marxieninista): el partido siempre tiene la raz�n y todas las volteretas pol�ticas, incluyendo los compromisos con el imperialismo y con las burgues�as criollas, obedecen a medidas t�cticas indispensables para alcanzar la revoluci�n, etc.
El stalinismo -siguiendo el mal ejemplo de las sectas religiosas- ha elaborado un index de obras prohibidas y que no leen sus adeptos y practica la costumbre de considerar muertos a los elementos que sanciona con la expulsi�n. Se tiene la sensaci�n de haberse retornado a las �pocas sombr�as de la Edad Media, en las que dominaba el fanatismo religioso sobre toda otra consideraci�n.
El Partido Comunista de Bolivia no pasa de ser un remedo caricaturesco de sus similares extranjeros y, sobre todo, de la camarilla thermidoriana del Kremlin: ha abandonado totalmente el tipo de organizaci�n, el programa y la tradici�n bolchevique, como consecuencia carece de un equip� dirigente medianamente capaz.
Si en el stalinismo internacional pensar es una seria aventura porque puede poner en peligro la propia existencia, en el Partido "Comunista" de Bolivia hay tal carencia de ideas y de actividad intelectual que sencillamente da verg�enza y no existe el riesgo de . que pueda presentar discrepancias ideol�gicas con la direcci�n internacional.
Los defectos y desviaciones del stalinismo se agravan en Bolivia debido a la naturaleza clasista de su militancia y principalmente de sus cuadros de direcci�n.
En otros pa�ses los intelectuales que ingresan a los partidos que abusivamente se hacen llamar "comunistas" se empe�an por proletarizarse o, en el peor de los casos, por imitar la vida de los obreros.
En nuestro pais, elementos pobres de la clase media, que jam�s conocieron los halagos de la fortuna o de la vida muelle, se sirven de la militancia pol�tica para satisfacer su sed de carrerismo social y econ�mico. El Partido Comunista de Bolivia permite a los pobretones beber wisky, fumar cigarrillos americanos y frecuentar los salones de ciertos c�rculos de la burgues�a marginal snob.
Para nadie es un misterio que el Partido Comunista de Bolivia no es m�s que un club de turistas, que siempre est�n a la espera de viajes con todos los gastos pagados; muchas de las discrepancias internas, "partidistas", se reducen a peleas entabladas alrededor de saber qui�n viajar� primero por la URSS, la China, etc.
La militancia dentro del partido stalinista criollo se reduce, casi siempre, a la adhesi�n, casi siempre formal, lograda a base de promesas y hasta de enga�os. Se ha perdido la idea de que el partido debe ser un equipo de combatientes que siempre est� en pie de combate y que nunca busca mejorar la situaci�n econ�mico-social de sus componentes.
El stalinismo ha abandonado el principio de la lucha de clases y no otra cosa significan las pol�ticas de �frente popular� y de �unidad nacional�, consignas de traici�n a los intereses nacionales y proletarios, porque significan la capitulaci�n ante el enemigo de clase, ante la burgues�a.
En Bolivia, el Partido Comunista no ha tenido y no tiene m�s preocupaci�n que ganarse la confianza de la rosca o de sus sirvientes y tambi�n del Movimiento Nacionalista Revolucionario.
Propone como forma gubernamental, para sustituir al movimientismo en el poder, la llamada amplia coalici�n democr�tica y de liberaci�n nacional.
Los llamados partidos "democr�ticos" (desde Falange Socialista Boliviana hasta el Movimiento Nacionalista Revolucionario o uno de sus sectores) no son m�s que diversas manifestaciones de los intereses de la reacci�n o del imperialismo.
El tan pregonado "frente de liberaci�n" no pasa de ser m�s que un bloque de los partidos derechistas, teniendo como adorno al stalinismo "obrerista".
El frentismo del Partido Comunista de Bolivia excluye al Partido Obrero Revolucionario de sus afanes y se limita a vivir la experiencia del compromiso con los sectores pro-rosqueros. La misma mec�nica de la pol�tica boliviana obliga muchas veces a estructurar un frente de izquierda ante la creciente prepotencia de la derecha; esta t�ctica no puede materializarse debido a la orientaci�n pro-rosquera del stalinismo.
En oposici�n, el Partido Obrero Revolucionario es el �nico que da respuesta revolucionaria al problema, en funci�n a los intereses nacionales y proletarios.
El gobierno obrero-campesino (dictadura del proletariado) -finalidad estrat�gica porista- importa la forma gubernamental de la mayor�a nacional al servicio del pais y que busca aplastar definitivamente a la reacci�n y a sus intereses econ�mico-pol�ticos.
En ninguna oportunidad, ni siquiera en sus etapas de moment�nea radicalizaci�n, el Partido Comunista de Bolivia no habla del gobierno obrero. Esta posici�n es l�gica si se considera que el stalinismo siente una profunda desconfianza acerca de la capacidad del proletariado. Para los pa�ses atrasados ha desarrollado la teor�a de la "revoluci�n democr�tico-burguesa", es decir, burguesa, y de la cooperaci�n con los partidos burgueses y peque�o-burgueses, en caso contrario no tendr�an significaci�n las consignas de "frente popular" y de "unidad nacional".
La historia de la marcha del stalinismo junto a la rosca es larga y tortuosa. Cuando Villarroel rechaz� las ofertas p�blicas de cooperaci�n hechas por el Partido de la Izquierda Revolucionaria, la organizaci�n stalinista del momento (existe al respecto una carta abierta suscrita por Jos� Antonio Arze), se dedic� a cantar endechas de amor a los partidos derechistas. La Uni�n Democr�tica Boliviana (UDB) y el Frente Democr�tico Antifascista (FDA) tuvieron como columna vertebral al stalinismo y constituyeron una maniobra al servicio directo de la rosca, estuvieron inspirados y dirigidos por la masoner�a internacional (expresi�n directa de los intereses antinacionales).
Las jornadas del 21 de julio de 1946 -consideradas en su proyecci�n hist�rica- constituyeron un golpe contra-revolucionario, que fue posible gracias al apoyo decidido que recibi� de parte del stalinismo.
El Partido de la Izquierda Revolucionaria logr� penetrar profundamente en los movimientos obrero y estudiantil-docente; abusando de tal ventaja llev� a las masas hacia las posiciones de la rosca, no otro sentido adquirieron los llamados "Comit�s Tripartitos", que tan en�rgicamente fueron combatidos por el trotskysmo.
Los bolivianos sabemos ya de los m�todos infames que utilizan los stalinistas desde el poder para combatir al movimiento revolucionario.
Durante la Junta de Gobierno que sigui� al 21 de julio y el llamado "gabinete de unidad nacional", bajo el gobierno Hertzog, el stalinismo estuvo a medias en el poder, claro que junto a los partidos de la rosca y a connotados masones.
Estos traficantes y traidores tambi�n cooperaron abiertamente con el imperialismo. Con ocasi�n de la segunda guerra mundial inter-imperialista, y fieles al viraje realizado por Stalin, desarrollaron la teor�a de que toda lucha de clases y toda huelga obrera estaban al servicio del nazismo y que conspiraban contra las "democracias", raz�n la que hab�a que descartarlas.
A partir de abril de 1952, el stalinismo (PCB) cooper� abierta y c�nicamente con el Movimiento Nacionalista Revolucionario, algunas veces con algunos de sus sectores, pretendiendo justificar su postura con el argumento de que el gobierno encabezado por V�ctor Paz y Juan Lechin era anti-imperialista y genuinamente revolucionario. Es obligado citar que el oficialismo utiliz� a los pigmeos del Partido Comunista de Bolivia para atacar a las posiciones revolucionarias del trotskysmo con mentiras y falsificaciones.
Cuando se trataba de fijar la posici�n de la Central Obrera Boliviana (reproduciendo lo que ya hab�a ocurrido con ocasi�n del debate alrededor de la estatizaci�n de las minas) frente al problema de la reforma agraria, la respectiva Ley a�n no hab�a sido dictada, el Partido Obrero Revolucionario logr� romper el frente movimientista y, contando con el apoyo de los delegados mineros que formalmente figuraban en las fila del MNR, reuni� una mayor�a de votos en favor de su tesis de la nacionalizaci�n de la tierra, sin indemnizaci�n alguna en favor de los latifundistas, y la entrega inmediata de las haciendas a las organizaciones campesinas en calidad de usufructo.
Se buscaba as� anular la maniobra movimientista de convertir a la mayor�a campesina en un conjunto de peque�os propietarios pr�speros, en tal medida que se viesen obligados a luchar contra el radicalismo y la combatividad del proletariado. Dem�s est� decir que el Partido Obrero Revolucionario se empe�aba en sentar las bases que permitiesen el futuro florecimiento del cooperativismo y de la granja colectiva en el agro.
Para sorpresa de todos, a las pocas horas de dictada la Ley de Reforma Agraria, que violentaba abiertamente las decisiones de la Central Obrera Boliviana, el bloque pecista, encabezado por Sergio Almaraz y Jos� Pereira, present� una resoluci�n indicando que la reforma agraria movimientista expresaba fielmente los intereses hist�ricos del campesinado y que en tal medida merec�a el apoyo de la Central Obrera Boliviana.
Los oradores stalinistas pidieron para los poristas, que se hab�an lanzado al campo a organizar la ocupaci�n de la tierra, la expulsi�n de la COB por ser agentes del imperialismo, esto desde el momento que combat�an contra el gobierno de Paz Estenssoro y de Lechin, paladines, seg�n los presuntos comunistas, del anti-imperialismo y de la liberaci�n nacional. En el campo sindical muchas de las iniquidades movimientistas han prosperado gracias a la criminal complicidad de los stalinistas.
El Partido Comunista de Bolivia no solamente ha servido a los partidos rosqueros cl�sicos y al Movimiento Nacionalista Revolucionario, sino que tambi�n ha reptado a los pies del fascismo. Son p�blicos sus esfuerzos por concluir acuerdos pol�ticos con Falange Socialista Boliviana, y en los planos estudiantil y universitario esa t�ctica ha acelerado el desplazamiento de esos sectores sociales hacia las posiciones de la extrema derecha.
La postura m�s cursi del Partido Comunista de Bolivia consiste, precisamente, en su apoyo a la candidatura presidencia del bur�crata Juan Lechin.
Parte del partido stalinista y algunos comandos regionales no hacen m�s tarea que la de prestar servicios de agentes electorales a un individuo que no ha tenido el menor reparo en ir a Formosa para besar las manos del carnicero y agente imperialista Chang Kai-Shek.
Al lector no le extra�ar�n estas informaciones, pues �l sabe que ya en las elecciones generales de 1960, el Partido Comunista de Bolivia proclam� como a sus candidatos (es decir que los declar� identificados con su programa) a V�ctor Paz Estenssoro y Juan Lechin Oquendo, lo que significa que ayudaron a triunfar a dos descarados agentes del imperialismo y enemigos encubiertos de la clase obrera.
El Partido Comunista de Bolivia grita furiosamente su adhesi�n a Lechin, al que califica de futuro Fidel Castro, mientras el homenajeado no se cansa de hacer protestas de su rabioso anti-comunismo.
En lo sindicatos, los bur�cratas del Partido Comunista de Bolivia sirven incondicionalmente al lechinismo, que toma para s� la tarea sucia de defender a los ladrones confesos de los dineros sindicales.
En el campo sindical, el Partido Comunista de Bolivia pretende subordinar a las organizaciones laborales a su pol�tica contrarrevolucionaria y pro-oficialista. Han salido de sus filas equipos de bur�cratas que se han colocado al servicio del Movimiento Nacionalista Revolucionario.
Los hechos y no simplemente consideraciones te�ricas, vienen a demostrar que los stalinistas carecen de ideas y de moral intachable en la pr�ctica sindical y que se limitan a explotar econ�micamente a las organizaciones proletarias. No se trata de un error de tal o cual dirigente pecista, sino de una norma de actuaci�n diaria de los bur�cratas.
En Cochabamba, el dirigente sindical Mara��n (de la f�brica "Manato") ha ido a parar a la c�rcel porque se la comprobado el robo de los dineros de la organizaci�n laboral y solamente entonces, cuando el malandr�n estaba en la c�rcel p�blica, el Partido "Comunista" de Bolivia se ha visto obligado a expulsarlo de sus filas, aunque sin romper con �l toda vinculaci�n.
Seguramente lo m�s escandaloso en este terreno ha sido el desfalco de cerca de cuatrocientos millones de bolivianos del Sindicato minero de Siglo XX. Esta vez los protagonistas del robo son nada menos que los capos del Partido Comunista de Bolivia Irineo Pimentel y Federico Esc�bar.
Los documentos de la auditor�a no dicen nada acerca de los descomunales negociados que, a la sombra de la organizaci�n sindical, consuman diariamente esos delincuentes.
Las comisiones obreras han actuado con excesiva delicadeza y hasta t�midamente (semejante sinverg�enzura y vocaci�n de delincuencia asusta a cualquiera), pues no se han atrevido a buscar la verdad de la venta de ropa usada, de m�quinas de coser, etc. El robo de cuatrocientos millones de bolivianos se refiere �nicamente al manejo de las cuotas sindicales y este rubro es el de menor consideraci�n en el Sindicato de Siglo XX.
La Corporaci�n Minera de Bolivia act�a como Banco abierto de los bur�cratas sindicales corruptos y les proporciona ingentes sumas de dinero a condici�n de que traicionen los intereses de Ia masa de trabajadores.
Los bur�cratas no se toman la molestia de informar a las bases acerca de la forma c�mo manejan los dineros y los intereses sindicales. En el oficina de Catavi se encuentra el comprobante de caja n�mero 313 que textualmente dice:
10.300.000.- Federico Esc�bar Zapata.
"Por entrega diferencia resultante de venta de fideos en pulper�as Miraflores y Socav�n Pati�o, entregado al se�or Federico Esc�bar.
"Convenio aceptado por ingeniero Alberto Tapia.
�Noviembre de 1962�.
�Qu� destino se dio a estos diez millones de bolivianos? Cu�nta raz�n tuvimos al denunciar el control obrero individual ha sido totalmente prostituido, que ha dejado de defender los intereses de las bases y que se ha convertido en un simple comerciante.
Entre el proletariado y el stalinismo media todo un r�o de sangre.
La burocracia que dirige al Partido Comunista de Bolivia no solamente se dedica a robar dineros sindicales, sino que no dubita en recurrir a la violencia contra los trabajadores, todo para servir mejor a la contrarrevoluci�n.
Nadie olvidar la masacre de los mineros de Potos�, ocurrida el 28 de enero de 1947.
En esos luctuosos acontecimientos fueron asesinados cientos de trabajadores del subsuelo en sus propias viviendas.
Los h�roes de esas jornadas sangrientas son Abelardo Villalpando y Gualberto Pedrazas, dirigentes y te�ricos del ya famoso Partido Comunista de Bolivia. Los asesinos han viajado varias veces a los "pa�ses socialistas" y han sido objeto de numerosas distinciones por parte del Kremlin y del stalinismo internacional.
El Cuarto Congreso Minero, reunido el Colquiri en el mes de junio de 1947, repudi� la conducta criminal del stalinismo, habiendo aprobado la siguiente resoluci�n:
"El IV Congreso Nacional de los Trabajadores Mineros de Bolivia,
"O�da la informaci�n de los delegados de los sindicatos mineros de Potos�,
"Declara culpables de la masacre minera del 28-29 de enero del a�o 1947, al ex-Prefecto del Departamento de Potos� Abelardo Villalpando, al ex-Jefe de Polic�a de Potos�, Gualberto Pedraza, al ex-Jefe de Tr�nsito, Gualberto Moncayo y a V�ctor Sanjin�s, todos militantes del Partido de la Izquierda Revolucionaria". (Actas del Congreso).
Se necesita mucho cinismo para que un partido de antecedentes tan funestos se siga reclamando del proletariado y del marxleninismo.
Es f�cil comprender por qu� la crisis del Movimiento Nacionalista Revolucionario se viene traduciendo en una profunda quiebra del stalinismo. Los lacayos siguen la suerte del amo.
El Partido Comunista de Bolivia es parte de la burocracia sindical, que vive en los intersticios de las entidades estatales y del mismo aparato gubernamental.
La forma c�mo operan el Partido Comunista de Bolivia y el gobierno ha quedado al desnudo en el �ltimo conflicto de Siglo XX-Catavi.
La Corporaci�n Minera de Bolivia ten�a proyectado, desde hace alg�n tiempo, imponer en las minas nacionalizadas y particularmente en la empresa Catavi, una serie de medidas que permitiesen la disminuci�n de los costos de producci�n por medio de la acentuaci�n del estado de miseria de la familia proletaria (reducci�n del personal, supresi�n del trabajo extraordinario y del actual sistema de bonos, disciplina de cuartel en los lugares de trabajo, destrucci�n del control obrero, etc.) y solamente esperaba una oportunidad propia para materializarlas.
Pimentel abre el camino a Guillermo Bedregal al declarar, por su sola iniciativa a espaldas de los trabajadores, una absurda huelga de una secci�n del interior mina de Siglo XX, bajo el pretexto de presionar a la empresa a proceder a la inmediata recategorizaci�n del personal. La huelga fue vergonzosamente suspendida y la COMIBOL se apresur� en imponer su plan t�picamente anti-obrero. La derrota ha favorecido �nicamente al desgobierno movimientista.
La Paz, agosto de 1963.