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Escrito: Antes del 28 de septiembre (11 de octubre) de 1914.
Primera publicación: En el idioma ruso el 1 de noviembre de 1914 en el n�m. 33 de Sotsial-Demokrat.
Fuente: V. I. Lenin, Sobre el Internacionalismo Proletario, Editorial Progreso, 1975, p�ginas 86-94.
Transcripci�n: Alberto M., noviembre de 2008.
Esta edición: Marxists Internet Archive, noviembre de 2008.
La guerra europea, preparada durante decenios por los gobiernos y los partidos burgueses de todos los pa�ses, se ha desencadenado. El aumento de los armamentos, la exacerbaci�n extrema de la lucha por los mercados en la �poca de la nov�sima fase, la fase imperialista, de desarrollo del capitalismo en los pa�ses avanzados y los intereses din�sticos de las monarqu�as mas atrasadas, las de Europa Oriental, deb�an conducir inevitablemente y han conducido a esta guerra. Anexionar tierras y sojuzgar naciones extranjeras, arruinar a la naci�n competidora, saquear sus riquezas, desviar la atenci�n de las masas trabajadoras de las crisis pol�ticas internas de Rusia, Alemania, Inglaterra y dem�s pa�ses, desunir y embaucar a los obreros con la propaganda nacionalista y exterminar su vanguardia a fin de debilitar el movimiento revolucionario del proletariado: he ah� el �nico contenido real, el significado y el sentido de la guerra presente.
A la socialdemocracia le incumbe, ante todo, el deber de poner al descubierto este verdadero significado de la guerra y denunciar implacablemente la mentira, los sofismas y las frases �patri�ticas� propagandas por las clases dominantes, por los terratenientes y la burgues�a en defensa de la guerra.
A la cabeza de un grupo de naciones beligerantes se halla la burgues�a alemana, que enga�a a la clase obrera y a las masas trabajadoras, asegur�ndoles que hacen la guerra en aras de la defensa de la Patria, de la libertad y de la cultura, en aras de la emancipaci�n de los pueblos oprimidos por el zarismo, en aras del derrocamiento del zarismo reaccionario. Pero en realidad, precisamente esta burgues�a, servil lacayo de los junkers prusianos encabezados por Guillermo II, fue siempre la m�s fiel aliada del zarismo y enemiga del movimiento revolucionario de los obreros y campesinos de Rusia. En realidad, esta burgues�a, juntamente con los junkers, orientar� todos sus esfuerzos, cualquiera que sea el desenlace de la guerra, a sostener la monarqu�a zarista contra la revoluci�n en Rusia.
En realidad, la burgues�a alemana ha emprendido una campa�a de rapi�a contra Servia, con el deseo de sojuzgar este pa�s y sofocar la revoluci�n nacional de los eslavos del Sur, dirigiendo a la par el grueso de sus fuerzas militares contra pa�ses m�s libres, B�lgica y Francia, a fin de despojar a un competidor m�s rico. Al difundir la fabula de una guerra defensiva por su parte, la burgues�a alemana ha elegido, en realidad, el momento m�s propicio, desde su punto de vista, para hacer la guerra, aprovech�ndose de sus �ltimos perfeccionamientos en la t�cnica militar y adelant�ndose a los nuevos armamentos, ya proyectados y predeterminados por Rusia y Francia.
A la cabeza del otro grupo de naciones beligerantes se encuentra la burgues�a inglesa y francesa, que enga�a a la clase obrera y a las masas trabajadoras asegur�ndoles que sostienen la guerra por la Patria, la libertad y la cultura contra el militarismo y el despotismo de Alemania. Mas en realidad, esta burgues�a, con sus miles de millones, ha contratado y preparado hace ya tiempo para el ataque contra Alemania a las tropas del zarismo ruso, la monarqu�a m�s reaccionaria y b�rbara de Europa.
En realidad m la lucha de la burgues�a inglesa y francesa tiene por objetivo apoderarse de las colonias alemanas y arruinar a la naci�n competidora, que se destaca por un desarrollo econ�mico m�s r�pido. Y para este noble fin, las naciones �avanzadas� y �democr�ticas� ayudan al zarismo salvaje a oprimir m�s aun a Polonia, a Ucrania, etc., a sofocar con mayor violencia todav�a la revoluci�n en Rusia.
Ambos grupos de los pa�ses beligerantes no ceden en nada el uno al otro en lo que se refiere a los interminables saqueos, ferocidades y crueldades de la guerra. Mas para embaucar al proletariado y distraer su atenci�n de la �nica guerra verdaderamente emancipadora, es decir, de la guerra civil contra la burgues�a, tanto de su �propio� pa�s como de los �ajenos�, para este fin elevado, la burgues�a de cada pa�s se esfuerza, con frases mendaces acerca del patriotismo, por enaltecer el significado de �su� guerra nacional y por asegurar que aspira a vencer al adversario no en aras del saqueo y las conquistas territoriales, sino en aras de la �emancipaci�n� de todos los dem�s pueblos, salvo el suyo propio.
Pero cuanto mayor es el celo con que los gobiernos y la burgues�a de todos los pa�ses tratan de dividir a los obreros y de azuzarlos a unos contra otros, cuanto mayor es la ferocidad con que se aplica para este elevado fin el sistema del estado de guerra y de la censura militar (que incluso ahora, durante la guerra, persigue al enemigo �interior� mucho m�s que al exterior), mas imperioso es el deber del proletariado consciente de salvaguardar su cohesi�n de clase, su internacionalismo, sus convicciones socialistas frente al de todo los pa�ses. Renunciar a esta tarea equivaldr�a, por parte de los obreros conscientes, a renunciar a todas sus aspiraciones emancipadoras y democr�ticas, sin hablar ya de las aspiraciones socialistas.
Es preciso constatar con un sentimiento de profund�sima amargura que los partidos socialistas de los principales pa�ses europeos no han cumplido esa tarea suya, y que la conducta de los jefes de dichos partidos �en part�culas del alem�n- linda con la franca traici�n a la causa del socialismo. En el momento de la mayor trascendencia hist�rica de la II Internacional Socialista (1899-1914), tratan de suplantar el socialismo por el nacionalismo. Gracias a su conducta, los partidos obreros de estos pa�ses no se han opuesto a la criminal conducta de sus gobiernos, sino que han llamado a la clase obrera a fundir su posici�n con la de los gobiernos imperialistas. Los jefes de la Internacional han cometido una traici�n contra el socialismo al votar los cr�ditos de guerra al repetir las consignas chovinistas (�patri�ticas�) de la burgues�a de �sus� pa�ses, al justificar y defender la guerra, al entrar en los ministerios burgueses de los pa�ses beligerantes, etc., etc. Los jefes socialistas m�s influyentes y los �rganos m�s influyentes de la prensa socialista de la Europa contempor�nea adoptan un punto de vista burgu�s chovinista y liberal que nada tiene que ver con el punto de vista socialista. La responsabilidad de esta deshonra del socialismo recae, ante todo, sobre los socialdem�cratas alemanes, cuyo partido era el m�s fuerte e influyente de la II Internacional. Pero tampoco se puede justificar a los socialistas franceses, que aceptan carteras ministeriales en el gobierno de esa misma burgues�a que traiciono a su Patria y se ali� con Bismarck para aplastar a la Comuna.
Los socialdem�cratas alemanes y austriacos tratan de justificar su apoyo a la guerra con el pretexto de que as� luchan contra el zarismo ruso. Nosotros, los socialdem�cratas rusos, declaramos que consideramos puro sofisma semejante justificaci�n. En los �ltimos a�os, el movimiento revolucionario contra el zarismo hab�a vuelto a adquirir en nuestro pa�s enormes proporciones. A la cabeza de ese movimiento ha marchado todo el tiempo la clase obrera de Rusia. Las huelgas pol�ticas de estos �ltimos a�os, en las que hab�an participado millones de trabajadores, se hac�an bajo la consigna del derrocamiento del zarismo y la reivindicaci�n de una rep�blica democr�tica. En las v�speras mismas de la guerra, Poincar�, Presidente de la Rep�blica Francesa, Pudo ver en las calles de Petersburgo, en el curso de su visita a Nicol�s II, las barricadas levantadas por los obreros rusos. Ning�n sacrificio deten�a al proletariado de Rusia en su obra encaminada a liberar a toda la humanidad de la ignominia que representa la monarqu�a zarista. Pero debemos decir que si algo puede aplazar, en ciertas condiciones, el hundimiento del zarismo en la lucha contra toda la democracia de Rusia, es precisamente la guerra actual, que ha puesto al servicio de los fines reaccionarios del zarismo la bolsa de oro de la burgues�a inglesa, francesa y rusa. Y si algo puede dificultar la lucha revolucionaria de la clase obrera de Rusia contra el zarismo, es precisamente la conducta de los jedes de la socialdemocracia alemana y austriaca, que no cesa de sernos presentada como ejemplo por la prensa chovinista de Rusia.
Incluso si se admite que la escasez de fuerzas de la socialdemocracia alemana era tan grande que pod�a obligarla a renunciar a toda acci�n revolucionaria, incluso en tal caso no hubiera debido incorporarse al campo chovinista, no hubiera debido dar pasos que han permitido a los socialistas italianos declarar con raz�n que los jefes de los socialdem�cratas alemanes deshonran la bandera de la internacional proletaria.
Nuestro partido, el Partido Obrero Socialdem�crata de Rusia, ha sufrido ya y seguir� sufriendo aun enormes p�rdidas con motivo de la guerra. Toda nuestra prensa obrera legal ha sido destruida. La mayor�a de los sindicatos han sido clausurados, numerosos camaradas nuestros han sido encarcelados y deportados. Pero nuestra representaci�n parlamentaria �la minor�a del Partido Obrero Socialdem�crata de Rusia en la Duma de Estado- considero un incondicional deber socialista no botar los cr�ditos de guerra e incluso abandonar la sala de sesiones de la Duma para expresar m�s en�rgicamente aun su protesta; considero un deber estigmatizar la pol�tica de los gobiernos europeos como pol�tica imperialista. Y, a pesar de la opresi�n decuplicada del gobierno zarista, los obreros socialdem�cratas de Rusia publican ya las primeras proclamas clandestinas contra la guerra, cumpliendo as� su deber ante la democracia y la Internacional.
Si los representantes de la socialdemocracia revolucionaria, personificados por la minor�a de los socialdem�cratas alemanes y por los mejores socialdem�cratas de los pa�ses neutrales, experimentan el m�s punzante sentimiento de verg�enza con motivo de esta bancarrota de la II internacional; si se oyen voces de socialistas en Inglaterra y en Francia contra el chovinismo de la mayor�a de los partidos socialdem�cratas; si los oportunistas, personificados, a t�tulo de ejemplo, por los Cuadernos Mensuales Socialistas (�Sozialitische Monatshedfte�) alemanes, que ocupan desde hace mucho tiempo una posici�n nacional-liberal, celebran muy leg�timamente su victoria sobre el socialismo europeo, quien m�s flaco servicio presta al proletariado son las gentes que (como el �centro� del Partido Socialdem�crata Alem�n) vacilan entre el oportunismo y la socialdemocracia revolucionaria y procuran silenciar o encubrir con frases diplom�ticas la bancarrota de la II Internacional.
Es preciso, por el contrario, reconocer abiertamente esta bancarrota y comprender sus causas, a fin de poder edificar una nueva agrupaci�n socialista, m�s firme, de los obreros de todos los pa�ses.
Los oportunistas han hecho fracasar los acuerdos de los Congresos de Stutgart, Copenhague y Basilea, que obligaban a los socialistas de todos los pa�ses a luchar contra el chovinismo, cualesquiera que fuesen las condiciones, que obligaban a los socialistas a responder a toda guerra iniciada por la burgues�a y los gobiernos con la predica redoblada de la guerra civil y de la revoluci�n social. La bancarrota de la II internacional es la bancarrota del oportunismo, que se ha desarrollado sobre la base de las particularidades de la �poca hist�rica pasada (la llamada �poca �pacifica�) y ha obtenido durante los �ltimos a�os un predominio efectivo en la Internacional. Los oportunistas ven�an preparando hace ya tiempo esta bancarrota, al negar la revoluci�n socialista y sustituirla por el reformismo burgu�s; al negar la lucha de clases y su indispensable transformaci�n, en determinados momentos, en guerra civil y al propugnar la colaboraci�n de clases; al preconizar el chovinismo burgu�s bajo el nombre de patriotismo y de defensa de la Patria y al pasar por alto o negar la verdad fundamental del socialismo expuesta ya en el Manifiesto Comunista, seg�n la cual los obreros no tienen Patria; al limitarse en la lucha contra el militarismo al punto de vista sentimental filisteo, en lugar de reconocer la necesidad de la guerra revolucionaria de los proletarios de todos los pa�ses contra la burgues�a de todos los pa�ses; al convertir la utilizaci�n ineludible del parlamentarismo burgu�s y de la legalidad burguesa en un fetichismo de esa legalidad y en el olvido de la necesidad obligatoria de las formas ilegales de organizaci�n y agitaci�n en las �pocas de crisis. El Complemento natural del oportunismo, la corriente anarcosindicalista �concepci�n igualmente burguesa y hostil al punto de vista proletario, es decir marxista-, se ha manifestado no menos ignominiosamente por una repetici�n fatua de las consignas del chovinismo durante la presente crisis.
En los momentos actuales es imposible cumplir las tareas del socialismo, es imposible conseguir la verdadera agrupaci�n internacional de los obreros sin romper decididamente con el oportunismo y explicar a las masas la inevitabilidad del fracaso de este.
La tarea de los socialdem�cratas de cada pa�s debe consistir, ante todo, en luchar contra el chovinismo en su propio pa�s. En Rusia, este chovinismo se ha adue�ado por completo del liberalismo burgu�s (los dem�cratas constitucionalistas) y de parte de los populistas, incluyendo a los socialistas revolucionarios y a los socialdem�cratas �de derecha�. (Es imprescindible, sobre todo, estigmatizar las declaraciones chovinistas, por ejemplo, de E. Smirnov, P. M�slov y J. Plej�nov, recogidas y utilizadas ampliamente por la prensa �patri�tica� burguesa)
En la situaci�n actual es imposible determinar, desde el punto de vista del proletariado internacional, la derrota de cu�l de los dos grupos de naciones beligerantes constituir�a el mal menor para el socialismo. Pero para nosotros, socialdem�cratas rusos, no puede caber duda alguna de que, desde el punto de vista de la clase obrera y de las masas trabajadoras de todos los pueblos de Rusia, el mal menor seria la derrota de la monarqu�a zarista, el gobierno m�s reaccionario y b�rbaro que oprime a un mayor n�mero de naciones y a una mayor masa de poblaci�n de Europa y de Asia.
La consigna pol�tica inmediata de los socialdem�cratas de Europa debe ser la formaci�n de los Estados Unidos republicanos de Europa; pero a diferencia de la burgues�a, que est� dispuesta a �prometer� cuanto se quiera con tal de arrastrar al proletariado a la corriente general del chovinismo, los socialdem�cratas habr�n de poner al descubierto toda la falsedad e inconsistencia de esta consigna sino son derrocadas por la revoluci�n las monarqu�as alemana, austriaca y rusa.
En Rusia, las tareas de los socialdem�cratas, en virtud del mayor atraso de este pa�s, que no ha llevado aun a termino su revoluci�n burguesa, deben ser, lo mismo que antes, las tres condiciones fundamentales de la trasformaci�n democr�tica consecuente: rep�blica democr�tica (con plena igualdad de derechos y autodeterminaci�n de todas las naciones), confiscaci�n de las tierras de los terratenientes y jornada de ocho horas. Pero en todos los pa�ses avanzados, la guerra pone al orden del d�a la consigna de la revoluci�n socialista, que se hace tanto m�s urgente cuanto m�s pesen sobre los hombros del proletariado las cargas de la guerra, cuanto m�s activo haya de ser su papel en la reconstrucci�n de Europa despu�s de los horrores de la barbarie �patri�tica� contempor�nea, dados los gigantescos progresos t�cnicos del capitalismo. La utilizaci�n por la burgues�a de las leyes de tiempos de guerra para amordazar por completo al proletariado plantea ante este la tarea indiscutible de crear formas ilegales de agitaci�n y de organizaci�n. Pueden los oportunistas �conservar� las organizaciones legales a costa de la traici�n a sus convicciones; los socialdem�cratas revolucionarios utilizaran los h�bitos de organizaci�n y los v�nculos de la clase obrera para crear formas ilegales de lucha por el socialismo, correspondientes a la �poca de crisis, y unir estrechamente a los obreros, no con la burgues�a chovinista de su pa�s, sino con los obreros de todos los pa�ses. La internacional proletaria no ha perecido ni perecer�. Las masas obreras crearan la nueva Internacional por encima de todos los obst�culos. El actual triunfo del oportunismo es ef�mero. Cuanto mayor sea el n�mero de victimas causadas por la guerra, m�s clara aparecer� ante las masas obreras la traici�n a la causa obrera cometida por los oportunistas y la necesidad de volver las armas contra los gobiernos y la burgues�a de cada pa�s.
La transformaci�n de la actual guerra imperialista en guerra civil es la �nica consigna proletaria justa, indicada por la experiencia de la Comuna, se�alada por la resoluci�n de Basilea (1912) y derivada de todas las condiciones de la guerra imperialista entre los pa�ses burgueses altamente desarrollados. Por muy grandes que parezcan las dificultades de semejante transformaci�n en uno u otro momento los socialistas jam�s renunciar�n a efectuar un trabajo preparatorio sistem�tico, perseverante y continuo en esta direcci�n, ya que la guerra es un hecho.
Solo siguiendo esta v�a podr� librarse el proletariado de su dependencia de la burgues�a chovinista y dar, en una u otra forma y con mayor o menor rapidez, los pasos decisivos hacia la verdadera libertad de los pueblos y hacia el socialismo.
�Viva la fraternidad internacional de los obreros contra el chovinismo y el patriotismo de la burgues�a de todos los pa�ses!
�Viva la Internacional proletaria depurada del oportunismo! Escrito Publicado Informaci�n bibliogr�fica �