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V. I. Lenin


El llamado problema de los mercados

 



Escrito: en el oto�o de 1893.
Primera publicación:  En  el 7 de noviembre de 1937, en la revista Bolshevik, n�m. 21.
Fuente del texto: V. I. Lenin, Obras completas, Editorial Cartago, Buenos Aires; 2da edici�n corregida y aumentada, 1969, tomo I.
Preparado para el MIA: Digitalizaci�n: Julio Rodr�guez; HTML: Juan Fajardo.
Esta edici�n: Marxists Internet Archive, enero 2013.


 

 

 

 

 

I

 

Puede el capitalismo desarrollarse, y desarrollarse plenamente, aqu�, en Rusia, donde la masa del pueblo es pobre y contin�a empobreci�ndose cada vez m�s? En efecto, para el desarrollo del capitalismo hace falta un amplio mercado interno, en tanto que la ruina del campesinado mina dicho mercado, amenaza con cerrarlo por completo y hace imposible la organizaci�n de formas capitalistas. Se dice, es verdad, que al trasformar la econom�a natural de nuestros productores directos en una econom�a mercantil, el capitalismo crea su propio mercado, �pero podemos admitir siquiera la idea de que sobre los m�seros restos de la econom�a natural de nuestros indigentes campesinos pueda desarrollarse aqu� una producci�n capitalista tan potente como la que vemos en Occidente? �No resulta claro, acaso, que el solo empobrecimiento de las masas hace que el capitalismo en nuestro pa�s sea de por s� algo impotente y carente de fundamentos e incapaz de abarcar toda la producci�n del pa�s y convertirse en la base de nuestra econom�a social?

Tales son los problemas que a menudo se plantean en nuestras publicaciones en oposici�n a los marxistas rusos; la idea de la ausencia de mercado es uno de los principales argumentos que suelen esgrimirse contra la posibilidad de aplicar la teor�a de Marx en Rusia. A la refu-taci�n de este argumento, entre otros, est� dedicado el trabajo El problema de los mercados, cuyo contenido pasaremos a analizar.

 

 

 

II

La hip�tesis del �dominio general y exclusivo de la producci�n capitalista� sirve al informan-te de premisa fundamental. A partir de esta premisa expone el contenido del cap�tulo XXI del tomo II de El capital (Secci�n 3 - Reproducci�n y circulaci�n del capital social en su conjunto).

Marx se plantea aqu� la tarea de investigar de qu� modo la producci�n social repone la parte del producto que sirve para satisfacer las necesidades personales de los obreros y de los capitalistas, y la que sirve para formar los elementos del capital productivo. Por esta raz�n, si en el tomo I, al investigar la producci�n v reproducci�n del capital individual, era posible limitarse al an�lisis de las partes integrantes del capital y del producto seg�n su valor -[el valor del producto, tal como se muestra en el primer tomo de El capital, se compone de: c (capital constante) + v (capital variable) + p (plusval�a)]-, aqu� ya resulta necesario tomar en consideraci�n la divisi�n del producto seg�n su composici�n material, pues la parte del producto que se compone de los elementos del capital no puede servir para el consumo personal, y viceversa. Por ello Marx divide toda la producci�n social -y en consecuencia, todo el producto social-, en dos sectores: I) producci�n de medios de producci�n, o sea, de ele-mentos del capital productivo -de mercanc�as destinadas �nicamente al consumo productivo-, y II) producci�n de medios de consumo, o sea, de mercanc�as destinadas al consumo personal de la clase de los obreros y de la clase de los capitalistas.

Como base para esta investigaci�n se toma el siguiente esquema [las cifras ar�bigas indican las unidades de valor �millones de rublos, por ejemplo- y las romanas, los sectores antes mencionados de la producci�n social. La norma de la plusval�a se fija en el 100 por ciento]:

I 4000 c + 1000 v + 1000 p = 6000 {Capital = 7500}

II 2000 c + 500 v + 500 p = 3000 {Producto = 9000}

Supongamos, para empezar, que se trata de una reproducci�n simple, es decir, admitamos que la producci�n no se ampl�a, sino que se mantiene constantemente en la misma escala; ello significa que los capitalistas utilizan todo el sobrevalor[1] en forma improductiva, que lo invierten en necesidades personales y no para la acumulaci�n. En tales condiciones resulta evidente, primero, que II 500 v y II 500 p deben ser consumidos por los capitalistas y los obreros de ese mismo sector II, pues dicho producto existe en forma de medios de consumo, destinados a la satisfacci�n de las necesidades perso-nales. Luego, I 4000 c en su forma natural deben ser consumidos por los capitalistas de ese mismo sector I, pues la condici�n de invariabilidad de la escala de la producci�n exige la conservaci�n, para el a�o siguiente, del mismo capital para la producci�n de medios de producci�n; por consiguiente, la reposici�n de esta parte del capital tampoco representa dificultad alguna: la parte correspondiente del producto, que existe en forma natural de carb�n, hierro, m�quinas, etc., ser� intercambiada entre los capitalistas que se ocupan de la producci�n de medios de producci�n, y les servir�, como antes, de capital constante. Quedan de este modo I (v + p) y II c. I 1000 v + I 1000 p constituyen el producto que existe en forma de medios de producci�n, y II 2000 c es el producto en forma de medios de consumo. Los obreros y los capitalistas del sector I (en las condiciones de la reproducci�n simple, o sea, del consumo �ntegro del sobrevalor) deben consumir medios de consumo por valor de 2000 [1000 (v) +1000 (p)]. Los capitalistas del sector II, para poder continuar la producci�n en la escala anterior, tienen que adquirir medios de producci�n por valor de 2000 a fin de reponer su capital constante (2000 II c). De aqu� resulta claro que I v + I p deben ser cambiados por II c, porque de otro modo no ser� posible la producci�n en la escala anterior. La condici�n para la reproducci�n simple es la igualdad entre la suma del capital variable y del sobrevalor del sector I, y el capital constante del sector II: I (v + p) = II c. En otras palabras, se puede formular esta ley as�: la suma de toda el valor nuevamente producido en el trascurso del a�o (en ambos sectores) tiene que ser igual al valor global del producto existente en forma de medios de consumo: I (v + p) + II (v + p) = II (c + v + p)

En la realidad, se sobrentiende, no puede haber reproducci�n simple, porque la producci�n de toda la sociedad no puede permanecer a�o tras a�o en la escala anterior, y porque la acumu-laci�n es la ley del r�gimen capitalista. Examinemos, pues, c�mo se efect�a la producci�n social en escala ampliada, o sea, la acumulaci�n. En �sta, s�lo una parte del sobrevalor es consumida por los capitalistas para sus necesidades personales; la otra parte, en cambio, se invierte productivamente, es decir, se trasforma c-n elementos del capital productivo para ampliar la producci�n. Por ello, en la acumulaci�n la igualdad entre I (v + p) y II c es imposible: es indispensable que I (v + p) sea mayor que II c para que una parte del sobrevalor del sector I (I p) no sea cambiada por medios de consumo, sino que sirva para ampliar la producci�n. As� tenemos:

A. Esquema de la reproducci�n simple:

I 4000 c + 1000 v + 1000 p = 6000

II 2000 c + 500 v + 500 p = 3000

                I (v + p) = II c.

B. Esquema- inicial de la acumulaci�n:

I 4000 c + 1000 v + 1000 p = 6000

II 1500 c + 750 v + 750 p = 3000

                I (v + p) > II c.

Veamos ahora c�mo debe desenvolverse la producci�n social en las condiciones de la acumulaci�n.

Primer a�o.

    I 4000 c + 1000 v + 1000 p = 6000 {Capital = 7.250 }

    II 1500 c + 750 v + 750 p = 3000 {Producto = 9.000}

    I (1000 v + 500 p) se cambia por II 1500 c (igual que en la reproducci�n simple).

    I 500 p se acumulan, es decir, se destinan a ampliar la producci�n, y transform�ndose en capital. Si aceptamos la anterior proporci�n de capital constante y capital variable tendremos:

                   I 500 p = 400 c + 100 v.

El capital constante adicional (400 c) est� contenido en el mismo producto I (su forma natural son los medios de producci�n), en tanto que el capital variable adicional (100 v) debe ser obtenido de los capitalistas del se�or II, los cuales, por consiguiente, tienen que acumular a su vez: cambian parte de su sobrevalor (II 100 p) por medios de producci�n (I 100 v) y convier-ten estos medios de producci�n en capital constante adicional. En consecuencia, su capital constante aumentar� de 1500 c a 1600 c; para ponerlo en acci�n es indispensable una fuerza de trabajo suplementaria, 50 v, que se extrae, a su vez, del sobrevalor de los capitalistas del sector II.

Si agregamos el capital adicional de los sectores I y II al capital inicial, obtendremos la siguiente distribuci�n del producto:

            I 4400 c + 1100 v + (500 p) = 6000

            II 1600 c + 800 v + (600 p) = 3000

El sobrevalor que figura entre par�ntesis representa el fondo de consumo de los capitalistas, o sea, la parte de sobrevalor destinada, no a la acumulaci�n, sino a las necesidades personales de los capitalistas.

Si la producci�n sigue realiz�ndose como antes, obtendremos para el fin de a�o:

        I 4400 c + 1100 v + 1100 p = 6600 {Capital = 7900 }

        II 1600 c + 800 v + 800 p = 3200 {Producto = 9800 }

I (1100 v + 550 p) se cambian por II 1650 c, tom�ndose los 50 c adicionales de II 800 p [es de notar, que el aumento de c en 50 ocasiona el aumento de v en 25].

Luego, 550 I p se acumulan como antes:

                550 I p = 440 c + 110 v

                                       

               165 II p = 110 c + 55 v.

Si ahora se agrega al capital inicial el adicional [a I 4400 c agregamos 440 c; al I 1100 v los 110 v; al II 1600 c y los110 c; y al II 800 v los 25 v; y los 55 v], obtendremos:

            I 4840 c + 1210 v + (550 p) = 6600

            II 1760 c + 880 v + (560 p) = 3200

Con el subsiguiente movimiento de la producci�n, tendremos:

            I 4840 c + 1210 v + 1210 p = 7260 {Capital = 8.690 }

            II 1760 c + 880 v + 880 p = 3520 {Producto = 10.780 }

y as� sucesivamente.

He aqu�, en sus rasgos esenciales, los resultados de las investigaciones de Marx sobre la reproducci�n del capital social en conjunto. Estos estudios (fuerza es confesarlo) est�n expuestos aqu� en su forma m�s sucinta: se han omitido muchas cosas analizadas de modo minucioso por Marx, tales como, por ejemplo, la circulaci�n monetaria, la reposici�n del capital b�sico que se desgasta poco a poco, etc., pues todo ello no tiene relaci�n directa con el problema que se examina.

 

 

 

III

 

�Cu�les son, entonces, las conclusiones que el informante extrae de estas investigaciones de Marx? Por desgracia no formula sus conclusiones de manera completamente precisa y definida, por lo cual debemos extraer nuestras propias deducciones gui�ndonos por algunas observaciones que no armonizan del todo entre s�.

Por ejemplo, leemos:

�Acabamos de ver -manifiesta el autor- de qu� modo se efect�a la acumulaci�n, en el sector I, o sea, en la producci�n de medios de producci�n para los medios de producci�n [...] esta acumulaci�n se realiza independientemente, tanto del movimiento de la producci�n de art�culos de consumo, como del propio consumo personal, sea de quien fuere� (hoja 15/3).

En efecto, no es posible hablar de �independencia� de la acumulaci�n respecto de la producci�n de art�culos de consumo, aunque s�lo fuere porque para la ampliaci�n de la producci�n hace falta un nuevo capital variable y, por consiguiente, tambi�n art�culos de consumo; es probable que con lo expresado, el autor haya querido simplemente subrayar la particularidad del esquema que consiste en que la reproducci�n de I c, capital constante del sector I, se realiza sin intercambios con el sector II, o sea, que en la sociedad se elabora anualmente, digamos, determinada cantidad de carb�n para la extracci�n de carb�n. Se sobrentiende que esta producci�n (de carb�n para la extracci�n de carb�n) se relacionar�, a la larga, mediante sucesivos intercambios, con la producci�n de art�culos de consumo; de lo contrario no podr�an subsistir, ni los industriales del carb�n ni sus obreros.

En otro lugar, el autor se expresa en forma bastante m�s d�bil: �El PRINCIPAL movimiento de la acumulaci�n capitalista -dice- se realiza y se realizaba (con excepci�n de los per�odos iniciales) independientemente de cualesquiera productores directos, independientemente del consumo personal de cualquier capa social de la poblaci�n� (hoja 8). Aqu� ya s�lo se se�ala el predominio de la producci�n de medios de producci�n sobre la producci�n de objetos de consumo en el desarrollo hist�rico de capitalismo. Esta referencia se repite una vez m�s: �Si para la sociedad capitalista es t�pico, por un lado, la acumulaci�n para la acumulaci�n, es decir, el consumo productivo, pero no personal, por el otro le es tambi�n T�PICO, precisamente, la producci�n de medios de producci�n para los medios de producci�n� (hoja 21/2). Si con estas referencias el autor quiso significar que la sociedad capitalista se diferencia de otras organizaciones econ�micas anteriores a ella, precisamente por el desarrollo de las m�quinas y de todo lo indispensable para su funcionamiento (carb�n, hierro, etc.), ello es absolutamente cierto. Por el nivel de la t�cnica, la sociedad capitalista es superior a todas las otras, y el progreso de la t�cnica encuentra su expresi�n justamente en el hecho de que el trabajo humano retrocede cada vez m�s a un segundo plano frente al de las m�quinas.

En vez de dedicarnos a la cr�tica de las poco claras manifestaciones del autor, ser� mejor recurrir directamente a Marx y ver si es posible extraer de su teor�a la deducci�n respecto del �predominio� del sector I sobre el II, y en qu� sentido hay que entenderlo.

Del esquema de Marx m�s arriba citado no es posible extraer deducci�n alguna acerca del predominio del sector I sobre el II; ambos se desarrollan all� en forma paralela. Pero dicho esquema no toma en consideraci�n, precisamente, el proceso t�cnico. Tal como lo demostr� Marx en el primer tomo de El capital, el progreso t�cnico se expresa en que la proporci�n del capital variable con respecto al capital constante v/c disminuye paulatinamente, mientras que en el esquema esa relaci�n es considerada invariable.

Resulta obvio que si se introdujera este cambio en el esquema, dar�a por resultado un m�s r�pido crecimiento de los medios de producci�n en comparaci�n con los art�culos de consu-mo. Sin embargo, me parece que no estar�a de m�s presentar aqu� este c�lculo, primero por razones de claridad, y segundo, para prevenir posibles deducciones err�neas al partir de esa premisa.

[En la tabla que sigue la norma de acumulaci�n es considerada como invariable; una mitad del sobrevalor se acumula y la otra va para el consumo personal.]

[El esquema que figura a continuaci�n puede ser omitido y pasar directamente a las conclu-siones en la p�gina siguiente. La letra com significa el capital adicional destinado a la ampliaci�n de la producci�n, o sea, la parte acumulativa del sobrevalor.]

 

y as� sucesivamente[2].

Comparemos ahora las conclusiones que sugiere este esquema en cuanto al acrecentamiento relativo de las diferentes partes del producto social:[3]

De esta manera vemos que la producci�n de medios de producci�n para medios de producci�n es la que m�s r�pidamente aumenta; luego sigue la producci�n de medios de producci�n para medios de consumo; finalmente, la m�s lenta es la producci�n de medios de consumo. Tam-bi�n habr�amos podido llegar a este resultado sin las investigaciones de Marx en el tomo II de El capital, bas�ndonos en la ley de que el capital constante tiende a aumentar con m�s rapidez que el capital variable: la tesis del m�s r�pido crecimiento de los medios de producci�n es una simple par�frasis de esa ley, aplicable a toda producci�n social.

Pero �acaso sea menester avanzar un poco m�s?. Si hab�amos aceptado que la proporci�n de v en c + v disminuye constantemente, �por qu� no admitir entonces que u llegue a ser igual a cero, que la misma cantidad de obreros resulte suficiente para una mayor cantidad de medios de producci�n? Entonces, la parte acumulativa del sobrevalor ser� agregada directamente al capital constante del sector I, y el aumento de la producci�n social se efectuar� de manera exclusiva a costa de los medios de producci�n, con absoluto estancamiento del sector II.[4]

Por supuesto, ello significar�a abusar de los esquemas, porque tal deducci�n se basa en suposiciones improbables y por lo tanto resulta incorrecta. �Es concebible, acaso, que el progreso t�cnico, que disminuye la proporci�n de v a c, encuentre su expresi�n s�lo en el sector I, dejando el sector II completamente estancado? �Concuerda acaso con las leyes de la sociedad capitalista que exige de cada capitalista la ampliaci�n de su empresa bajo amenaza de ruina si no lo hiciera- el que en el sector II no se produzca acumulaci�n alguna?

As�, pues, la �nica deducci�n correcta que se puede extraer de estas investigaciones de Marx es la de que en la sociedad capitalista la producci�n de medios de producci�n aumenta con m�s rapidez que la producci�n de medios de consumo. Como ya se ha dicho, esta deducci�n es consecuencia directa de la conocida tesis de que la producci�n capitalista alcanza un nivel t�cnico

A t�tulo de aclaraci�n, mostrar� en el esquema de qu� se trata:

    I 4000 c + 1000 v + 1000 p = 6000

    II 1500 c + 750 v + 750 p = 3000

                            I (1000 v + 500 p) = II 1500 c

                            I 500 p se acumulan, incorpor�ndose a I 4000 c:

            I 4500 c + 1000 c + (500 p) = 6000

            II 1500 c + 750 c + 750 p = 3000

    I 4500 c + 1000 v + 1000 p = 6500

    II 1500 c + 750 v + 750 p = 3000

            I (1000 v +500 p) = II 1500 c

            I 500 p se acumulan, como antes, y as� sucesivamente.

inconmensurablemente m�s avanzado que la producci�n de �pocas anteriores[5]. Especialmente sobre esta cuesti�n Marx se expresa con absoluta precisi�n s�lo en un pasaje que confirma plenamente la exactitud de lo que acabamos de formular:

�Lo que diferencia a la sociedad capitalista de la de los salvajes no es, como cree S�nior, el privilegio y la peculiaridad del salvaje de gastar su trabajo en forma que no le proporciona productos que pueden trasformarse en renta, es decir, en medios de consumo, sino que la diferencia consiste en lo siguiente,

�a) la sociedad capitalista utiliza m�s [Nota bene] de su tiempo de trabajo anual disponible en la producci�n de medios de producci�n (ergo, de capital constante) que no pueden trasformarse en renta en forma de salario o de sobrevalor, sino que s�lo pueden funcionar como capital� (Das Kapital, II Bd. Seite 436).

 

 

 

IV

 

Ahora se impone la pregunta: �qu� tiene que ver la teor�a que acabamos de exponer con el �famoso problema de los mercados�? Esta teor�a parte de la hip�tesis �del dominio general y exclusivo del sistema capitalista de producci�n�, mientras que el �problema� consiste preci-samente en saber si �es posible� en Rusia el pleno desarrollo del capitalismo. Dicha teor�a, en efecto, agrega una correcci�n a la idea habitual sobre el desarrollo del capitalismo, pero es evidente que la explicaci�n de c�mo se desarrolla el capitalismo en general no hace avanzar en un �pice la cuesti�n de la �posibilidad� (y la necesidad) del desarrollo del capitalismo en Rusia. Pero el autor no se limita a exponer la teor�a de Marx sobre la marcha de la producci�n social en su conjunto, organizada a la manera capitalista. Se�ala la necesidad de distinguir �dos momentos esencialmente diferentes en la acumulaci�n del capital: 1) el desarrollo de la producci�n capitalista en amplitud, cuando abarca esferas ya existentes del trabajo, desplaza la econom�a natural y se expande a expensas de esta �ltima; y 2) el desarrollo de la producci�n capitalista, si cabe la expresi�n, en profundidad, cuando su ampliaci�n se realiza con independencia de la econom�a natural, o sea, en las condiciones del dominio general y exclusivo del sistema capitalista de producci�n' . Sin profundizar, por el momento, en la cr�tica de esta diferenciaci�n, pasaremos directamente a considerar qu� en-tiende el autor por desarrollo del capitalismo en amplitud: el esclarecimiento de este proceso, que consiste en la suplantaci�n de la econom�a natural por la capitalista, tiene que mostrarnos de qu� modo el capitalismo ruso �abarcar� todo el pa�s�.

El autor ilustra el desarrollo del capitalismo en amplitud, con el siguiente esquema:[6]

 

 

�La diferencia esencial que existe entre los sectores A y W -dice-, consiste en que en A los productores son los capitalistas, que emplean su sobrevalor en forma productiva; en cambio en W figuran los productores directos que consumen en forma improductiva su sobrevalor (me refiero aqu� al excedente del valor del producto en relaci�n con el valor de los medios de producci�n y de los medios de subsistencia indispensables).

�Sigamos las flechas en el esquema y veremos con facilidad c�mo se desarrolla la producci�n capitalista en A a expensas del consumo en W, absorbi�ndolo poco a poco.� El producto de la empresa capitalista a es enviado a los �productores directos� en forma de art�culos de consu-mo; a cambio de ellos, los �productores directos� devuelven el capital constante (c) en forma de medios de producci�n, el capital variable (v) en forma de medios de consumo y el sobre-valor (p) en forma de elementos de capital productivo adicional: c1 + v1. Este capital sirve para fundar la nueva empresa capitalista a1 que tambi�n env�a su producto en forma de art�culos de consumo a los �productores directos�, y as� sucesivamente.

�Del esquema citado, sobre el desarrollo del capitalismo en amplitud se infiere que toda la producci�n se halla en la m�s estrecha dependencia respecto del consumo en los mercados 'exteriores', del consumo de las masas! (no importa en absoluto, desde el punto de vista general, d�nde se hallen estas masas: cerca de los capitalistas o en alguna parte allende el oc�ano). Es evidente, que la ampliaci�n de la producci�n en A, es decir, el desarrollo del capitalismo en esa direcci�n, cesar� no bien todos los productores directos en W se conviertan en productores de mercanc�as, pues, tal como lo hemos visto m�s arriba, la creaci�n de cada nueva empresa (o la ampliaci�n de la vieja) est� calculada para abastecer un nuevo c�rculo de consumidores, de W. La idea corriente -dice el autor al finalizar- acerca de la acumulaci�n capitalista, o sea, de la reproducci�n capitalista en escala ampliada, se limita s�lo a ese punto de vista, no tiene en cuenta el desarrollo capitalista en profundidad, independientemente de cualquiera que sea el pa�s con productores directos, es decir, independientemente de los as� llamados mercados exteriores�.

De todo lo expuesto, s�lo se puede estar de acuerdo con el hecho de que esta idea sobre el desarrollo del capitalismo en amplitud, y el esquema que la ilustra, concuerdan enteramente con las concepciones corrientes de los populistas sobre este particular.

En efecto, ser�a dif�cil poner m�s de relieve y mostrar con mayor evidencia de lo que lo hace ese esquema, lo absurdo e incoherente de las concepciones corrientes.

�La idea corriente� siempre consider� a nuestro capitalismo como algo separado del �orden popular�, como algo que se encuentra apartado de �l, exactamente como se expone en el esquema: por �l resulta completamente imposible ver en qu� consiste el nexo entre esos dos �sectores�, el capitalista y el del pueblo. �Por qu� las mercanc�as despachadas de A encuen-tran su mercado en W? �Qu� es lo que produce la trasformaci�n de la econom�a natural de W en econom�a mercantil? La opini�n corriente jam�s dio respuesta a estas preguntas, y consi-der� el intercambio como algo puramente accidental, y no como determinado sistema de la econom�a.

Es m�s, la concepci�n corriente nunca dio explicaci�n alguna a las preguntas de d�nde y de qu� manera surgi� nuestro capitalismo, como tampoco lo explica el esquema: el asunto est� presentado como si los capitalistas hubiesen venido de alguna parte de afuera, y no del medio mismo de los �productores directos�. Sigue siendo incomprensible la inc�gnita en cuanto a de d�nde sacan los capitalistas a los �obreros libres�, indispensables para sus empresas a, a1, etc. Todo el mundo sabe que estos obreros, en realidad, salen precisamente de las filas de �los productores directos�, pero del esquema no se deduce en absoluto que la producci�n mer-cantil, al abarcar el �sector� W, crear� all� un contingente de obreros libres.

En una palabra, este esquema -exactamente como la concepci�n corriente- nada explica sobre los fen�menos de nuestro sistema capitalista y por lo tanto, para nada sirve. La finalidad para la cual ha sido ideado, o sea, la explicaci�n de c�mo se desarrolla el capitalismo a expensas de la econom�a natural, abarcando el pa�s entero, no se logra en absoluto, pues, como lo ve el propio informante, �si hemos de atenernos consecuentemente a la opini�n que analizamos, ser�a menester llegar a la conclusi�n de que en modo alguno es posible llegar al desarrollo general del modo de producci�n capitalista�.

Despu�s de esto, resulta asombroso, pues, que el propio autor, aunque parcialmente, adhiera a esa misma concepci�n y diga que �el capitalismo realmente [?] se desarrollaba en los per�odos de su infancia de esa manera tan f�cil (sic!?) [tan f�cil porque aqu� se apodera de ramas ya existentes de trabajo], y en parte sigue desenvolvi�ndose en esta direcci�n a�n ahora [??], por cuanto sobre el globo terr�queo existen todav�a restos de econom�a natural y por cuanto crece la poblaci�n�.

En realidad esta no es la manera �m�s f�cil� del desarrollo del capitalismo, sino sencillamente la �manera m�s f�cil de comprender� el proceso, y tan �f�cil�, que m�s vale tildarla de abso-luta incomprensi�n. Los populistas rusos de todos los matices se entretienen aun hoy con estos �facil�simos� procedimientos, sin parar mientes jam�s en explicar c�mo surgi� nuestro capitalismo y de qu� modo funciona; se conforman con oponer el �lado enfermo� de nuestro r�gimen, o sea el capitalismo, al �lado sano�, es decir, los productores directos, �el pueblo�; lo primero lo colocan a la izquierda y lo segundo a la derecha, y toda esta profundidad de pensamiento la coronan con frases sentimentales acerca de lo que es �perjudicial� y lo que es ��til� para la �convivencia humana

 

 

 

V

 

Para corregir el citado esquema es indispensable comenzar por aclarar el contenido de los conceptos en cuesti�n. Por producci�n mercantil se entiende una organizaci�n de la econom�a social en la cual los productos son producidos por productores individuales y aislados, cada uno de los cuales se especializa en la elaboraci�n de determinado producto, de modo que para satisfacer las necesidades sociales le es imprescindible comprar y vender productos (que por esta raz�n se convierten en mercanc�as) en el mercado. Por capitalismo se entiende la etapa de desarrollo de la producci�n mercantil en la cual no s�lo los productos del trabajo humano, sino la misma fuerza de trabajo del hombre se trasforma en mercanc�a. Por consiguiente, en el desarrollo hist�rico del capitalismo hay dos momentos importantes: 1) la trasformaci�n de la econom�a natural de los productores directos en econom�a mercantil, y 2) la trasformaci�n de la econom�a mercantil en econom�a capitalista. La primera se efect�a como consecuencia de la aparici�n de la divisi�n social del trabajo: la especializaci�n [NB: condici�n indispensable para la econom�a mercantil] de los productores individuales y aislados dedicados s�lo a una rama de la industria.

La segunda se realiza debido a que los productores individuales, al producir cada uno aisla-damente sus mercanc�as para el mercado, se colocan en posici�n de competidores: cada uno trata de vender m�s caro y comprar m�s barato, lo cual necesariamente da por resultado el afianzamiento del fuerte y la ca�da del d�bil, el enriquecimiento de la minor�a y la ruina de la masa, que conduce a la trasformaci�n de los productores independientes en obreros asala-riados, y de muchos establecimientos peque�os en unas pocas empresas grandes. Por lo tanto, el esquema tiene que ser compuesto de tal manera que pueda mostrar estos dos momentos en el desarrollo del capitalismo, m�s los cambios que origina este desarrollo en el volumen del mercado, es decir, en la cantidad de productos que se convierten en mercanc�as.

El esquema que se da a continuaci�n est� confeccionado precisamente seg�n ese plan: se ha hecho abstracci�n de todas las circunstancias accesorias, es decir, que se las considera invariables (tales, por ejemplo, el volumen de la poblaci�n, la productividad del trabajo y muchas otras), con el objeto de analizar la influencia que ejercen sobre el mercado �nica-mente aquellos rasgos del desarrollo del capitalismo antes se�alados.

 

Aclaraciones al esquema:

I - II... -VI --productores
a, b, c - ramas de la produccion (por ejemplo, agricultura, industria extractora y elaboracion).
a=b=c=3. La magnitud del valor de los productos a=b=c es igual a 3 (tres unidades de valor), de las cuales I corresponde a la plusvalia.[7]
En el apartado "mercado" se indica la magnitud del valor de los productos vendidos (y comprados); la magnitud de la fuerza de trabajo vendida (y comprada) se toma entre parentesis (f. t.)
Las flechas que van de un productor a otro significan que el primero es un obrero asalariado del segundo.
Se presupone reproduccion simple: toda la plusvalia es empleada improductivamente por los capitalistas.

 

 

Analicemos ahora dicho esquema, que muestra los sucesivos cambios que se operan en el sistema de la econom�a de una comuna compuesta de seis produc-tores. Figuran en �l seis per�odos que expresan las etapas de transformaci�n de la econom�a natural en econom�a capitalista.

ler. per�odo. Tenemos 6 productores, cada uno de los cuales invierte su trabajo en las 3 ramas de la industria (en A, B y C). El producto resultante (9 para cada productor: a + b + c = 9) es consumido personalmente en su propia econom�a. Por lo tanto, es un tipo puro de econom�a natural; los productos no van al mercado.

2do. per�odo. El productor I var�a la productividad de su trabajo: abandona la industria B y el tiempo que antes empleaba en esta rama lo invierte en la industria C. En virtud de tal espe-cializaci�n de un productor, los otros reducen la producci�n C. puesto que el productor I produjo un excedente con respecto a su propio consumo, y acrecientan la producci�n B, con el objeto de producir un producto para el productor I. La divisi�n del trabajo, que acaba de nacer, conduce inevitablemente a la producci�n mercantil: el productor I vende l C y compra I B; los dem�s venden I B (cada uno de los 5 a raz�n de l/5 B) y compran l C (a raz�n de l/5 C cada uno); en el mercado entra una cantidad de producto cuyo valor es de 6. La magnitud del mercado corresponde exactamente al grado de especializaci�n del trabajo social: s�lo se ha especializado la producci�n de C (l C = 3) y de B (1 B = 3), es decir, de una nove-na parte de toda la producci�n social [18 C (= A = B)], y en el mercado entr� 1/9 de todo el producto social.

3er. per�odo. La divisi�n del trabajo sigue adelante, abarcando totalmente las ramas industriales B y C: tres productores se ocupan s�lo de la industria B, y tres se dedican con exclusividad a la industria C. Cada uno vende l C (� 1 B), es decir, 3 unidades de valor, y compran tambi�n 3 � 1 B (� l C). Este aumento de la divisi�n del trabajo conduce al crecimiento del mercado, al cual llegan ahora ya 18 unidades de valor. La magnitud del mercado corresponde otra vez con toda exactitud al grado de especializaci�n ( = divisi�n) del trabajo social: se ha especializado la producci�n de 3 B y 3 C, es decir, 1/3 de la producci�n social, y entra al mercado 1/3 del producto social.

4to. per�odo. Representa ya la producci�n capitalista: el proceso de trasformaci�n de la producci�n mercantil en producci�n capitalista no entr� en el esquema; por lo tanto, debe ser descrito por separado.

En el per�odo anterior cada productor actuaba ya como productor mercantil (en las ramas de la industria B y C, las �nicas que aqu� se tienen en cuenta): cada productor, por separado, aislada e independientemente de los otros, produc�a para el mercado, cuya magnitud, desde luego, no era conocida por ninguno de ellos. Esta relaci�n entre productores separados, que trabajan para el mercado com�n, se llama competencia. Se sobrentiende que el equilibrio entre la producci�n y el consumo (oferta y demanda) se logra, en estas condiciones, s�lo despu�s de una serie de fluctuaciones. El productor m�s h�bil, emprendedor y fuerte saldr� m�s forta-lecido aun como resultado de estas fluctuaciones, en tanto que el d�bil y torpe ser� aplastado por ellos. El enriquecimiento de unos pocos individuos y el empobrecimiento de la masa: tales son los resultados inevitables de la ley de la competencia. El asunto concluye de tal manera que los productores arruinados pierden su independencia econ�mica y entran a trabajar como obreros asalariados en el establecimiento ampliado de su afortunado competidor. Precisa-mente esta situaci�n es la que se describe en el esquema. Las ramas industriales B y C, distribuidas antes entre los 6 productores, se han concentrado ahora en manos de 2 (el I y el IV). Los dem�s trabajan para ellos por el salario, no percibiendo ya todo el producto de su trabajo, sino que se les resta el sobrevalor del cual se apropia ahora el patr�n [hago recordar que el sobrevalor, seg�n nuestra suposici�n, es igual a 1/3 del producto, de modo que quien produce 2 B (= 6) recibir� de su patr�n 2/3 del producto, o sea, 4]. Como resultado de ello, obtenemos el aumento de la divisi�n del trabajo y, por ende, el incremento del mercado, al cual afluyen ahora 22, pese a que la �masa� se ha �empobrecido�: los productores que se convirtieron (parcialmente) en obreros asalariados ya no perciben 9 del total del producto sino 7; 3 los obtienen de su econom�a independiente (agricultura - industria A) y 4 del trabajo asalariado (de la producci�n 2B � 2C).

Estos productores, que ya son m�s obreros asalariados que patronos independientes, han perdido la posibilidad de aportar al mercado producto alguno de su trabajo, pues su ruina les arrebat� los medios de producci�n, indispensables para la fabricaci�n del producto. Han debido recurrir a �ocupaciones auxiliares�, es decir, a ofrecer en el mercado su fuerza de trabajo, para comprar, con el dinero obtenido de la venta de esta nueva mercanc�a, los productos que les son necesarios.

Del esquema surge que los productores II y III, V y VI venden cada uno una fuerza de trabajo igual a 4 unidades de valor, y compran por la misma suma objetos de consumo. Y en cuanto a los productores-capitalistas I y IV, cada uno de ellos produce el equivalente de 21; de ello invierte para consumo propio 10 [3 (= A) + 3 (= CB) + 4 (sobrevalor proveniente de 2C � 2B)1, y vende 11; en cambio, compra mercader�as por valor de 3 (CB) + 8 (fuerza de trabajo).

Es preciso se�alar que en este caso no obtenemos una concordancia absoluta entre el grado de especializaci�n del trabajo social (se ha especializado la producci�n 5B v 5C, es decir, por la suma de 3) y la magnitud del mercado (22) -pero esta inexactitud del esquema depende del supuesto de que partimos de la reproducci�n simple[8] es decir, de la falta de acumulaci�n-, de donde resulta que el sobrevalor quitado a los obreros (a raz�n de 4 por cada capitalista) es consu-mido �ntegramente en especie. Como en la sociedad capitalista es imposible la ausencia de acumulaci�n, m�s abajo daremos la correspondiente rectificaci�n.

5to. per�odo. La diferenciaci�n de los productores de mercanc�as se ha extendido tambi�n a la industria agr�cola (A): los trabajadores asalariados no pueden continuar explotando sus haciendas puesto que trabajan fundamentalmente en establecimientos industriales de otros, y se arruinan: conservan apenas m�seros restos de su econom�a agr�cola, la mitad de su cuant�a anterior (que en nuestra suposici�n era suficiente para cubrir las necesidades de la familia), del mismo modo que la tierra cultivada actual de la enorme masa de nuestros campesinos -�agricultores�- s�lo representa lamentables migajas de una agricultura independiente.

La industria A comenz� igualmente a concentrarse en un n�mero reducido de grandes esta-blecimientos. Puesto que el cereal cultivado por los trabajadores asalariados ya no alcanza para cubrir sus necesidades, su salario, antes disminuido por la explotaci�n agr�cola inde-pendiente, aumenta ahora proporcion�ndole los medios monetarios para la compra de cereal (aunque en menor escala de la que sol�a consumir cuando era due�o): ahora el obrero produce por su parte 1 1/2 ( = 1/2 A) y compra adem�s 1, obteniendo en total 2 1/2, en lugar de los anteriores 3 (= A}. Los patronos, capitalistas, que agregaron a sus establecimientos indus-triales la explotaci�n agr�cola ampliada, producen ahora a raz�n de 2A (= 6), de los cuales 2 pasan a los obreros en forma de salario 1 (1/3A] -sobrevalor- queda en su poder. El desarrollo del capitalismo, representado en este esquema, es acompa�ado por el �empobrecimiento� del �pueblo� (los obreros consumen ahora 6 1/2 en vez de los 7 que consum�an en el 4 per�odo) y por la ampliaci�n del mercado, al cual afluyen ahora 26. �La decadencia de la agricultura� en la mayor�a de los productores, lejos de provocar una reducci�n del mercado de productos agr�colas, provoc� la ampliaci�n de �ste.

6to. per�odo. Se ha completado la especializaci�n de las tareas, o sea, la divisi�n del trabajo social. Todas las ramas de la industria se han separado y trasformado en especialidades de productores individuales. Los obreros asalariados han perdido totalmente sus haciendas independientes y subsisten exclusivamente del trabajo asalariado. El resultado es otra vez el mismo: el desarrollo del capitalismo [la explotaci�n agr�cola independiente por cuenta propia ha sido totalmente eliminada], �el empobrecimiento de la masa� [pese al aumento del salario, el consumo de los obreros ha descendido de 6 1/2 a 6: ahora producen a raz�n de 9 (3A, 3B, 3C) y ceden al patr�n 1/3 en calidad de sobre valor], y el continuo incremento del mercado, al cual llegan ahora los 2/3 del producto social (36).

 

 

 

VI

Veamos ahora las conclusiones que surgen del esquema anterior.

La primera conclusi�n consiste en que el concepto �mercado� es totalmente inseparable del concepto de la divisi�n social del trabajo, de esta -como dice Marx- �base general de toda producci�n mercantil� [y por consiguiente -agregamos nosotros-, tambi�n de toda producci�n capitalista]. El �mercado� aparece en el momento y lugar en que surgen la divisi�n social del trabajo y la producci�n mercantil. La magnitud del mercado est� estrechamente ligada al grado de especializaci�n del trabajo social.

�La mercanc�a adquiere su forma socialmente reconocida de equivalente general, s�lo cuando se convierte en dinero, pero el dinero se halla en el bolsillo ajeno. Para extraerlo de all�, es necesario que la mercanc�a sea, ante todo, un valor de uso para el poseedor d� ese dinero, y por consiguiente, el trabajo invertido en la producci�n de esta mercanc�a debe ser invertido en forma socialmente �til; en otras palabras, debe constituirse en parte de la divisi�n social del trabajo. Pero la divisi�n del trabajo es un sistema de producci�n que ha surgido espont�nea-mente, y cuyos hilos se entrelazaban y contin�an entrelaz�ndose a espaldas de los productores de mercanc�as. Es posible que la mercanc�a sea el producto de un nuevo tipo de trabajo, destinado a satisfacer una nueva necesidad surgida, o crear, con su aparici�n por vez primera, una necesidad nueva. Alguna operaci�n particular en el proceso del trabajo -que ayer todav�a era una de las tantas junciones del mismo productor de mercanc�as-, hoy posible-mente se separa de este proceso, se independiza y, justamente en virtud de ello, env�a al mercado su producto parcial en calidad de mercanc�a independiente� (Das Kapital,1 Bd. S. 85[9]. La cursiva es m�a).

De esta manera, los l�mites para el desarrollo del mercado en la sociedad capitalista son determinados por los de la especializaci�n del trabajo. Y esta especializaci�n, por su misma esencia, es infinita del mismo modo que el desarrollo t�cnico. Para incrementar la producti-vidad del trabajo humano, tendiente, por ejemplo, a la elaboraci�n de alguna parte del pro-ducto total, es indispensable que la producci�n de esa parte se especialice, que se convierta en una producci�n especial, relacionada con la producci�n en masa y que, por lo tanto, requiera (y permita) el empleo de m�quinas, etc. Eso por un lado. Por el otro, el progreso de la t�cnica en la sociedad capitalista consiste en la socializaci�n del trabajo, la cual exige indispensable-mente que se especialicen las diversas funciones del proceso de producci�n, que se conviertan de productos fraccionados, aislados, repetidos en cada establecimiento dedicado a esa pro-ducci�n, en socializados, concentrados en un nuevo establecimiento, con miras a satisfacer las necesidades de toda la sociedad. Citar� un ejemplo.

��ltimamente, en Estados Unidos de Norteam�rica las f�bricas de la industria maderera se especializan cada vez m�s, �surgen plantas para la elaboraci�n exclusiva de mangos de hacha, por ejemplo, o de palos de escoba o de mesas plegadizas [... ] La mecanizaci�n sigue adelante, continuamente se inventan nuevas m�quinas que simplifican y abaratan determinado aspecto de la producci�n [... ] Cada rama, la de muebler�a, por ejemplo, se convirti� en una especiali-dad y requiere m�quinas y obreros especializados [... ] En la producci�n de carruajes, las llantas se fabrican en establecimientos especiales de Missouri, Arkansas, Tennessee; los rayos de ruedas se manufacturan en Indiana y Ohio; los cubos de ruedas se hacen en f�bricas especiales de Kentucky e Illinois. Todas estas partes sueltas son adquiridas por empresas determinadas, cuya especialidad son las ruedas enteras. De esta manera, una buena decena de establecimientos participan en la fabricaci�n de alg�n carruaje barato� (se�or Tverskoi, �Diez a�os en Norteam�rica�. Vi�stnik Evropi, 1893, I.-Citado seg�n Nik.-on, p�gina 91, nota 1).

De esto se desprende hasta qu� punto es err�nea la aseveraci�n de que en la sociedad capitalista el crecimiento del mercado provocado por la especializaci�n del trabajo social, debe terminar el d�a en que todos los productores naturales se conviertan en productores de mercanc�as. Hace tiempo que la fabricaci�n de carruajes en Rusia se trasform� en mercantil; sin embargo, las llantas siguen fabric�ndose a�n en cada uno de los establecimientos de carruajes (o de ruedas); la t�cnica es baja y la producci�n est� fraccionada entre la masa de productores. El progreso de la t�cnica debe traer aparejada la especializaci�n de las diferentes partes de la producci�n, su socializaci�n y por consiguiente la ampliaci�n del mercado.

Aqu� corresponde hacer una advertencia. Lo expuesto, en modo alguno conduce; a la nega-ci�n de la tesis de que una naci�n capitalista no puede existir sin mercados exteriores. En la producci�n capitalista el equilibrio entre la producci�n y el consumo s�lo se logra mediante una serie de fluctuaciones. Cuanto mayor es el volumen de la producci�n, cuanto m�s amplio el c�rculo de consumidores previsto, tanto m�s fuertes resultan esas fluctuaciones, se com-prende, pues, que cuando la producci�n burguesa alcanza un alto grado de desarrollo, resulta imposible ya contenerla dentro del marco del Estado nacional: la competencia obliga a los capitalistas a ampliar de continuo su producci�n y a buscar mercados en el exterior para la venta en masa de sus productos. Es evidente que, para una naci�n capitalista, la necesidad de mercados exteriores afecta tan escasamente la ley por la cual el mercado es una simple expresi�n de la divisi�n social del trabajo en la econom�a mercantil (y que, por ende, puede crecer tan infinitamente como la misma divisi�n del trabajo) como las crisis a la ley del valor. Las lamentaciones sobre los mercados aparecieron en las publicaciones rusas solo cuando nuestra producci�n capitalista logr� pleno desarrollo en determinadas ramas (industria textil del algod�n, por ejemplo), abarc� casi todo el mercado interior y se concentro en un peque�o n�mero de grandes empresas. La mejor prueba de que precisamente los intereses de nuestra gran industria capitalista son los que sirven de base material para estos comentarios y �pro-blemas� sobre mercados, es el hecho de que en nuestras publicaciones nadie ha profetizado a�n la ruina de nuestra industria artesanal por falta de �mercados�, aunque la industria artesanal produce valores por m�s de mil millones de rublos y trabaja para ese mismo �pueblo� empobrecido. Las lamentaciones sobre la ruina de nuestra industria por falta de mercados no son otra cosa que una maniobra apenas disfrazada de nuestros capitalistas, que de esta manera presionan sobre la pol�tica, identifican (en modesta confesi�n de su �impotencia�) los intereses de su bolsillo con los del �pa�s� y son capaces de empujar al gobierno por el camino de la pol�tica colonial de conquistas y aun de arrastrarlo a la guerra, en salvaguardia de esos intereses �del Estado�. �Hace falta todo el abismo infinito de la utop�a e ingenuidad populistas para confundir las lamentaciones acerca de los mercados -l�grimas de cocodrilo de una burgues�a totalmente afianzada y ya ensoberbecida- con una prueba de la �impotencia� de nuestro capitalismo!

La segunda conclusi�n consiste en que el �empobrecimiento de las masas del pueblo (este miembro indispensable en toda disquisici�n populista sobre el mercado), lejos de obstaculizar el desarrollo del capitalismo, expresa su desarrollo, es condici�n de �ste y lo fortalece. El capitalismo necesita del �obrero libre�, y el empobrecimiento se traduce justamente en que los peque�os productores se convierten en obreros asalariados. Este empobrecimiento de las masas es acompa�ado por el enriquecimiento de unos pocos explotadores; a la ruina y decadencia de los peque�os establecimientos siguen el fortalecimiento y desarrollo de los m�s grandes; ambos procesos contribuyen a la ampliaci�n del mercado: el campesino �empobre-cido�, que viv�a antes de su propia agricultura, vive ahora de un �salario�, es decir, de la venta de su fuerza de trabajo. Ahora tiene que comprar los art�culos de consumo necesarios (aunque en menor cantidad y de peor calidad); por otra parte, los medios de producci�n de los cuales es liberado este campesino se concentran en manos de una minor�a, se convierten en capital, y el producto entra al mercado. S�lo as� se explica el fen�meno de que la expropiaci�n en masa de nuestro campesinado en la �poca que sigui� a la reforma haya sido acompa�ada, no por la reducci�n, sino por el aumento de la productividad global del pa�s[10] y el incremento del mercado interno: es del dominio p�blico el hecho de que la producci�n de las grandes f�bricas y establecimientos afines ha aumentado enormemente, que tambi�n se han difundido de manera considerable las industrias de kustares[11] (tanto �stas como aqu�llas trabajan principalmente para el mercado interno); asimismo aument� la cantidad de cereal que circula en los mercados internos (el desarrollo del comercio de cereales en el interior del pa�s).

La tercera conclusi�n -sobre el significado de la producci�n de medios de producci�n- exige la introducci�n de una enmienda en el esquema. Como ya se ha se�alado, este esquema no pretende en modo alguno presentar todo el proceso del desarrollo capitalista; s�lo se desea describir c�mo se refleja en el mercado la trasformaci�n de la econom�a natural en mercantil y de esta �ltima en capitalista. Por este motivo se ha hecho abstracci�n en �l de la acumulaci�n. Pero en realidad, la sociedad capitalista no puede existir sin la acumulaci�n, ya que la competencia obliga a cada capitalista, bajo amenaza de ruina, a ampliar su producci�n. Esa ampliaci�n de la producci�n est� descrita en el esquema: el productor I, por ejemplo, en el trascurso del intervalo entre el 3� y 4� per�odos, ampli� su producci�n C al triple: de 2 C a 6 C; en el pasado sol�a trabajar �l solo en su establecimiento; ahora lo hace con dos obreros asalariados. Resulta claro que esta ampliaci�n de la producci�n no pudo operarse sin la acumulaci�n: fue necesa-rio levantar un taller especial con espacio para varias personas, adquirir mayor n�mero de instrumentos de producci�n, comprar materia prima en cantidades mayores, y as� sucesi-vamente. Lo mismo rice para el productor IV, quien ha ampliado la producci�n B. Esta ampliaci�n de diversos establecimientos, la concentraci�n de la producci�n, forzosamente tuvo que provocar (o incrementar, lo mismo da) la producci�n de medios de producci�n para los capitalistas: m�quinas, hierro, carb�n, etc. La concentraci�n de la producci�n elev� la productividad del trabajo, suplant� el trabajo manual por el de la m�quina y dej� sin ocupaci�n a cierta cantidad de obreros. Por otro lado, aument� la producci�n de estas m�quinas y de otros medios de producci�n, que los capitalistas convert�an en capital constante, y que comienza ahora a crecer con mayor rapidez que el capital variable. Si compar�semos, por ejemplo, el per�odo 4� con el 6�, tendr�amos que la producci�n de medios de producci�n ha crecido en una vez y media (puesto que en el primer caso figuran dos empresas capitalistas que requieren el aumento del capital constante, pero en el �ltimo caso ya hay tres): compa-rando este aumento con el crecimiento de la producci�n de medios de consumo, obtendr�amos el mismo r�pido ascenso de la producci�n de medios de producci�n, del cual hemos hablado m�s arriba.

Todo el sentido y significado de esta ley del m�s r�pido crecimiento de los medios de producci�n, consiste precisamente en que el reemplazo del trabajo manual por el de las m�quinas -en general, el progreso de la t�cnica de la industria de m�quinas- requiere un desarrollo m�s intenso de la producci�n de hierro y carb�n, verdaderos �medios de producci�n para los medios de producci�n�. Que el autor no ha entendido el sentido de esta ley y que los esque-mas del proceso le impidieron ver su verdadero contenido, se desprende con claridad de su declaraci�n: �Vista desde afuera, semejante producci�n de medios de producci�n para medios de producci�n parece totalmente absurda, pero tambi�n [sic!] la acumulaci�n de dinero para el dinero de Pliushkin[12] era un proceso [?!!] completamente absurdo. Pero ni uno ni otros saben lo que hacen�. Los populistas, se esfuerzan por demostrar lo mismo: lo absurdo del capitalismo ruso, que, seg�n ellos, lleva a la ruina al pueblo sin brindar una organizaci�n superior de la producci�n. Desde luego, estos son cuentos. En el reemplazo del trabajo manual por el de las m�quinas nada hay de �absurdo�; al contrario, en ello, precisamente, reside toda la labor progresista de la t�cnica humana. A medida que se desarrolla la t�cnica, el trabajo manual del hombre se deja a un lado, rempla-zado por m�quinas cada vez m�s complejas: en la producci�n general del pa�s ocupan un lugar cada vez mayor las m�quinas y las materias necesarias para su fabricaci�n[13].

Es necesario completar estas tres conclusiones con otras dos observaciones.

En primer lugar, lo expuesto no niega, en modo alguno, esa �contradicci�n en el modo capitalista de producci�n�, a la cual Marx se refiere en los siguientes t�rminos: �Los obreros como compradores de mercanc�as son importantes para el mercado. Pero la sociedad capitalista tiende a reducir al m�nimo el precio que les paga como vendedores de su mercanc�a, o sea, de su fuerza de trabajo�. (Das Kapital, Bd. II. S. 303. n�m.32)[14]. Ya se ha dicho m�s arriba que en la sociedad capitalista tampoco puede dejar de aumentar la parte de la pro-ducci�n social que produce medios de consumo. El desarrollo de la producci�n de medios de producci�n s�lo relega a segundo plano la contradicci�n se�alada, pero no la elimina. S�lo puede ser eliminada con la eliminaci�n del propio modo capitalista de pro-ducci�n. Empero, se sobrentiende que ser�a completamente absurdo ver en esta contradicci�n un obst�culo para el pleno desarrollo del capitalismo en Rusia (tal como gustan hacerlo los populistas). Por lo dem�s, eso ya lo aclara bastante el esquema.

En segundo lugar, al analizar la correlaci�n entre el crecimiento del capitalismo y el �mercado�, es imposible olvidar la indiscutible verdad de que el desarrollo del capitalismo trae consigo, inevitablemente, la elevaci�n del nivel de las necesidades de toda la poblaci�n y tambi�n del proletariado industrial. Esta elevaci�n se forma en general por la aceleraci�n del intercambio de productos, que conduce a contactos m�s frecuentes entre los habitantes de la ciudad y el campo, de distintos puntos geogr�ficos, etc. Ello es tambi�n producto de la uni�n y concentraci�n del proletariado industrial, que elevan su conciencia y su sentido de la dignidad humana, y le brindan la posibilidad de luchar con �xito contra las tendencias rapaces del r�gimen capitalista. Esta ley de elevaci�n de las necesidades se hizo sentir con toda su fuerza en la historia de Europa; basta comparar, por ejemplo, al proletariado franc�s de fines del siglo XVIII con el de fines del siglo XIX, o al obrero ingl�s de 1840[15] con el actual. Esta misma ley est� surtiendo su efecto tambi�n en Rusia: el r�pido desarrollo de la econom�a mercantil y del capitalismo en la �poca posterior a la Reforma ocasion� igualmente la elevaci�n del nivel de las necesidades del �campesinado�: los campesinos comenzaron a vivir con �mayor aseo� (en lo que ata�e a la vestimenta, la vivienda, etc.). Que este fen�meno, sin duda alguna progresista, debe ser acreditado al capitalismo ruso y a nada m�s, se comprueba, aunque s�lo sea por el hecho notorio (se�alado por todos los investigadores de nuestras industrias artesanales y de la econom�a campesina en general) de que los campesinos de los centros industriales son mucho m�s �aseados� que los que se dedican �nicamente a la agricultura y casi no han sido tocados por el capitalismo. Se entiende que este fen�meno se manifiesta, ante todo y con mayor facilidad, en la asimilaci�n del aspecto puramente exterior y aparente de la �civilizaci�n�, pero s�lo reaccionarios empedernidos del tipo del se�or V. V. son capaces de deplorar este fen�meno y no ver en �l otra cosa que �decadencia�.

 

 

 

VII

 

Para entender en qu� consiste propiamente el �problema de los mercados�, lo mejor ser�a comparar la concepci�n populista del proceso con la marxista que ilustran los esquemas 1� (sobre intercambio entre los capitalistas del sector A, y los productores directos del W) y 2� (sobre trasformaci�n de la econom�a natural de seis productores en econom�a capitalista).

Si tomamos el primer esquema, no podremos explicarnos nada. �Por qu� se desarrolla el capitalismo? �De d�nde proviene? Se lo presenta como algo �accidental�, cuya aparici�n se atribuye a que �hemos errado el camino�..., o a su �implantaci�n� por las autoridades. �Por qu� �se empobrece la masa�? El esquema tampoco da respuesta a esto y en lugar de ofrecer una, los populistas se evaden con frases sentimentales sobre el �r�gimen consagrado por los siglos�, sobre la �desviaci�n del buen camino� y otras bagatelas para las que tan ingenioso se muestra el famoso �m�todo subjetivo en la sociolog�a�.

La incapacidad para explicar el capitalismo y la preferencia por las utop�as en lugar del estudio y la comprensi�n de la realidad, conducen a negar el significado y la fuerza del capitalismo. Exactamente como si se tratara de un enfermo desahuciado que no tiene de d�nde sacar fuerzas para su mejor�a; y aportar�amos al estado de este enfermo un alivio insignifi-cante, apenas perceptible, si dij�ramos que est� en condiciones de desarrollarse a expensas de la producci�n de �medios de producci�n para los medios de producci�n�. Pues para ello se requiere el desarrollo de la t�cnica del capitalismo[16] y �nosotros vemos� que precisamente es este desarrollo el que falta. Para ello ser�a menester que el capitalismo abarcara todo el pa�s, pero �vemos que no es posible, en modo alguno, llegar al desarrollo general del capitalismo�.

Por el contrario, si aceptamos el segundo esquema, ya no nos parecer� casual el desarrollo del capitalismo, ni el empobrecimiento del pueblo. Ambos son los compa�eros inevitables del crecimiento de la econom�a mercantil basada en la divisi�n del trabajo social. El problema del mercado queda totalmente eliminado, porque el mercado no es otra cosa que la expresi�n de esa divisi�n del trabajo y de la producci�n mercantil. El desarrollo del capitalismo se nos presenta ya, no s�lo como posible (lo que en el mejor de los casos[17] podr�a haber demostrado el autor), sino como indispensable, porque el progreso de la t�cnica, debido a que la econom�a social est� basada en la divisi�n del trabajo y en la forma mercantil del producto, no puede menos que conducir a la consolidaci�n y al arraigo del capitalismo.

Ahora cabe preguntarse: �por qu� hay que aceptar precisamente el segundo punto de vista? �Y en qu� reside lo acertado de tal criterio?

En los hechos de la realidad econ�mica de la Rusia actual.

En el segundo esquema el centro de gravedad est� en el paso de la econom�a mercantil a la capitalista, en la diferenciaci�n de los productores de mercanc�as en capitalistas y proleta-riado. Y si analizamos los fen�menos de la actual econom�a social de Rusia, veremos que el lugar principal lo ocupa precisamente la diferenciaci�n de nuestros peque�os productores. Si tomamos a los campesinos-agricultores, veremos, por un lado, campesinos que abandonan en masa la tierra, pierden su independencia econ�mica y se convierten en proletarios, y por �l otros campesinos que ampl�an continuamente su �rea sembrada y mejoran sus cultivos. Por un lado, campesinos que pierden sus aperos de labranza y su ganado, y por el otro campesinos que introducen herramientas m�s modernas, empiezan a adquirir m�quinas, etc. [V�ase V. V.: Tendencias progresistas en la explotaci�n agr�cola] Por un lado, campesinos que abandonan sus tierras, venden sus nadiel o los entregan en arriendo; por el otro, campesinos que toman en arriendo tierras de nadiel y se lanzan con avidez a la compra de tierras de propiedad privada. Estos son hechos notorios y desde hace mucho tiempo establecidos[18], cuya �nica explicaci�n se halla en las leyes de la econom�a mercantil, que tambi�n diferencian a nuestro campesinado �comunal� en burgues�a y prole-tariado. Si tomamos a los artesanos, nos encontraremos que en la �poca de la posreforma no s�lo surg�an nuevas industrias artesanales y se desarrollaban con mayor rapidez las viejas [este fen�meno es el resultado de dicha diferenciaci�n del campesinado agricultor, el resultado de una divisi�n social progresiva del trabajo[19]], sino que, adem�s, la masa artesana se depauperaba cada vez m�s, ca�a en la miseria y perd�a su independencia econ�mica, mientras una insignificante minor�a se enriquec�a a costa de esa masa, acumulaba enormes capitales, se convert�a en intermediaria, tomaba en sus manos las ventas y terminaba por organizar en la enorme mayor�a de nuestras industrias de kustares un sistema dom�stico de producci�n en gran escala, de tipo ya totalmente capitalista.

La presencia de estas dos tendencias opuestas en el seno de nuestros peque�os productores indica con claridad que el capitalismo y el empobrecimiento de las masas no s�lo no se excluyen, sino que, por el contrario, se condicionan rec�procamente, y demuestra en forma irrefutable que el capitalismo constituye hoy la base fundamental de la vida econ�mica de Rusia.

He aqu� por qu� no resulta una paradoja decir que la respuesta al �problema de los mercados� est� precisamente en la diferenciaci�n del campesinado.

No es posible dejar de observar tambi�n que el planteo mismo (tan en boga) del famoso �problema de los mercados�, oculta una serie de absurdos. La f�rmula habitual (v�ase el � I) se basa directamente en las m�s inveros�miles hip�tesis, tales como que los sistemas econ�-micos de la sociedad pueden ser creados o destruidos por voluntad de determinado grupo de personas, de la �intelectualidad� o del �gobierno� (pues de otro modo no cabr�a plantearse preguntas como ��puede� el capitalismo desarrollarse? o ��debe� Rusia pasar por el capi-talismo?, ��conviene� conservar la comunidad rural?, etc.), que el capitalismo impide el empobrecimiento del pueblo, que el mercado es algo separado e independiente del capita-lismo, una especie de condici�n particular de su desarrollo.

Si no se rectifican estos absurdos ser� imposible resolver el problema.

Supongamos, en efecto, que a la pregunta: ��puede desarrollarse el capitalismo en Rusia, cuando la masa del pueblo es pobre y contin�a empobreci�ndose cada vez m�s?�, se le ocurriera a alguien contestar del modo siguiente: �s�, puede, porque el capitalismo no se desarrollar� a expensas de los art�culos de consumo, sino de los medios de producci�n�. Es evidente, que tal respuesta se basa en la idea en todo sentido justa de que el crecimiento de la productividad global de una naci�n capitalista se efect�a principalmente a expensas de los medios de producci�n (vale decir, m�s sobre la base de �stos que de los art�culos de consu-mo), pero es m�s evidente aun que semejante respuesta no puede hacer avanzar ni en un �pice la soluci�n del problema, as� como es obvio que no puede extraerse una deducci�n justa de un silogismo cuando es correcta la premisa menor, pero absurda la mayor. Semejante respuesta (lo repito una vez m�s) presupone que el capitalismo se desarrolla, va abarcando todo el pa�s, pasa a una etapa, t�cnica superior (a la gran industria mecanizada), en tanto que la pregunta se basa precisamente en la negaci�n de la posibilidad del desarrollo capitalista y del reemplazo de la peque�a producci�n por la grande.

El �problema de los mercados� debe ser trasladado de la esfera de las est�riles especulaciones sobre �lo posible� v �lo debido� al terreno de la realidad, al del estudio y la explicaci�n de qu� caracter�sticas va adquiriendo el orden econ�mico en Rusia y por qu� adquiere precisamente esas caracter�sticas y no otras.

Me limitar� a citar algunos ejemplos extra�dos del material que tengo a mi disposici�n, para mostrar de manera concreta qu� clase de datos sirven de base a la exposici�n precedente.

Para mostrar la diferenciaci�n de los peque�os productores y el hecho de que se produce entre ellos no s�lo un proceso de empobrecimiento, sino tambi�n de creaci�n (relativamente) de la gran econom�a burguesa, citar� los datos correspondientes a tres distritos exclusivamente agr�colas de la Rusia europea, que pertenecen a distintas provincias: el del Dni�per en la provincia de T�urida, el distrito de Novo�zensk en la provincia de Samara y el distrito de K�mishin en la provincia de Sar�tov. Los datos fueron extra�dos de las recopilaciones de estad�sticas de los zemstvos. A fin de adelantarme a posibles objeciones acerca de que los distritos escogidos carecen de caracter�sticas t�picas (en nuestras redones remotas, que casi no conocieron el r�gimen de servidumbre y cuya poblaci�n data en gran parte de la �poca posterior a la reforma, de la �poca del r�gimen �libre�, el proceso de diferenciaci�n march�, en verdad, a paso mucho m�s acelerado que en el centro del pa�s), dir� lo siguiente:

1) De los tres distritos continentales de la provincia de T�urida, hemos elegido el del Dni�per por ser totalmente ruso [0,6 por ciento de hogares de colonos] y estar poblado por campesinos de las comunidades.

2) Los datos sobre el distrito de Novouzensk se refieren �nicamente a la poblaci�n rusa (comunal) [v�ase Recopilaci�nde datos estad�sticos del distrito de Novouzensk, p�g. 432-439. Columna a], con exclusi�n de los llamados jutor�anie[20], es decir, de los campesinos comunales que se segregaron de la comunidad para establecerse por cuenta propia en tierras adquiridas o arrendadas. La incorporaci�n de estos representantes directos de una agricultura capitalista[21] aumentar�a considerablemente la diferenciaci�n.

3) Con respecto al distrito de K�mishin se ha tomado en cuenta s�lo los datos relativos a la poblaci�n granrusa (de las comunidades).

En esas Recopilaciones, la clasificaci�n se ha hecho de acuerdo con la cantidad de deciatinas sembradas por familia en el caso del distrito del Dni�per y seg�n la cantidad de animales de laboreo en los otros casos.

En el caso del distrito del Dni�per, el grupo pobre est� compuesto por los hogares que no cultivan tierra alguna y los que cultivan hasta 10 deciatinas por familia; en los distritos de Novo�zensk y K�mishiri, las familias sin animales de tiro y con uno solo. Al grupo medio: en el distrito del Dni�per las familias con 10 a 25 deciatinas de tierra labrant�a por hogar; en el de Novouzensk, las familias con 2-4 animales de tiro cada una y en el de K�mishin, his que po-seen 2-3 animales de tiro cada una. En el grupo pr�spero est�n incluidas las familias con m�s de 25 deciatinas de sementaras (distrito del Dni�per) o con m�s de 4 animales de tiro (distrito de Novouzensk) y con m�s de 3 (distrito de K�mishin).

 

 

De estos datos se desprende claramente que dentro de nuestro campesinado agr�cola y comu-nal tiene lugar no un proceso de empobrecimiento y ruina en general, sino de diferenciaci�n en burgues�a y proletariado. Una enorme masa de campesinos (el grupo pobre) �aproximada-mente la mitad, t�rmino medio� pierde su independencia econ�mica. Les corresponde ahora apenas una �nfima parte del total de la agricultura de los campesinos locales, un 13 por ciento (t�rmino medio) del �rea sembrada; a cada hogar le corresponden 3-4 deciatinas de tierra cultivada. Para tener idea de lo que esto significa, diremos que cada familia campesina de la provincia de T�urida, para poder subsistir exclusivamente de su agricultura independiente, sin recurrir a las llamadas �ocupaciones auxiliares�, necesitar�a disponer de 17 a 18 deciatinas sembradas[22]. Resulta claro que los representantes del grupo pobre se mantienen mucho menos con su propia agricultura que con las ocupaciones auxiliares, o sea, con la venta de su fuerza de trabajo. Y si recurrimos a datos m�s detallados que caracterizan la situaci�n de los campe-sinos de este grupo, veremos que �ste precisamente es el que provee el mayor contingente de campesinos que abandonan su hacienda, que carecen de aperos de labranza, entregan en arriendo sus nadiel y salen en busca de trabajo. Los campesinos de este grupo representan a nuestro proletariado rural.

Pero por el otro lado, entre estos mismos campesinos comunales se destaca, un grupo en todo sentido diferente y de car�cter diametralmente opuesto. Los campesinos del grupo superior poseen sementeras 7-10 veces mayores que las del inferior. Si comparamos estas sementeras (de 23 a 40 deciatinas por familia) con la cantidad �normal� de deciatinas sembradas que permiten a una familia vivir holgadamente de la agricultura, veremos que aqu�llos superan a �sta en 2--3 veces. Resulta evidente que este campesinado ya se ocupa de la agricultura con el objeto de obtener ganancias, para comerciar con el cereal. Ahorran sumas considerables y las invierten en el mejoramiento de sus haciendas y de sus cultivos, adquiriendo, por ejemplo, m�quinas agr�colas y aperos m�s perfeccionados. En el distrito de Novouzensk, por ejemplo, el 14 por ciento de las familias posee por lo general aperos agr�colas de mejor calidad; en cuanto a los campesinos del grupo superior, el 42 por ciento de las familias posee esta clase de aperos (de tal modo, a los campesinos del grupo superior corresponde el 75 por ciento del total de fami-lias del distrito que poseen aperos agr�colas perfeccionados) y en sus manos est� concentrado el 82 por ciento de los aperos de labranza de calidad que posee el �campesinado�[23]. Los campesinos de este grupo superior ya no pueden arreglarse con su sola fuerza de trabajo para atender sus cultivos, y por ello recurren a la contrataci�n de obreros. En el distrito de Novo�-zensk, por ejemplo, el 35 por ciento de las familias del grupo superior tiene obreros asala-riados permanentes (sin contar a aquellos que se contratan por temporada, por ejemplo, para la cosecha y otras faenas); lo mismo sucede en el del Dni�per. En una palabra, los campesinos del grupo superior representan ya, indudablemente, la burgues�a. Su fuerza se basa, no ya en la explotaci�n de otros productores (como en el caso de los usureros y �kulaks�), sino en la organizaci�n independiente[24] de la producci�n: en manos de este grupo, que constituye apenas 1/5 del campesinado, est� concentrada ahora m�s de la mitad del total de la superficie sembrada [tomo el t�rmino medio general de los tres distritos]. Si tenemos en cuenta que la productividad del trabajo (es decir, las cosechas) de estos campesinos es infinitamente superior a la que obtienen los proletarios del grupo inferior, que ara�an la tierra, no es posible sustraerse a la conclusi�n de que la principal fuerza motriz en la producci�n de cereales es la burgues�a rural.

�Qu� influencia deb�a ejercer esta divisi�n del campesinado en burgues�a y proletariado [los populistas no ven en este proceso otra cosa que el �empobrecimiento de las masas�] sobre la magnitud del �mercado�, es decir, sobre la magnitud de la parte del cereal que se convierte en mercanc�a? Es evidente que esa parte deb�a acrecentarse en grado considerable, porque la cantidad de cereal en manos de los campesinos del grupo superior exced�a en mucho sus propias necesidades y se enviaba al mercado. Por otro lado, los miembros del grupo interior deb�an comprar la parte de cereal que les faltaba con el dinero obtenido de su trabajo asalariado.

Para citar datos m�s precisos, sobre este problema tendremos que recurrir, no ya a las recopi-laciones de estad�sticas de los z�emstvos, sino a la obra de V. P�stnikov, La explotaci�n agr�cola en el sur de Rusia. P�stnikov describe, seg�n datos de las estad�sticas de los zemstvos, la explotaci�n agr�cola en tres distritos continentales de la provincia de T�urida (Berdiansk, Melit�pol y Dni�per), y la analiza tomando los distintos grupos de campesinos [divididos en 6 categor�as de acuerdo con la superficie de tierra labrant�a de que disponen:

1) los que no cultivan tierra alguna;

2) los que cultivan hasta 5 deciatinas;

3) los que cultivan de 5 a 10;

4) de 10 a 25;

5) de 25 a 50 y

6) arriba de 50 deciatinas]. Para examinar la relaci�n de los distintos grupos con el mercado, divide la superficie sembrada de cada hacienda agr�cola en 4 partes, a saber:

1) �rea de mantenimiento, como denomina P�stnikov a la parte que produce la semilla necesaria para la siembra;

2) �rea alimentaria, destinada a producir el sustento necesario para la manutenci�n de la familia y los trabajadores;

3) �rea forrajera, destinada a proveer de alimento a los animales de labor y, finalmente, =

4) �rea comercial o mercantil, que provee el producto que se trasforma en mercanc�a y es enajenado en el mercado. Se sobrentiende que s�lo esta �ltima �rea proporciona ingresos en dinero, las dem�s en especie, es decir, productos que son consumidos en la propia hacienda.

Al hacer el c�lculo de la dimensi�n de cada una de estas �reas en los distintos grupos del campesinado seg�n la cantidad de tierra labrant�a de que disponen, P�stnikov nos ofrece el siguiente cuadro:

 

 

Observaciones al cuadro:

1) P�stnikov no da la pen�ltima columna; el c�lculo es m�o.

2) Determina el ingreso en dinero partiendo del supuesto de que toda el �rea comercial est� sembrada con trigo y calculando el promedio del rendimiento de la cosecha y el promedio del precio del cereal.

Estos datos demuestran que cuanto m�s grande es la hacienda, mayor es su car�cter mercantil y mayor la proporci�n de cereal que produce para la venta [12-38-52-61 por ciento en los respectivos grupos]. Los principales agricultores, los campesinos de los dos grupos m�s fuertes (poseen m�s de la mitad de toda la tierra labrant�a), venden m�s de la mitad de toda su producci�n agr�cola [52 y 61 por ciento].

De no haber existido divisi�n del campesinado en burgues�a y proletariado, o, en otras palabras, si la superficie de tierra labrant�a hubiese estado distribuida entre todos los �campesinos� �equitativamente�, todos los campesinos pertenecer�an al grupo medio (el que cultiva de 10 a 25 deciatinas), y al mercado llegar�a s�lo el 36 por ciento del cereal, es decir, el producto de 518.136 deciatinas bajo cultivo (36 por ciento de 1.439.237 = 518.136). En cambio, tal como se desprende del cuadro, ahora va al mercado el 42 por ciento del cereal, producto de 608.869 deciatinas. De este modo, �el empobrecimiento de las masas�, la completa decadencia de las haciendas del 40 por ciento de los campesinos (del grupo pobre one no cultiva m�s de 10 deciatinas), la formaci�n del proletariado rural, todo esto condujo a que se lanzara al mercado el producto del cultivo de 90 MIL deciatinas[25].

En modo alguno quiero decir que el crecimiento del �mercado� como consecuencia de la diferenciaci�n del campesinado, quede limitado a esto. Ni mucho menos. Hemos visto, por ejemplo, que los campesinos adquieren mejores herramientas de trabajo, es decir, invierten sus ahorros en la �producci�n de medios de producci�n�. Hemos visto que adem�s del cereal, en el marcado apareci� otra mercanc�a: la fuerza de trabajo humana. No menciono todo esto s�lo porque presento este ejemplo con un prop�sito limitado y particular: mostrar que el empobrecimiento de las masas aqu�, en Rusia, conduce efectivamente a la intensificaci�n del desarrollo de la econom�a mercantil y capitalista. Eleg� con toda intenci�n un producto como el cereal, que siempre v en todas partes es el que entra m�s tarde y con mayor lentitud en la circulaci�n mercantil. Por esa raz�n se analizan las localidades exclusivamente agr�colas.

Tomar� ahora otro ejemplo, que se refiere a una regi�n puramente industrial, la provincia de Mosc�. Los estad�sticos de los zemstvos describen la econom�a campesina en los tomos VI y VII de la Recopilaci�n de datos estad�sticos de la provincia de Mosc� que contienen varios estudios excelentes sobre las industrias de kustares. Me limitar� a citar un pasaje del cap�tulo La industria artesanal de encajes[26], que explica c�mo y por qu� causas las industrias artesanales campesinas se desarrollaron con particular rapidez en la �poca posterior a la Reforma.

La industria del encaje naci� en la segunda d�cada del presente siglo en dos aldeas vecinas pertenecientes a la circunscripci�n de Vor�nov, distrito de Podolsk. �En la d�cada de 1840 empieza a extenderse paulatinamente hacia las otras aldeas vecinas, sin llegar, empero, a abarcar todav�a una gran regi�n. Mas a partir de 1860, en especial en los �ltimos 34 a�os de esa d�cada, se propaga con rapidez a todos los alrededores�.

De las 32 aldeas en que hoy existe esta industria artesanal surgi�:

En 2 de las aldeas en 1820

En 4 de las aldeas en 1840

En 5 de las aldeas en los a�os 60

En 7 de las aldeas en 1870-1875

En 14 de las aldeas en 1876-1879

�Si ahondamos en las causas que dan origen a tal fen�meno -dice el autor del estudio-, es decir, al de una propagaci�n extraordinariamente r�pida de esa industria artesanal, precisa-mente en el curso de los �ltimos a�os, veremos que, por un lado, las condiciones de vida del campesinado en este lapso empeoraron en grado considerable, y por el otro, las necesidades de la poblaci�n -de la parte que se halla en situaci�n m�s favorable-, han crecido notablemente�.

En confirmaci�n de lo dicho, el autor extrae de las estad�sticas del zemstvo de Mosc� los siguientes datos, que presento en forma de cuadro[27]:

 

 

�Estas cifras -contin�a el autor- demuestran con elocuencia que el n�mero total de caballos, vacas y ganado menor en esta circunscripci�n ha aumentado, pero que este incremento de la prosperidad correspondi� a individuos aislados, pr�cticamente a los pertenecientes a la categor�a de los campesinos propietarios de 2-3 y m�s caballos [. ..] Vemos, en consecuencia, que junto con el aumento del n�mero de campesinos que carecen en absoluto de vacas y caballos crece tambi�n el de los que cesan de cultivar la tierra: si se carece de animales, tampoco se dispone de suficiente cantidad de abono; la tierra se agota, no vale la pena seguir cultiv�ndola. Para su propio sustento y el de su familia, para no morirse de hambre, no basta que en la industria artesanal trabajen s�lo los hombres -ellos lo hac�an tambi�n antes, cuando no ten�an faenas rurales que realizar-; es menester que tambi�n los otros miembros de la familia busquen una ocupaci�n auxiliar...

�...Los guarismos del cuadro nos muestran tambi�n otro fen�meno: en esas aldeas y poblados aument� asimismo el n�mero de personas que poseen 2 � 3 caballos y vacas. Por lo tanto, la prosperidad de estos campesinos se increment�, pero al mismo tiempo dijimos que 'todas las mujeres y ni�os de tal o cual aldea trabajan en la industria artesanal'. �C�mo se explica tal fen�meno? Para explic�rnoslo tendremos que estudiar c�mo viven estas aldeas, conocer m�s de cerca la situaci�n de las familias, y s�lo entonces estaremos tal vez en condiciones de juzgar qu� origina este tremendo af�n de producir mercanc�as para la venta.

�Desde luego, no nos pondremos aqu� a investigar en detalle por qu� afortunadas circuns-tancias comienzan a destacarse poco a poco, en el ambiente campesino, los individuos y familias m�s fuertes, cu�l es el origen de su prosperidad y qu� condiciones sociales permiten que esa prosperidad, una vez que aparece, pueda crecer con rapidez y aumentar a tal punto que eleva considerablemente a una parte de los aldeanos por sobre los dem�s. Para observar este proceso, basta citar una de las manifestaciones m�s comunes de la vida en la aldea. En una aldea dada, cierto campesino tiene fama entre sus vecinos de hombre sano, fuerte, sobrio y trabajador; posee una familia numerosa, en la cual predominan los hijos varones que se distinguen por su misma fuerza f�sica y buenas costumbres; viven todos juntos, la familia no se ha dividido; reciben un nadiel para 4 � 5 personas. Es evidente que para cultivar esa parcela no hace falta tanta mano de obra. As�, dos o tres de los hijos trabajan permanentemente en una industria artesanal, en la misma localidad o fuera de ella, y s�lo cuando hay que segar el heno abandonan por breve tiempo la industria para ayudar a la familia en las faenas rurales. Los ingresos de todos los miembros de la familia no se fraccionan, sino que van a engrosar el patrimonio com�n: si existen otras circunstancias favorables, este patrimonio excede conside-rablemente la suma que se invierte para satisfacer las necesidades de la familia. Aparece el ahorro, gracias al cual la familia puede dedicarse a la industria en mejores condiciones: puede comprar la materia prima en efectivo y de primera mano, y vender el art�culo elaborado en el momento oportuno, cuando est� en precio, sin recurrir a toda clase de 'intermediarios', comerciantes, etc.

�Surge as� la posibilidad de contratar a un obrero, despu�s a otro, o de entregar trabajo a domicilio a campesinos pobres que ya no tienen medios para desenvolverse independientemente. A cosecuencia de estas y otras circunstancias parecidas, la familia fuerte a que nos referimos ya est� en condiciones de obtener beneficios no s�lo de su trabajo exclusivamente personal. No hablamos aqu�, por supuesto, de aquellos casos en que surgen de tales familias personajes conocidos con el nombre de kulaks o usureros; s�lo examinamos las manifestaciones m�s comunes en el medio campesino. Los cuadros incluidos en el tomo II de la Recopilaci�n y en el fase. 1 del tomo VI muestran con claridad c�mo, a medida que empeora la situaci�n de una parte del campesinado, en la mayor�a de los casos aumenta la prosperidad de otra peque�a parte de �ste, o de individuos aislados.

�A medida que se extienden las ocupaciones en la industria artesanal, se hace m�s frecuente el intercambio con el mundo exterior, con la ciudad, en este caso concreto con Mosc�, y algunos de los h�bitos urbanos penetran poco a poco en la vida de la aldea y se manifiestan, al principio, precisamente en el seno de estas familias m�s pr�speras. Aparece el samovar, la vajilla de vidrio y de loza necesaria, la vestimenta es 'm�s pulcra'. Mientras que al principio esta mayor pulcritud en el vestir se manifiesta entre los hombres en el hecho de que empiezan a usar botas en lugar del calzado r�stico, entre las mujeres el uso de zapatos y botitas constituye la culminaci�n de ese proceso; ella prefiere, antes que nada, los percales de vivos colores y dibujos, los pa�uelos, los hermosos chales de lana y otras novedades semejantes...

�...Desde 'tiempos inmemoriales' es costumbre en las familias campesinas rusas que la mujer confeccione la ropa del esposo, la suya propia y la de sus hijos [... ] Cuando cultivaban su propio lino, gastaban menos dinero en la compra de telas y dem�s elementos necesarios para la vestimenta, y ese dinero lo obten�an con la venta de gallinas, huevos, hongos, bayas, de alguna madeja de hilo sobrante o de un retazo de lienzo que no hac�a falta. Todo lo dem�s se produc�a en casa. Estas condiciones, es decir, la producci�n dom�stica de todos aquellos art�culos que se descontaba deb�an hacer las campesinas, y el hecho de que en ello empleaban todo su tiempo libre de las faenas agr�colas explican, en este caso, el desarrollo extremada-mente lento de la industria dom�stica del encaje en las aldeas de la circunscripci�n de Vor�nov. Los encajes eran hechos de preferencia por las j�venes de las familias m�s pudientes o m�s numerosas, donde no era indispensable que todas las manos femeninas disponibles se dedicaran al hilado del lino y al tejido del lienzo. Pero poco a poco los percales e indianas baratos empezaron a desalojar al lienzo. A esto se sumaron otras circunstancias: que la cosecha de lino se perd�a o que se le ocurr�a a la mujer hacerle a su esposo una camisa de percal rojo y para ella un vestido m�s elegante; y as�, paso a paso, la costumbre de tejer en casa distintos lienzos y pa�os para la confecci�n de la vestimenta campesina va desapareciendo o se reduce al m�nimo. Y tambi�n el tipo de vestimenta va experimentando cambios, debido en parte a la desaparici�n paulatina de las telas de producci�n casera y a su reemplazo por las de producci�n fabril...

�... Esto explica que la mayor�a de la poblaci�n se empe�e en producir mercanc�as para la venta y emplee en ello inclusive toda la mano de obra infantil�.

Este sencillo relato de un atento observador muestra con toda claridad c�mo se opera en el seno de nuestra masa campesina el proceso de divisi�n del trabajo social, c�mo todo eso conduce a la intensificaci�n de la producci�n mercantil [y, por consiguiente, del mercado] y c�mo esta producci�n mercantil por s� sola, es decir, en virtud de las relaciones en que coloca al productor con respecto al mercado, lleva a trasformar la compra y la venta de la fuerza de trabajo humana en el �fen�meno m�s com�n�.

 

 

 

VIII

 

Para finalizar, tal vez no est� de m�s ilustrar este discutido problema, -ya demasiado cargado de abstracciones, esquemas y f�rmulas, nos parece- con el an�lisis de la argumentaci�n de uno de los m�s recientes y destacados representantes de la �concepci�n corriente�

Me refiero al se�or Nikolai-on[28].

�ste ve el mayor �obst�culo� para el desarrollo del capitalismo en Rusia en la �reducci�n� del mercado interno y en la �disminuci�n� del poder adquisitivo del campesinado. La capitaliza-ci�n de las industrias artesanales -dice- ha desalojado a la producci�n dom�stica de art�culos; el campesino se ve obligado a comprar su vestimenta. Para obtener el dinero necesario, ha tenido que recurrir al cultivo intensivo de la tierra y, debido a que la superficie del nadiel le resultaba insuficiente, fue ampliando sus cultivos hasta mucho m�s all� de lo que aconseja una agricultura racional; provoc� el alza de los precios de las tierras arrendables hasta l�mites escandalosos, y termin� arruin�ndose. El capitalismo se cav� su propia fosa, condujo la �econom�a popular� a la terrible crisis del a�o 1891, y... se estanc�, falto de base en qu� apoyarse y sin fuerzas para continuar �por el camino emprendido�. Conciente de que �nosotros nos hemos desviado del orden popular consagrado por los siglos�, Rusia espera ahora... que las autoridades adopten la disposici�n de �injertar en las comunidades rurales la gran producci�n�.

�En qu� consiste el absurdo de esta teor�a �siempre nueva� (para los populistas rusos)?

�Acaso en el hecho de que su autor no comprende la significaci�n de la �producci�n de medios de producci�n para medios de producci�n�? Claro est� que no. El se�or Nik-on conoce muy bien esta ley, y recuerda inclusive que se hab�a manifestado tambi�n aqu� (p�gs. 186, 203 y 204). Es verdad que gracias a su talento para rebatirse a s� mismo con sus propias contradicciones, a veces olvida esta ley (ver p�g. 123), pero lo cierto es que la rectificaci�n de tales contradicciones no rectificar�a en modo alguno el razonamiento fundamental (ya citado) del autor.

El absurdo de su teor�a radica en que no sabe c�mo explicar nuestro capitalismo y elabora sus razonamientos acerca de �ste sobre la base de meras ficciones.

El se�or Nik.-on considera �al campesinado�, que qued� arruinado debido al desplazamiento de la producci�n dom�stica por la fabril, como algo homog�neo, org�nicamente unido, que reacciona como un solo hombre ante todas las manifestaciones de la vida.

Nada de eso sucede en la realidad. La producci�n mercantil no habr�a podido surgir en Rusia si no hubiesen existido separadamente las unidades productoras (los hogares campesinos), y todo el mundo sabe que en la pr�ctica, cada uno de nuestros campesinos trabaja solo y con independencia de los dem�s, que produce por su cuenta y riesgo los productos que son de su propiedad privada, y que establece en forma individual su relaci�n con el �mercado�.

Veamos cu�l es la situaci�n en el �campesinado�.

�Necesitado de dinero, el campesino aumenta su �rea de cultivo desmedidamente y se arruina.�

Pero s�lo el campesino pudiente, que posee semilla para la siembra y suficiente cantidad de aperos de labranza y animales de labor, est� en condiciones de ampliar sus cultivos. En efecto, tales campesinos (y son, como es notorio, la minor�a) aumentan sus sementeras e intensifican la agricultura a tal punto, que ya no pueden arreglarse sin ayuda de obreros. En cambio, la mayor�a no est� en condiciones de satisfacer su necesidad de dinero intensificando la agri-cultura, pues carece de reservas y de suficientes medios de producci�n. Para obtener dinero, tales campesinos sale en busca de una �ocupaci�n auxiliar�, es decir, lleva al mercado, no va sus productos, sino su fuerza de trabajo. El hecho de trabajar fuera del hogar conduce, como es natural, a la posterior decadencia de la explotaci�n agr�cola, y este campesino termina por ceder su nadiel en arriendo a un vecino rico de la misma comunidad, quien as� redondea su hacienda. Este �ltimo, claro est�, no consume personalmente el producto del nuevo nadiel, sino que lo env�a al mercado. Se produce as� el �empobrecimiento del pueblo�, el crecimiento del capitalismo y la ampliaci�n del mercado. Pero eso no es todo. Nuestro campesino rico, ocupado totalmente en su explotaci�n agr�cola ampliada, ya no puede producir como antes para su propio consumo, digamos, por ejemplo, calzado: le resulta m�s ventajoso comprarlo hecho. En lo que respecta al campesino empobrecido, tambi�n �l debe recurrir a la compra de calzado: no puede producirlo en su hacienda por la sencilla raz�n de que ya carece de ha-cienda propia. Surge la demanda de calzado y la oferta de trigo, que proviene del excedente en manos del campesino enriquecido, cuyo desarrollo econ�mico progresivo tanto enternece al se�or V. V. Los vecinos artesanos que producen calzado se hallan de pronto en situaci�n parecida a la de los labradores: para poder comprar el cereal que su decadente hacienda ya no produce en cantidad suficiente, es necesario aumentar la producci�n. Y de nuevo, natural-mente, s�lo puede aumentar su producci�n el artesano que ha acumulado ahorros, vale decir, el representante de la minor�a; �ste tiene la posibilidad de contratar a obreros o entregar trabajo a domicilio a los campesinos pobres. La mayor�a de los artesanos no puede ni pensar en ampliar sus talleres: se dar�n por contentos si el enriquecido mayorista les �da trabajo�, o sea, si encuentran comprador para su fuerza de trabajo, que es su �nica mercanc�a. De nuevo se produce el empobrecimiento del pueblo, el crecimiento del capitalismo y la ampliaci�n del mercado; se da un nuevo empuje al posterior desarrollo y ahondamiento de la divisi�n social del trabajo. �D�nde se detendr� este movi-miento? Nadie podr�a decirlo, como tampoco nadie podr�a decir d�nde comenz�. Pero esto carece de importancia. Lo importante es s�lo el hecho de que tenemos ante nosotros un proceso �nico org�nico, vivo, el proceso del desarrollo de la econom�a mercantil y creci-miento del capitalismo. La �descampesinizaci�n� de la aldea nos muestra el comienzo de ese proceso, su nacimiento, sus etapas iniciales; el gran capitalismo de las ciudades nos muestra su final, sus tendencias. Int�ntese separar estos fen�menos, int�ntese considerarlos aislada e independientemente uno del otro, y no se podr� dar coherencia a los razonamientos, no se podr� explicar un fen�meno ni el otro, ni el empobrecimiento del pueblo, ni el crecimiento del capitalismo.

Sin embargo, en estos casos ocurre, las m�s de las veces, que los autores de tales razona-mientos, que no tienen principio ni fin, no pueden explicar el proceso y ponen punto final a la investigaci�n declarando que uno de los dos fen�menos, igualmente incomprensibles para ellos [y, por supuesto, precisamente aquel que contradice al �sentimiento moralmente desa-rrollado de una personalidad con pensamiento cr�tico�] es �absurdo�, �casual�, �cuelga en el aire�.

En realidad, lo �nico que �cuelga en el aire� son, por supuesto, sus propios razonamientos.

 

 

 

 

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[1] Sobrevalor, plusval�a (Mehrwert, seg�n Marx). En sus trabajos de la d�cada del 90 Lenin empleaba indistintamente ambos t�rminos. M�s tarde utiliza exclusivamente plusval�a. (Ed.)

[2] El esquema de la reproducci�n ampliada, con el progreso t�cnico incluido, se ha tomado directamente del manuscrito; aunque hay en �l algunas cifras inexactas, ello no afecta el curso del razonamiento ni las conclusiones generales. (Ed.)

[3] En la columna �Medios de producci�n para medios de consumo� se da la suma total I (o + p), que incluye la parte destinada a la acumulaci�n.

Es necesario tener presente que en el sector I la parte del valor nuevamente creado est� encarnada por los instrumentos y materiales, que son medios de producci�n complementarios (por encima de la reposici�n) para este sector, pero no son medios de producci�n para el sector II. La parte de los medios de producci�n producidos que est� destinada al sector II y la que queda en el sector I pueden juzgarse por la magnitud del capital constante, que en la pr�ctica se conserva en funcionamiento durante el a�o siguiente en ambos sectores.

En el manuscrito se han deslizado dos errores: en lugar de 3.172 X dice 3.172, y en vez de 10.830 dice 10.828 X, como puede verse en e) esquema incluido en el texto. ( Ed.)

[4] No pretendo significar con esto que semejante fen�meno sea del todo imposible como aislado. Pero aqu� no se trata de casos aislados, sino de la ley general del desarrollo de la sociedad capitalista.

[5] Por esta raz�n la deducci�n expuesta puede formularse tambi�n de otro modo: en la sociedad capitalista el aumento de la producci�n (y, por ende, del �mercado�) puede realizarse a expensas del aumento de los art�culos de consumo, o -y esto principalmente- debido al progreso de la t�cnica, o sea, al desplazamiento del trabajo manual por el de la m�quina, puesto que el cambio en la relaci�n de v a c expresa precisamente la disminuci�n del papel que desempe�a el trabajo manual.

[6] m: significa mehrwert (sobrevalor), o sea, plusval�a. (Ed.)

[7] La parte del valor que resarce el capital constante se considera invariable, y por eso se omite.

[8] Esto se refiere igualmente a los per�odos 5 y 8.

[9] V�ase C. Marx, El capital, Buenos Aires, Ed. Cartago, 1956, t. I, p�g. 88. (Ed.)

[10] Esto puede parecer discutible, tal vez en lo que ata�e a la industria agr�cola. �La producci�n de cereales est� completamente estancada�, dice, por ejemplo, el se�or N.-on. Llega a esta conclusi�n bas�ndose en los datos correspondientes a s�lo 8 a�os (1871--1878). Veamos los datos relativos a un per�odo m�s prolongado; el de 8 a�os, por cierto, es demasiado corto. Comparemos los datos de la d�cada del 60 [Recopilaci�n estad�stica militar, 1871], de la d�cada del 70 [los datos de N.-on] y de la del 80 [Recopilaci�n de informes de Rusia, 1890]. Esos datos se refieren a 50 provincias de la Rusia europea y comprenden todos los cultivos, inclusive la papa.

[11] Kustar: este t�rmino se emplea por lo com�n para designar al peque�o productor de mer-canc�as ocupado en la producci�n dom�stica para la venta en el mercado. En sus trabajos hac�a notar, sin embargo, la inexactitud y la falta de car�cter cient�fico de este t�rmino tra-dicional, ya que significa tanto el productor que trabaja para el mercado como el artesano que lo hace para el consumidor.

A fin de reflejar la diferencia existente entre estos dos grupos de productores, para los cuales el ruso posee t�rminos distintos, se ha resuelto designar en la traducci�n con la palabra rusa kustar �nicamente aquellos que trabajan para el mercado. (Ed.)

[12] Pliushlkin, personaje de Almas muertas de G�gol. (Ed.)

[13]Por lo tanto, se comprende que no es correcto dividir el desarrollo del capitalismo en desarrollo en amplitud y en profundidad: ambos se realizan igualmente a expensas de la divisi�n del trabajo; no existe diferencia �esencial� entre los dos momentos. La que realmente existe entre ellos se reduce a las distintas etapas del progreso de la t�cnica. Las etapas inferiores del desarrollo de la t�cnica capitalista -la cooperaci�n simple y la manufactura- no conoc�an todav�a la producci�n de medios de producci�n para medios de producci�n: �sta nace y alcanza enorme desarrollo s�lo en la etapa superior de la gran industria mecanizada.

[14] V�ase C. Marx, op- c�t., t. II, p�g. 248. (Ed.)

[15] V�ase F. Engels: La situaci�n de la clase obrera en Inglaterra en 1844. Es el estado de la m�s terrible y mugrienta miseria (en el sentido literal de la palabra), y de la total degrada-ci�n del sentido de la dignidad humana. [En espa�ol v�ase editorial Futuro, Buenos Aires, 1965. Ed.]

[16] Vale decir, el reemplazo de peque�as unidades industriales por grandes, el desplazamiento del trabajo manual por las m�quinas.

[17] Es decir, en el caso de que hubiera justipreciado y comprendido correctamente el significado de la producci�n de medios de producci�n.

[18] Los propios campesinos calificaron muy acertadamente este proceso de �descampesinizaci�n�. [V�ase Revista rural de la provincia de Nizhni-N�veorod, de 1892. N.-N., 1893, fase. III, p�gs. 186--187.]

[19] Uno de los mayores errores te�ricos del se�or Nikolai-on consiste en que �l ignora este fen�meno.

[20] Pobladores del j�tor, explotaci�n agr�cola independiente, pero ubicada dentro de la pro-piedad del terrateniente. (Ed.)

[21] En la pr�ctica, 2.294 jutorumie poseen 123.252 deciatinas cultivadas (o sea, un promedio de 53 por agricultor). Emplean 2.662 obreros agr�colas (y 234 obreras). Poseen m�s de 40.000 caballos y bueyes y una gran cantidad de implementos de labor perfeccionados. V�ase Reco-pilaci�n de datos entadaticos del distrito de Novouzensk, p�g. 453.

[22] En las provincias de Samara y Sar�tov, esta norma es inferior en 1 vez y media, debido a que la situaci�n de su poblaci�n es menos pr�spera.

[23] En todo el distrito, el campesinado posee 5.724 herramientas agr�colas perfeccionadas.

[24] Tambi�n basada, naturalmente, en la expoliaci�n, pero ya no de los productores independientes, sino de los obreros.

[25] 90.733 deciatinas = 6,3 por ciento de toda la superficie sembrada.

[26] Recopilaci�n de datos estad�sticos de la provincia de Mosc�. Secci�n de estad�sticas econ�micas, tomo VI, fase. II. Las industrias artesanales de la provincia de Mosc�, fase. II, Mosc�, 1880.

[27] Omito los datos sobre distribuci�n de las vacas (la conclusi�n es la misma) y agrego los porcentajes.

[28] Se sobrentiende que no se trata aqu� de analizar toda su obra -ello requerir�a un trabajo especial-, sino s�lo uno de sus argumentos preferidos.


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