A los comunistas de España

Jesús Hernández Tomás

 


Pronunciado: Via emisión radial por medio de Radio Yugloslavia durante su estancia en Yugoslavia.
Primera vez publicado: Acción Socialista, número 22-23, París, 15/12/1951, p.5 y 6.
Versión digital: Fernando Hernández Sánchez, 2006.
Esta edición: Marxists Internet Archive, noviembre de 2006.
Formato alternativo: Microsoft Word (.doc)


Camaradas,

Mi filiación política os es sobradamente conocida y no os cabrá ninguna duda de que al dirigirme a vosotros os está hablando un comunista. Pero esto sí, un comunista español, un comunista que no concibe la lucha por la liberación de España del régimen franquista y por una vida democrática y progresiva, sin un amor profundo, entrañable, por su país.

Hay un tipo de “comunismo” que en toda su actuación antepone los intereses de una potencia extraña a los de su propia Patria. Es el “comunismo” kominformista, ese “comunismo” desnacionalizado, mercenario, que no siente el sonrojo al proclamar su dependencia servil al

Comisariado de Negocios extranjeros de la Unión Soviética. Es ese “comunismo” que pretende convertir a España en una colonia rusa y al mundo en un feudo de los nuevos señores del Kremlin.

Contra ese “comunismo” nos hemos revelado los comunistas que, ante todo y sobre todo, amamos a nuestra tierra, los comunistas que no concebimos, la democracia y el bienestar de nuestros pueblos sin el disfrute de la plena libertad y soberanía nacionales.

Hay pues dos tendencias en el mundo que, hablando de comunismo, expresan dos cosas irreconciliables: La Libertad o la esclavitud, la Democracia o la tiranía, la Independencia o la servidumbre, el respeto a la personalidad humana o la anulación del hombre como ser social.

Nosotros formamos parte de los que creen que el Socialismo por ser una cumbre cimera en el desarrollo y evolución de la humanidad hacia metas superiores de civilización y de progreso no puede bajo ningún concepto y por ninguna razón, convertirse en el obstáculo para que los hombres puedan pensar y opinar libremente.

No queremos sustituir una tiranía por otra tiranía, queremos una vida de auténticos hombres libres en una sociedad sin privilegios de clase, casta o poder. El Socialismo sin libertad no es Socialismo.

El Socialismo implica igualmente el más amplio concepto del internacionalismo proletario y de la fraternidad humana y, para que sea así, ha de tener por base el respeto a la libertad y soberanía nacionales de cada pueblo y reconocer la igualdad entre los países grandes o pequeños.

Si una gran potencia socialista, por la sola razón de la fuerza, se cree con derecho a erigirse en “Nación directora” y a imponer su voluntad a las naciones más débiles, el internacionalismo proletario y la solidaridad socialistas habrán muerto, y en su lugar, nacido un tipo de imperialismo aún más repulsivo que el clásico del capitalismo, pues este se presenta bajo banderas bordadas con hoces y martillos.

Tal es el “socialismo” y el internacionalismo que practica hoy la Rusia de Stalin; tal es el Socialismo de que hablan los kominformistas. Con ese “socialismo” no tenemos ni .queremos tener nada de común los comunistas porque ese “socialismo” tiene más de Ivan el Terrible y de Pedro el Grande, que de Marx, Engels y Lenin. No, son otras las razones de esa lucha monstruosa de los actuales dirigentes soviéticos contra la Yugoslavia Socialista y contra todos los comunistas que, por no haber dejado de serlo, estamos a su lado. Ninguno de los que me oís, ninguno de los militantes del Partido podéis creer que miles y miles de vuestros viejos compañeros de lucha nos hemos convertido en fascistas, en renegados y en agentes del imperialismo. Podéis tener, sin duda, una idea equivocada por falta de información o por una información tendenciosa. Pero pensad un momento: Un hombre puede corromperse, un hombre puede traicionar, uno y una docena, pero es inconcebible que traicionen miles y decenas de miles de los más probados cuadros del Partido, de hombres a quienes habéis conocido hasta ayer en todos los puestos de mayor riesgo y responsabilidad y que al igual que ayer siguen siendo obreros, trabajadores, que con su esfuerzo físico se ganan el pan. ¿Qué interés podría haberles llevado a traicionar sus ideales? Ninguno. i Qué hay pues en nuestra posición política actual ?: Hay lo mismo que ha habido siempre : cariño y fidelidad a nuestras banderas de lucha contra el franquismo y por la libertad e Independencia de España ; cariño y fidelidad a los principios del marxismo-leninismo. No somos nosotros los que nos hemos alejado de Rusia; son los dirigentes soviéticos los que se han alejado del Socialismo. Es una penosa y amarga verdad contra la que nos hemos resistido durante muchos años. Pero al fin, la verdad se ha impuesto y nosotros estamos a su lado. Y por estar con la verdad, estamos en las mismas posiciones de la Yugoslavia Socialista. Pensad, camaradas; ¿Cuál sería vuestra posición si mañana, liberada España de la tiranía franquista y establecido un régimen Socialista, conquistado con la sangre de millares de españoles y con el apoyo entusiasta de todo el pueblo, se pretendiera por cualquiera dictar desde el extranjero lo que deberían hacer o dejar de hacer los españoles ? Con toda razón y con toda dignidad les diríais que en España los españoles saben escuchar, pero que son los españoles los que deciden sobre sus asuntos internos por su voluntad libre y soberana.

Si ese mismo intromisor extranjero, aun llamándose socialista, pretendiera imponeros sus maneras,

hábitos y costumbres, ajenas además a la idiosincrasia y manera de ser de los españoles, y al mismo tiempo os expoliaba, ¿qué haríais? Es lógico que procederíais con todos los respetos a decirle que el Pueblo español es un pueblo de adultos, que no acepta imposiciones de nadie, ni de ninguna especie.

Si ese mismo país que se dice socialista por ser más fuerte y poderoso, tratara de imponerse por la fuerza y doblegar vuestro sentimiento de independencia ¿qué otra posición podíais tomar dignamente que la de alzaros en masa y demostrarle que preferís mil veces la muerte antes que aceptar vivir bajo una nueva servidumbre?

Después de todo ello ¿qué concepto os habríais formado de la honradez revolucionarla y de la sinceridad comunista de quienes, por haber defendido vuestros derechos, os llamaran fascistas y vendidos al imperialismo? Llegaríais a la triste, pero única verdad, de que los hombres que representan ese País, podrán tener de todo, pero que les falta lo esencial: Ser comunistas y conducirse como comunistas. Pues bien, camaradas, ese ha sido el proceso de la Yugoslavia Socialista y así ha sido y sigue siendo la incalificable conducta de los dirigentes soviéticos.

Podréis preguntar: ¿ pero, cómo, es que la Unión Soviética, no es un País socialista ? La U.R.S.S. hizo una revolución socialista, la Unión Soviética tiene la base de una sociedad socialista, pero la política de Stalin, el stalinismo, es una política que está frenando y desfigurando el socialismo, tanto en la vida interna de la U.R.S.S., como en su política internacional. El stalinismo está en contradicción con los verdaderos intereses del Pueblo soviético y con la práctica de los auténticos principios del marxismo-leninismo en el orden internacional.

Como podéis ver no se trata de que nosotros queramos oponer Belgrado a Moscú, o que cambiemos Yugoslavia por Rusia. No es un problema de Geografía como pretenden haceros creer los Uribe, Antón o Pasionaria. Es un problema de fidelidad en la interpretación y aplicación de la doctrina marxista-leninista.

El Socialismo no es sólo un problema de máquinas y de cifras de producción. El Socialismo es ante todo, un problema esencialmente humano. El Socialismo necesita las máquinas para fortalecer el nuevo orden social en todos sus aspectos, pero don de hay que estructurarlo primero es en la conciencia del Pueblo. Darle a un pueblo, que ha destruido el régimen capitalista, máquinas y mantenerlo, en la miseria; darle altos hornos y quitarle la Libertad; darle centrales eléctricas y ponerle un policía a cada ciudadano: concederle en la Constitución todas las garantías individuales y ahogar su critica mediante el terror; suprimir la explotación de la burguesía y sustituirla por la explotación de una casta burocrática, y habréis convertido el Socialismo en una cosa odiosa y odiada por el pueblo. Tal es hoy la Rusia de Stalin. En Yugoslavia, también se edifica el Socialismo, se hacen grandes construcciones industriales, ferrocarriles, plantas eléctricas etc. pero eI pueblo siente que esa potencialidad industrial se transforma en un constante mejoramiento de su nivel de vida. En Yugoslavia los hombres pueden pensar y decir lo que piensan sobre la política de sus dirigentes. El Socialismo yugoslavo ha comprendido que lo que se debe atacar no es la crítica, sino las causas que motivan la crítica. Yugoslavia nos demuestra que el Socialismo no está en contradicción con el más profundo y amplio ejercicio de la libertad individual y colectiva de la sociedad.

Por eso, los auténticos comunistas estamos alineados en las mismas trincheras de la Yugoslavia Socialista, desde las que se defienden hoy los principios y los objetivos del verdadero socialismo.