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Marta Harnecker

 

 

Fidel y sus grandes aportes sobre el tema de la Unidad

Carta al l�der cubano en sus 90 a�os de vida

 

 


Fuente del texto: Rebelión (https://rebelion.org), quien lo publicó con el permiso de la autora bajo una licencia de Creative Commons CC BY-NC-ND 2.5 ES, 14 de agosto de 2015.
Esta edici�n: Marxists Internet Archive, agosto 2022.  Se publica aquí por cortesía de Michael Lebowitz y Camila Piñeiro Harnecker.


 

 

 

 

El 12 agosto 2015

Querido Fidel,

Siendo Cuba mi segunda patria, que me acogi� con los brazos abiertos cuando era perseguida en Chile por estar luchando por construir una sociedad humanista y solidaria que pon�a en cuesti�n los intereses de las �lites dominantes, y siendo t� el inspirador inicial de esos combates, he sentido la necesidad de mandarte este mensaje en el momento en que vas a empezar a recorrer tus 90 a�os de vida.

Me excuso por tratar de ver t�, pero me eres tan cercano que he sentido la necesidad de hacerlo.

Pienso que al iniciar un a�o m�s de tu vida, debes sentirte feliz y realizado porque, con tu ejemplo de dignidad, resistencia y solidaridad, has servido de aliento e inspiraci�n de todos los que en Nuestra Am�rica y en el mundo luchan por un mundo mejor.

Nadie como t� luch� por la unidad de las fuerzas revolucionarias y del pueblo, transformando esta unidad en el pilar de tu estrategia pol�tica antes y despu�s de la victoria. Tomando en cuenta la realidad pol�tico-ideol�gica de Cuba, preferiste evitar las discusiones te�ricas para centrar tu energ�a en la aplicaci�n de una estrategia correcta porque estabas convencido de que, en ese contexto, ser�a la pr�ctica la que lograr�a resolver con menos desgaste interno las diferencias ideol�gicas y pol�ticas de los distintos grupos revolucionarios. Y as� fue.

Quisiera reproducir aqu� las cosas que t� dijiste sobre este tema en distintos momentos de la lucha y que fueron recogidos por m� en un peque�o libro titulado: La estrategia pol�tica de Fidel. Del Moncada a la victoria[1] escrito en 1985, hace ya 30 a�os, publicado en Cuba por Ciencias Sociales y reproducido en muchos pa�ses de Am�rica Latina y Estados Unidos.

Pienso que te sentir�s feliz al recordar estas ideas que expusiste hace muchos a�os pero que tienen una actualidad extraordinaria en la situaci�n actual de nuestros pa�ses. Y ese ser� mi mejor regalo, y ser� un regalo compartido, como todo lo tuyo, porque har� circular este mensaje a trav�s de diferentes redes para que ojal� contribuya de alguna manera a construir esa unidad que es tan necesaria para que podamos concentrar todos nuestros esfuerzos contra quienes impiden el avance de nuestros pueblos.

Paso entonces a citar lo que entonces escrib�.

Criterios acerca de la unidad de las fuerzas revolucionarias En relaci�n a la conformaci�n de la unidad de las fuerzas revolucionarias Fidel proporciona algunos criterios de gran inter�s en una conversaci�n con estudiantes chilenos en 197l: �Lo ideal en pol�tica es la unidad de criterios, la unidad de doctrina, la unidad de fuerzas, la unidad de mando como en una guerra. Porque una revoluci�n es eso: es como una guerra. Es dif�cil concebir la batalla cuando se est� en el medio de la batalla con diez mandos diferentes, diez criterios diferentes, diez doctrinas militares diferentes y diez t�cticas. Lo ideal es la unidad. Ahora, eso es lo ideal. Otra cosa es lo real. Y creo que cada pa�s tiene que acostumbrarse a ir librando su batalla en las condiciones en que se encuentre. �No puede haber una unidad total? Bueno, vamos a buscar la unidad en este criterio, en este otro y en este otro. Hay que buscar la unidad de objetivos, unidad en determinadas cuestiones. Puesto que no se puede lograr el ideal de una unidad absoluta en todo, ponerse de acuerdo en una serie de objetivos. �El mando �nico -si se quiere-, el estado mayor �nico, es lo ideal, pero no es lo real. Y por lo tanto, habr� que adaptarse a la necesidad de trabajar con lo que hay, con lo real.�[2]

En relaci�n al proceso de unificaci�n de las fuerzas revolucionarias podemos extraer tres grandes lecciones de la experiencia cubana:

La primera, expresada ya en las palabras de Fidel anteriormente citadas: es necesario que los dirigentes revolucionarios tengan como preocupaci�n central avanzar en el proceso de unidad de las fuerzas revolucionarias y para ello no hay que partir de las metas m�ximas sino de las metas m�nimas. Un ejemplo de ello es el Pacto de M�xico entre el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario.

La segunda: lo que m�s ayuda a la unificaci�n de las fuerzas revolucionarias es la puesta en pr�ctica de una estrategia que demuestre ser la m�s correcta en la lucha contra el enemigo principal. Si produce frutos satisfactorios, se ir�n plegando a ella durante la lucha, en el momento del triunfo o en los meses o a�os posteriores, el resto de las fuerzas verdaderamente revolucionarias. Si la unidad a todo nivel se gesta prematuramente, antes de que est�n suficientemente maduras todas las condiciones para ello, lo que puede ocurrir es que, o se llegue a conformar una unidad puramente formal que tiende a caer hecha trizas ante el primer obst�culo que aparezca en el camino, o puede producir la inhibici�n de estrategias correctas representadas por grupos minoritarios que, en pro de la unidad, se deciden a renunciar a ellas para someterse al criterio de la mayor�a, con las consecuencias negativas que ello tendr� para el proceso revolucionario en su conjunto.

Y, tercero, algo muy importante para lograr la unidad perdurable de las fuerzas revolucionarias -y de lo que Fidel fue siempre el m�ximo promotor-, valorar en forma correcta el aporte de todas las fuerzas revolucionarias sin fijar cuotas de poder ni en relaci�n a su grado de participaci�n en el triunfo de la revoluci�n, ni en relaci�n a la cantidad de militantes que tenga cada organizaci�n. Es decir, establecer la igualdad de derechos de todos los participantes, combatiendo cualquier �complejo de superioridad� que pudiese presentarse en alguna de las organizaciones que conforman la unidad. Los m�s ricos aportes de Fidel sobre este tema se producen en su lucha contra el sectarismo, especialmente en el llamado primer proceso a Escalante, en marzo de 1962, cuando An�bal Escalante, secretario de organizaci�n de las ORI -primer esfuerzo por institucionalizar la unidad de las fuerzas revolucionarias despu�s del triunfo de la revoluci�n- empieza a copar todos los puestos y funciones con �viejos militantes marxistas�, lo que en Cuba no quer�a decir otra cosa que ser militante del PSP, �nico partido marxista antes de la revoluci�n. En lugar de promoverse una organizaci�n libre de revolucionarios se estaba creando una �coyunda�, una �camisa de fuerzas�, un �yugo�, �un ej�rcito de revolucionarios domesticados y amaestrados�. Fidel insiste, en ese momento, en que es necesario combatir tanto el sectarismo �de la Sierra� como el sectarismo �de los viejos militantes comunistas marxistas�. Y al respecto sostiene: �La revoluci�n est� por encima de todo lo que hab�amos hecho cada uno de nosotros: est� por encima y es m�s importante que cada una de las organizaciones que hab�a aqu�, Veintis�is, Partido Socialista Popular, Directorio, todo. La revoluci�n en s� misma es mucho m�s importante que todo eso. ��Qu� es la revoluci�n? La revoluci�n es un gran tronco que tiene sus ra�ces. Esas ra�ces, partiendo de diferentes puntos, se unieron en un tronco; el tronco empieza a crecer. Las ra�ces tienen importancia, pero lo que crece es el tronco de un gran �rbol, de un �rbol muy alto, cuyas ra�ces vinieron y se juntaron en el tronco. El tronco es todo lo que hemos hecho juntos ya, desde que nos juntamos; el tronco que crece es todo lo que nos falta por hacer y seguiremos haciendo juntos. […] �Lo importante no es lo que hayamos hecho cada uno separado, compa�eros; lo importante es lo que vamos a hacer juntos, lo que hace rato ya estamos haciendo juntos: y lo que estamos haciendo juntos nos interesa a todos, compa�eros, por igual […]�[3]

Ese mismo d�a dir� en otro discurso refiri�ndose a su caso personal: �Yo tambi�n pertenec� a una organizaci�n. Pero las glorias de esa organizaci�n son las glorias de Cuba, son las glorias del pueblo, son las glorias de todos. Y yo un d�a -agrega- dej� de pertenecer a aquella organizaci�n. �Qu� d�a fue? El d�a [en] que nosotros hab�amos hecho una revoluci�n m�s grande que nuestra organizaci�n; el d�a en que nosotros ten�amos un pueblo, un movimiento mucho m�s grande que nuestra organizaci�n; hacia el final de la guerra, cuando ten�amos ya un ej�rcito victorioso que habr�a de ser el ej�rcito de la revoluci�n y de todo el pueblo; al triunfo, cuando el pueblo entero se sum� y mostr� su apoyo, su simpat�a, su fuerza. Y al marchar a trav�s de pueblos y ciudades, vi muchos hombres y muchas mujeres; cientos, miles de hombres y mujeres ten�an sus uniformes rojo y negro del Movimiento 26 de Julio; pero m�s y m�s miles ten�an uniformes que no eran rojos ni negros, sino camisas de trabajadores y de campesinos y de hombres humildes del pueblo. Y desde aquel d�a, sinceramente, en lo m�s profundo de mi coraz�n me pas�, de aquel movimiento al que quer�amos, bajo cuyas banderas lucharon los compa�eros, me pas� al pueblo; pertenec� al pueblo, a la revoluci�n, porque realmente hab�amos hecho algo superior a nosotros mismos.�[4]

Dese�ndote muchos a�os m�s de vida y de aportes a nuestras luchas se despide de ti esta chilena, cubana, venezolana, latinoamericana, envi�ndote un abrazo lleno de sue�os y esperanzas.

 

 

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NOTAS

[1] Fue publicado en Cuba bajo el t�tulo: Fidel: La estrategia pol�tica de la victoria, Editorial de Ciencias Sociales, 2001. Se puede encontrar en formato digital en: http://www.rebelion.org/docs/89864.pdf

[2] Fidel Castro, Conversaci�n con los estudiantes de la Universidad de Concepci�n, en Cuba-Chile, Chile, 18 noviembre, 1971,

[3] Fidel Castro, Discurso del 26 de marzo de 1962, en Obra revolucionaria N� 10, p.29-30; La revoluci�n cubana…, op.citp. p.539.

[4] Fidel Castro, Discurso del 26 de mayo de 1962, en Obra revolucionaria N�11, 27 marzo, 1962, pp.36-37; La revoluci�n cubana…, ob.cit. pp.545-546.