Título original: "Die Kommunistische Arbeiter-Internationale"
Publicada: en el periódico Workers' Dreadnought,
como una serie de 7 partes en 1924. La numeración de las partes corresponde a su
publicación entre el 9 de Febrero y el 10 de Mayo de aquel año.[1*]
Traducción: del inglés por Roi Ferreiro para el CICA, última revisión julio del 2005.
HTML: Jonas Holmgren
En la formación de la Internacional Obrera Comunista, es importante explicar claramente la batalla revolucionaria del proletariado, que es revelada con una luz completamente nueva por las revoluciones rusa y alemana.
No podemos hacer esto mejor que mediante la comparación de la fuerza de los oponentes de las contrarrevoluciones con la fuerza del proletariado a la luz de las revoluciones rusa y alemana. Tal comparación demostrará claramente la corrección del programa de la Internacional Obrera Comunista, y la necesidad de su existencia.
Los auténticos países de la revuelta proletaria son Inglaterra y Alemania, y partes de los EE.UU. Estos países son verdaderamente proletarios, pero la historia, como anteriormente en la Comuna de París, ha provocado que la revolución estalle en un país menos preparado económicamente para eso que aquéllos. Como ocurrió anteriormente en Francia, la revolución rusa es una demostración de cómo la revolución no debe hacerse en los países proletarios. Justamente en unos pocos, pero muy importantes rasgos, la revolución rusa, como la Comuna de París, puede considerarse como un ejemplo para la revolución proletaria en Inglaterra, Alemania, los EE.UU. y otros países.
La revolución rusa fue, en la mayor parte de sus rasgos, una revolución democrático-burguesa, lo que hoy es sólo una revolución capitalista. Debido a que fue en parte proletaria, en parte democrático-capitalista, la revolución rusa posee un doble carácter, y se ha convertido en una enorme nueva fuente de luz para el proletariado mundial. En tanto fue una revolución proletaria, muestra al proletariado el camino a la victoria. En tanto fue democrático-capitalista, la revolución revela al proletariado los nuevos y poderosos oponentes, porque una parte muy grande del mundo está en la situación de Rusia. El inmensa área que está en esa situación es, de hecho, la parte más grande del mundo. Incluye casi toda Asia, así como América del Sur, partes de la América Central y del Norte, y Africa. En esta área hay un proletariado ascendente entre los campesinos, y en muchos lugares la revolución está amenazando. Obreros y campesinos tomarán parte en ella. La revolución rusa, tanto geográfica como económicamente, está entre la América oriental y la Europa occidental, por una parte, y Asia por la otra. Arroja su luz a ambos lados.
Para occidente, muestra al proletariado una parte pequeña pero importante de lo que debe hacer para realizar la revolución socialista.
Para oriente[1], muestra a los pueblos agrarios, que se inclinan hacia el capitalismo, pero que ascienden para liberarse de las condiciones feudales, cómo pueden hacer esto con la ayuda del proletariado y cómo pueden llevar a cabo su revolución burguesa o capitalista-campesina con la ayuda del proletariado y traicionando al proletariado.
A cuenta de esta doble luz que la revolución rusa arroja sobre la revolución mundial, debemos tomarla como punto de partida para la exposición clara de las condiciones de la lucha proletaria mundial. Cuando más sea gradualmente revelado por la revolución rusa, mejor entenderemos la tarea que está ante nosotros.
Comenzaremos por una exposición del doble carácter de la revolución rusa – y a tratarlo ahora en detalle. Ya nos hemos referido a él de una manera general. De este modo, deduciremos la fuerza de nuestros oponentes en Rusia, Asia y otros territorios tales, con objeto de, más adelante, aclarar la conexión entre el capitalismo ascendente de Rusia, Asia y así sucesivamente, con el capitalismo en Europa, que está realizando una lucha desesperada para escapar a la aniquilación. A partir de esto, nosotros demostraremos el correcto razonamiento de la Internacional Obrera Comunista.
Un factor fundamental debe ser tenido siempre presente por el obrero en la ponderación de la Revolución rusa. La población de Rusia consiste en un 8 por ciento de proletarios y en un 80 por ciento de campesinos. Los proletarios deseaban el comunismo, los campesinos querían el reparto de la tierra y la propiedad privada. Como los campesinos sumaban el 80 por ciento de la población, y los proletarios sólo el 8 por ciento, la revolución fue predominantemente burguesa.
Los proletarios eran con mucho la clase más radical y determinada, y de entre los proletarios los bolcheviques, como la organización más coherente y resuelta, dirigieron la revolución y la llevaron a la victoria.
Los campesinos sólo se sometieron al proletariado con la condición que todos iban a ser hechos propietarios privados, y de que la revolución debía tener un carácter burgués. El proletariado no podía rehusar a tales condiciones si querían llevar a cabo una revolución, pues sin el apoyo de los campesinos no podrían hacer la revolución en absoluto.
Como la Internacional Obrera Comunista ha estado siempre en todos los países, somos los oponentes más marcados de los mencheviques, Kautsky, los Independientes, los pacifistas burgueses, etc., con su concepción de que la revolución rusa debía haberse detenido en la revolución burguesa. Esta concepción no sólo es un sin sentido pusilánime, puesto que habría significado la victoria de la reacción y el retorno de la monarquía, sino, por encima de todo, porque cuando un proletariado ve el camino a la revolución mundial tiene el derecho y el deber de seguir ese camino. La posibilidad de la revolución alemana y mundial existía y existe todavía.
El fallo de los bolcheviques no reside en las medidas democráticas burguesas que estaban y están obligados a tomar. El fallo reside en el programa y en la acción que los bolcheviques prescriben al proletariado europeo y americano, con que intentaron bloquear el camino a la revolución mundial proletaria y hacer posible la edificación de un capitalismo mundial.
Por medio de eso, los bolcheviques han mostrado y probado que su objetivo es la edificación de la república democrática rusa, no el comunismo ruso.
Por medio de eso, han mostrado y probado que están siguiendo a los campesinos y que han situado la revolución capitalista campesina por encima de la revolución proletaria.
Por eso han mostrado y probado que han hecho causa con la democracia capitalista burguesa y no más con el proletariado.
Para que los obreros puedan entender estas verdades que se les mantienen en secreto, mostraremos detalladamente qué medidas de los bolcheviques tienen un carácter proletário y cuales un carácter democrático-burgués.
Es bien conocido que las medidas de los bolcheviques deben dividirse en dos partes; aquéllas de octubre de 1917 a febrero de 1921 (cuando los acontecimientos de Krondstadt y Petrogrado tuvieron lugar) y aquéllas de la llamada nueva tendencia que empezó en febrero de 1921. Veremos que las medidas de ambos periodos tienen, en gran medida, un carácter burgués.
Primero permítasenos examinar las medidas del primer periodo. Las características principales de la política económica eran, en ese tiempo, la nacionalización de la industria, el comercio y el transporte, el monopolio del Estado de los comestibles y materias primas más importantes, el trabajo obligatorio, la regulación por el Estado de los sindicatos industriales, la manutención gratuita, incluyendo comida, alojamiento, combustible, vestido, etc. gratuitos para los obreros, funcionarios y ciudadanos en general, y el principio de proporcionar servicio gratuito al Estado. Todas estas medidas eran proletarias y comunistas, como lo era el establecimiento de los soviets obreros.
El establecimiento de los soviets de campesinos, por otro lado, era una medida capitalista burguesa, pues era cierto que los campesinos lucharían por la propiedad pirvada y contra el comunismo.
Una revolución proletaria en Alemania e Inglaterra nunca dará a los campesinos derechos políticos hasta que hayan mostrado que son realmente comunistas.
La partición de las grandes propiedades, y de la tierra generalmente, era burguesa, pues esta distribución hizo a los campesinos, que son casi la población entera de Rusia, enemigos del comunismo.
No sólo los campesinos más ricos y medios fueron de este modo vueltos antagonistas, sino también los pequeños campesinos, incluso los más pobres de ellos, y aquellos que estaban hasta entonces sin tierra.
A través de su apropiación de la tierra, el campesinado, ahora enormemente inflado en números, se convirtió en el enemigo de cualquier clase de sociedad agraria socialista. Una revolución proletaria genuina nunca admitirá la partición de la tierra. Al contrario, permitirá que todas las grandes propiedades de terrenos pasen a la gestión comunista.
Los campesinos, tomando posesión de la tierra, abrieron entre el proletariado industrial urbano y el resto de la población una hendidura infranqueable. El boicot a las ciudades por los campesinos y la retención de comida a los proletarios prueba esto. Al principio, la hendidura podía ser solamente franqueada por medios capitalistas; es decir, mediante concesiones a los campesinos con inclinación capitalista. Los bolcheviques estaban, por la distribución del suelo, condenados desde el principio a aceptar el capitalismo a menos que la revolución mundial viniera en su ayuda.
El desarrollo después de Krondstadt ha mostrado esto.
La proclamación por los bolcheviques del derecho de autodeterminación de todas las naciones provocó la separación de la Rusia soviética de Finlandia, las provincias bálticas, Polonia, Ucrania y el Cáucaso. Esto resultó en el hundimiento de la revolución proletaria en la mayoría de estos países.
La consigna de la autodeterminación es capitalista-burguesa. O los bolcheviques la proclamarón desde la debilidad, con miedo de que si no daban a estos Estados su libertad no podrían aplastar el zarismo, o, como parece ahora, ellos querían, incluso entonces, un Estado nacional ruso. Las dudas tanto acerca de que triunfase el poder del comunismo como de la necesidad del nacionalismo estaban inspiradas por los campesinos.
El enrolamiento del proletariado en el Ejército Rojo era una medida comunista-proletaria. La admisión de los campesinos en el ejército era una medida capitalista-burguesa, pues los campesinos se demostrarían, y demostrarán, ellos mismos enemigos del comunismo, tanto económica como militarmente.
Indudablemente, el campesino estaba deseoso de luchar contra la contrarrevolución, en tanto amenazaba la propiedad privada de la tierra de los campesinos. Lucharon contra Yudenitch, Koltchak y Wrangel. Los bolcheviques podrían mantener tanto a los campesinos como a los proletarios en el ejército proporcionandoles mejor comida y vestido de lo que podrían conseguir fuera; pero, ¿podrían los campesinos luchar aún por los bolcheviques después de que su propiedad privada estuviese asegurada y ya no hubiera la contrarrevolución de los grandes terratenientes? No, los campesinos no harían eso ciertamente.
Una cuestión muy interesante a este respecto era el destino de la campaña bolchevique en Polonia en 1920. ¿Por qué se retiró entonces repentinamente el ejército ruso? Cuando el que escribe, en nombre del Partido Obrero Comunista, preguntó por esta cuestión en Moscú en la sesión del Ejecutivo de la III Internacional en noviembre de 1920, Trotsky y Karsky no dieron ninguna respuesta clara. Las explicaciones eran confusas. Uno dijo que el fallo residía en el servicio civil, otro en el militar. Nosotros creemos ahora que la verdadera respuesta que se nos ocultó es que los campesinos no querían continuar el ataque al capitalismo europeo. Tan pronto como su propiedad estaba asegurada contra el extranjero, no guerrearían más contra el capitalismo europeo. Los campesinos son la mayoría del ejército ruso. Ya no se debe contar con su ayuda en una revolución europea.
Una revolución proletaria genuina no tendrá campesinos en su ejército, pues su ejército debe ser totalmente comunista.
La paz de Brest-Litovsk era una paz burguesa, o democrático-capitalista. Una auténtica revolución proletaria habría permanecido la enemiga de todos los poderes capitalistas, al tiempo que estaría esperando y ayudando al ascenso del proletariado en otros países.
Era comunista-proletaria para dar el poder político a los obreros. Era burguesa para darlo a los campesinos. Una revolución proletaria en Alemania e Inglaterra no dará el poder político a tales elementos hasta que sus acciones les hayan probado como comunistas.
La supresión de la independencia y la autoexpresión de los obreros era también capitalista-burguesa. Los obreros y sus organizaciones no consiguieron la dirección y el control de la industria, el transporte y la distribución.
El despotismo burocrático de los dirigentes era también capitalista-burgués. La corrupción era también capitalista-burguesa.
La dictadura de partido de los bolcheviques era burguesa en el más alto grado. La dictadura de partido siempre se volverá así. En la dictadura del dirigente descansa el germen de la revolución capitalista-burguesa, y en ella está la mayor prueba de que la revolución rusa era principalmente, y en su origen, una revolución capitalista-burguesa.
La dictadura del partido era, en su origen, capitalista-burguesa. Se inició a través del poder de los campesinos, la clase no proletaria. Una dictadura de partido podría subyugar y dirigir a la clase campesina en Rusia. Una dictadura de la clase proletariano podría hacer esto, pues una dictadura de la clase proletaria siempre aspirará al comunismo puro. Una vez tenga el poder para gobernar, el proletariado no se contentará con menos. El enorme poder, el gran número de los campesinos, impidió que se lograra el comunismo puro.
El proletariado como clase no podría dirigir la dictadura. Esto sólo podría hacerse por medio de un partido – el partido bolchevique –, y esto solamente no introduciendo el comunismo puro, haciendo concesiones al campesinado, los propietarios privados de la tierra, y a los capitalistas. Una clase proletaria nunca haría esto. El proletariado despierto no hará concesiones; exigirá todo para sí mismo. Su consigna seguirá siendo hasta el final: "No tenemos nada: seamos todo".
El partido bolchevique sostuvo la dictadura a través de la fuerza y el poder de los campesinos. Esta dictadura de partido, debido a la fuerza de los campesinos, era de necesidad principalmente capitalista. Ella dominó al proletariado en lugar de representarlo, y sobre quien era el déspota. Puede ser que esta dictadura fuese inevitable; puede ser que, bajo las circunstancias, era lo mejor que se pudiera tener; no obstante, era un despotismo. Dictó a los obreros qué concesiones debían hacer y qué ventajas les serían dadas a los campesinos.
No podría haber sido de otro modo en una tierra tan ampliamente agraria. Habiendose originado a partir del poder de los campesinos, la dictadura de los bolcheviques era necesariamente democrático-burguesa.
Nosotros estamos orgullosos de que Rosa Luxembourg, en su voz desde la tumba, haya señalado la naturaleza de la dictadura de partido y su efecto sobre la revolución justo como lo hemos hecho nosotros. Ella dice que unas cuantas docenas de dirigentes de energía inagotable e idealismo infinito dirigen y gobiernan. Entre ellos, están en realidad una docena de cabezas eminentes que dirigen y una élite de los obreros que es convocada de tiempo en tiempo para aplaudir los discursos de los dirigentes y para votar unanimemente por las resoluciones puestas ante ellos. En el fondo, por consiguiente, es un arreglo de camarilla – una dictadura, es cierto –; pero no una dictadura del proletariado, simplemente una dictadura de un puñado de políticos; en resumen, una dictadura en el sentido burgués.
"Sí: dictadura... Pero esta dictadura debe ser la obra de la clase y no la de una minoría dirigente en nombre de la clase; es decir, debe, paso a paso, surgir de la participación activa de la clase, permanecer bajo su influencia directa, y estar subordinada al control público y ser el resultado de la experiencia política de todo el pueblo".
El Partido Obrero Comunista y la Internacional Obrera Comunista pueden hacerse eco de las palabras de Rosa Luxembourg, pero en lugar de "todo el pueblo" nosotros leímos siempre el proletariado.
Rosa Luxembourg no entendió que todo esto no podría ocurrir en Rusia; que ninguna dictadura de clase era posible allí, porque el proletariado era demasiado pequeño y el campesinado demasiado poderoso. Ella no vio, debido a que su vida fue demasiado corta, que los bolcheviques habían construido su dictadura de partido no sólo a partir de la fuerza de los campesinos, sino que estaban compelidos a usar su dictadura por medio de la fuerza de los campesinos para la revolución burguesa en Rusia. Ellos usaron siempre su dictadura de partido más para los intereses de los campesinos – es decir, para los intereses de la propiedad privada capitalista –, y contra el proletariado y el comunismo.
Las condiciones de producción y de clase en Rusia forzaron a que la revolución fuera, en gran medida, una revolución burguesa. Las condiciones de la clase proletaria dieron a los bolcheviques el liderazgo. Este liderazgo no podía, teniendo en cuenta las condiciones de producción y de clase, ser una dictadura de clase; tenía que ser una dictadura de partido, y estas mismas condiciones compelieron a la dictadura de partido a que fuera una dictadura capitalista burguesa.
La dictadura de partido es típica de una revolución burguesa, en una sociedad basada en la propiedad privada. Por medio de tal revolución una clase desposee a otra clase; pero ella misma sigue sobre la base de la propiedad privada. La clase recién elevada utiliza y estafa a la clase bajo ella.
Una revolución burguesa es siempre una revolución de una minoría contra la mayoría.
La revolución proletaria, que apunta a ser verdaderamente comunista, debe ser una revolución de la mayoría contra la minoría. Por lo tanto, debe tener lugar, o al menos tener su inicio, en un país verdaderamente proletario. Si la revolución viene de la mayoría, o, por lo menos, representa los intereses de la mayoría, entonces no requiere de una dictadura de partido, no tiene necesidad alguna de estafar a las masas por tales medios. Entonces, la dictadura de la clase es inevitable.
La dictadura de partido en Rusia era el signo más seguro de que la revolución era capitalista-burguesa.
Pospondremos, hasta que hayamos tratado el segundo período, la exposición detallada del hecho de que, incluso en el primer periodo de su poder, los bolcheviques mostraron su política democrático-burguesa o capitalista mediante su influencia sobre el proletariado en otros países a través de la III Internacional.
Resumiremos el primer periodo diciendo que, incluso en su fase denominada comunista revolucionaria, los bolcheviques demostraron su carácter capitalista mediante la distribución de la tierra, su consigna de la autodeterminación de todas las naciones, la paz de Brest-Litovsk, admitiendo a los campesinos en los soviets y dándoles poder político, y, finalmente, mediante su dictadura de partido.
Examinaremos ahora el segundo periodo, que empezó después de febrero de 1921.
Hasta aquí, los campesinos y el proletariado, bajo la guía de los bolcheviques, habían cumplido su misión histórica esforzándose, el proletariado por establecer el comunismo, los campesinos por establecer la república democrático-capitalista.
En febrero de 1921 estalló el alzamiento de la fortaleza de Krondstadt, en los acorazados y en Petersburgo. Entonces – como en un aliento – el comunismo se derrumbó. Sus fundamentos desaparecieron en un instante. Puede argumentarse que el alzamiento era muy insignificante considerando el vasto tamaño del país. Es más, los campesinos no estaban, y no están, organizados como clase; pero el pequeño acto de un pequeño grupo de campesinos era suficiente – se dice que los buques de guerra estaban principalmente tripulados por los hijos de los campesinos.[2*]
El partido bolchevique representaba principalmente a los vastos millones que querían la tierra, y en cuanto una sección totalmente pequeña de esos millones mostró que querían algo más que la tierra, el partido cedió en seguida, y el proletariado, a partir del cual el partido se había desarrollado, había terminado con su comunismo. El proletariado fue hecho el sirviente del campesinado, al que el proletariado tenía que afianzar bajo las órdenes de su propio partido, que era, desde ahora, ya no el representante del proletariado y su comunismo, sino del campesinado y su capitalismo.
Recapitularemos ahora los mayores cambios en la transformación hacia el capitalismo; no en su orden cronológico, que es de pequeña importancia aquí, sino para explicar lo que ha ocurrido. El lector debe entender que, detrás de todos estos cambios, está la influencia oculta de los campesinos, que ni siquiera se movieron como masa, que no estaba siquiera organizada. Solamente se mostró localmente, pero mediante su enorme número hizo de todo el partido bolchevique su herramienta. Era como un poder elemental que forzaba a los bolcheviques – incluso a hombres como Lenin – a posicionarse contra la clase de la que habían brotado los bolcheviques, y que era hostil al campesinado.
Podemos citar ejemplos de las revoluciones burguesas donde los representantes de una clase fueron compelidos a alzarse contra su clase por el poder de otras clases. Pero, en estas revoluciones burguesas, ambas o todas las clases burguesas, es decir, los propietarios de la tierra, los industriales y los financieros, estaban sobre una misma base. Tal lucha era siempre pequeña. Pero aquí, en Rusia, los representantes de un mundo completamente nuevo – un mundo comunista – estaban opuestos a los reaccionarios, que querían ser los constructores del viejo orden capitalista. Hicieron lo que los reaccionarios querían, aunque era en contra de su propia clase. Lo que los reaccionarios querían, por supuesto, era edificar el capitalismo.
Sin resistencia, todo lo que era comunista desapareció. La industria fue desnacionalizada, al principio en parte. El monopolio absoluto del Estado de los artículos alimentarios y materias primas más importantes fue anulado; la regulación del Estado de los sindicatos fue abolida. El comercio privado, al principio sólo interior, después también con los países extranjeros, fue introducido de nuevo; el principio del servicio gratuito al Estado desapareció; el principio de la manutención gratuita de los obreros y empleados fue abandonado, y el sistema salarial reintroducido.
El comunismo se desvaneció como un fantasma en un segundo plano, y el capitalismo reapareció, aun más fuerte, en el primer plano.
Permítasenos recordar su obra principal con detalle, de modo que los proletarios puedan ver cómo el capitalismo es realizado por los comunistas en un Estado campesino. De este modo, los obreros de Europa occidental ya no pueden ser engañados, sino que pueden aprender que ellos, que no viven en un Estado controlado por los campesinos, pueden realizar el comunismo.
La propiedad capitalista reapareció, ¿y cómo?. Tomamos el siguiente extracto de un decreto de la República Soviética Rusa, datado del 27 de Mayo de 1921 (publicado en el Izvestia del 18 de junio y en el periódico francés, Journal des Débats, en una traducción francesa por un delegado ruso al Congreso de Haya).
"Todos los ciudadanos tienen el derecho a comprometerse en ocupaciones industriales y comerciales.
Este derecho está fundado en:
(1) El derecho a sostener la propiedad de las casas, incluso el derecho a venderlas, y a vender o arrendar la tierra en que tales casas están situadas.
(2) El derecho a hacer contratos con las autoridades locales para construir en una tierra urbana y rural, con el derecho de propiedad durante 49 años.
(3) El derecho de poseer casas, fábricas y talleres, empresas industriales y comerciales, maquinaria y medios de producción, propiedad agrícola e industrial, capital financiero.
(4) El derecho a hipotecar estas propiedades o a pedir dinero prestado sobre la tierra.
(5) El derecho a las invenciones, las marcas comerciales, y los derechos de autor.
(6) El derecho de las personas casadas y sus hijos a la herencia testamentaria o legal, hasta 10,000 rublos de oro, el derecho a la entrada en vigor legal de los contratos."
La propiedad privada de la tierra reaparecía naturalmente. La ley del 15 de mayo declara, es cierto, que el conjunto de la tierra pertenece a la República. De hecho, bajo el manto del Estado socialista la ley les da a los campesinos la plena propiedad. Puesto que la ley declara que un campesino puede únicamente perder el derecho a usar la tierra, sobre tres condiciones:
(1) Si él mismo deja de utilizarla;
(2) Por razones delictivas;
(3) Si el Estado exige la tierra para sus propios propósitos.
Hay otras cuantas restricciones, pero en lo principal son normas para la adquisición personal de la propiedad. La República Soviética ha vuelto a las políticas de Stolypin, el último ministro del Zar. La ley hace dos estipulaciones importantes. Da a los campesinos el derecho a subarrendar su tierra por un año (o, en casos excepcionales, por dos años).La segunda estipulación, y más importante, es la anulación de la orden que prohibía contratar obreros. Esto se permite ahora si todos los miembros de la familia campesina están trabajando.
La ejecución de la ley concerniente a la renta y la contratación de obreros se deja a los Comités Campesinos; es decir, el Estado soviético da al campesino libertad absoluta en estos puntos importantes. La agricultura se convierte así en la base de un Estado capitalista. En el estado actual de Rusia esto no será un proceso rápido, pero si las cosechas son buenas será más rápido de lo que muchas personas piensan. Se crean propietarios y terratenientes y se forma un proletariado rural. Brota un mercado interno y se convierte en la base para el mayorista, y una reserva de obreros no poseyendo nada más que su trabajo, que pueden ser explotados por la industria capitalista y el comercio.
Este es el camino que seguirá Rusia si la revolución europea no viene en su ayuda. Es el modo en que todos los Estados capitalistas han crecido a partir de una población campesina. En este caso, el Estado capitalista está desarrollandose bajo la guia de comunistas celebrados y un pequeño partido burocrático que fue una vez comunista.
Incluso en un país campesino como Rusia, el proletariado se ha vuelto tan importante, y su desarrollo ha progresado tanto, que sus dirigentes, su partido asume el establecimiento del capitalismo y lo pone en marcha contra el proletariado.
Al comienzo de 1918 el partido bolchevique, que era aún más o menos comunista, intentó apoyarse en la ayuda de los sin tierra y los pobres. Ahora apoya a los propietarios campesinos y crea granjeros arrendados y trabajadores sin tierra – en resumen, hace el capitalismo.
La industria ya no es de la posesión y control absolutos del Estado. La pequeña industria se ha liberado totalmente del control del Estado.
Una parte de la industria pesada y mayorista, incluyendo unas cuantas de sus ramas más importantes, ha sido entregada a consorcios formados por el Estado y el capital privado. Bajo estos consorcios los obreros son meros obreros asalariados. Estos consorcios tienen un gran margen de independencia del control del Estado, aún siendo asistidos por el Estado. Compiten con firmas privadas, y también con industrias estatales.
El comercio interior en Rusia carece ahora de restricción. Uno puede comprar y vender cualquier cosa. Los grandes y pequeños capitalistas están surgiendo por todas partes, tanto en la ciudad como en el campo. El capitalismo está creciendo con el comercio en Rusia, como anteriormente lo hizo en otros países, desde la base de un Estado campesino. El capital creado por el comercio es usado en fundar o agrandar bancos e industrias.
El comercio extranjero está aparentemente en manos del Estado, pero realmente ya no es así. La colosal Sociedad Cooperativa Rusa, Centrosojus, tiene ya el privilegio del comercio extranjero, con unas cuantas restricciones sin importancia. El Centrosojus, que se extiende por todo el país, especialmente onde están los campesinos, fue siempre y es todavía una institución capitalista-burguesa. Aun ahora dirige su comercio según principios puramente capitalistas. Los grandes consorcios todavía requieren el consentimiento de los departamentos para su comercio extranjero, pero ellos son demasiado poderosos para que cualquier demanda sea denegada. En la Haya, Krassin dió a los representantes de los grandes Estados una larga lista de tales empresas comerciales.
El Gobierno ruso está preparado para hacer grandes concesiones a capitalistas extranjeros. Dio a Krupps cuatro millones en empresas agrícolas extranjeras. Ha repartido varias concesiones en el petróleo, los bosques, las minas, y así sucesivamente.
Las finanzas locales han sido separadas de las finanzas del Estado. Uno puede entender qué uso han hecho los propietarios campesinos de este poder. Los salarios son introducidos de nuevo, incluso los impuestos indirectos sobre el tabaco, el café, los fósforos, el jabón, el petróleo, el azúcar, la sal, la cerveza y los textiles. El fin será un banco del Estado, que actue como agente para el comercio interior y exterior y rebaje las letras de cambio.
Sokolnikov declaró en la Haya que estos derechos ya se otorgan a las personas privadas y a los consorcios que son en parte empresas estatales y en parte privadas, y que está haciendose un negocio constantemente creciente de la letra de cambio.
En una sesión del Departamento Financiero en abril de 1923, Aron Scheimann, director del Banco del Estado ruso, dijo que la sección financiera estaba a favor de permitir los bancos privados.
En las grandes ciudades de Rusia, los intercambios están de nuevo abiertos. Un ejército de contratistas, comerciantes, banqueros, agentes, corredores, especuladores, corredores de bolsa y usureros son mantenidos muy desatados por una clase de capitalismo de Estado. Hay una creciente clase media de tenderos e intermediarios, pequeños patronos, empleados asalariados e intelectuales, todos vampiros no productivos, viviendo sobre el proletariado. Junto a ellos está el vasto ejército de propietarios campesinos.
El pequeño proletariado es muy débil, a pesar de todas las apariencias de lo contrario. El ejército consiste principalmente en los hijos de los campesinos.
Todos están esperando por el comercio exterior para ser liberados por completo de todo el mundo, del mismo modo que las sociedades cooperativas, los consorcios y las altas y poderosas personas privadas. No será durante mucho tiempo.
Entonces todas las ataduras del capitalismo serán soltadas y el proletariado estará completamente encadenado.
¿Hay una gran diferencia entre la creación del capitalismo a partir de un campesino en los siglos anteriores, o incluso en el siglo XIX, en Suráfrica, Australia y Norteamérica y esta creación en Rusia?
Ciertamente, las circunstancias son diferentes en las colonias. Allí los campesinos eran libres; en Rusia salieron del despotismo, incluso en parte a partir de condiciones medievales.
¿Ya son libres ahora los campesinos rusos?
No. La diferencia entre la creación del capitalismo en Rusia hoy y en tiempos pasados es muy ligera. En el pasado, el capitalismo fue creado por los capitalistas que habían brotado de los campesinos o de países extranjeros. Ahora el capitalismo es creado por un partido brotado del proletariado.
¡Pobres obreros rusos! Incluso antes de Krondstadt no teníais poder para guiar y controlar el Estado, ni vosotros ni vuestras organizaciones. Ese poder fue apropiado por un partido burocrático y una docena de dirigentes. No obstante, habíais ganado algo mediante la revolución: teníais unos cuantos derechos y el capitalismo había desaparecido de las ciudades.
Ahora vosotros, o más bien vuestra clase, ya no tiene ninguna posesión sobre la indústria y el comercio, incluso en las ciudades. Nunca se aseguró la posesión del suelo; ya no tiene tampoco los más importantes artículos alimentarios o las materias primas.
La obligación para todos de trabajar ya no existe. El Estado ya no les abastece de comida y otras necesidades. No da nada sin dinero. Hay capitalistas de nuevo, y organizaciones capitalistas. Las batallas por el salario y el desempleo han retornado, y hay incluso arbitraje obligatorio. Vuestra clase son esclavos asalariados justamente como antes.
Todavía se deja un poco de capitalismo de Estado, y los dirigentes del Estado capitalista son los viejos dirigentes favoritos del Partido Comunista.
¿Cuál es el objeto de vuestro trabajo? ¿Para qué fin creais plusvalía mediante vuestro trabajo?
Sirve al capitalismo. Primeramente, el gobierno del Estado soviético la usa para enriquecer al campesinado, para que esta clase pueda crecer y ayudar al crecimiento de la Rusia de los campesinos y los capitalistas.
El comunismo en Rusia es la apariencia que se desmorona. El capitalismo es la realidad que asciende y se expande.
Es cierto que bajo la dirección de los bolcheviques surgirá un poderoso enemigo de la revolución proletaria; un Estado capitalista ruso, sólo igualado en su vasta riqueza de recursos naturales por los Estados Unidos de América.
En muchas partes del mundo las condiciones son similares, o empiezan a ser similares, a las de Rusia. En la India británica y holandesa y en China hay un enorme número de pequeños campesinos que son oprimidos por poderes nacionales y extrangeros. La población de esos países se cuenta ahora en setecientos u ochocientos millones de personas, en su mayor parte pequeños campesinos. El fermento contra el desgobierno de los gobiernos nacionales y extranjeros está creciendo – la revolución se aproxima. Es más, hay un proletariado que está creciendo rápidamente, tanto en número como en conciencia de clase. No es imposible que el proletariado pueda asegurarse la dirección de la revolución, o que la comparta con las otras clases. Como el proletariado es todavía en las industrias capitalistas más modernas más débil que en Rusia, la revolución en esos países producirá, aún con más certeza que en Rusia, un Estado capitalista nacionalista. Lo mismo ocurriría en la Turquía asiática, en Persia, Arabia, Afganistán, donde, excepto en unos cuantos de los puertos de mar, hay pocos o ningún proletario moderno.
Si Rusia, con su proletariado heroico, consciente, tiene que introducir el capitalismo, es todavía más seguro que cuando las naciones de Asia comiencen su revolución crecerán allí enormes Estados capitalistas como enemigos del proletariado mundial. Rusia se convierte en un Estado capitalista-nacionalista y en un competidor de Europa occidental, mientras que Norteamérica promueve el desarrollo capitalista de Asia.
El desarrollo capitalista del Este ha sido enormemente acelerado por la guerra mundial y la revolución rusa. La Asia que despierta es el nuevo enemigo de la revolución proletaria mundial.
El logro de la revolución rusa era tan poderoso que la vanguardia de los obreros de Europa occidental quedó impresionada por él y obedeció a los dirigentes del partido bolchevique, y toda la III Internacional siguió a Rusia. Justo como en Rusia, lo que la III Internacional llamó a hacer a los obreros occidentales era en parte comunista-proletario, y en parte capitalista-burgués. Aunque estos países eran en su mayor parte proletarios, los obreros europeos siguieron adoptando la táctica mixta – en parte proletaria, en parteburguesa.
Los llamados de Rusia y la III Internacional a la guerra civil y a la formación de los consejos de obreros y soldados y de un ejército rojo eran comunistas y proletarios, pero no hizo frente ni procedió a las medidas realmente fundamentales de la revolución proletaria en Europa, y, en primer lugar, en Alemania. No reivindicaron como base de los Consejos de Obreros y Soldados la destrucción de los sindicatos. Los consejos de fábrica pueden luchar solos y son el lecho de roca esencial del comunismo. Haciendo las paces con el sindicalismo, los bolcheviques rusos y la III Internacional mostraron que ellos mismos eran aún capitalistas, y ni ansiaban, ni se atrevían, a aplastar el capitalismo europeo.
Es más, los bolcheviques y la III Internacional no llamaron a la abolición del parlamentarismo en la revolución. De este modo, dejaron a los obreros europeos, que nunca habían luchado todavía por sí mismos, bajo la ilusión de que una revolución puede hacerse en el parlamento y a través de los dirigentes. Una auténtica revolución proletaria debe abolir el parlamentarismo cuando la revolución está a la vista. El parlamento es el arma de la burguesía, los consejos de fábrica son el arma del proletariado, que usará por añadidura, pero contra el parlamento.
No haciendo esto, Rusia, consciente o inconscientemente, estaba trabajando no para la revolución proletaria mundial, sino hacia el capitalismo ruso.
La III Internacional no exigía la abolición de la dictadura de partido en Europa occidental. Nada ha mostrado su carácter burgués más que esto. Esta sujección esclava al partido era la peste y la ruina de la socialdemocracia y del proletariado, que era su esclavo. Antes de la guerra mundial, el dirigente de los partidos proletarios dirigía escasas masas conscientes. En la revolución, los obreros como clase en sus consejos de fábrica deben decidir por sí mismos en el conflicto entre los fuertes poderes del capitalismo de Europa occidental y Norteamérica, vigorosos aún en sus dolores de muerte, y porque es una cuestión de vida o muerte para ellos, más poderosos que nunca en sus esfuerzos. Los sindicatos y los viejos partidos políticos de los obreros son demasiado débiles para combatir el capitalismo en esta contienda. Sólo los Consejos de Fábrica y el Partido Obrero Comunista pueden conquistar el capitalismo. Para este propósito deben tanto agruparse como actuar como un todo y formar una unidad para la lucha.
En Rusia esto no se entendió, y de este modo, como dijo Rosa Luxembourg, una docena de dirigentes dictan sobre un rebaño de ovejas, que uno llama a la acción cuando cree conveniente, y a través de este rebaño de ovejas, sobre las vastas masas de la clase irreflexiva. Este método es capitalista-burgués de principio a fin. Mediante este método, más que por cualquier otro, la III Internacional ha conducido a la revolución proletaria a la derrota. El principio de unos pocos dictando a la masa estúpida ha arrojado al abismo al proletariado alemán.
La auténtica revolución proletaria, que se está preparando en Inglaterra, Norteamérica y Alemania, no puede ser realizada por una masa estúpida dirigida por unos cuantos dirigenes sabios, sino sólo por la masa autoconsciente, autoactiva. La historia se asegura de que la masa sea consciente y autoactiva, pues, mientras tanto no confie en sí misma, será golpeada, a pesar de sus dirigentes.
Hacer que la clase obrera confie en sí misma ha sido la función del capitalismo occidental, pues se ha vuelto tan poderoso, aún en sus dolores de muerte, que los proletarios, tanto individualmente como en masa, deben dejar atrás a la clase capitalista en el pensamiento y la acción.
Los estúpidos dirigentes de la III Internacional mostraron tanto conocimiento como un gato de las condiciones de Europa occidental, la diferencia entre ellas y las de Rusia, y la verdadera fuerza propulsora del capitalismo en Europa occidental. Se convirtieron en las herramientas de los dirigentes rusos, y las grandes masas del proletariado europeo occidental se inclinaron ante la III Internacional.
Incluso antes de la guerra he expuesto las premisas en las que están basadas las disputas de estos artículos, en muchos artículos y resoluciones en los que mi firma se encontrará con otras. Por el momento no había ninguna cuestión acerca de la revolución en la India y Asia, pero ahora es necesario decir que incluso en tales países el movimiento proletario no puede unir sus manos con el nacionalista y no debe de ningún modo subordinarse a él.
Lenin y la III Internacional han convencido al proletariado de una asociación con el nacionalismo capitalista de Asia. Mi réplica es que nosotros nunca hemos apoyado al capitalismo europeo. Hemos urgido el alzamiento de la India contra el capitalismo europeo; pero vosotros, los de la III Internacional, apoyais el capitalismo ascendente de Asia; insistís en el sometimiento del proletariado asiático a su capitalismo nativo. No hay ninguna sorpresa en que lo hagais, pues la Rusia capitalista-campesina desea también una Asia capitalista.
En China e India esta táctica ha convertido a los proletarios en los enemigos de la revolución y uno piensa ahora que China y Siberia también siguen la táctica de Moscú, y puede decir confiadamente que el proletariado entero de Asia.
Se considera ahora que el proletariado mundial, es decir, de Europa, América, Australia, Africa y Asia, es guiado por la II o III Internacionales. Es innecesario demostrar que la II Internacional es contrarrevolucionaria, y he mostrado en estos artículos que la III Internacional también lo es. Uno puede decir, por consiguiente, con seguridad, que el proletariado del mundo entero se ha vuelto contra el comunismo.
Todas las clases en todos los Estados capitalistas son enemigas de la revolución mundial. La III Internacional no ha explicado esto a los obreros.
Muchos falsos principios han penetrado Europa occidental y Norteamérica desde Moscú. Esto se ha producido en gran medida por medio del libro de Lenin titulado «La enfermedad infantil del comunismo de izquierda». Veanse las ideas expresadas en ese libro sobre Asquith y Lloyd George y sobre las divisiones en las clases y partidos burgueses en los Estados capitalistas, de las cuales, él declara, los comunistas pueden hacer uso. Lenin sostiene allí que los comunistas pueden tomar ventaja de las diferencias entre monárquicos y republicanos, demócratas y reaccionarios.
Esto se ha demostrado completamente falso. Contra el comunismo, todos los partidos burgueses de todos los países, incluyendo a los socialdemócratas e independentes de Alemania, el Partido Laborista y el ILP de Bretaña, han formado un frente unitario absolutamente firme.
La fe en tal táctica ha dañado a la causa del proletariado, porque, en Alemania, por ejemplo, en lugar de combatirlos por igual, estuvo por la república burguesa contra la monarquía en el caso del putsch de Kapp, y en el caso del asesinato de Rathenau.
El comunismo está absolutamente opuesto al capitalismo en los princípios y en la práctica. En la revolución del capitalismo al comunismo no hay una sola acción económica o política sobre la que capitalistas y comunistas estén de acuerdo. Hacer uso de la división entre los partidos burgueses es atarse a uno de ellos y asociarse con los capitalistas. Tal táctica es terminantemente mala, pues los partidos burgueses se volverán en el momento decisivo contra los comunistas y el resultado será una terrible derrota para ellos o la corrupción total del Partido Comunista.
Lo mismo puede decirse de la muy jactada esperanza de apoyo a los comunistas por parte de los campesinos y las clases medias. El P.C. ruso ha contado con éstas también en Europa y ha amoldado su táctica de acuerdo con ello. Con todo, aunque las difíciles condiciones que los bolcheviques calcularon llevasen a estas clases a la revolución comunista en muchos países, estas clases no han sido conquistadas.
Los verdaderos revolucionarios saben, sin embargo, que la victoria del proletariado es segura al final. Las secciones de las clases burguesas se dejarán persuadir finalmente, pero es esencial no contar con que lo hagan así al principio.
Incluso esas tácticas de asociación con partidos burgueses campesinos surgen a partir del carácter capitalista campesino de la revolución rusa, y los obreros europeos solamente las aceptaron porque eran aún burgueses en sus opiniones.
Los rusos, debido a que eran revolucionarios burgueses, querían que se hiciese un compromiso en Europa occidental. Temían una revolución realmente proletaria, y por consiguiente aconsejaron a los comunistas que se comprometieran.
Una genuina revolución proletaria estará en pie y se opondrá igualmente a los demócratas, socialdemócratas, monárquicos y republicanos.
Permítasenos considerar Rusia una vez más, y ver cómo, mientras parece favorecer la revolución mundial, en realidad se está oponiendo a ella.
Cuando estalló el alzamiento de los mencheviques, Rusia fue obligada a regresar al capitalismo y todos aquéllos que se adhirieron a Rusia y la III Internacional abandonaron todas las medidas y preparativos revolucionarios para la revolución.
Rusia elaboró tratados con Estados capitalistas y personas privadas, y volvió a la reconstrucción capitalista por medio de los consorcios, concesiones, reconocimiento de la propiedad privada en la industria, la agricultura y el comercio, el restablecimiento del sistema salarial; de hecho, el reconocimiento de los principios del capitalismo con el poder de los campesinos y de la clase media a gran escala. El comunismo desapareció por entero y sólo permaneció una fracción del débil capitalismo de Estado.
Rusia quiere adherir al proletariado de Europa occidental a los eslóganes comunistas; de otro modo el proletariado abandonaría a Rusia, lo que no la satisfaría, tal como desea la ayuda del exterior en su reconstrucción capitalista. El eslogan comunista iba a permanecer, pero la acción iba a ser capitalista. Rusia no tenía ningún uso ulterior para la revolución; fuera inglesa o alemana habría significado el hundimiento de Rusia, porque estaba agotada en el sentido capitalista. Por tanto, lejos de la revolución en Europa.
Y ahora empezaba la terrible decepción del proletariado mundial, que encarna al mismo tiempo la destrucción y reconstrucción del capitalismo, revolución y reforma. Así, este juego de compromiso sigue adelante con las consignas: consejos obreros legales, control de la producción, toma de posesión de los beneficios reales, el gobierno obrero, todas las cuales son imposibles como reformas, y solamente pueden conseguirse a través de la revolución, pero que la III Internacional y Rusia desean promover antes de la revolución.
Por último, la castración de la revolución se concentró en el principio del "Frente Único" del proletariado. La unidad de Noske, Scheidemann, Hilferding al Partido Comunista. La consigna es revolucionaria, pues un frente unitario es necesario para la revolución, pero debe ser una unidad comunista.
En la práctica, el Frente Único es capitalista, porque el capitalismo demanda un frente único contrarrevolucionario de los socialdemócratas a los comunistas. La duplicidad de esta consigna supera a cualquer otra hecha en el movimiento obrero. Es el resultado natural de la revolución capitalista rusa.
La III Internacional y el Partido Comunista de Alemania, donde la revolución está amenazando constantemente, aceptaron esta consigna. La unidad de los obreros que no tienen el mismo objetivo, la mayoría de los cuales están todavía bajo la ideología capitalista, esta unidad es el medio capitalista más seguro para dejar al proletariado desvalido ante las ametralladoras y de llevarlos a una matanza en comparación con cuyo sacrificio de comunistas las revoluciones finlandesa y húngara fueron un juego de niños. Tal Frente Único asegura la derrota del proletariado. En el momento de luchar, los socialdemócratas dejarán a los comunistas en la estacada y una matanza general del proletariado es segura[2].
Rusia es ahora un cuadro horrible, con su doble naturaleza revolucionaria. Yace allí como un enorme naufragio en la costa, desconcertada por su revolución. Hubo un momento en el que un pequeño bote salvavidas fue enviado para salvar a la Rusia soviética. Ese bote era el KAPD, la parte mejor y más grande de la Liga Espartaco, con su política nueva y realmente revolucionaria para la revolución mundial. Pero Rusia, con su gobierno bolchevique, despreció al KAPD y declinó su ayuda. Prefirió la ayuda de la enorme masa de los obreros o capitalistas congregados en la orilla, que aplaudieron o silbaron, pero que de ningún modo podrían, o querrían, dar ayuda a la Rusia capitalista.
A esta turba capituló Rusia, y con ella retorna al capitalismo. Eso era justo lo que quería, porque su carácter capitalista era inmensurablemente más fuerte que su carácter proletário. El carácter no proletário de la revolución rusa se muestra más claramente por la negativa a una ayuda realmente revolucionaria proletaria de Europa, su propia salvación y la del proletariado mundial. ¿Qué prueba puede ser más fuerte que que un gobierno, que ha brotado del propio proletariado, se niegue a la única salvación del proletariado, del proletariado mundial?
Nosotros aconsejaríamos a nuestros camaradas rusos que dijeran al Partido Comunista y al gobierno soviético: Habeis hecho un trabajo gigantesco como un partido proletario y de gobierno. Muy probablemente, al principio de la revolución se cometieron ciertos errores, sólo nuestros camaradas rusos pueden saberlo, nosotros no podemos decidir sobre ese punto claramente. Esto seguirá siendo así todo el tiempo. Que no pudieseis hacer todo de un modo proletario y comunista, y que tuvieseis que retiraros cuando la revolución europea no se materializó, no es vuestro fallo. Como proletarios, os combatiremos más enérgicamente como nuestros enemigos de clase cuanto más volvais al capitalismo. Pero vuestra auténtica falta, que ni nosotros ni la historia podemos perdonar, es haber colado un programa y táctica contrarrevolucionarios al proletariado mundial, y haber rechazado el realmente revolucionario que podría salvarnos.
Esta consigna es la clave de la táctica de Moscú. Es la última palabra de la revolución capitalista rusa. Muestra que Rusia y la III Internacional, que con su ejército para la revolución quieren edificar el capitalismo y, por consiguiente, arruinar al proletariado por medio de su posesión más sagrada, esa Rusia y la III Internacional son los mayores enemigos de la revolución mundial.
[1] Lenín y sus colegas han jugado un papel extraño. Por un lado, han mostrado al proletariado mundial el camino al comunismo, por otro han ayudado a establecer el capitalismo mundial en Rusia y Asia (sin mencionar a los campesinos). Por nuestra parte, siempre consideraremos más importante el verdadero comunismo hacia el que se están esforzando los obreros ingleses, alemanes y norteamericanos.
[2] Cuando Karl Liebknecht, en esa hora histórica en el Zirkus Busch, luchó con reducidos seguidores contra la falacia del Frente Único, vio con el ojo de su mente los frios cañones de rifle, y toda la jauría gritó "Unidad". Esa es y era la consigna de la contrarrevolución. Pero la consigna de Karl Liebknecht era: Primero claridad, luego unidad. Claridad respecto a las tareas inmediatas de la clase obrera, que son: ¡Queremos las fábricas! ¡Queremos la tierra! ¡Abajo con la propiedad privada capitalista! ¡Todo el poder para los Consejos Obreros! ¡La Dictadura del Proletariado! Éstas son las consignas de la revolución proletaria. Éstas son las únicas consignas de la clase obrera.
[1*] Este texto no es idéntico a otro texto famoso de Gorter titulado «Die Weltrevolution», de 1918. «La Revolución Mundial» es principalmente una traducción del folleto en alemán de Gorter «Die Kommunistische Arbeiter-Internationale» de 1923, aunque cambiada y algo reducida.
Las primeras 4 partes son prácticamente idénticas (tienen sólo diferencias menores) al texto alemán de la KAI, pero desde la parte quinta y el tratamiento a respecto de "La III Internacional" párrafos y secciones completas están ausentes. Al final del texto, toda una sección sobre la Internacional Obrera Comunista fue omitida. De modo que el diferente título de la versión inglesa está plenamente justificado. (Nota editorial del Archivo Comunista de Consejos Kurasje, de donde procede la versión inglesa).
Hay que decir, por otra parte, que a simple vista la traducción al inglés realizada para el Worker's Dreadnought parece mala y en algunos puntos mal desarrollada. La presente versión, a criterio del traductor, no es a pesar de los esfuerzos una traducción plenamente fiable en las apreciaciones de detalle. (Nota del traductor al español).
[2*] Gorter no llega a tener una visión clara del alzamiento de Kronstadt más allá de repetir los tópicos que propagaron los bolcheviques, y aquí parece incluso confundirla con el "menchevismo" (que sí pudo tener una influencia importante en las huelgas de Petersburgo, pero no en el caso Kronstadt, mucho más importante). Sin embargo, e independientemente de su heterogeneidad de clase -por otro lado, inevitable en el contexto ruso de la época-, en sus objetivos de democracia soviética y en los artículos del periódico de su Soviet está claro el carácter proletario de la rebelión de Kronstadt. Es más, en esos artículos se encuentra ya una crítica del carácter capitalista del régimen bolchevique y un llamado a una "tercera revolución". (Nota del traductor al español).