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Escrito: Abril de 1934
Digitalización: Aritz, marzo de 2002
Fuente: J. Dimitrov, Obras Completas, Ed. del PCB, 1960
Esta Edición: Marxists Internet Archive, a�o 2002
I
Tengo a la vista una carta con fecha del 7 de diciembre de 1933, recibida el 15 de enero de 1934 en la c�rcel de Leipzig. Es una carta de un grupo de obreros de la barriada "Carlos Marx", que despu�s de los acontecimientos de febrero adquiri� notoriedad mundial. He aqu� lo que me dec�an en su carta.
Barriada "Carlos Marx"
Viena, 7 de diciembre 1933
Querido camarada Dimitrov:
En nombre de muchos de nosotros te enviamos los m�s calurosos saludos. Millones de seres escuchan muy atentamente tus audaces palabras. Con ellas infundes fuerzas a esos millones de personas. Tu lucha no ser� vana; ella es tambi�n la nuestra. El gran ej�rcito del proletariado consciente est� cohesionado tras de ti.
Te rogamos nos escribas unas l�neas.
Con saludos proletarios y libertad
(Siguen numerosas firmas)
El mismo d�a que me lleg� esta carta, intent� enviar a trav�s de la severa censura polic�aca la siguiente breve respuesta:
"He recibido hoy vuestra amistosa carta con fecha del 7 de diciembre del pasado a�o y la he le�do con gran alegr�a y agradecimiento. En lo que respecta a mi actitud ante el tribunal, he procurado �nicamente cumplir con mi deber proletario y ser fiel hasta el fin a mi heroica clase.
Con fraternales saludos de lucha."
Ignoro si incluso esta corta respuesta ha llegado a sus destinatarios.
Le� repetidas veces esta carta de los obreros austriacos, cuando conoc� por peri�dicos fascistas alemanes, en los s�tanos de la polic�a secreta de G�ring en Berl�n, las heroicas luchas de los obreros austriacos. Segu�a con honda emoci�n el desarrollo de los acontecimientos y la salida de la lucha armada entre el proletariado austriaco y el fascismo. Vuestro hero�smo proletario me llen� de inmensa alegr�a, mientras que me llen� de profundo odio la pol�tica de traici�n de los dirigentes socialdem�cratas.
Despu�s de mi llegada a la Uni�n Sovi�tica, sin reponerme a�n del duro r�gimen penitenciario y de la tensi�n mantenida durante el proceso, procur� conocer con m�s detalle en primer lugar los acontecimientos de Austria y las lecciones hist�ricas que de ellas se desprend�an no s�lo para los trabajadores austriacos, sino tambi�n para los obreros de todos los pa�ses capitalistas.
En este momento, quisiera compartir mis impresiones e intercambiar algunas ideas acerca de los acontecimientos en Austria con aquellos camaradas que me escribieron, as� como con todos los austriacos que combaten por la causa del proletariado.
No s� quienes de los autores de aquella carta han quedado con vida. Pero a los combatientes austriacos que viven, como a los que han ca�do en la lucha, cada comunista est� hoy vinculado por los lazos indestructibles del combate, por la causa com�n de la clase obrera.
Hoy, cuando la reacci�n austriaca celebra su sangrienta victoria sobre la clase obrera, nosotros, los comunistas, sentimos hacia los trabajadores que combatieron y que combaten todav�a un aprecio a�n mayor. Millares de obreros asesinados, millares de heridos y encarcelados, el terror desatado en todo el pa�s, la clase obrera sometida a un r�gimen penitenciario. Comparable �nicamente con el r�gimen fascista en Alemania, �ste es el balance de los verdugos del gobierno de Dollfuss.
La burgues�a teje coronas de laureles en torno a las cabezas de los Dollfuss y los Fev, que ordenaron ca�onear a los trabajadores, junto con mujeres y ni�os.
El vicario del Papa da su bendici�n a estos verdugos. Al mismo tiempo, los cobardes dirigentes de la socialdemocracia, meti�ndose a mentores, ense�an a los obreros que no deb�an haber empu�ado las armas, que el proletariado ha cometido un error al responder con las armas en la mano a la brutal agresi�n general del fascismo, que amenazaba con barrer no s�lo las conquistas econ�micas y pol�ticas de casi 50 a�os de lucha de la clase obrera austriaca, sino que pon�a, adem�s, en peligro hasta su m�s elemental forma de existencia.
�Pero acaso el haber capitulado sin lucha hubiera salvado al proletariado austriaco de la reacci�n? Seguro que no. Con una tal actitud, la reacci�n habr�a sido m�s insolente, hubiera estado m�s segura de s�.
El proletariado austriaco no quer�a traicionarse a s� mismo como clase. Y con raz�n. No quer�a entregarse sumiso, sin lucha, a los suplicios, que han sido el destino de la clase obrera alemana vendida por la socialdemocracia. La lucha armada del proletariado austriaco era una advertencia manifiesta no s�lo para la burgues�a de Austria, sino tambi�n para la burgues�a de todos los pa�ses. Ella ha demostrado que el proletariado no se resignar� jam�s a ser sometido por el fascismo.
No, el error no estriba en la lucha armada de la clase obrera austriaca. El error consist�a en que esta lucha no estaba organizada, ni dirigida de forma revolucionaria, bolchevique.
La mayor debilidad de la lucha de febrero de los trabajadores austriaco consist�a en que ellos, a consecuencia de la nefasta influencia de la socialdemocracia, no comprendieron que no es suficiente defenderse contra los ataques del fascismo, sino que deb�an haber transformado su resistencia armada en lucha por derrocar a la burgues�a y tomar el poder. La resistencia armada de la clase obrera austriaca frente al fascismo no se transform� en una verdadera sublevaci�n armada. En esto consiste el error fundamental.
La reacci�n triunf� en Austria. Mas �sta es una victoria temporal, que encierra en s� los g�rmenes de la futura derrota de la burgues�a. Para los obreros austriacos, lo m�s importante ahora es no desesperar, no perder la fe en la fuerza de su clase, sino al contrario, ser capaces de extraer de las lecciones de febrero todas las conclusiones pol�ticas y organizativas necesarias y, sobre todo, en lo que concierne a la socialdemocracia.
Piensen, camaradas, en el a�o 1905 en Rusia. El zarismo aplast� entonces el heroico levantamiento de los obreros rusos. �Qui�n ignora, sin embargo, que precisamente este levantamiento era la premisa hist�rica del victorioso Octubre de 1917? En el a�o 1923, el Levantamiento de Septiembre del proletariado b�lgaro fue sofocado. Pero al igual que el proletariado ruso en 1905, bajo la direcci�n de Lenin, supo sacar de su levantamiento todas las ense�anzas que se impon�an y extraer de �l fe para su causa, as� tambi�n los obreros b�lgaros, encabezados por el Partido Comunista y bajo la direcci�n de la Internacional Comunista, despu�s del feroz aplastamiento de la sublevaci�n, templaron a�n m�s sus fuerzas, robustecieron su Partido y hoy luchan con intransigencia contra el fascismo b�lgaro. La experiencia del Levantamiento de Septiembre, permiti� al proletariado b�lgaro comprender con toda claridad las causas de su debilidad, la justeza de la teor�a y la pr�ctica del bolchevismo. El proletariado b�lgaro y su Partido, condenado a la clandestinidad, hicieron de la ideolog�a bolchevique una base inamovible de su actividad y de su lucha y, de esta manera, transformaron la derrota del Levantamiento de Septiembre en condici�n para el desarrollo victorioso del movimiento proletario revolucionario en Bulgaria. Hoy, incluso los enemigos de clase se ven obligados a reconocer que el proletariado b�lgaro y su Partido son mucho m�s fuertes que antes del Levantamiento de Septiembre de 1923.
En estos ejemplos hist�ricos, los obreros austriacos deben aleccionarse a fondo. Al igual que 1905 en Rusia, como 1923 en Bulgaria, hoy tambi�n en Austria, el abismo insondable, que se ha abierto entre el proletariado y la burgues�a con el salvaje aplastamiento de los trabajadores en lucha, es ya una de las condiciones de la futura victoria del proletariado.
II
Otto Bauer habla de la cat�strofe en Austria. S�, realmente, ha sido una cat�strofe. Pero una cat�strofe de toda la II Internacional, de su teor�a, de su pol�tica y t�ctica, una derrota de la teor�a socialdem�crata, de la transformaci�n pac�fica, incruenta, del capitalismo en socialismo por el camino de la democracia burguesa parlamentaria, derrota de la pol�tica reformista, con la que intenta poner remiendos al capitalismo en descomposici�n, derrota de una t�ctica orientada a impedir la revoluci�n proletaria.
Esta es ya la segunda cat�strofe despu�s de la del Partido Socialdem�crata Alem�n. Y los partidos socialdem�cratas de los dem�s pa�ses capitalistas marchan tambi�n hacia la cat�strofe. En vano Otto Bauer se remite a Alemania para demostrar la inevitabilidad de la toma del poder por el fascismo, donde -seg�n �l- ni una socialdemocracia fuerte, ni un gran Partido Comunista pudieron oponer resistencia a que Hitler tomara el poder. �Pero acaso el Partido Socialdem�crata Alem�n no ha combatido ferozmente durante largo tiempo, con ayuda de sus Severing, Z�rrgiebel, Grezinski, al frente antifascista creado bajo la direcci�n del Partido Comunista? �No ha saboteado las m�ltiples propuestas del Partido Comunista Alem�n para crear un frente �nico contra el fascismo, entre otras la propuesta del frente �nico hecha en 1933? �Acaso no rechaz� la propuesta del Partido Comunista Alem�n para declarar inmediatamente la huelga general y no hizo fracasar la acci�n com�n de los obreros socialistas y comunistas frente al fascismo? Si el Partido Socialdem�crata Alem�n no hubiera actuado as�, el proletariado alem�n hubiera conseguido con toda seguridad impedir que el fascismo conquistara el poder y el pueblo alem�n no hubiera sido v�ctima de la sangrienta org�a fascista. Por desgracia, el Partido Comunista Alem�n no era entonces lo suficientemente fuerte para superar el sabotaje y la traici�n del Partido Socialdem�crata Alem�n y llevar a los trabajadores alemanes a la lucha armada, abierta, contra las bandas de Hitler. Es evidente que sobre la socialdemocracia, tanto en Alemania, como en Austria, recae toda la responsabilidad de la victoria del fascismo.
A la luz de la triunfante construcci�n del socialismo en la Uni�n Sovi�tica, los acontecimiento de Austria y Alemania significan una experiencia, adquirida sobre la base de la experiencia de millones de personas, sobre las dos v�as hacia el socialismo: de un lado el camino del Partido de Lenin, el camino de la Internacional Comunista, por otro, el camino de la socialdemocracia de Austria y Alemania, de la II Internacional. La primera v�a, la v�a de la revoluci�n proletaria, ha conducido ya, en la Uni�n Sovi�tica, a la clase obrera y, bajo su influencia, a la masa fundamental del campesinado, al socialismo. La segunda v�a, la v�a de los compromisos con la burgues�a, ha conducido, como se ha puesto en evidencia, a los acontecimientos en Italia[1], Alemania[2] y Austria, a la victoria de la contrarrevoluci�n, al triunfo del fascismo.
La Uni�n Sovi�tica, obra gigantesca de los bolcheviques, se mantiene firme como la roca, la burgues�a y los terratenientes han sido aniquilados, el poder de la clase obrera est� ya edificado, se ha creado un poderoso Estado con un potente Ej�rcito Rojo obrero-campesino, se ha creado un nuevo sistema econ�mico socialista, se ha superado el desempleo y la pauperizaci�n del campo, el nivel material y cultural de las masas trabajadoras de la ciudad y del campo aumenta constantemente. En Austria y Alemania, por el contrario, no queda ni el m�s leve rastro de "socialismo democr�tico". Aqu� gobiernan indivisiblemente los Dollfus y los Fey, los Hitler y los G�ring, aqu� a la clase obrera la han despojado de todos sus derechos, las armas est�n en manos de la burgues�a, la Casa del Pueblo est� ocupada por la Heimwehr, las casas obreras de la municipalidad de Viena, que la socialdemocracia resaltaba como el s�mbolo del "paso pac�fico al socialismo", han sido medio destruidas por los ca�ones y de ellas se expulsa al proletariado austriaco.
Mientras que en 1918, camaradas, todo estaba en vuestras manos. En vuestras manos estaban las armas, formabais consejos obreros y de soldados. Por dos lados, os rodeaban rep�blicas sovi�ticas, Hungr�a y Baviera. La burgues�a hab�a perdido la cabeza: tem�a que la tratar�ais de la misma manera en que lo hicieron los obreros rusos en 1917 con su burgues�a. Tem�a que vosotros confiscar�ais sus casas y chalets para los obreros; hoy, sin embargo, ella apunta con sus ca�ones vuestras casas obreras y reparte vuestros hogares entre los asesinos de vuestras esposas e hijos. Esperaba que vosotros disolver�ais todos sus partidos pol�ticos; hoy, sin embargo, ella ha prohibido vuestras organizaciones. Esperaba que vosotros prohibir�ais toda la prensa burguesa; hoy, sin embargo, ella proh�be la vuestra. Esperaba que vosotros encerrar�ais en las c�rceles a los Dollfuss, Fey, Starhemberg y dem�s verdugos de la clase obrera; hoy, sin embargo, es ella la que encarcela a los obreros y ejecuta a los revolucionarios.
Si el proletariado austriaco y alem�n hubiera avanzado en 1918 por el camino de los bolcheviques rusos, hoy no habr�a fascismo ni en Austria, ni en Alemania, ni en Polonia, ni tampoco en los Balcanes. Y est� fuera de toda duda que no ser�a la burgues�a, sino la clase obrera la due�a absoluta de la situaci�n en Europa.
Pero la socialdemocracia en Austria, encabezada por Federico Adler y Otto Bauer, ha conducido a la clase obrera por otros derroteros. Se ali� con la burgues�a contra la revoluci�n. Todo su af�n era el de atemorizar a los trabajadores austriacos con las dificultades de la lucha heroica de los obreros y campesinos rusos, prometi� al proletariado el socialismo sin revoluci�n, sin derramamiento de sangre, s�lo con la ayuda de boletines y manejos parlamentarios. No conduc�a a los obreros a la lucha contra la burgues�a, sino hacia la paz civil con ella, sobre la base de peque�as concesiones temporales que para la burgues�a significaban �nicamente un medio para librarse de la revoluci�n. Vosotros, camaradas, por desgracia, no escuchasteis la voz de los comunistas, que se esforzaban por convenceros que este camino era la perdici�n. Durante a�os seguidos, soportasteis la traici�n de los dirigentes del Partido Socialdem�crata, quienes, mediante su pol�tica de capitulaci�n ante los reaccionarios, conduc�an a la clase obrera de retirada en retirada, de derrota en derrota. Durante 15 a�os, se ven�an organizando sistem�ticamente las fuerzas de la reacci�n y el fascismo delante de los ojos del Partido Socialdem�crata, sin encontrar obst�culo alguno.
�Se pod�a hacer fracasar esta organizaci�n de las fuerzas reaccionarias, pod�a haberse cerrado el camino al fascismo austriaco? Sin duda, era posible. Pero s�lo mediante la lucha revolucionaria. Recordad, camaradas, el 15 de julio de 1927, cuando las masas salieron a la calle en respuesta a la absoluci�n de los asesinos fascistas de Shattendorf. Esto significaba volver la espalda a la lucha de clases y un viraje en la correlaci�n de las fuerzas de clase en Austria. Entonces, la burgues�a alcanz� un poder considerable sobre el proletariado y comenz� a prepararse febrilmente para implantar la dictadura fascista en Austria. Si el Partido Socialdem�crata hubiera conservado aunque s�lo fuera una chispa de voluntad de lucha, hubiera sido cosa f�cil para �l transformar el movimiento de julio de 1927 en revoluci�n proletaria. Pero incluso si para eso le faltaba valor, en todo caso, hubiera conseguido desmantelar al fascismo: lo �nico que hac�a falta era no frenar a los obreros. Pero la socialdemocracia min� tambi�n esta poderosa acci�n del proletariado austriaco contra el fascismo. En 1927, entreg� las armas de los obreros, en 1928, firm� el pacto de H�ttenberg, que abri� a los fascistas las puertas de las f�bricas, fue ella misma quien en cierta �poca promulg� la ley de Julius Deutsch sobre la disciplina en el ej�rcito, ley que facilit� la depuraci�n del mismo de elementos proletarios; dio su consentimiento a la reforma constitucional del 8 de diciembre de 1929, que respond�a a las exigencias de la Heimwehr; fue ella la que en 1930, a trav�s del alcalde Seitz, permiti� las manifestaciones fascistas y prohibi� las comunistas.
�No es cierto que la socialdemocracia pose�a dep�sitos de armas, una organizaci�n militar propia (el Schutzbund) y que tras ella estaban las dos terceras partes de la poblaci�n vienesa? Ten�a casi el monopolio en cuanto a influencia sobre la clase obrera de toda Austria. Los fascistas, pese a todo este, cometieron ante sus propio ojos e impunemente asesinato tras asesinato de los trabajadores y, en cada ocasi�n, la socialdemocracia ced�a, content�ndose simplemente con amenazarles de que al siguiente crimen obligar�a a la burgues�a mediante la "fuerza organizada de la clase obrera" a poner fin al terror. Mas los seguidores de los Dollfuss, Fey y la Heimwehr continuaban tranquilamente haciendo de las suyas, conoc�an de sobra el valor de las declaraciones socialdem�cratas. La fuerza de la clase obrera organizada no se demuestra cuando se retrocede constantemente.
III
No obstante, el proletariado austriaco hubiera podido vencer ya en febrero de 1934, si vosotros, obreros socialdem�cratas, os hubieseis negado a seguir la pol�tica de los l�deres socialdem�cratas, quienes con sus orientaciones capituladoras y derrotistas desmoralizaban la lucha desde el comienzo, si vosotros, junto con los comunistas, hubieseis tomado a tiempo en vuestras propias manos la organizaci�n y la direcci�n de esa lucha.
La lucha armada no es un acto aislado de la pol�tica general del partido. Un partido, que retrocede siempre, que en el curso de quince a�os llama a los obreros a evitar la lucha, no puede de ninguna manera transformarse en 24 horas pol�tica y org�nicamente para la lucha armada.
En su folleto "La insurrecci�n de los obreros austriacos", Otto Bauer se lamenta de que la huelga general no haya tenido �xito. �Pero acaso la socialdemocracia prepar� la huelga general? Al contrario. La direcci�n socialdem�crata procuraba en principio desembarazarse de toda responsabilidad ante la burgues�a respecto a la huelga, declarando que los obreros solos tomar�an la iniciativa de la huelga, si se realiza uno de los ya conocidos "cuatro punto" (proclamaci�n anticonstitucional de una constituci�n fascista, disoluci�n del Partido Socialdem�crata, disoluci�n de los Sindicatos o su transformaci�n en instrumento del Estado, nombramiento de un comisario gubernamental en Viena).
Mil veces han tenido raz�n esos obreros de los cuales escribe Otto Bauer en su folleto: "En las f�bricas y en las secciones del Partido crec�an las voces de los impacientes, de los sedientos de lucha, de esos que se lanzaron hacia adelante: �No esperemos m�s! �No podremos combatir cuando uno de estos cuatro puntos se aplique! �Ataquemos mientras aun es tiempo! De lo contrario, ocurrir� con nosotros lo que con los camaradas de Alemania! (Otto Bauer. "La insurrecci�n de los obreros austriacos", p�g. 14).
Hoy el mismo Otto Bauer declara que en los d�as de febrero la direcci�n del Partido Socialdem�crata estaba contra la lucha, pero que era ya incapaz de contener a los obreros y �stos la comenzaron espont�neamente. Al referirse a la crisis, Otto Bauer quiere justificar la traici�n de los empleados de ferrocarriles, que hicieron fracasar la huelga ferroviaria, posibilitando con ello que el gobierno transporte, sin obst�culo alguno, artiller�a y tropas de provincia, mientras los obreros de Florisdorf derramaban su sangre.
Intenta igualmente hacer aparecer limpios de polvo y paja a los dirigentes sindicales de la Uni�n de Impresores, quienes el 13 de febrero, el d�a de la lucha armada, llamaron a los tip�grafos a cesar la huelga y volver al trabajo.
En su folleto, Otto Bauer nos cuenta que los l�deres socialdem�cratas se dejaron encarcelar �nicamente por no ir a la lucha con los trabajadores. Precisamente aquellos l�deres fueron detenidos, "los cuales no participaron en la lucha y quienes el lunes, como en el resto de los d�as de la semana, permanec�an tranquilos en los secretariados sindicales, en sus lugares de trabajo de la alcald�a de Viena, en sus oficinas departamentales, distritales y municipales" (p�g. 3).
S�, as� fue en realidad. As� act�an siempre los traidores de la clase obrera. Mas el secretario de la II Internacional no es mucho mejor que estos cobardes desertores que se llaman l�deres de la clase obrera, el jefe de la socialdemocracia austriaca Federico Adler, en persona, que permanec�a vergonzosamente alejado de la lucha y que, mientras los trabajadores austriacos combat�an con las armas en la mano, declar� p�blicamente que no pod�a participar en su lucha, dado que estaba "ocupado con cuestiones de tr�mite de cada d�a".
�Acaso es posible, camaradas, lanzarse a la lucha con semejantes desertores? �Pues, son gentes que, antes de empezar el combate, ya est�n gritando que viene la derrota, que en cuanto oyen el primer disparo, ya est�n sembrando el p�nico en las filas de los combatientes! Estas personas no desean la victoria de la clase obrera, tienen miedo de ella. Lo �nico que quieren es asustar un tanto a la burgues�a, para que �sta tenga una actitud m�s acomodaticia hacia ellos y poder hablar con ella. Esta es la raz�n por la cual frenan a los trabajadores y luego hacen todo lo posible por limitar la envergadura de sus acciones, excluyendo a las amplias masas.
Ellos dijeron a los obreros que deseaban ayudar al Schutzbund en la lucha: "Marcharos a vuestras casas, preparar la comida, mientras que hay gas. La lucha armada no es cosa vuestra. Es un asunto del Schutzbund". Y no dieron las armas a los obreros que deseaban combatir.
El coraz�n se llena de dolor y amargura al pensar en las numeros�simas v�ctimas con las que la clase obrera austriaca debe pagar hoy los cr�menes de la direcci�n socialdem�crata.
Consciente de ser un soldado de la revoluci�n, no puedo estar de acuerdo con el hecho que los gloriosos combatientes de la barriada "Carlos Marx" sean miembros del mismo partido que los dirigentes de las organizaciones socialdem�cratas de Carintia y Vorarlberg, quienes, al o�r el primer disparo en Linz, se pasaron a las filas de la Heimwehr. Uno no puede imaginarse que los proletarios socialdem�cratas, que combatieron con tal hero�smo y cayeron como h�roes, hayan tenido durante a�os consecutivos, a l�deres tan indignos, tan obtusos pol�ticamente y tan cobardes, como Otto Bauer, Federico Adler, Deutsch y Seitz.
* * * * *
Vuestra lucha armada fue en esencia una lucha por restablecer la Constituci�n violada por Dollfuss. No pas� de esto, no se transform� en lucha por el poder. En el siglo de la crisis general del capitalismo, cuando la burgues�a no est� ya en condiciones de dirigir por medio de la democracia parlamentaria y cuando se lanza por v�as fascistas, la cuesti�n decisiva de la lucha de los obreros deja de ser el restablecimiento de la ya pasada a la historia democracia burguesa, para transformarse en la lucha por derrocar a la burgues�a, en la lucha por la dictadura del proletariado. S�lo la consigna por el poder sovi�tico, llevada a la conciencia de las amplias masas laboriosas, puede cohesionar s�lidamente las filas de los combatientes y estar en condiciones de crear lazos indisolubles entre los obreros en lucha y el resto de la masa del proletariado y el campesinado. �nicamente si los obreros austriacos se hubieran propuesto como objetivo la lucha por el poder sovi�tico, su acci�n armada hubiera podido transformarse en un verdadero levantamiento armado.
S�, camaradas, vuestra lucha armada por desgracia no era una lucha por el poder y, debido a ello, como nos han ense�ado Marx y Lenin, no fue una verdadera sublevaci�n armada. El hecho que este objetivo -la toma del poder- no se plante� en vuestra lucha armada, es el fallo fundamental de vuestra heroica acci�n.
La circunstancia de que los obreros austriacos en su lucha no salieran de los marcos de la resistencia armada, no es en modo alguno casual, sino la consecuencia l�gica de toda la orientaci�n pol�tica de la socialdemocracia austriaca. "Nosotros no queremos a�n derrocar ni al capitalismo, ni a la burgues�a", as� dec�a la tesis pol�tica de los jerifaltes socialdem�cratas. Dicho de otra manera, al crearse una situaci�n concreta, esto significaba: Vosotros, los trabajadores en lucha, no deb�is atacar al enemigo, vosotros deb�is solamente defenderos de �l en vuestras Casas del Pueblo. Con semejante orientaci�n, los obreros dejan escapar de sus manos la iniciativa en la lucha, abandon�ndola por completo en manos del enemigo.
�Cu�l fue la suerte de los obreros que se orientaban por esta tesis de los l�deres socialdem�cratas? Encerrados en sus casas, sin ligaz�n entre s�, los combatientes permanec�an como metidos en ratoneras. No se hab�an asegurado ni puntos de acceso hacia estas casas, ni las alturas desde las cuales el enemigo pod�a impunemente batir con su artiller�a las posiciones de los obreros, tales como la barriada "Carlos Marx". Con las instrucciones dadas a los obreros de permanecer en sus casas y esperar el fin de la lucha del Schutzbund, los l�deres socialdem�cratas entregaron las calles de los barrios obreros a las tropas del gobierno, pudiendo �stas circular sin obst�culo alguno. Las tropas gubernamentales tuvieron la posibilidad de ocupar, uno tras otro, los puntos principales de resistencia de los obreros. Por el contrario, una t�ctica ofensiva por parte de los obreros hubiera sido capaz de sembrar la confusi�n en las filas de las tropas gubernamentales y ganar para la causa del proletariado a los elementos vacilantes.
La burgues�a no vacil� en requisar para la lucha contra los obreros los medios de transporte privados y hacer rehenes. Sin embargo, los obreros en lucha, que hab�an pasado por la escuela de la socialdemocracia austriaca, prefirieron pasar hambre, antes que atentar a la sagrada propiedad privada y confiscar art�culos alimenticios. Ni siquiera les pas� por la cabeza hacer rehenes de las filas de la burgues�a. Hoy, Otto Bauer y el jefe del Schutzbund Julius Deutsch quieren presentar esta blandenguer�a peque�o-burguesa como un modelo de virtud c�vica. Si los obreros rusos hubieran seguido la misma t�ctica en su tiempo, hoy d�a sus propios Dollfuss y Fey les estar�an pisando el cuello.
IV
�Qu� se impone hacer ahora, camaradas? En primer lugar, es imprescindible analizar hasta el fondo el camino recorrido desde 1918 hasta la lucha armada de febrero de 1934. Es necesario aprovechar las ense�anzas de esta lucha, en la cual se refleja toda la bancarrota de la pol�tica socialdem�crata. Cuanto antes se haga, tanto mejor ser� para vosotros y para toda la clase obrera austriaca, tanto m�s pr�xima y segura ser� vuestra victoria.
A diferencia de "la cr�tica" de Bauer, que intenta borrar sus propios cr�menes, as� como los de toda la direcci�n del Partido Socialdem�crata, a mi manera de ver, vosotros deber�ais someter a una severa cr�tica, sin miramientos de ninguna clase, este sistema de concepciones, mediante el cual la direcci�n socialdem�crata intoxicaba a los obreros. Examinar y sacar conclusiones del camino recorrido por vosotros bajo la direcci�n socialdem�crata. Recordar lo que escrib�a y dec�a la prensa y los l�deres socialdem�cratas en defensa de este camino y comparar sus palabras con la cruda realidad. Valorar cr�ticamente el folleto de Otto Bauer, que en el fondo es un acto acusador contra �l mismo y contra toda la pol�tica socialdem�crata. Recordar, por otro lado, lo que os ven�a diciendo la Internacional Comunista durante estos 15 a�os. Y os ver�is obligados a decir a vuestra clase la verdad, por m�s amarga que sea.
Y esta verdad os har� comprender que no eran los socialdem�cratas, sino los comunistas, que no era la II Internacional, sino la Internacional Comunista quienes ten�an raz�n, cuando dec�an que la socialdemocracia austriaca condujo a la revoluci�n de 1918 a la derrota. Ten�an raz�n, cuando os advert�an que la pol�tica de la socialdemocracia conduc�a al afianzamiento de la dictadura burguesa. Ten�an raz�n los comunistas, cuando afirmaban que todas las conquistas econ�micas, pol�ticas y sociales, que los obreros hab�an arrancado a la burgues�a, que todas sus casas del pueblo, etc. estaban bajo continua amenaza, que la burgues�a se las arrebatar�a si no era derrocada del poder. Los comunistas ten�an raz�n, cuando insist�an en que la defensa de los intereses de la clase obrera no puede realizarse por medio de compromisos con la burgues�a, sino �nicamente por medio de la lucha de clases irreconciliable.
La verdad os obligar� tambi�n a reconocer que la socialdemocracia austriaca est� hoy en completa bancarrota pol�tica. Un partido, al que se le hab�a dado tanto y que lo ha perdido todo, que lo ha malgastado todo, un partido as� no tiene ya derecho a existir. Un tal partido merece �nicamente el desprecio en la conciencia de los obreros. S�lo cuando el proletariado austriaco supere la influencia pol�tica y org�nica de la socialdemocracia, podr� emprender un nuevo camino, camino que lo llevar� al triunfo, a la victoria sobre los Dollfuss y Fey, sobre la Heimwehr y el fascismo.
Se trata, por lo tanto, camaradas, de romper org�nicamente con el Partido Socialdem�crata y, junto con los obreros comunistas, crear una verdadera unidad de combate de la clase obrera austriaca. Esta unidad de lucha es s�lo posible sobre la base de la acci�n revolucionaria. Esta unidad decuplicar� las fuerzas de la clase obrera y debilitar� grandemente la ofensiva del fascismo, acrecentar� la influencia revolucionaria del proletariado entre los campesinos y crear� las premisas para la lucha victoriosa contra la burgues�a y el capitalismo, para la lucha por el poder de los soviets.
El mayo peligro para la unidad revolucionaria de la clase obrera austriaca ser�a el intentar revivir, salvar a la socialdemocracia austriaca, incluso sobre la base de un nuevo programa "izquierdista". De tales experimentos no saldr�a otra cosa como no fuera la disgregaci�n del movimiento obrero austriaco. �Acaso no hay en vuestras filas personas que a lo largo de estos 15 a�os no han hecho otra cosa, sino intentar "corregir hacia la izquierda" la pol�tica de la socialdemocracia? �Los resultados est�n a la vista!
Una equivocaci�n no menos fatal ser�a si a los obreros, decepcionados por la socialdemocracia en la lucha contra el fascismo de Dollfuss, se les ocurriera buscar apoyo en el fascismo hitleriano. Los nacionalsocialistas austriacos estuvieron durante la lucha armada al lado de los asesinos de los trabajadores. Hoy, igual que buitres pardos, se ciernen sobre el campo de batalla y buscan demag�gicamente utilizar los sacrificios y los sufrimientos del proletariado, a fin de ganar para el fascismo hitlerista a los obreros austriacos decepcionados por la socialdemocracia y que se encuentran en una encrucijada.
Nosotros, los comunistas, estamos seguros de la pr�xima victoria de la clase obrera austriaca. Estamos firmemente convencidos del triunfo final del proletariado en todo el mundo. Esta confianza inquebrantable me dio fuerza para mirar, durante el proceso de Leipzig, al enemigo enfurecido directamente a los ojos, lo mismo que los arrojados combatientes de la barriada "Carlos Marx" miraron cara a cara a la muerte. Tras las llamas del incendio, tras la esclavitud y la miseria, que el fascismo trae consigo, nosotros vemos en el Este la potente fortaleza del proletariado mundial: la Uni�n Sovi�tica. No existe fuerza capaz de detener el desarrollo hist�rico de la humanidad hacia el socialismo. Ha terminado un combate, los luchadores cuentan sus muertos, pero ellos no est�n abatidos. El grandioso ej�rcito proletario sigue avanzando hacia la victoria final.
Es posible, camaradas obreros socialdem�cratas, que os resulte dif�cil asimilar las ideas que acabo de exponer. No obstante, conf�o en que esta carta os ayudar� a examinar cr�ticamente el pasado y a sacar las conclusiones correspondientes. Sin embargo, si algo no est� del todo claro o despierta dudas, me alegrar�a que lo compartieseis conmigo.
Mosc�, desde el hospital,
marzo de 1934
J. Dimitrov
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Ten�a escritas estas l�neas, cuando a finales de marzo recib� la siguiente carta escrita, con fecha de 2 de marzo 1934, por uno de los autores de la primera carta:
Querido cda. Dimitrov:
He sabido con gran alegr�a que t� y los otros compa�eros tuyos, Popov y Tanev, hab�is abandonado el infierno pardo y os hall�is en la Uni�n Sovi�tica. Millares de proletarios hemos respirado con alivio, porque nosotros necesitamos de tales combatientes heroicos en nuestras filas. Si nosotros hubi�ramos tenido tales h�roes, no habr�amos llegado al extremo de que la clase obrera austriaca sufriese una derrota tan vergonzosa, causada por la traici�n. Esto ha sido para nosotros una lecci�n sangrienta. Es para nosotros el 1905 ruso y confiamos que no durar� tanto tiempo, que tambi�n nosotros proclamaremos la Austria Sovi�tica y podremos tender una mano fraternal a Rusia y edificar juntos un nuevo Estado, en el cual s�lo los proletarios puedan vivir. Un verdadero Estado Obrero[*].
Querido camarada Dimitrov, ten la amabilidad de escribirnos unas l�neas para que veamos tambi�n nosotros realmente que est�s en Rusia, pues en los �ltimos tiempos nos hemos vuelto pesimistas.
Con saludos de combate:
S�, camaradas, ten�is raz�n. Si hubierais estado dirigidos por verdaderos luchadores bolcheviques, vuestra heroica lucha hubiera, sin duda alguna, tenido otro fin. Pero combatientes de �stos pueden surgir �nicamente en la lucha irreconciliable de clases contra la burgues�a. Y una tal lucha no la desarrollaban los socialdem�cratas, todo lo contrario, los Otto Bauer y los Federico Adler hicieron fracasar esta lucha. S�lo en la acci�n constante del frente �nico revolucionario contra el fascismo surgen intr�pidos y templados combatientes. S�lo bajo la bandera de Marx, Engels, Lenin surgir�n nuevos l�deres bolcheviques y el proletariado austriaco tendr� al final lo que le falt� para triunfar en su heroica lucha: un fuerte Partido bolchevique.
Abril 1934
Jorge Dimitrov
NOTAS
[1] Se hace referencia a las luchas huelgu�sticas de septiembre 1920, cuando los obreros ocuparon las f�bricas y plantas industriales de Mil�n, G�nova y Tur�n. La direcci�n reformistas de la Confederaci�n General del Trabajo se apresur� a concluir un acuerdo de compromiso con el ala izquierda del Partido Liberal, obligando a los obreros a abandonar las f�bricas y plantas industriales ocupadas Volver.
[1] Se hace referencia a los acontecimientos de Berl�n, en enero de 1919, cuando 150.000 obrero berlineses salieron a la calle para manifestar contra el gobierno de Ebert. La huelga general abarc� a todas las empresas de la ciudad. Los socialdem�cratas "independientes" entablaron negociaciones con el social-traidor Ebert. Esto dio al ministro de la Guerra, el social-chovinista Noske, la posibilidad de organizar un destacamento "voluntario" de guardias blancos y aplastar la acci�n del proletariado. En este periodo, fueron asesinados Carlos Liebknecht, Rosa Luxemburgo y otros Volver.
[*] Aqu� comet�is un error, queridos camaradas. Vosotros naturalmente habl�is del Estado sovi�tico, que es el Estado de la dictadura del proletariado. Pero en �l no viven s�lo los obreros, sino todos los trabajadores que construyen el socialismo bajo la direcci�n del proletariado Volver.