Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
Camaradas:
Una vez más hemos comprobado, a través de los informes y de las intervenciones, la unanimidad de criterio que existe en el Comité Central de nuestro Partido y que refleja, en realidad, la unidad interna del Partido Comunista. Si bien, podemos decir que todas las tareas que se han señalado en los informes y completado por vuestras intervenciones, son tareas ya sentidas por cada uno de nosotros para llevar a cabo su realización rápida, creo que no estaría de más destacar algunas de estas tareas, las más fundamentales.
Hemos comprobado que la situación actual es una situación más grave que la que teníamos al celebrar los Plenos anteriores. Vivimos en un momento en que los acontecimientos se desarrollan en forma muy compleja y con gran rapidez. Esto quiere decir que si en los Plenos de marzo y junio la situación exigía un ritmo acelerado en la realización de las tareas, hoy el problema del ritmo de realización adquiere un carácter mucho más urgente.
Hay que tener en cuenta que ésta es una de las medidas urgentes y necesarias. Si no lo comprendemos así, si no trabajamos con este ritmo todos, para conseguir ganar lo que nos hemos retrasado en la realización de las tareas, tanto por nuestro Partido, como por todas las masas, corremos el peligro de llegar tarde. ¿Por qué? Porque la gravedad de la situación, la gran rapidez de los acontecimientos, acortan los plazos. Hasta aquí, los hechos han confirmado la justeza de la línea seguida por el Partido en todas las cuestiones planteadas desde el comienzo de la guerra. Sin embargo, se ha retrasado la realización de las tareas. Esto no es posible que ahora pueda repetirse, por lo mismo que los plazos son más cortos. Y aun reconociendo que nosotros no podemos decidir solos la situación como Partido, sí podemos asegurar que de nuestro Partido depende, en gran parte, el remediar esta situación, el poder evitar este retraso. Y esto es lo que las masas esperan de nuestro Partido: que sepamos conducirlas rápidamente por el camino del triunfo.
Pero, ¿qué necesitamos? Necesitamos aplicar asimismo este ritmo en las relaciones con los partidos y organizaciones sindicales, con los antifascistas todos, que están dentro del Frente Popular, tendiendo a mejorar estas relaciones. Necesitamos acabar de una vez, en nuestro Partido con la fórmula de las dificultades que puedan oponemos los compañeros de esos partidos u organizaciones sindicales. Nosotros, comunistas, que tenemos un gran Partido, con una gran madurez política, sabremos y podremos superar las dificultades. Debemos conseguir mejorar enormemente las relaciones con esos partidos. Ésta es una de las condiciones para hacer política de masas, para interesar a todas las masas en la gravedad de la situación y señalarles el camino a seguir. Esto quiere decir que no hay otra política, en el momento actual, que la política de unidad de la clase obrera y del Frente Popular. Y si nosotros tomamos como base el hecho de que no hay otra política posible en el momento actual, entonces no es posible que continuemos con la actual debilidad en nuestras relaciones con los partidos y organizaciones sindicales. Necesitamos reforzar, mejorar y consolidar estas relaciones, porque de la unidad del pueblo español para la lucha contra el fascismo interior y contra los invasores, depende la suerte de todos y el buen resultado de la guerra.
Hemos de conseguir la unidad de acción, especialmente, con los socialistas.
Cuando hablamos del Partido único del Proletariado, no vemos medio de llegar a él, con la rapidez que necesitamos, si la unidad de acción sigue con esta frialdad, que se observa en muchas provincias, en muchos pueblos. Debemos conseguir, para intensificar esta unidad de acción, interesar a todas las masas; que sean los mismos obreros quienes pidan a gritos esta intensificación de la unidad. Para conseguir esto, vamos a explicarles, con toda sencillez y claridad, cuál es el momento que vivimos y lo que hay que hacer. Que sepa hasta el último obrero, lo mismo el que está combatiendo que el que está trabajando en la fábrica, en la retaguardia; que sepan todos los obreros en general, que vivimos unos momentos muy graves, no sólo por el territorio que hemos perdido, sino también porque, a medida que ha habido esa dilación en realizar las tareas y los puntos señalados por nuestro Partido, se ha ido agravando la situación y hay quien vacila. El único que no vacila ante una situación grave y encuentra siempre salida, es nuestro Partido.
Debemos, con nuestro programa y con nuestra línea política, llegar hasta el último rincón, para que sea seguida, aceptada por convencimiento, la política de unidad de acción, encaminándola hacia el Partido Único del Proletariado.
No se puede considerar que el Comité de unidad de acción de socialistas y comunistas debe ser una labor de secretaría, aislada del movimiento obrero. Por el contrario, debe ser algo completamente vivo, que interese a todos los obreros en los problemas que este comité les plantea y con arreglo a lo que la situación pide.
Queremos también que el Frente Popular interese a las masas, a todo el pueblo, en la solución de los problemas vitales de las masas, tales como el abastecimiento, los transportes, la producción, el mejoramiento de vida de los trabajadores y de todo el pueblo, y, en general, de todas aquellas tareas que han de llevarnos a una rápida victoria. El Frente Popular debe ser el organismo que movilice a todo el pueblo. Si trabajamos así, crearemos las condiciones rápidas para el Partido Único del Proletariado.
Hoy necesitamos, más que nunca, llegar a la formación del Partido único de la clase obrera. ¿Qué hay quien entorpece el que este partido se cree con la rapidez necesaria? Sí. Pero, el vencer esos obstáculos depende: en gran parte, de nuestro trabajo. Si tenemos la convicción de que el Partido único del proletariado es el medio, de llegar a la victoria, vayamos a encontrar el camino, como corresponde a un Partido como el nuestro. Que no porque tengamos delante un obstáculo, pequeño o grande, se nos alteren en seguida los nervios y se diga: “O quitamos este obstáculo o nos rompemos la cabeza.” Cuando tropecemos con un obstáculo, pequeño o grande, veamos de encontrar la forma de salvado. ¿Cómo? Discutiendo en los Comités provinciales, en el Central, en el Buró Político, en un comité de radio, en el Partido; discutiendo fraternalmente, con los camaradas y con las organizaciones socialistas, el modo de vencer estos obstáculos, para de esta forma acelerar la formación del Partido Único del Proletariado. Así se plantea el problema. Y nuestro Partido, que, con las enseñanzas de la guerra, es un Partido políticamente maduro, reúne condiciones para poder obrar y llegar prácticamente a su solución.
Todo esto lo hacemos también con vistas al reforzamiento del Frente Popular.
También en cuanto al Frente Popular nos encontramos con las mismas deficiencias, en lo que se refiere al trabajo de sus Comités. En él momento en que se constituye un Comité de Frente Popular en una provincia, en una comarca, y tenemos un Frente Popular Nacional, parece que ya estamos satisfechos. Con esto, creemos que ya está el Frente Popular constituido. Ya decía yo en mi informe que no se trata solamente de las reuniones de los diferentes Partidos en una Secretaría: esto no es suficiente. Hay que discutir el programa y moverse en la dirección que marca este programa. También aquí tropezamos con los inconvenientes que nos presentan algunos de los que con nosotros forman parte del Frente Popular, que no comprenden la necesidad de interesar a las masas en la rapidez para la realización de ese programa y en su propia movilización. Pero nosotros no nos contentamos con que el Comité del Frente Popular se reúna periódicamente, si no se interesa por los asuntos que es necesario acelerar, con el fin de llegar a la victoria final.
Quiero decir también algunas palabras acerca del Frente Popular, en relación con lo que nuestro Partido representa dentro de él y con lo que el Partido Único de la clase obrera puede ser dentro del Frente Popular. Nuestro Partido fue, es y será el más firme y el más consecuente defensor del Frente Popular. ¿Quiere esto decir que dejemos, por ello, de ser un partido del proletariado? No. Aun dentro del Frente Popular, nunca debemos olvidar que somos el Partido del proletariado. Es cierto que nosotros hacemos la política de todo el pueblo, la política antifascista que es necesario hacer. Pero, haciendo esta política, no renegamos, no podemos renegar de nuestro programa. De ninguna manera. Y es lógico que sea así, porque la defensa de los intereses de clase del proletariado no solamente no contradice, sino que, por el contrario, coincide con la defensa de los intereses de todo el pueblo. Hay ocasiones en que se considera que, haciendo esta política de Frente Popular antifascista, podemos hipotecar lo que somos como Partido, lo que a veces se llama sacrificar a nuestro Partido, para que no haya disgustos, y a veces, incluso, para que no se pueda romper el Frente Popular. Es cierto que hay que vivir en buenas relaciones con todos los partidos y organizaciones antifascistas, pero esto no significa, en modo alguno, que se haya de hipotecar a nuestro Partido dentro del Frente Popular.
Nosotros hemos hecho, hacemos y estamos dispuestos a hacer todos los sacrificios, todas las concesiones para facilitar y activar el trabajo del Frente Popular por la defensa del pueblo, por la lucha contra los traidores y contra los invasores, por la defensa de la independencia de nuestro país. Todos los sacrificios, todas las concesiones, en pro de la mejor defensa del pueblo. Pero esto no significa, de ninguna manera, que nosotros, como Partido independiente, renunciemos a nuestros principios, a nuestros ideales, a nuestro derecho y obligación de ver y comprender los acontecimientos desde nuestro punto de vista, de fijar y proponer una línea política, los medios y formas de lucha que nos parezcan los más justos, los más apropiados. Nosotros consideramos que nuestro Partido, junto con el Partido Socialista, y más aún si se creara el Partido único del proletariado, favorece, si puede decirse así, la hegemonía del proletariado, dentro del Frente Popular. La hegemonía del proletariado no significa imposición; significa sólo una garantía para la firmeza de la política del Frente Popular, una garantía para la firmeza de la dirección de la guerra.
En la situación actual, es necesario y debe ser bien claro para todos, que lo mismo que es una necesidad esta política del Frente Popular, lo es también esta hegemonía de la clase obrera dentro del Frente Popular. La hegemonía del proletariado dentro del Frente Popular es la forma de poder llevar la dirección con firmeza, de hacer una política consecuente y sin vacilaciones, hasta asegurar el triunfo. Y, trabajando por la fusión del Partido Socialista y el Partido Comunista en un solo Partido de la clase obrera, nosotros estamos convencidos de que este Partido único del proletariado será el eje más firme del mismo Frente Popular.
Yo hablaba de los plazos cortos. Esto quiere decir que aunque nuestro Partido sea un Partido grande, numeroso, con una gran influencia en el pueblo, esto no basta, sino que necesitamos conquistar a muchas más masas para la política de ganar la guerra. Y hasta ahora -lo repito- no se hace todo lo posible por vincularse a estas masas. Como ejemplo de esto, podemos señalar nuestro trabajo en los sindicatos. ¿Es que puede estar satisfecho nuestro Partido, nuestro Comité Central, con el trabajo que los comunistas han realizado en los sindicatos, entre las masas de los sindicatos, de las fábricas, de los lugares de trabajo? Esta falta de relación es uno de los puntos negros de nuestro trabajo. Y, partiendo de nuevo de la base de que hay que acelerar nuestro trabajo, encaminado a que las masas comprendan la situación, tenemos que vincularnos a ellas por el trabajo en los sindicatos. Cuando se comiencen a discutir las resoluciones del Pleno, los informes y las intervenciones, todo el Partido, absolutamente todo el Partido, debe volcarse en las fábricas y en los sindicatos, para salir de ese retraso en el trabajo sindical. Pues si hasta aquí no hemos hecho todo lo que podía hacerse, yo digo, camaradas del Comité Central, que no es posible que esto pueda continuar de aquí en adelante. Este trabajo, podemos y debemos realizarlo con los camaradas socialistas. Explicando, especialmente, con gran claridad, cómo hay que enfocar lo que se refiere a las industrias de guerra, todo nuestro Partido debe vincularse a los sindicatos, porque en los sindicatos se encuentra la inmensa mayoría de los trabajadores. Somos el Partido de una unidad sindical. Queremos esta unidad, estamos dispuestos a hacer todos los esfuerzos por impulsarla. Sin embargo, a veces no trabajamos en este sentido con el tacto y la rapidez necesarios. ¿Cómo es posible que esto pueda ocurrir? Porque no hemos comprendido lo bastante cómo hay que trabajar en los sindicatos, en las fábricas, en las obras. Hay en todos los comités provinciales, inclusive en el plano nacional, secretarías sindicales y comisiones sindicales. Muchas veces, estos compañeros se encierran en una secretaría y comienzan a discutir todos los problemas sindicales que se les plantean, pero se da el caso de que muchas veces no conocen ni a una docena de obreros de las fábricas que hay en su localidad. Esto quiere decir que necesitamos un contacto vivo y rápido con los obreros de las fábricas y preocupamos cada día, cada hora, por los intereses políticos y económicos, pequeños y grandes, de la clase obrera, y también por todo lo que es necesario para ganar la guerra. Se dirá que esto no es un problema nuevo. No lo es; pero lo que sí es un problema nuevo es la rapidez con que hay que realizar este trabajo. Y nuestro Comité Central, nuestro Partido en general, debe ser un partido de realizaciones. Hay que abordar las tareas que se señalen y hay que poner en práctica estas tareas. Sobre esta base hay que discutir en todo el Partido, para que a su vez el partido lleve su planteamiento con rapidez a las grandes masas obreras y antifascistas. Esta es una de las formas con que hay que vincularse más y más rápidamente al pueblo.
Se ha pronunciado aquí un informe, un magnífico informe especial sobre la situación militar, donde la camarada “Pasionaria” decía: El sesenta por ciento de nuestros efectivos está en el frente, y, sin embargo, se nota una gran debilidad en el trabajo del partido en los frentes. Esto es grave. Porque si nosotros, como partido, sabemos organizar bien nuestro trabajo de Frente Popular dentro del Ejército, eso significa aumentar en un ciento por ciento la combatividad de los luchadores y el crecimiento rápido de la homogeneidad, de la disciplina, de la compenetración mutua.
Hay que partir de la base siguiente: si las fuerzas comunistas con que contamos en el ejército tienen una buena organización, nos será posible hacer el trabajo que la situación requiere dentro del Ejército.
El trabajo que desplegamos en Madrid, en momentos de verdadera gravedad, y que fue la causa de la salvación de Madrid, debe servirnos de base para esta organización. Hay que tener en cuenta lo cerca que estamos del frente en cada provincia, para hacer el trabajo de fortalecimiento del Ejército. Hay que conocer la cantidad de comunistas que tenemos en cada frente. También hay grandes dificultades en este sentido, y estas dificultades deben ser salvadas. Hubo momentos graves en que todo nuestro Partido, lo mejor, se volcó hablando a los soldados, a los jefes, diciéndoles cómo era posible salir de la situación, y salimos. Es el hecho de Madrid. Pero hoy, hay comités provinciales que están muy cerca de los frentes y que se ocupan poco de las necesidades de estos frentes. Hay muchísimos comités provinciales cuyos miembros visitan los frentes muy de tarde en tarde. Y yo digo que para hacer un verdadero y sistemático trabajo político, es necesario que, desde mañana mismo, los miembros del Comité Central y de los comités provinciales visiten constantemente los frentes. (Aplausos.)
Esta política, que necesitamos realizar con el ritmo señalado, no quiere decir que nosotros vayamos a ir al frente llevando en la mano una bandera con la hoz y el martillo y gritando: “¡Aquí viene el comunista a realizar el trabajo de su Partido!” No; nosotros debemos hacer en el Ejército la política de unidad que hacemos en la retaguardia, la política de Frente Popular. Nosotros hacemos, naturalmente, la política de Frente Popular del gobierno. Y cuando vamos a visitar los frentes y hacemos el trabajo político, de organización, de agitación, de levantamiento de la moral del Ejército, lo hacemos única y exclusivamente con el fin de que nuestro Ejército sepa por qué lucha y para qué lucha, porque ésta es una de las condiciones mínimas que debe conocer el combatiente. Y nosotros se lo podemos explicar, explicándole la política del Frente Popular. También en este punto hay que salvar los obstáculos de las incomprensiones. Nosotros, en nuestro trabajo político militar, podemos hablar a los soldados de la situación y hablarles también de muchas otras cosas, y de esta forma conseguir lo que nosotros deseamos, que es tener un Ejército verdaderamente heroico, que esté a la altura del Ejército del Centro. Y que esto se haga en todos los frentes, para inculcar a cada soldado la voluntad precisa para ganar la guerra. Es necesario que cada soldado se haga fuerte en su trinchera, y que de allí no se mueva, no siendo para avanzar, más que muerto o herido. Ésta es la moral que queremos que tengan nuestros soldados, y yo creo que nadie se puede oponer a que realicemos este trabajo. Este trabajo, camaradas, de vincularse a todos los soldados y jefes, junto con las demás organizaciones antifascistas, contribuirá a levantar aún más la moral, el heroísmo y la combatividad del Ejército. He aquí un verdadero trabajo, un trabajo concreto de masas, de importancia decisiva.
Hay también otras organizaciones, en las cuales debemos trabajar, como son el Socorro Rojo, los Amigos de la Unión Soviética, las Mujeres Antifascistas, la Juventud, etc. En nuestro Partido se olvida un poco lo que representan estas organizaciones de masas, y se les presta muy poca atención. Hoy más que nunca, las organizaciones de masas desempeñan y deben desempeñar más aún, si se fortalecen y activizan, un papel importantísimo en la ayuda al gobierno, en la movilización de todos los recursos materiales y de todas las fuerzas humanas para ganar la guerra, para superar todas las dificultades. Y nuestro Partido debe y puede contribuir enormemente en este sentido, con su trabajo práctico, al fortalecimiento de las organizaciones de masas.
¿Qué debemos hacer? Debemos repasar un poco, a través de la discusión, una vez terminado este Pleno, todo nuestro trabajo de contacto con las masas. Debemos analizar dónde nuestro trabajo es bueno, dónde es malo y dónde es solamente regular. Pero lo cierto es que estamos un poco satisfechos o autosatisfechos, en general, por considerar que somos un Partido muy fuerte, un Partido que ha crecido mucho; y, por tanto, creemos que ya estamos en condiciones de hacer frente nosotros solos a cualquier eventualidad, por grave que ésta sea. Éste es un grave error que hay que corregir, para poder vincularnos, más y más rápidamente, a los sindicatos, al Ejército, a todas las organizaciones de masas, a todos los partidos y organizaciones antifascistas.
Hemos hablado y planteado con mucha fuerza ante el Comité Central la cuestión del compromiso. Es posible que todos hayamos leído cómo alguna prensa trata esta cuestión. El compromiso sería una capitulación. El compromiso solamente no será posible de esta manera: si nuestro Partido sabe conquistar las masas para luchar contra el compromiso. (Aplausos.) Por eso necesitamos que todo este trabajo de masas, que ya ha sido señalado en los informes y que no hago más que destacar, sea realizado lo más ampliamente y con la máxima urgencia.
En este sentido es grande, enorme, la responsabilidad de cada miembro del Comité Central, de cada miembro del partido.
Nosotros debemos, con nuestro trabajo de explicación y de organización y con un ritmo rápido, interesar a todo el pueblo, a todos los obreros, campesinos, intelectuales, a todos los antifascistas, a todos los españoles honrados, en la vigilancia y en la resistencia activa contra todo género de compromisos, porque el compromiso sería la pérdida de la guerra.
Por eso esto entraña un problema de verdadera responsabilidad para nuestro Partido.
Nosotros solos -lo repito- no decidimos la situación. No hay otra política que la de la unidad de todos para ganar la guerra. Pero nosotros, el Partido Comunista, debemos interesar a las masas contra el compromiso, contra las maniobras pérfidas del enemigo. La cuestión ha sido planteada con mucha energía y vosotros debéis comprender, camaradas, que esto no es casual, que algo hay que pide, que exige planteamiento enérgico. Esto quiere decir que también nuestro Partido tendrá que realizar un gran trabajo. Si nosotros conseguimos interesar al pueblo contra esto, entonces podemos estar seguros de que no habrá tal compromiso. Movilizar al pueblo contra el compromiso, contra tales maniobras pérfidas del enemigo, puede y debe ser hoy la piedra de toque, para todas las organizaciones antifascistas.
En este momento, y por lo que se refiere a esta cuestión, podemos decir que la cosa es grave. Hay que realizar una política de masas para vincularse rápidamente a éstas; y esto no se puede hacer, de una manera dislocada.
Todas estas tareas, y, en general, todas las tareas políticas que se han trazado en este Pleno, pueden ser realizadas si tenemos una buena organización de Partido.
Necesitamos un trabajo de organización, un gran trabajo de organización de nuestro Partido; mejorar notablemente todo el trabajo de nuestro Partido, y esto también hay que hacerla con toda rapidez.
Mucho ha dicho en su discurso el camarada Checa. Yo no voy a repetirlo. Solamente voy a destacar una de las cuestiones que considero indispensables para el mejoramiento de este trabajo de organización, ya que, el conseguir esta gran movilización que nos proponemos, no puede considerarse solamente como una cosa de agitación, sino de organización. De no tenerla verdaderamente en nuestras manos, lo mismo que levantamos estos aludes de entusiasmo, se nos caerán de las manos, si no son una cosa bien organizada y segura por parte de nuestro Partido. Para reforzar esta política de organización, es necesario, en primer lugar, que los comités de arriba abajo y de abajo arriba, discutan todos los problemas colectivamente. Hay que trabajar colectivamente en las reuniones de los comités de radio, comarcales y provinciales; llevar a todos ellos aunque sólo sea una, dos o tres de estas cuestiones para discutirlas. Debemos hacer también una campaña en nuestro Partido para impedir ya, de una vez y para siempre, que la política, el trabajo, descansen sobre uno, dos o tres compañeros del comité. Esto es un defecto en toda nuestra política, y sobre todo en el momento actual. Hay que acabar con el hecho de que cuando el secretario general u otro compañero de dirección de algún comité se aleja del trabajo por cualquier causa, o cae enfermo, todo el trabajo del partido se hunda, o poco menos.
Hay que organizar el trabajo, hay que reforzar los Comités, a fin de que trabajen todos colectiva y no individualmente, con objeto de que los problemas los discuta todo el Comité. Y cuando algún camarada, de los que ocupan algún puesto de dirección en cualquier organismo dirigente de nuestro partido, comete una falta, una, dos o tres veces, si después de discutir con él reincide en ella, entonces debe ser apartado sin contemplaciones y puesto otro en su lugar. (Aplausos.)
Necesitamos también que haya un control sistemático de las decisiones y de la ejecución. Por ejemplo, nosotros estamos aquí celebrando nuestro Pleno del Comité Central, estudiando la situación y todas las tareas que vamos a realizar. Sin embargo, algunas decisiones no siempre se realizan. ¿Por qué? Porque todavía se toman acuerdos en una reunión, se cogen las notas y se meten en la carpeta, y cuando a los cuatro meses se revuelve en la carpeta, se ve que los acuerdos están todavía sin realizar; o peor todavía, no se toman notas, nadie pide cuentas a nadie, nadie sabe nada nadie es responsable. Esto tampoco puede continuar, porque también para esto son más cortos los plazos. El control de la ejecución de las decisiones es una de las cuestiones más fundamentales. Hay que hacer trabajar a las Comisiones; hay que tener comisiones completas y no cojas, como ocurre en la mayoría de ellas, pretextando falta de cuadros.
Yo creo que debemos acabar para siempre con el cuento de la falta de cuadros. Hay en el partido cuadros para completar todas las comisiones que sean necesarias, si se hace una política de plena y justa utilización de los afiliados al partido, de conocer los cuadros del partido y saberlos colocar. Para esto, también es necesario mantener contacto vivo con los camaradas de los pueblos y de las ciudades, con objeto de utilizar sus miembros en lugar preciso. Hay que situar a todos los camaradas en los puestos para los que sean capaces.
Otra cosa que hay que despertar un poco más en nuestro Partido es el concepto de la responsabilidad. Es cierto que nuestro trabajo es y debe ser un trabajo colectivo: no hay otra norma de trabajo en nuestro Partido; pero, una vez que se discuten los problemas y se toman decisiones, cada uno de los miembros del Comité es responsable de la ejecución de un trabajo determinado. Y cuando alguno no cumpla con su trabajo, debe levantarse otro compañero que le diga: “Camarada, tú no has cumplido con el mandato del Comité.” Y si hay reincidencia, y si se le tiene que llamar de nuevo la atención, no hay cosa mejor que apartar a ese compañero del Comité y poner en su lugar a otro que cumpla mejor con su deber de comunista.
Hay otro aspecto relacionado con el de la responsabilidad, y es el de sensibilidad política. Desde hace muchos años, y hoy más que nunca, los acontecimientos en España, marchan con una rapidez enorme. Y tenemos que ser políticamente ágiles, para evitar que los acontecimientos pasen por encima de nuestras cabezas, como las nubes, sin que veamos siquiera su velocidad, y sin intervenir en ellos a tiempo, con una actividad política determinada. La sensibilidad política consiste también en saber aprovechar cada momento, en lanzar la consigna justa que cada situación exija, en cambiar las consignas ya sobrepasadas por los acontecimientos. Y también en no dejar pasar el momento oportuno para vincularse más estrechamente con el Partido Socialista y con todas las organizaciones del Frente Popular, para asegurar la máxima unidad del pueblo.
Es decir, que, cuando vemos que pasan las cosas, tanto en lo que se refiere a la situación en general como a estas relaciones que tenemos con los partidos y organizaciones sindicales, hay que ser muy ágil en esta sensibilidad política porque de eso depende la agilidad de nuestro Partido para reforzar el Frente Popular y ganar la guerra.
En relación con esto, están la crítica y la autocrítica de nuestro Partido. No pasa nada porque se haga una verdadera crítica bolchevique -hoy cabe la palabra-, como también una autocrítica sobre todo aquello que es necesario mejorar en nuestro Partido. Nuestro Partido sólo se puede reforzar y mejorar en todas las direcciones a base de una crítica y autocrítica sana y bolchevique. Y esto es necesario, sobre todo, en los momentos de gravedad, y hoy necesitamos aplicarlo más que nunca, porque en este pleno habréis podido comprobar que, cuando hablamos del Partido no hablamos como lo hemos hecho en otros plenos. En otros plenos, señalábamos las deficiencias, pero también muchos éxitos, y en esto hemos señalado también muchos éxitos, pero destacando las deficiencias más que los éxitos para mejorar nuestro trabajo. Discutiendo todo lo que veamos mal, sometiéndolo a una crítica y autocrítica, se realizará por nuestro Partido un buen trabajo.
Cuando hablaba del Frente Popular, decía que necesitamos que nuestro Partido sepa hacer su política independiente, para no hipotecar las actividades del Partido. Al plantear de nuevo esta cuestión, quiero referirme con pocas palabras, muy concretamente, a cómo en el Norte fue eso lo que nuestro Partido de Euskadi no. hizo. Teniendo un representante en el gobierno, nuestro Partido de Euskadi se comprometió de tal manera dentro de éste, que no pudo hacer una política independiente; porque ese representante no era más que un prisionero de ese gobierno, gobierno que dirigían los jefes nacionalistas vascos, representantes de los grandes industriales, de los grandes capitalistas, de las bancos, etc.; que aparecieron luchando juntos durante un período con las fuerzas antifascistas, pero que en realidad se puede asegurar estaban separados del verdadero pueblo de Euskadi, que ha luchado con heroísmo. Con tal política, aplicada por Astigarrabia, nuestro Partido, teniendo como tenía las manos atadas, no pudo desenmascarar ante el proletariado y el pueblo de Euskadi a dónde conducía la actividad de los jefes nacionalistas vascos.
Con ello queda bien explicada la decisión tomada contra Astigarrabia por nuestro Comité Central.
Otra cosa que quería tratar es la que se refiere a Asturias: la posición de nuestro Partido en el Consejo soberano que se formó allí -es necesario que se sepa, y yo creo que acerca de esto no se ha dicha lo suficiente, para que se sepa con toda claridad por quien debe saberlo, por todo nuestro Partido y también por las masas antifascistas-. Nuestro Partido luchó enormemente por impedir la creación de ese Consejo soberano, que representaba la creación de un gobierno pequeñito. Hubo luchas enconadas por parte de algunos compañeros socialistas y anarquistas, que querían la constitución de ese Consejo soberano, enfrentándose contra nuestro Partido, al que a última hora le pusieron ante un hecho consumado. Nuestro partido, en aras de la unidad, aceptó esta situación de hecho, pero destacando que reconocía como única autoridad al gobierno de la República.
Concretando sobre alguna otra cuestión señalada en el informe y recogida por los que han intervenido, también quiero hablar de la cuestión de las elecciones. ¿Qué nos proponemos? Sobre esto, el camarada Hernández hizo una intervención bastante clara y también hubo intervenciones de Uribe y de otros compañeros del Comité Central. Creo que es necesario insistir una vez más sobre este asunto. Queremos movilizar intensamente al pueblo, interesar a todos los combatientes, a todos los obreros y antifascistas de la retaguardia, para que puedan ratificar o cambiar sus representantes, tanto en el Parlamento como en los Consejos provinciales y Ayuntamientos. Esto produciría, en el momento y la situación en que vivimos, un gran entusiasmo en todos los antifascistas. Es posible que esto no sea comprendido por una parte de los dirigentes de algunos partidos. Pero para todo el mundo debe ser claro que semejante movilización lograría elevar y fortalecer aún más el heroísmo de las fuerzas que tenemos en el frente, y haría resurgir la confianza de la retaguardia de un modo real, qué tendría una gran repercusión en todos los ámbitos, incluso en el internacional. Haríamos, en esta movilización, una sola política: política de Frente Popular, política de reforzamiento del Frente Popular y también del gobierno, que saldría enormemente fortalecido de esta consulta electoral. Sabríamos cómo se orienta el pueblo, practicando así la verdadera democracia.
No tenemos interés, ni creemos que esto vaya a ocurrir, en debilitar la unión de las fuerzas populares, sino, por el contrario, en reforzarla.
La proposición está lanzada. Y no es que esta proposición que hacemos en el Comité Central se haya lanzado hoy por primera vez. Aquí era necesaria su ratificación por el Comité Central. Ya hemos hablado antes de esta cuestión con el Partido Socialista y con el Comité de Enlace, que nos ha dicho: “Sí, se puede hacer la proposición concreta, para examinarla.” Hemos hablado también con republicanos de altura, se ha hablado con el presidente del Consejo y también nos ha dicho que hiciéramos la proposición y que la examinarían. Nuestro Comité Central ha decidido ya sobre la cuestión. La proposición está hecha. Esta proposición irá de nuevo al Partido Socialista y al Frente Popular para su examen y discusión, y haremos todo lo posible por que se comprenda la necesidad de su realización. Naturalmente, que una vez hecha la proposición, explicaremos también con brevedad y sencillez a las masas lo que representa para todos este hecho de consultar al pueblo.
También pensamos que con una consulta al pueblo, éste manifestará de forma rotunda su decisión inquebrantable contra el compromiso, esa pérfida maniobra del enemigo.
Y, como última cuestión, querría subrayar algunas cosas sobre la unidad del Partido. ¿Qué quiere decir la unidad del Partido? En primer lugar, una gran compenetración entre la dirección y el Partido, entre el Partido y su dirección. Una verdadera compenetración nacida de la justeza de nuestra línea política y de la voluntad de poner en práctica las decisiones y los acuerdos del Comité Central, por el mismo Comité Central y por el Buró Político. Tener también una sola línea política: la que acuerdan los plenos, las conferencias y las asambleas. Después de discutir como lo estamos haciendo en este Pleno, los acuerdos, las decisiones que salgan son obligatorias para todos los comunistas, y debemos tener en cuenta, también, que los momentos son más difíciles que en otros plenos anteriores, y sobre estos acuerdos, sobre esta línea política, no caben vacilaciones. Debemos luchar enormemente contra las vacilaciones. Debemos luchar contra los que insinúan algunas veces, con palabras sueltas, su disconformidad con esto o con lo otro, aun después de haberse celebrado plenos y reuniones. Esto obedece a dos causas. Una es la incomprensión todavía de las necesidades de nuestro Partido y de nuestra política; porque en nuestro Partido hay muchos afiliados nuevos. Yo aconsejo que se tenga el máximo de paciencia, que se den las máximas explicaciones para hacer comprender a quienes vacilan, a quienes no comprenden aún nuestra política y nuestras necesidades. Yo creo que todos estarán en condiciones de comprender los trabajos que hay que realizar en estos casos. Pero hay otros camaradas, ya viejos en nuestro Partido, que vacilan. Se presentan como si no comprendieran bien. Hacen insinuaciones que, naturalmente, en estos momentos, ponen en peligro más que nunca la unidad del Partido. Es uno de los procedimientos de los enemigos con vistas al debilitamiento del Partido y a romper nuestra unidad. Contra éstos, ninguna contemplación, ninguna mediación; hay que llamarles la atención seriamente una vez, dos veces, según los casos; pero si, a pesar de llamarles la atención, siguen con esta política, plantear rápidamente la cuestión en el Partido y afrontar la única salida que cabe en tales casos: la expulsión del Partido. (Aplausos.)
Queremos que en nuestro Partido haya el máximo de vigilancia, mucha vigilancia, porque de la vigilancia que cada uno ponga depende la buena marcha de nuestro trabajo. La vigilancia no debe ser solamente de un comité hacia un afiliado determinado o hacia otro Comité. La vigilancia debe ser también, sin alarma y sin desconfianza mutua, dentro de un mismo Comité; que cada uno conozca los pasos de cada uno, conozca su actividad. Es una norma necesaria, hoy más que nunca, en nuestro Partido. Hay que saber ser vigilantes, de forma que logremos impedir se infiltre ningún enemigo en nuestras filas y menos entre nuestros dirigentes.
Queremos un Partido fuerte, como lo merecemos: fuerte en su firmeza política, en la discusión de los problemas, en todo lo que nuestro Partido debe emprender, en sus relaciones con todas las organizaciones antifascistas y en todos los problemas, para alcanzar el nivel político necesario. Pero hay que tener también flexibilidad para impedir que por cualquier cuestión perdamos la cabeza y no encontremos salida, todavía, en estos tiempos, a determinados hechos, como ha ocurrido en Murcia, donde socialistas y comunistas, embargados por pequeños razonamientos, se han olvidado de solucionar en común tareas importantes. Hoy, necesitamos una política lo suficiente flexible para trabajar en este sentido.
Si creamos un Partido así, siempre estaremos en condiciones de hacer frente a la situación, por difícil que la situación sea. Un Partido que sepa mantenerse y orientar, a su vez, a todas las masas en la dirección conveniente, en la dirección que todos creamos necesario, sobre todo en las cuestiones planteadas ahora en nuestro Pleno, que con las cuestiones fundamentales como tareas, sobre todo hasta la celebración de la próxima conferencia del Partido. Queremos un Partido sereno y profundo, al mismo tiempo. Un verdadero partido firme como el acero, flexible como el acero. Con un Partido así, estoy seguro de que el pueblo español tendrá asegurada la victoria. Ésta es la cuestión fundamental que sale de nuestro Pleno, que debe salir para su pronta realización. ¡Así es que, camaradas del Comité Central, a trabajar con la responsabilidad que la situación exige, como corresponde a la altura de nuestro partido!
Sólo me resta decir:
¡Viva el Comité Central de nuestro Partido!
¡Viva la Internacional Comunista!
(Grande y prolongada ovación.)