Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
Lo que hay que hacer para triunfar.
Al cabo de dos meses justos del comienzo de la sublevación militar fascista, he aquí algunas palabras sobre la situación en que se encuentra la lucha. Que la situación es mucho más favorable que los primeros días, no puede haber quien lo dude. Cualquiera de las vibraciones del pueblo lo demuestra, y el terreno ya ganado al enemigo; pero muy especialmente el que de la nada hayamos logrado construir un Ejército miliciano fuerte, heroico, bien encuadrado, con disciplina elogiable; y, sobre todo, tenemos el pueblo en armas.
La situación es favorable también porque la República cuenta con el pueblo, porque el noventa por ciento del mismo ama y defiende la libertad, la democracia y el progreso, mientras que los generales y fascistas traidores y ambiciosos no cuentan más que con una mínima parte, por lo cual se ven precisados a recurrir al engaño de moros y legionarios para que les saquen las castañas del fuego. Cuentan también con la ayuda de los gobiernos fascistas de Alemania, Italia y Portugal, a quienes han prometido la entrega de trozos de nuestra patria, a cambio de su ayuda bastarda y ruin.
Sin embargo, a pesar de esta situación favorable, no debemos olvidar que la lucha ha de ser dura y larga. Por ello, a través de las experiencias adquiridas, hemos de recoger sobre la marcha los defectos de organización existentes. Esto aumentará nuestra potencialidad y nuestra movilidad orgánica.
Además de las Milicias, necesitamos rápidamente la creación de un Ejército regular del pueblo, bien disciplinado y organizado, en condiciones de hacer frente con éxito rápido en las batallas más duras a las fuerzas enemigas.
El heroísmo no es suficiente para ganar la guerra. Hace falta complementarlo con la disciplina más férrea y la organización más perfecta. Quienes sean los mejores organizadores y estrategas llevarán una gran ventaja en esta lucha a muerte entre la democracia y el fascismo. Nuestro plan, que ha de ser la ofensiva, debe contar con los medios necesarios para realizarla. Otra condición fundamental hoy es el mando único en las operaciones. Mando único que debe ser obedecido sin vacilaciones por todas las fuerzas que luchan, cualesquiera que sean sus tendencias: anarquistas, comunistas, socialistas, republicanos de izquierda o antifascistas en general, que deben marchar a ocupar sus puestos de combate donde el mando lo crea necesario, donde las circunstancias estratégicas lo aconsejen.
Y es mucho más comprensible y justa esta obediencia al mando único cuando la dirección de nuestro país está en manos de un gobierno del Frente Popular, que representa a todos los partidos y organizaciones obreras y fuerzas democráticas, Y que significa, por tanto, el espíritu y el anhelo del propio pueblo. Un gobierno fuerte, con un plan táctico de guerra, que sabe dónde estamos y hacía dónde caminamos, con la ayuda incondicional de todos, es un gobierno de victoria.
Toda organización y disciplina es poca, pues el enemigo es fuerte. Todo sacrificio es necesario. La consigna es: ¡Hay que ganar la guerra! El que no lo comprenda así ayuda al enemigo.
Este es el camino de la victoria, y la única manera de recorrerlo pronto es el cumplimiento rígido de estas premisas.
Un pueblo como el de España, que ha sido capaz de ponerse en pie, de organizarse, de disciplinarse, de escribir páginas gloriosas de heroísmo y de responsabilidad y de acoplarse magníficamente al desarrollo de una lucha de tal envergadura por la libertad, la paz, la tierra y el pan es siempre un pueblo triunfante.