Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
Voy a ser muy breve, camaradas. El objeto de esta asamblea debe ser estudiar el modo de asegurar lo que hasta hoy hemos logrado y trazar, las perspectivas de lo que aún tenemos que conquistar.
Ante todo, es preciso marchar cautamente y no dejarse llevar por optimismos exagerados. Es preciso analizar por qué hemos triunfado, qué es lo que hemos conquistado hasta ahora y cuál debe ser nuestra táctica y nuestra forma de organización para consolidar el triunfo actual y desarrollar la revolución democrático-burguesa hasta el fin. Sólo así lograremos que cada comunista, cada militante revolucionario en su sindicato, en el taller, en la fábrica, en la calle; en fin, donde sea precisa su actividad, pueda comprender cómo hay que conducir a las masas trabajadoras de victoria en victoria hasta conseguir nuestro objetivo final.
¿Cómo ha sido posible la victoria ya conseguida? Ha sido posible, en primer lugar, porque la línea política de nuestro partido era acertada. Al principio; cuando planteamos la necesidad del Bloque Popular, después de los acontecimientos de Octubre; cuando planteamos la necesidad de la unidad de acción entre el Partido Comunista y el Partido Socialista para asegurar la hegemonía del proletariado en este Bloque, tropezamos con resistencias. Pero la realidad, los argumentos y la línea política de nuestro partido han hecho comprender la necesidad de esa unidad de acción y la necesidad de los Bloques Populares. Y si hOy la unidad de acción entre el Partido Comunista y el Partido Socialista no está todavía estructurada en forma total, es la suficientemente fuerte para que el Frente Único de lucha se realice en todas partes, y alrededor de él se aglutinen todas las fuerzas trabajadoras y antifascistas. Hoy, no hay pueblo, no hay localidad donde no, existan los Bloques Populares y donde no desarrollen una verdadera acción política. La compenetración entre el Partido Comunista y el ala izquierda del Partido Socialista ha permitido la estructuración del Bloque Popular, de la unión de fuerzas Obreras, campesinas, pequeños productores, intelectuales, en fin, de partidos proletarios y republicanos de izquierda. Estos Bloques, camaradas, con su vigilancia, con su actividad, con el sacrificio de quienes los componen, han hecho fracasar todas las maniobras, las coacciones, los amaños y gran parte de los pucherazos de los reaccionarios y fascistas y del gobierno Portela. Ahora bien; esos Bloques, que nos han dado la victoria, deben continuar y continuarán.
Cometen un grave error quienes hablan de su disolución, diciendo que su misión ha terminado después de hechas las elecciones. No, camaradas. Los Bloques no han terminada su misión, pues su verdadera misión empieza realmente ahora. El triunfo logrado sólo representa, entendedlo bien, el comienza de la lucha contra la reacción y el fascismo. Nuestra heroico proletariado, todas las fuerzas antifascistas de España, han conseguida el 16 de febrero un triunfo arrollador; pero si se rompiese el Bloque es evidente que la reacción y el fascismo, volverían a envalentonarse y, aprovechando nuestro estado de división, se lanzarían al logro de sus objetivos criminales, y eso, no puede ser, y no será. (Grandes aplausos.)
¿Es posible que en el preciso momento en que la revolución democrático-burguesa empieza a desarrollarse con ímpetu haya quien, no comprendiendo la situación, pueda dejar expedito el camino a la contrarrevolución, para que se repita el hecho criminal, la represión de Asturias? Porque, camaradas, si el 16 de febrero hubieran triunfado, la reacción y el fascismo, hoy no estaríamos aquí discutiendo la táctica para el desarrollo ulterior de la revolución, ni nuestros treinta mil presos tendrían la posibilidad de salir a la calle. Si nos hubiesen derrotado el 16 de febrero, toda la España del trabajo y de la intelectualidad estaría hoy sometida a una represión bárbara que haría palidecer los crímenes y los asesinatos cometidos en Asturias.
Hemos triunfado. Pera no hay que adormecerse con ilusiones. Es preciso mantener la victoria, porque esta victoria -ya la decía nuestro partido- no ha sido ganada en unas elecciones de tipo “ordinario”, normal, sino que ha sido un episodio de la lucha entablada desde hace varios años entre la revolución y la contrarrevolución en España, lucha que todos estamos seguros de que ha de terminar con el triunfo de la revolución. (Grandes aplausos.)
Camaradas, hemos vencido al enemigo el 16 de febrero, pero el enemigo no está aniquilado, está al acecho, agazapado; adapta una postura de resignación, pero esa no es más que una táctica. Lo que se propone es reorganizar sus fuerzas y volver nuevamente al ataque. Hasta que se liquide su base económica y social, el enemigo en acecho podrá siempre lanzarse de nuevo al ataque. He ahí, camaradas, por qué nuestro partido que ha sido el artífice, el forjador del Bloque Popular, que ha mantenido con entusiasmo su programa y que no cejará hasta conseguir su realización, ha dicho antes de las elecciones y durante ellas y repite ahora -para que lo oigan todos los que no quieren la instauración del fascismo- que, sin desmontar la base material de la contrarrevolución, sin expropiar sin indemnización a la nobleza, a los grandes terratenientes, sin depurar el ejército y la administración de los elementos reaccionarios y fascistas, sin liquidar los privilegios de la Iglesia, sin desarmar y disolver las organizaciones monárquicas y fascistas; en una palabra, sin establecer un gobierno popular revolucionario, que dará pan y tierra, paz y libertad al pueblo trabajador, no será posible evitar el resurgimiento de las fuerzas enemigas. Y por eso, camaradas, hoy como ayer, decimos a las masas trabajadoras: no os hagáis ilusiones acerca de vuestras fuerzas, cread órganos de lucha, seguid de cerca la actividad del gobierno nacido del Bloque Popular para que realice el programa que se ha comprometido a realizar, y seguid avanzando sin deteneros hacia la consecución de vuestros objetivos. (Grandes aplausos.)
Después del triunfo del 16 de febrero, las masas han impuesto un gobierno de hombres que han surgido del seno del Bloque Popular. ¿Cómo debemos caracterizar a este gobierno? Es un gobierno republicano de izquierda que debe, bajo el control y la vigilancia de las masas, realizar el programa del Bloque Popular. Pero sería una ilusión funesta creer que estamos ante un gobierno popular revolucionario. Podría haberlo sido, si las masas hubieran intervenido directamente, y a través de sus organizaciones, en su nombramiento. El Gobierno Popular, un gobierno que liquide los privilegios de los enemigos del pueblo, vendrá; pero este gobierno será impuesto por las masas del pueblo por medio de su organización, por medio de los Bloques Populares. (Grandes aplausos.)
Camaradas, nosotros haremos honor a nuestros compromisos y apoyaremos lealmente al Gobierno si éste realiza el programa del Bloque Popular y toma medidas en favor de las masas trabajadoras. Pero lo combatiremos si no lo realiza. Y declaramos también con toda lealtad que el Partido Comunista, partido dirigente de la revolución no se detendrá ahí. Estamos seguros de que el Gobierno pondrá en práctica lo establecido en el programa, pero siempre y cuando que se de una condición: que los Bloques Populares se mantengan vigilantes y activos. La eficacia de este programa depende de la forma en que se ponga en práctica, de la rapidez con que se realice. Pues bien; nuestro apoyo al Gobierno está subordinado a la sinceridad y rapidez con que realice lo pactado. No desconfiamos, pero tampoco depositamos una confianza ciega en el Gobierno. Tenemos siempre presente la experiencia del 14 de abril: muchas promesas y pocas realizaciones. Si el Gobierno republicano-socialista hubiese tomado verdaderas medidas de carácter revolucionario, no hubiéramos padecido el triunfo de la reacción en 1933, ni los horrores de la espantosa represión después de octubre de 1934. Y esto no debe repetirse en España, y no se repetirá.
¡Ay de los que crean en los lloriqueos hipócritas de los reaccionarios y los fascistas de hoy! ¿Cómo es posible que los que después de Octubre hablaban de exterminar a los dirigentes de los partidos revolucionarios y a todos los jefes antifascistas, hablen ahora de convivencia, de legalidad, de respeto a la democracia? ¿De cuál democracia? Si se trata de la democracia para el pueblo trabajador, si se trata de liquidar los privilegios y las desigualdades sociales, nadie más democrático que nosotros. Democracia y libertad para el pueblo, sí. ¿Pero qué entienden por democracia los reaccionarios y fascistas que han sido vencidos el 16 de febrero? Ellos entienden por democracia la blandura por parte del Gobierno, por parte de las fuerzas populares, que les permita proseguir sus manejos contrarrevolucionarios. Coged un periódico de derechas, cualquiera de hoy, y comparadle con los de hace algunos meses. Antes hablaban de exterminio, de liquidación física de los dirigentes revolucionarios y antifascistas, de gobierno totalitario, de autoridad férrea, de que había que imponer por la fuerza, a sangre y fuego, el orden fascista. Ahora, en cambio, hablan de democracia, de convivencia y de libertad. ¿Es que los propósitos de estos elementos reaccionarios y fascistas han cambiado? ¿Es que se disponen a trabajar dentro de la legalidad impuesta por el pueblo? No. Hoy, como después del 14 de abril, quieren la convivencia para influenciar solapadamente al Gobierno, para reorganizar sus fuerzas, y cuando les sea posible y las condiciones les sean favorables, dar su golpe, como el 10 de agosto, para aplastar el movimiento revolucionario en España. (Muy bien.)
Pues bien, camaradas; yo, en nombre del Partido Comunista, os digo que si el Gobierno flaquease en la realización de las medidas contra los enemigos del pueblo, nosotros y las masas trabajadoras no hemos de flaquear. Los Bloques Populares están vigilantes y activos, y no permitirán que ocurra. Y si no, ved el magnífico ejemplo de actividad revolucionaria que dan actualmente las masas en toda España. En muchas localidades han empezado ya a desarmar a las organizaciones contrarrevolucionarias. Por eso hoy, más que nunca, exigimos el desarme y disolución de todas las fuerzas reaccionarias y fascistas, y decimos al pueblo que allí donde flaquee el Poder, donde el Poder no cumpla con su deber, lo haga él directamente. Y decimos al Gobierno que no se interponga -como parece que ya se ha interpuesto en varios lugares- ante la decisión de la voluntad popular. Esta voluntad hay que tenerla en cuenta, porque las masas que con tanto calor, heroísmo y organización han hecho triunfar en las urnas a sus representantes, no permitirán que se les escamotee el triunfo. En el momento actual, todas nuestras fuerzas van dirigidas contra los reaccionarios y fascistas, contra los enemigos del pueblo; y un gobierno como éste, nacido del Bloque Popular, no sólo no debe estorbarnos en esta tarea, sino que, por el contrario, debe estimularla y facilitarla.
¿Por qué hay que estar vigilantes y activos, camaradas? Porque hay algunos actos del Gobierno que son un poco significativos. Por ejemplo: ¿por qué vivimos todavía en estado de alarma y con censura? Se argumenta que el estado de alarma sirve para sujetar a las fuerzas de la reacción. ¿Pero es que hay alguien que todavía dude de que las fuerzas del Bloque Popular se bastan y sobran para hacer frente a la reacción y al fascismo? Que nos dejen libertad de movimientos, y si los monárquicos, los fascistas, los enemigos del pueblo y de la República osan levantar la cabeza e intentan arrancarnos el triunfo por medios violentos o golpes de Estado, el pueblo todo, como un solo hombre, exterminará a sus enemigos, haciendo justicia popular, como la que se hizo durante la Revolución francesa y durante la Revolución rusa. (Grandes aplausos.).
Camaradas, los acontecimientos se van a desarrollar de una manera muy rápida. La lucha entablada en España entre la revolución y la contrarrevolución va a intensificarse y no nos quedaremos a mitad de camino, porque quedarse a mitad de camino es andar para atrás, y el pueblo que sufre y trabaja quiere marchar hacia adelante. Todo lo que nuestro partido sostuvo antes y después de Octubre sobre el desarrollo de la revolución, se va cumpliendo. Las masas han aprendido mucho, después del 14 de abril, y sobre todo después de Octubre. Que el gobierno nacido del Bloque Popular no vaya contra la voluntad del pueblo. Si es así, marcharemos juntos; en caso contrario, apartaremos los obstáculos, y todas las fuerzas trabajadoras, todos los antifascistas, que no quieren que se repita lo que ha sucedido después del 14 de abril, marcharán hacia adelante, desarrollando la revolución democrático-burguesa hasta su fin. No puede haber democracia y libertad en España hasta que se entre a fondo en el problema de la tierra, hasta que se acabe con el poderío de los grandes caciques y terratenientes, hasta que se acabe con la dominación de la Iglesia. Consolidando las posiciones que ya hemos ganado, el pueblo trabajador no se dejará arrebatar sus conquistas, y marchará hasta la consecución de sus fines, por los medios que sea. (Grandes aplausos.)
Nosotros, repito, apoyaremos al Gobierno para que realice el programa del Bloque Popular. Y decimos más: Si ante éste surge algún impedimento, si encuentra obstáculos para poner en práctica el programa, no tiene más que dirigirse al Bloque Popular, en el que están representados los republicanos de izquierda, el Partido Socialista, y el Partido Comunista; y el Bloque Popular, si el Gobierno procede con sinceridad, le prestará el apoyo necesario para limpiar el camino de obstáculos y permitir la realización de su programa.
Bajo la presión de las masas, el Gobierno empieza a marchar. Pero el Gobierno actual tiene un empacho de legalismo que le impide marchar al ritmo que exigen los acontecimientos. ¿A qué vienen esos empachos de legalismo? ¿Hay algo que pueda ser más legal que la voluntad del pueblo, que ha dicho de una forma rotunda, terminante y decisiva que debe darse inmediatamente la amnistía? Esa amnistía debió concederse inmediatamente de constituido el Gobierno. Y, como no se hizo, las mismas masas se encargan de realizarlo. Véase si no lo que ha pasado en Toledo, en Oviedo, en Gijón y en otras muchas localidades, donde las masas han aplicado la amnistía por su propia cuenta. (Grandes aplausos.)
Hoy, posiblemente se de la amnistía por decreto. Pero entiéndase bien que la amnistía debe ser completa. No debe quedar en la cárcel un solo preso de los que nosotros consideramos presos por delitos político-sociales, aunque nuestros enemigos los hayan clasificado como delitos comunes. Necesitamos que las cárceles queden vacías para que puedan pasar a ocuparlas rápidamente los otros, los criminales que han maquinado y perpetrado la sangrienta represión de Octubre, los estraperlistas... (Los aplausos impiden oír el final del párrafo.)
Hacer eso es cumplir el programa del Bloque popular, puesto que en él se establece el castigo para los responsables de la represión de Octubre. Y los crímenes de la represión de Octubre no deben ser condenados solamente por los obreros revolucionarios y por sus partidos, sino también por todos los republicanos de verdad y por todos los antifascistas, puesto que la insurrección de Octubre tuvo la virtud de impedir que el fascismo pudiera triunfar en España. Y si se exigen responsabilidades; claro es que no vamos a hacer responsable de la bestial represión de Octubre a un guardia civil cualquiera -aunque no nos olvidemos de los ejecutores-, sino al gobierno Lerroux-Gil Robles, a Salazar Alonso, al sangriento Doval y a toda la pandilla reaccionaria que se ha cebado en los heroicos trabajadores de Asturias, y en todo el pueblo antifascista de España. Que ningún asesino o estraperlista pueda pasar la frontera. No queremos venganza, queremos que se cumpla la justicia popular. (Grandes aplausos.)
Camaradas, en el momento actual, la responsabilidad del Partido Comunista, como partido dirigente de la revolución, es muy grande. Hay que organizar a las masas y darles orientaciones para consolidar la victoria y para desarrollar la revolución. Hemos conseguido la unidad sindical, con la fusión de la CGTU en la UGT. Después de este acontecimiento histórico, hay una afluencia enorme de obreros a los sindicatos. El problema, ahora, está en conseguir la unidad de acción de la UGT con la CNT y crear las condiciones para que dentro de poco se llegue a la creación de una sola central sindical en España. Nunca han sido tan favorables las condiciones para lograr este propósito. La inmensa mayoría de los obreros de la CNT, desoyendo los sectarismos de sus dirigentes, han comprendido que su “apoliticismo”, que su apartamiento de la política revolucionaria favorecía a la reacción y al fascismo, y el 16 de febrero votaron por el Bloque Popular y contribuyeron a la derrota de nuestro enemigo común.
Se les va cayendo de los ojos la venda sectaria que tenían puesta y que les impedía ver el camino revolucionario. De la actividad de los comunistas, de nuestra perseverancia para explicar a los obreros de la CNT nuestra táctica y nuestros objetivos, dependerá que los ganemos definitivamente para la revolución en un futuro inmediato. (Muy bien.)
Camaradas, insisto una vez más en que los Bloques Populares deben continuar, que es preciso consolidar los que existen y creados allí donde no los haya. Las Alianzas Obreras y Campesinas son organismos de frente único de obreros y campesinos. En el Bloque Popular, además de estas fuerzas, agrupamos también a la pequeña burguesía urbana, a los intelectuales, a todo lo que hay de sano y honrado en el pueblo español. Es preciso que el proletariado, que está en estos Bloques y que es la única fuerza consecuentemente revolucionaria, siga realizando su función dirigente, y entonces veréis cómo los Bloques Populares se transforman en embriones de órganos de Poder. Y si no, ved cómo ya han realizado esa función en varias localidades, después del 16 de febrero. Han sido los Bloques Populares los que han nombrado los ayuntamientos, no por la vía legal, sino por la vía revolucionaria, poniendo al frente de los mismos a comunistas, socialistas y republicanos de izquierda. Han sido también los Bloques Populares los que en varias localidades han desarmado a los fascistas y han impuesto la voluntad popular. Repito que de nuestra actividad, de la orientación acertada que sepamos dar a esos Bloques, depende el que logremos transformados en embriones de órganos de Poder.
Camaradas, nuestra preocupación en el momento actual es la de llegar a la creación de un partido único revolucionario del proletariado, inspirado en la doctrina marxista-leninista. Pero para llegar a este partido es preciso estrechar aún más los lazos de la unidad de acción entre socialistas y comunistas, con el fin de que se vayan compenetrando de tal manera en la táctica y en la línea política, que se borre toda diferencia entre socialistas y comunistas. Pero una de las condiciones esenciales para llegar a la creación de un partido único revolucionario del proletariado es la de reforzar el Partido Comunista. Noticias de todas partes del país, y en primer lugar de Madrid, nos dicen que son millares de obreros los que quieren ser militantes del partido. Yo no sólo os digo que les abráis las puertas de par en par, sino que os digo más: que es deber nuestro ir a buscados a la fábrica, al taller, al campo, para que vengan a engrosar nuestras filas. Y, sobre todo, camaradas, que es preciso educar a estos nuevos militantes en nuestra doctrina marxista-leninista, y hacer que a su heroísmo vaya unida la comprensión de nuestra táctica y de nuestra línea política. Los acontecimientos marchan con mucha rapidez, y es seguro que dentro de muy poco tiempo llegaremos a tener en España el gran partido revolucionario capaz de dirigir las masas en la lucha y de llevadas al triunfo de la revolución. (Aplausos.)
Un último punto, camaradas. Después del 16 de febrero hemos conquistado la libertad que nos había sido arrebatada por los reaccionarios y fascistas. Ahora se trata de conquistar el pan. Una de las tareas fundamentales de nuestro partido debe ser la de organizar a los parados para que consigan pan o trabajo. Y término, camaradas, como he comenzado, diciéndoos: nada de confiar en el desarrollo espontáneo de la situación, sino vigilancia y organización de las masas para conducirlas a la lucha y al triunfo. (Formidable ovación y vivas al Partido Comunista.)