Edición impresa: José Díaz, Tres años de lucha,
Editions de la Librairie du Globe,
París 1970.
Versión digital: Koba, para http://bolchetvo.blogspot.com.
Transcripción/HTML para el MIA: Juan R. Fajardo, nov.
2009.
Formato alternativo: PDF por cortesía de http://bolchetvo.blogspot.com.
Camaradas:
Recientemente, se ha reunido en Moscú el VII Congreso de la Internacional Comunista. A través de los análisis minuciosos de los camaradas informantes y de las intervenciones de los delegados de los diversos países, la delegación del Partido Comunista de España ha podido comprobar la situación en que se debate él capitalismo en todo el mundo, el desarrollo del movimiento revolucionario en casi todos los países capitalistas, y algo que ha de llenar de júbilo a todos los trabajadores: el triunfo definitivo e irrevocable del socialismo en la Unión Soviética. (Aplausos.)
El VII Congreso de la Internacional Comunista ha marcado las normas, ha precisado la táctica que debe dirigir la acción no sólo de los comunistas, sino también de todos los trabajadores, y muy especialmente la de los camaradas socialistas. Las decisiones del VII Congreso han sido seguidas con enorme interés por los obreros de todo el mundo, como el acontecimiento más trascendental de la hora presente. Este Congreso, como he dicho, no fue únicamente el Congreso de los partidos comunistas, sino que fue también el Congreso de todos los antifascistas, que han de luchar unidos, día tras día, para conseguir, a través de las luchas diarias, alejar el peligro fascista, abrir ancho cauce a la democracia y luego vencer definitivamente al fascismo.
Cada paso nuestro, cada acción que desarrolle el proletariado de España -que tantos ejemplos de lucha y de heroísmo ha dado- repercute no sólo en nuestra situación nacional, sino también en la situación internacional. Cuando yo me levanté en el Congreso para hablar en nombre de la delegación de España, para hacer el balance de nuestras luchas y exponer las experiencias del último movimiento, especialmente las gloriosas jornadas de Asturias, vi cómo todos los delegados seguían paso a paso el desarrollo de nuestras luchas, y observé cómo coincidían en que el camino recorrido por nuestros camaradas de Asturias es el camino que hay que seguir, porque es el que ha de conducirnos a la meta deseada. Y, cuando en el Congreso de la IC se dio el ejemplo magnífico de la presencia de cinco obreros socialistas y cinco obreros comunistas, combatientes todos de la insurrección armada de Octubre, que venían a saludar fraternalmente al Congreso, y cuando aquellos obreros socialistas hicieron un llamamiento a su partido para que haga que sea una realidad inmediata el frente único en España, todos los delegados se pusieron en pie y los ovacionaron calurosamente. (Grandes aplausos.)
Hay, podemos decir que los esfuerzos realizados por nuestro Partido Comunista para la formación del Frente Único están próximos a dar sus frutos. Reconocemos con alborozo que estos esfuerzos nuestros son secundados por la izquierda del Partido Socialista, como lo demuestra la nota aparecida en el número de ayer de “Claridad”, en contestación a la carta del Comité Central de nuestro partido. Esta respuesta es de tal naturaleza, que ya os digo, camaradas, que señala una ruta y significa el paso más formidable que hasta hoy se ha dado, no sólo hacia la realización del Frente Único, sino también hacia la unidad orgánica, hacia la formación de un solo partido revolucionario del proletariado, y yo estoy seguro de que el movimiento obrero español se va a ver dentro de muy poco tiempo reforzado con la realización en común de mítines y actos de propaganda del Partido Socialista y del Partido Comunista, que harán público su propósito de marchar unidos en la lucha contra el enemigo común. Nuestros mítines han de celebrarse, no como ahora, cada partido por su lado, sino con representaciones de los dos partidos, y también con la participación de los representantes de todos los partidos y organizaciones antifascistas. (Grandes aplausos y vivas a la unidad de acción.)
Os voy a leer, camaradas, la nota que publica “Claridad”, acusando recibo de la carta del CC del Partido Comunista, y comprenderéis en seguida que estamos ante uno de los primeros resultados, ante algo nuevo en el movimiento obrero de España después de la celebración del VII Congreso de la Internacional Comunista, cuyo reflejo es un afianzamiento de las relaciones entre comunistas y socialistas en nuestra país. He aquí la nota de que os hablo:
“Agradecemos mucho al Comité Central del Partido Comunista que con toda celeridad haya contestado al requerimiento que desde nuestras columnas hicimos. A nuestro entender, se hace inexcusable ya examinar cuanto antes las posibles consecuencias en nuestro país de las resoluciones del Congreso de la Internacional, que tantas ilusiones ha despertado en el proletariado marxista de todos los países. El punto de partida para la discusión que en torno al caso es indispensable abrir, necesario era que lo fijaran nuestros camaradas fieles a las consignas de Moscú. Ya lo han hecho, y nos congratulamos de haber coadyuvado a ello. Cúmplenos ahora iniciar el diálogo, dentro de nuestra modestia y de nuestro carácter no oficial, como avanzada que somos en la prensa del gran sector netamente marxista del socialismo español. “Claridad” promete hacerlo desde su primer número, reiterando al Comité Central del Partida Comunista de España su reconocimiento, cualesquiera que sean las diferencias de criterio que sobre unas u otros aspectos del documento en cuestión nos separen: y anticipando que nuestra intervención ha de tender esencialmente a procurar disiparlas, en aras de la unidad política y sindical del proletariado revolucionario, nuestra aspiración más cara.”
Es decir, camaradas, obreros socialistas y comunistas, que esta nota, escrita por compañeros tan responsables como los de “Claridad”, representa, dicho lisa y llanamente, que dentro de muy poco tiempo el Partido Socialista y el Partida Comunista, no sólo habrán realizado, prácticamente, el Frente único, sino que marcharán con audacia hacia la creación del partido único del proletariado. (Formidable ovación. Los trabajadores, en pie, vitorean al Frente Único, al Partido Comunista y al Partido Socialista.)
El pensar que esto pueda suceder, ha aterrado profundamente a nuestros enemigos. Y tienen razón, es para aterrarse. Porque, camaradas, la realización de la unidad de acción equivale a la muerte del fascismo en un futuro próximo, y a la muerte también del capitalismo que lo engendra. (Aplausos.)
Pues bien, camaradas: el Congreso de nuestra Internacional no ha tenido repercusión solamente en los medios proletarios. En torno a este acontecimiento se han producido vivísimos comentarios en todos los campos. Y tengo que declarar que, en la mayoría de los casos, casi en su totalidad (porque si algún perrillo faldero de la burguesía ha ladrado, esto no cuenta) los comentarios, no sólo de los obreros, sino también de los hombres de izquierda, han sido favorables a las decisiones del VII Congreso. La prensa de izquierda no ha recatado su opinión favorable. Esto indica cuán acertado ha estado el Congreso.
Y la demostración palpable de este acierto la tenéis, de la forma más concluyente, en el modo cómo han reaccionado nuestros enemigos declarados, los reaccionarios y fascistas españoles. Os recomiendo, por ejemplo, que leáis el periódico de Gil Robles, el diario matutino de la compañía de Jesús, “El Debate” de los días 4 de agosto y siguientes. Veréis cómo se producen esas gentes, en medio de sus aspavientos. Para ahorraros la incomodidad, voy a permitirme leeros unos párrafos de un comentario de “El Debate” del día 4 de agosto. Decía lo siguiente:
“... La realidad ha hecho perder a los comunistas su tono arrogante. Ya no se muestran tan seguros de convencer a los afines y prefieren aliarse con ellos. Ciertamente que en cuantas naciones se han hecho alianzas, éstas han sido en beneficio del comunismo...”
Y, después de tan caprichosa interpretación de nuestra táctica, agrega “El Debate”, como rectificándose:
“No nos engañemos, sin embargo, y pensemos que el comunismo no ha abandonado por completo su ideal y sus métodos de lucha. No. Por el contrario, ahora nos parece infinitamente más peligroso, cuando se disfraza con tinte de gubernamentalismo y ofrece la colaboración para algo más que la revuelta. Véanse si no los procedimientos que propugna la "Tercera Internacional". Recomienda a sus juventudes incluso que se afilien a las organizaciones religiosas.”
Y termina diciendo:
“... Conviene tener en cuenta estas normas del comunismo y señalar la evolución, para no olvidar el peligro.”
Como veis, camaradas, los reaccionarios y fascistas de España han estado pendientes de las deliberaciones del Congreso de la Internacional Comunista. A ellos también les interesaba, aunque por distinta razón que a los trabajadores. Con esto, reconocen una vez más que el serio peligro para sus privilegios y para su régimen ha de venir de los métodos de lucha que preconiza la Tercera Internacional. Por estos comentarios de “El Debate” podéis apreciar cómo se dan cuenta de dónde les aprieta el zapato. (Aplausos.)
Paso a explicaros, camaradas, algo de lo que ha sido el histórico Congreso de la Internacional Comunista. Todos los obreros tienen derecho a conocer la importancia y el alcance de sus resoluciones y en qué se fundamenta el cambio de táctica que en estos momentos decisivos propone la IC para hacer más eficaz la actuación contra el fascismo y contra todos los enemigos de los trabajadores. El VII Congreso de la Internacional Comunista ha analizado los cambios que se han operado en la situación internacional. Porque es innegable que ha habido cambios profundos en la situación. Y el Congreso ha comprobado estos cambios, los ha examinado, los ha analizado a la luz del marxismo-leninismo y ha decidido que a una nueva situación corresponde una nueva táctica. Esta es la conclusión lógica obligada que ha sacado el más alto organismo de la revolución mundial, la más alta autoridad del proletariado internacional.
Nosotros somos marxistas-leninistas. Y, como marxistas-leninistas, sabemos dar a nuestras teorías la aplicación certera en cada instante preciso. Si fuéramos un partido de pedantes que contempláramos el mundo desde la atalaya de la suficiencia y de la infalibilidad, empleando siempre los mismos procedimientos de lucha y la misma táctica, sin preocuparnos de los cambios de situación, entonces no seríamos el partido del proletariado. Afortunadamente, no es así y sabemos apreciar en cada momento qué táctica y qué procedimientos conviene utilizar para servir mejor la causa de los trabajadores.
¿Tendremos que repetir una vez más que es a toda costa necesario saber aprovechar las contradicciones en el campo de la burguesía y saber utilizar a los aliados que temporalmente nos brinde una situación determinada? Creo que todos vosotros sabéis que eso es precisamente la esencia del marxismo-leninismo. Y esto no es una cosa nueva, que inventemos nosotros, ni que se haya descubierto por vez primera en el VII Congreso de la Internacional Comunista. Escuchad lo que decía a este respecto el genial jefe y guía de la revolución mundial, el camarada Lenin, en 1920, en su libro El extremismo, enfermedad infantil del comunismo:
“... Alcanzar la victoria sobre un adversario más poderoso sólo es posible poniendo en tensión todas las fuerzas, utilizando obligatoriamente con solicitud, minucia y prudencia, las menores discrepancias entre la burguesía de los distintos países, entre los diferentes grupos o diferentes categorías burguesas en el interior de cada país. Hay que aprovechar igualmente las menores posibilidades de obtener un aliado, aunque sea temporal, vacilante, poco seguro, condicional. El que no comprende esto, no comprende ni una palabra del marxismo, ni del socialismo científico contemporáneo, "civilizado", en general.”
Es más, camaradas. No sólo ha sido nuestro gran Lenin quien ha advertido de esta necesidad a los proletarios. Su mejor discípulo, el actual jefe de la revolución mundial, el timonel de la nueva Rusia Soviética, el camarada Stalin, nos ha dicho:
“Algunos camaradas piensan que en cuanto sobreviene una crisis revolucionaria la burguesía tiene que caer en una situación sin salida; que, por consiguiente, su fin está predestinado; que el triunfo de la revolución está, por eso mismo, asegurado, y que no hay que hacer más que esperar la caída de la burguesía y escribir resoluciones triunfales. Esto es un profundo error. El triunfo de la revolución no llega nunca por sí solo. Hay que prepararlo. Hay que conquistarlo. Ahora bien: sólo un partido proletario revolucionario fuerte puede prepararlo y conquistarlo.”
Esto nos han dicho Lenin y Stalin. Su formidable y genial inteligencia y experiencia nos sirven para no incurrir en errores que serían fatales. A la luz de sus enseñanzas, nosotros, comunistas, recorremos el camino que ha de conducir a la humanidad laboriosa, al pueblo trabajador, al triunfo sobre el fascismo y el capitalismo. Nosotros seguimos esa senda victoriosa. La Internacional Comunista, organización revolucionaria del proletariado mundial, dice a los trabajadores que hoy el enemigo inmediato al que hay que vencer, al que hay que aniquilar, es el fascismo. A esta necesidad responden los cambios introducidos en la táctica de lucha del comunismo internacional. Lo repito, camaradas: a una nueva situación corresponde, forzosamente, una nueva táctica. Hay hechos nuevos que han hecho cambiar notablemente la situación desde el VII Congreso. Veamos someramente cuáles son estos hechos nuevos, que el Congreso ha destacado.
En un plano internacional, la situación ha cambiado notablemente. En primer lugar, tenemos el engrandecimiento económico y político de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Hoy, la Unión Soviética se ha consolidado. El Poder proletario ha triunfado sobre todos sus enemigos. El socialismo ha vencido definitivamente al capitalismo en la sexta parte del mundo. De un país atrasado, casi analfabeto, con un ochenta por ciento de campesinos hambrientos y esquilmados que era antes de la Revolución de 1917, es hoy un país predominantemente industrial. El segundo país industrial del mundo y el primero de Europa, muy pronto será también el primer país industrial del mundo. El analfabetismo ha desaparecido casi totalmente. De un país de analfabetos, la URSS se ha convertido en el país más culto y más avanzado del mundo. La inteligencia, la sabiduría en todas sus manifestaciones tienen allí su expresión más alta y se ven estimuladas y apoyadas por el Estado proletario. Es el país de nivel cultural y político más elevado; está por encima de todos los países capitalistas. El nivel de vida de los obreros y campesinos soviéticos es ya hoy más alto y superior que el de cualquier país capitalista. Allí, en la Unión Soviética, no se conoce esa plaga del régimen de producción capitalista que es el paro forzoso. Al contrario, hay escasez de brazos. La producción socialista absorbe más fuerza de trabajo de la que existe en los inmensos territorios de la URSS. Y todo esto ha sido justamente apreciado por el Congreso. Y el Congreso ha comprobado que este hecho, el triunfo del socialismo en la Unión Soviética, debilita enormemente al capitalismo mundial.
Otro hecho de la situación mundial puesto de relieve en el Congreso de la Internacional Comunista es la subida al Poder del fascismo en Alemania. Hecho que, como ha precisado el Congreso, ha podido producirse por la profunda desunión de las masas obreras alemanas, cuya responsabilidad recae sobre la socialdemocracia de aquel país. Esta desunión ha costado millares y millares de víctimas, ha causado la destrucción de los potentes sindicatos obreros, ha convertido a Alemania en una inmensa cárcel, en un horrible campo de concentración, donde se tortura y asesina a los trabajadores revolucionarios, sin establecer diferencias entre obreros comunistas y socialistas. Esta división, que permitió la instauración del fascismo, ha hecho que los obreros y muy especialmente el heroico Partido Comunista de Alemania, cuyo jefe, el gran camarada Thaelmann, está amenazado de muerte, se vean obligados a actuar en una situación de terror desenfrenado en su lucha contra el fascismo. (Gritos de ¡Viva Thaelmann! y ¡Muera el fascismo!)
En torno a estos fundamentales hechos han girado las principales deliberaciones del VII Congreso de la Internacional Comunista. Y el resultado de estas deliberaciones ha sido que el Congreso lance un llamamiento de lucha a muerte contra el fascismo a todos los trabajadores del mundo, a los obreros y campesinos, a las capas de la pequeña burguesía, que se ven vejadas, lanzadas a la desesperación y condenadas a desaparecer entre la masa de los hambrientos bajo el régimen fascista; a los intelectuales y hombres de ciencia de todo el mundo, que saben del terror y la persecución que contra ellos se emplea en los países fascistas; en suma, el VII Congreso llama a todos los hombres honrados a la creación de un Frente Único antifascista, a unirse al proletariado para levantar un dique insuperable contra los avances del fascismo y hacer posible la completa destrucción de ese régimen de barbarie y de terror.
Camaradas, cuando la burguesía -particularmente sus capas más reaccionarias- no puede seguir dominando por procedimientos democráticos, apela a los métodos de la dominación fascista. Y si el fascismo es la barbarie, es la incultura y el retroceso de la humanidad al estado del salvajismo, está claro para todos que no debemos ser solamente los trabajadores quienes nos opongamos a su instauración. Hay capas sociales no proletarias que se oponen también al fascismo, a quienes el fascismo amenaza. Y si esto es así, y la experiencia nos está demostrando que es así, nosotros decimos que el Frente Único proletario es imprescindible, que hay que hacerlo, que es urgente realizarlo, pero que también es preciso que atraigamos a nuestro lado, que busquemos a los aliados no proletarios en la lucha a muerte que tenemos empeñada contra el fascismo. Y vosotros sabéis que esos aliados son todas las capas verdaderamente populares, cuyos intereses económicos y espirituales se ven amenazados por la dominación del monstruo fascista.
Esto, y no otra cosa, es lo que ha proclamado como urgente y necesario el Congreso de la Internacional Comunista. El Congreso ha dicho, por boca de nuestro gran Dimitrov: “Antes que el fascismo pueda conquistar a esas capas populares, tenemos que atraérnoslas nosotros.” Y esto es preciso, ineludible, perentorio, si de veras queremos acabar con el fascismo en todo el mundo. (Formidables aplausos.)
Otro hecho nuevo que se acusa en la situación es la crisis política desencadenada en varios países, y muy especialmente la provocada por el desarrollo de las luchas armadas de los obreros de Austria y España. Estas heroicas luchas han agravado la situación del capitalismo internacional. Es también un hecho nuevo que el Congreso de la Internacional Comunista no podía por menos de tener en cuenta para marcar los nuevos rumbos.
Y, camaradas, el Congreso ha apreciado con justeza otro hecho nuevo, de singular trascendencia: que ha aumentado en proporciones extraordinarias, el empuje revolucionario de las masas trabajadoras del mundo capitalista. Aumento que tiene su impulso, su motor, en la influencia expansiva del triunfo definitivo, terminante, inapelable, del socialismo en la Unión Soviética. Este triunfo llena de admiración al mundo. Este triunfo da ánimos a los trabajadores para proseguir y redoblar su lucha revolucionaria contra el capitalismo. ¡Triunfo maravilloso de un país inmenso, que ocupa la sexta parte del mundo habitado y que ha podido llegar incólume a las puertas de su XVIII aniversario y consolidarse en las rutas del socialismo porque tiene un Partido Bolchevique, gloria del proletariado mundial, forjado por el esfuerzo y la inteligencia de su creador, el camarada Lenin, y que tiene a su cabeza al gigante entre los gigantes, al camarada Stalin! (Gran ovación).
Camaradas: Otro de los hechos que sobresalen en la situación actual es el deseo ferviente de unidad que existe entre los obreros de todo el mundo. Sobre el plano internacional, el Congreso ha comprobado que el impulso de la unidad de acción en la clase obrera ha cobrado un auge extraordinario. Numerosos casos concretos lo demuestran. Y uno de los más claros, de los más rotundos, es el que nos ofrece el ejemplo de Francia. En Francia, el Frente Único realizado por el Partido Comunista y el Partido Socialista ha movilizado a inmensas masas populares y las ha llevado a la lucha, logrando con la unidad de acción hacer retroceder al fascismo. Y, podemos decir, a la luz viva de este ejemplo, que, cuando el proletariado está unificado, las capas de la población trabajadora se sienten atraídas por la sensación de fuerza y de firmeza que da en su lucha. De tal forma han luchado, que si no hubiesen actuado en común podríamos decir que hoy estaría el fascismo en el Poder. En cambio, ahora, aun cuando el peligro no ha desaparecido, puede decirse que tienen ya al fascismo cogido por la cerviz. Y os aseguro que si en España hubiésemos hecho la unidad, como nuestros hermanos franceses, también aquí se habría alejado al peligro fascista.
Y no es solamente en Francia donde los obreros han manifestado tan potente deseo de unidad, convertido hoy en realidad magnífica. Es en todos los países capitalista. Es en Austria, es en Alemania, es en América; es, camaradas, en el mundo entero. Para comprobar esta verdad, no tenemos que escoger ejemplos de fuera. ¿No tenemos el ejemplo elocuente de España, donde a partir de los heroicos combates de Octubre, los trabajadores claman con nosotros por la realización de la unidad de acción?
Este anhelo de unidad de los trabajadores de todo el mundo, que el VII Congreso ha apreciado en su justa expresión, tuvo ya su gran alcance con ocasión de aquellas jornadas que mantenían la emoción y la lucha de los trabajadores para salvar del patíbulo y del hacha, que ya esgrimía el fascismo hitleriano, al gran Dimitrov y a sus compañeros. Millones de obreros de todas las tendencias confundían sus esfuerzos para arrancar a Dimitrov de las garras de sus verdugos. Dimitrov, esa figura ingente del comunismo, campeón de la lucha contra el fascismo, atraía las simpatías de los obreros socialistas, anarquistas y sin partido, fundía las ansias de lucha de todos los trabajadores con el ejemplo mil veces magnífico, mil veces heroico de su comportamiento, de su batalla contra los verdaderos incendiarios del parlamento alemán. He ahí uno de los principales puntos de arranque de ese torrente arrollador que es hoy el deseo de unidad de los trabajadores.
Y aún hay más, camaradas. Aún hay otro hecho nuevo, que el VII Congreso ha evidenciado. No es una cosa pequeña, que pueda pasar desapercibida para tan buenos vigilantes de la marcha del mundo como son los comunistas, el hecho indiscutible de las crecientes simpatías que el desarrollo formidable de la Unión Soviética, que el triunfo definitivo del socialismo en la URSS y su lucha denodada por la paz despiertan en inmensas masas, formadas por capas diversas de la pequeña burguesía. Mirad hacia Francia, hacia Checoslovaquia, hacia cualquier país, y veréis cómo esas capas de la pequeña burguesía admiran y apoyan la consecuente política de paz de la Unión Soviética. Poco a poco, se han ido convenciendo de que el único país que trabaja y lucha desinteresadamente por la paz del mundo es la Unión Soviética. Y esto, unido a sus formidables conquistas en todos los terrenos, le granjea la simpatía de los núcleos pequeño-burgueses de los más diversos países capitalistas.
Hay también otro hecho fundamental. Millares y millares de obreros y militantes socialdemócratas se orientan hacia la vía revolucionaria y proclaman la necesidad del frente único con los comunistas. Y si esto es así -y de que es cierto tenemos innumerables pruebas en todos los países-, comprenderéis que es lógico que el VII Congreso de nuestra Internacional haya estimado que no podemos mantener la misma tirantez de relaciones, ni tratar de igual modo que hace años a los socialistas. (Grandes aplausos.)
Todo esto tiene su explicación, camaradas. Hay que comprender que el mundo ha cambiado su faz. Ya no presenta la uniformidad de antes ni es tampoco igual a los años que siguieron a la gran guerra imperialista. Hoy, existe el fascismo. En cierto número de países, el fascismo se encuentra en el Poder, y en otros lucha por adueñarse de él. Es ésta una situación nueva que forzosamente tenía que modificar el aspecto de la lucha de los trabajadores.
El VII Congreso ha discutido ampliamente en torno al peligro de guerra en el mundo. Y, para decir verdad, camaradas, declararé que sus conclusiones, acertadas en toda su amplitud, no pueden ser más pesimistas, si la lucha de todos los trabajadores, la lucha conjunta de todos los que odian la guerra, no hace abortar los apetitos criminales y los manejos monstruosos de los imperialistas, especialmente de los imperialismos fascistas. La propia realidad se ha encargado de demostrar que las conclusiones del Congreso son acertadas. Y más pronto de lo que el más exigente podía pedir. Ahí tenéis al fascismo italiano, desplegando en Abisinia una guerra de rapiña, matando a la población inerme, aniquilando a los que defienden la libertad de su pueblo. Ahí tenéis a los bárbaros fascistas, que dicen cínicamente que llevan la civilización a Etiopía con sus cañones y sus aviones, descargando metralla sobre un pueblo que defiende su libertad. La guerra de rapiña de Italia contra Abisinia es el chispazo que encenderá el volcán. Al fascismo italiano seguirá el fascismo alemán, que no encubre sus preparativos guerreros y que está a punto de lanzarse sobre Memel, primer paso hacia la guerra de provocación contra la Unión Soviética. Y el Japón continúa despedazando a China y apoderándose de sus territorios, con la vista puesta en la guerra contra la Unión Soviética. Todos estos países se preparan abiertamente para sumir al mundo en las negruras de una guerra cien veces más espantosa y contrarrevolucionaria que todas las conocidas hasta hoy.
Ante este gran peligro, el Congreso ha fijado también sus posiciones, que son las de todos los trabajadores y las de todos los hombres de buena voluntad que odian la guerra. Ha proclamado que el lograr por medio de la lucha la derrota del fascismo italiano, apoyando la lucha de Abisinia por su liberación del invasor, es asestar un golpe no sólo al fascismo italiano, sino al fascismo en general, al fascismo de todos los países.
Ante esta situación, la burguesía dominante busca, cada día con mayor ahínco, su salvación en el fascismo y en la guerra de rapiña y de intervención contra la Unión Soviética. He aquí por qué el Congreso nos llama a unir todas las fuerzas para luchar en esta dirección: contra el fascismo y la guerra.
Porque, camaradas, la cuestión está planteada así: las fuerzas se polarizan, se concentran entre el fascismo y el antifascismo, entre la revolución y la contrarrevolución. Así está planteada la lucha en un plano internacional, y muy especialmente en España. En España, porque vivimos una revolución, y el problema se agudiza. La ola antifascista crece por todo el país. Se trata de organizarla, de dirigirla en la lucha. Hay que impedir, en un esfuerzo sobrehumano, que el fascismo triunfe totalmente en nuestro país. Si queremos, lo conseguiremos. Ya sabéis, porque os lo dije en mi discurso del Monumental, lo que el fascismo significaría en España. Sería un régimen mucho más, terrible que el de Alemania. Una prueba de lo que sería la tenéis en la inaudita represión del movimiento de Asturias. Ese refinamiento en los métodos bárbaros de represión, cobraría proporciones monstruosas. No hay que perder un instante. Todo el tiempo que perdamos lo ganan nuestros enemigos. Como en el Monumental, os digo que gritéis en todas partes y luchéis por conseguirlo: “¡No más juventud al fascismo!” “¡Todos unidos y a luchar para que el fascismo no pase!” Aquí, y en todo el mundo, hay que impedir, el triunfo del fascismo. Y hay que derrotarle allí donde ha conseguido instaurar su régimen de sangre y de terror. (Gran ovación.)
¿Cómo hemos de conseguir que el fascismo no llegue al Poder en unos países y sea derrotado allí donde consiguió llegar al Poder? Escuchad, camaradas. El Congreso de la Internacional Comunista responde así:
¡Realicemos el Frente único proletario! ¡Creemos el Bloque Popular Antifascista, para dar la batalla al peor de los enemigos del pueblo, al fascismo! (Aplausos.)
Es necesario repetir una y mil veces que el peligro fascista es, en España, muy grande. Y es muy grande porque el fascismo tiene en sus manos importantes órganos de Poder. Existe, desgraciadamente en el mismo campo obrero, la teoría de que el fascismo no puede llegar a triunfar totalmente en España. Y ésta es una de esas afirmaciones que no se pueden escuchar sin oponerle un inmediato mentís. Quienes tal piensan olvidan que el fascismo no cede el campo sin lucha. Los que mantienen esta teoría, nos dicen que “el Gobierno está podrido” y “se cae solo”. Pero esto no es cierto. Si lo dejamos, si no lo combatimos activa y organizadamente, durará mucho esta situación, le daremos otra posibilidad de salida dentro del marco derechista, y la táctica de Gil Robles triunfará.
Porque, camaradas, ¿dónde está el fascismo en España? En el propio Gobierno hay una buena partida de fascistas. La mitad del Gobierno está integrado por fascistas. Más justo sería decir que lo son la mayoría de los ministros. Y son fascistas también los métodos de gobierno. Ahora bien, ¿por qué padecemos este gobierno de reaccionarios y fascistas? Porque estamos desunidos. La fuerza del fascismo reside más que en nada, camaradas, en el hecho lamentable de la división de las fuerzas capaces de oponerse a su avance. Todavía existe la división de los obreros comunistas, socialistas y anarquistas; todavía no hemos logrado unificar las fuerzas enemigas del fascismo. Otra cosa sería si estuviéramos unidos. Entonces sí que podemos decir que el Gobierno, podrido de los pies a la cabeza, se desmoronaría bajo el empuje de las masas populares. (Atronadora ovación.)
Es verdad que todavía no vivimos en un régimen de fascismo. Pero estamos gobernados por métodos fascistas. Contra el fascismo y sus métodos de dominación está todo el pueblo. En las masas populares existe un enorme espíritu de lucha. Esta es la desventaja de los reaccionarios y fascistas. Pero tenemos también que contar con que estas fuerzas, estas masas no están aún unidas en un frente único de lucha. Y esto representa, por ahora, la fuerza de nuestros enemigos y nuestra propia debilidad. ¿Que esta situación durará poco tiempo? Así lo espero, así lo esperamos todos. Pero no basta con esperarlo. Hay que unirse, organizarse, ¡y a vencer! (Aplausos.)
Paso ahora a ocuparme de la situación política creada con motivo de la última crisis. Ya sabéis que esta crisis ha sido motivada por el escandaloso asunto del “estraperlo”. Creo que para juzgar este sucio negocio realizado por los hombres que convierten las carteras ministeriales y los cargos públicos en ganzúas, debemos convertir este acto en Tribunal del Pueblo, porque sólo este Tribunal, formado por los que trabajan y producen, tiene derecho a juzgar a esa pandilla de bandidos y ladrones. (Formidable ovación y gritos de ¡Mueran los ladrones!)
Una circunstancia que no debe pasar inadvertida es que la CEDA conocía estos sucios negocios. Los conocía, y los amparaba. ¿Y es que iban a tener escrúpulos en unirse bandidos con bandidos, cuando amenaza el peligro que supone la unión del proletariado y de las fuerzas antifascistas? Para la CEDA, el problema era mantener el Bloque gubernamental; por eso ayudaba y encubría a sus amigos y compinches del Partido Radical. La CEDA comprendió que la ruptura del Bloque suponía crear graves inconvenientes, que quizá hicieran variar la situación en sentido más difícil aún para lo que ellos representan y en vista de esto no tuvieron inconveniente en dar su apoyo a los negociantes para mantener el Bloque, seguir su obra de persecución de los trabajadores, y aprovechar el menor resquicio para ejecutar sus planes dictatoriales. ¡Pero sepa la CEDA, y todos sus aliados, que no se nos cogerá dormidos, que la unidad de acción del Partido Socialista y el Partido Comunista, y la atención vigilante de todos los hombres honrados echará por tierra todos sus planes siniestros! (Aplausos.)
Gil Robles no descansa. Todos podéis ver cómo intenta adueñarse “por la vía legal” de todo el Poder. Pretende adueñarse de todo el Poder de una manera solapada y jesuítica. Y, por si esto no es posible, está haciendo cuanto puede para preparar el instrumento que le ayude a levantarse con todo el Poder por la fuerza, dando un golpe de Estado. Para ver esto, no hace falta ser ningún lince. Todos los días está haciendo cambios de mandos militares. Los generales de la monarquía y de la dictadura de Primo de Rivera vuelven a ocupar los principales mandos. En los cuarteles, en los cuartos de banderas, los militares monárquicos y fascistas hablan con desenfado, abiertamente, de que están preparados para el golpe de Estado. La preparación del golpe de Estado es evidente, como se demostró no hace mucho, hace dos meses, con ocasión de la última crisis de agosto (o de octubre, no me acuerdo bien, pues ¡ha habido tantas!) en la cual, si no es por la vigilancia constante del proletariado -que al tener noticias de lo que se tramaba, se lanzó a la calle e hizo retroceder en sus propósitos a las huestes fascistas- hubieran dado el golpe de fuerza por sorpresa. Este ejemplo hay que tenerlo bien presente. El peligro del golpe de Estado existe, y yo os digo que todos los trabajadores deben estar atentos y vigilantes para impedir que los enemigos de la República realicen sus propósitos de instaurar el fascismo por medio de un golpe de Estado.
¡Pero, si lo tenemos aún más claro! Cuando se trata de entregar una bandera a la guardia de cualquier sitio, no es el ministro de la Gobernación quien asiste a estos actos. Es Gil Robles, que no desperdicia ocasión para lanzar un discurso de propaganda a esas fuerzas y al propio tiempo pulsar el estado de ánimo de los mandos para conocer su opinión sobre el golpe de Estado. Y aprovecha todas estas ocasiones, precisamente porque sabe que al frente de la guardia civil hay un general republicano... (Aplausos.) La misión de Gil Robles, en estos actos, no es ni más ni menos que ver si está ya todo a punto... (Los aplausos impiden oír el final del párrafo.)
El Gobierno tolera las manifestaciones fascistas en las calles, mientras ametralla bárbaramente a los manifestantes obreros. Mantiene viva desde Octubre una represión inaudita contra el movimiento obrero. De hecho, subsiste el estado de excepción en toda España, pues, aunque dicen que en algunas provincias están levantadas las garantías constitucionales, no es verdad porque los mítines obreros se prohíben y los periódicos obreros no pueden publicarse. Y los pocos que se publican salen amordazados, mientras los periódicos fascistas dicen lo que quieren e insultan soezmente a los trabajadores. Mientras “Mundo Obrero”, “El Socialista” y “CNT” siguen suspendidos, se autoriza a los periódicos fascistas a lanzar las acusaciones más canallescas contra el movimiento obrero. A ellos se les consiente todo esto, y a nosotros, a los obreros, que somos los únicos que tenemos derecho a hablar, porque somos los únicos que producimos, se nos niega hasta la publicación de nuestra prensa. Está bien, pero ya llegará el día en que desaparezcan para siempre esos periódicos repugnantes que se llaman “El Debate”, “ABC”, “La Nación”, e “Información.” Nosotros lo aseguramos... (Grandes aplausos.)
Camaradas, hay una ley que se llama de Vagos y Maleantes. No quiero hacer la historia de sus orígenes pero tengo que calificarla de monstruosa. Sobre todo, por la forma en que la aplica este Gobierno. Esta ley se viene aplicando a los obreros revolucionarios, aun cuando no hayan dejado de trabajar en toda su vida. Es un arma terrible puesta en manos de la gente reaccionaria y fascista que gobierna. Para que os deis cuenta de su aplicación, vaya citar unos pocos casos. Y vaya adelantar que no es que a nosotros, revolucionarios, nos asuste ir a la cárcel por un año ni por treinta. ¡No! Sabemos que nuestra causa es justa, que ha de triunfar y no tememos la represión. Lo que no admitimos, porque es infamante, es que a nosotros, trabajadores revolucionarios, se nos aplique la Ley de Vagos. Nos indigna que esa ley se aplique a los que trabajan y no se aplique a los que son los verdaderos vagos y maleantes, como los del sucio negocio que ha sido descubierto recientemente. (Aplausos.)
He tomado nota de algunos casos que se recogen en un escrito de nuestros hermanos de la Confederación Regional del Centro (Grandes aplausos), en el que se enumeran verdaderos actos de cinismo y de vesania cometidos contra los obreros con la aplicación de esa ley. He aquí algunos:
“Pedro de Diego. Hallándose en su domicilio el 24 de julio del presente año, preparando el trabajo para el día siguiente, fue detenido por la policía. No tiene más antecedentes que un proceso, seguido hace diecisiete años, proceso en el que fue absuelto. Además de tener toda su vida un taller para ejercitar su oficio, que es el de sastre, ha trabajado durante catorce años para la casa Melle y durante seis para la de Benítez. Pese a su acreditada calidad de trabajador, hace contados días se le comunica la condena por la Ley de Vagos (un año de presidio y cinco de vigilancia.)”
“Alfonso Martín Alarcón. Antecedentes: Un proceso el 9 de mayo de 1933. (Amnistiado.) Detenido gubernativamente el día 25 de enero de 1935. En el mes de agosto, detenido todavía desde enero, se le comunica el proceso. Ha trabajado para Antonio García, un año; con don Ángel García, un año; con don Daniel Hernández, del año 30 al 33. Y con la compañía Huarte, desde el año 1934 hasta su detención.” (La lectura de estos casos levanta una protesta enorme. Los trabajadores gritan: “¡Que apliquen la Ley de Vagos a los ladrones!”)
Camaradas, hay otros casos todavía más sangrantes en la aplicación de esta ley, que condena a obreros que se han pasado la vida trabajando y lo justifican. Y esta Ley de Vagos no se aplica, naturalmente, a la gran cantidad de señoritos y parásitos que viven del trabajo de los obreros y los campesinos. Vamos a seguir refiriendo algunos casos más:
“Sotero Martínez Mostache. Ferroviario durante quince años en la Compañía del Norte, seleccionado en octubre pasado. Desde esa época, trabajando siempre como albañil con justificantes que ha exhibido ante el juez.”
“Olegario Ciñas Muñiz. Albañil, está detenido por primera vez y sin antecedentes anteriores. Hay hecha petición de pena y se verá el juicio.”
“Agustín de la Fuente. Corredor de carnes; lleva detenido más de cuatro meses y todo su delito está en una tenencia de armas, que "pagó" en su día, con seis meses de cárcel.”
“Enrique Casto Delgado, metalúrgico, muy conocido en su profesión; redactor también de "Mundo Obrero", que ha caído bajo la acción de esta ley recientemente.”...
Y para no cansaras, os vaya referir un último caso: En un pueblo se ha intentado cometer, al amparo de esta ley; un crimen tremendo. Los obreros agrícolas de Valverde del Camino (Huelva) solicitaron por medio de su sindicato aumento de salario a los patronos, en tiempos de recolección. Entonces el cacique, que es el alcalde, propone al juez que se aplique a todos los miembros del sindicato la Ley de Vagos para impedir que pidan mejoras. (Enormes protestas del público.)
Ya sabéis á quien se aplica esta ley. Hay muchos casos más. Todo el mundo sabe que los vagos son ellos, los que han hecho esta ley y la mandan aplicar a los trabajadores. Yo os invito a luchar contra esta ley, hasta obligar a que sean puestos en libertad todos nuestros camaradas, todos los trabajadores. ¡Vayamos todos a la cárcel y a presidio, si es preciso, combatiendo contra esa monstruosidad antes que permitir que se nos encarcele por mandato de una ley que es de las más monstruosas que conoce la historia, sobre todo por la forma en que se aplica! (Aplausos.)
Y fijaos quiénes son los que mandan aplicar esa ley: ¡los mismos que han resultado complicados en ese sucio negocio de Straus, en el asunto del “estraperlo”! No hace falta que os de nombres. Todos los conocéis. Pero quiero recordar a uno de ellos, precisamente porque las Cortes de la contrarrevolución y del chantaje le han exculpado por tres votos. (Voces: ¡Salazar, Salazar Alonso!)
Recordad bien cómo se ha glorificado por toda la prensa reaccionaria a Salazar, a ese perro sangriento de la contrarrevolución. Sobre todo por la prensa de la CEDA, por el periódico “El Debate”.
Salazar Alonso, que ha sido exculpado por tres votos en las Cortes de la contrarrevolución, es el hombre mimado de las cuadrillas reaccionarias. Os voy a leer lo que decía de él el diario monárquico “ABC”, el 5 de octubre de 1934:
“Un buen Gobierno, salvo algún error, como la exclusión del señor Salazar Alonso, el mejor ministro del gobierno anterior.” Y el día 6, decía:
“El señor Salazar Alonso aclamado en las calles. Al llegar a la Red de San Luis fue reconocido, y en el espacio de diez minutos se vio rodeado por cerca de dos mil personas, que le aclamaron, sin cesar con gritos de ¡Viva el salvador de España! ¡Viva el hombre valiente!... Llevado en hombros, llegó el señor Salazar hasta el Bar Chicote, en que rogó que le dejasen. Sin embargo, a ruegos de la multitud, tuvo que dirigir la palabra, siendo frenéticamente ovacionado.”
Esto lo ha dicho “ABC”, pero el diario de la CEDA tampoco se ha quedado corto en los elogios a ese sucio reaccionario, provocador e inmoral en todos los sentidos. Ved lo que decía el 5 de octubre:
“En el nuevo gabinete no figura don Rafael Salazar Alonso. En distintas ocasiones le señalamos como un hombre deseoso de cumplir sus deberes y movido por el mejor espíritu de defensa del Estado y de la sociedad. Hoy, que el señor Alonso abandona su cartera, sería injusto no dejar anotados públicamente los méritos y servicios que han hecho de él en los últimos tiempos una figura simpática a toda la opinión nacional. Ha comprendido su misión, la ha sentido, y por eso, en medio de ingenuidades y de excesos verbalistas, salvaba siempre su fondo honrado (!!) y vigoroso, de energía repleta de autoridad.”
He ahí, camaradas, lo que decían de Salazar Alonso, el hombre de la ruleta y de la represión contrarrevolucionaria, los periódicos representativos de la más negra reacción española. Decían de él muchas cosas elogiosas, y sobre todo, ¡que tenía un fondo honrado!... Como veis, lo del fondo honrado lo ha demostrado muy bien llevándose al Ministerio de la Gobernación la ruleta tramposa de Straus, y recibiendo “donativos” para permitir el juego. (Enorme ovación.) Y a ese y a sus amigos, ¿por qué no se les aplica la Ley de Vagos? ¿Es que no lo merecen?
Miman las derechas a Salazar Alonso porque es el tipo más reaccionario y menos escrupuloso que ha pasado por el Gobierno; el que mejor defendió como perro mastín en Gobernación los grandes privilegios de los capitalistas y de los banqueros y a los representantes del fascismo encarnados en la CEDA. Y, claro, en prueba de agradecimiento, a la hora de poner boca arriba las cartas de los negocios sucios, esta gente acuerda que no es culpable por tres votos de mayoría. Pero yo os digo que el verdadero Tribunal del Pueblo habrá de juzgarlos a todos, a los gobernantes de antes y a los de ahora, a los que robaron y a los que encubrieron. (Aplausos.)
La CEDA dice que no quiere pasar por encubridora de los robos lerrouxistas. Bien; veamos si es o no encubridora de esos negocios. Aparte de sus negocios, los del trigo, los de los ferrocarriles, ya denunciados en la Cámara por el camarada Bolívar; cuando la CEDA fue al Poder con los lerrouxistas sabía muy bien con qué clase de pájaros tenía que colaborar. Y lo sabía por varios conductos. No fue obra de la causalidad lo que el presidente de la República se vio obligado a decir en su discurso de Valladolid, el 23 de septiembre de 1934. Escuchad lo que decía:
“No hay interés seguro, respetado ni posible si no está regido por las fuerzas morales. Que son las fuerzas morales, para honor y salvación de la Humanidad, las que reclaman en todo instante la primacía; que sin el culto de la moral y el respeto de la moral, ni hay prestigio en el Poder, ni crédito en la economía, ni solvencia en las finanzas, ni orden en la Administración, ni remedio para la Humanidad.”
A pesar de esta alusión tan directa, en octubre se reforzó aún más la coalición Gil Robles-Lerroux y se pusieron de acuerdo para hacer lo que acertadamente calificó al señor Azaña: “unos administrar de manera... personalísima”, otros “provocar y reprimir bárbaramente la revolución”, como diría el señor Salazar Alonso. Y en el banquete de despedida de la Presidencia, dado a Lerroux; cuando ya se conocía el negocio Straus, oíd lo que dijo Gil Robles, el “jefe que no se equivoca nunca”:
“Yo, desde el primer momento en que hablé con él detenidamente, vi en don Alejandro Lerroux lo que la opinión y el país tanto admiran en él: una consecuencia y una generosidad de las que yo soy el mejor testigo. Si algún día se necesita un testimonio de este corazón generoso que sabe volcarse por España y sus ideales, que acudan a mí, que lo ratificaré ante la faz de la opinión entera. En estos momentos en que su generosidad le ha hecho descender del puesto que ocupaba y prestar a su sucesor una colaboración leal, lo veo más alto que le veía hace unos días. No sé qué nos deparará el porvenir político; lo que sí sé es que un cariño entrañable se ha consolidado entré nosotros. Don Alejandro: Es fácil incurrir en errores y flaquezas; quizá la Historia nos señale pecados; pero éstos son perdonados cuando se ha amado mucho. A don Alejandro Lerroux, porque ha amado mucho a España, España le venera y le admira.”
Ahora, descubierto públicamente el pastel, por imprudencia del socio Straus, Gil Robles quiere sacudirse el cieno que lo cubre por los affaires lerrouxistas. Pero en su periódico de octubre de éste año, sus retoños de la JAP, más vehementes y más imprudentes, dicen que aceptaron conscientemente las inmoralidades lerrouxistas con tal de poder gobernar y reprimir la revolución. He aquí sus palabras:
“Acción Popular y su jefe saldrán de la aventura con más prestigio que nunca, sin una claudicación, sin renuncia de un solo principio, con su intachable austeridad confrontada por la realidad, sin manchar lo más mínimo su decoro con las salpicaduras de la charca encenagada, con la frente alta ante una colaboración a la que la CEDA se resolvió, no por la calidad de las personas que habían de intervenir, ni por el deseo de puestos de mando, sino por el deber de conciencia de oponer con eficacia una barrera infranqueable a la revolución que amenazaba con destruir para siempre nuestra Patria y se hubiera incautado del Poder sin la patriótica táctica de Acción Popular.”
No se puede decir más claro que la CEDA, que no se fijaba “en la calidad de las personas”, fue a la colaboración con los lerrouxistas a sabiendas de que iba a encubrir los negocios sucios, a colaborar en ellos. Y ya conocéis el viejo axioma español que dice: “¡A autores y encubridores, pena por igual!” (Aplausos.)
Camaradas, no hay que hacer distinciones. El que ha cogido un reloj, el que ha autorizado el juego, Salazar Alonso, como todos los que encubrieron desde el Gobierno, son responsables por igual. ¡A esos sí que hay que aplicarles la Ley de Vagos y Maleantes! (Aplausos.)
Este asunto conviene aclararlo, para que no se interprete como una cuestión de deshonestidad personal. No; esos hombres son el producto de este régimen. El régimen actual, podrido hasta la médula, engendra a esas que “El Debate” llama “gentes honradas”, cuya misión es reprimir ferozmente al pueblo para que los de arriba les toleren sus chanchullos. En otro régimen, en un régimen nuestro, de los trabajadores, esta planta de los ladrones y embaucadores será extirpada radicalmente. Y si no, ved lo que pasó en Rusia. (Ovación.)
Pero si a los obreros que trabajan, a los trabajadores honrados, se les aplica la Ley de Vagos, ¿qué habrá que hacer con esta gente? Ya llegará el día en que podamos aplicarles la justicia popular. Entretanto, el Tribunal del Pueblo, compuesto por todos los que estamos aquí reunidos, acuerda absolver a todos los trabajadores que están encarcelados por esa ley, luchar para sacar de las cárceles a todos nuestros presos y meter en ellas a los verdaderos vagos y maleantes de capa y espada. (Gran ovación.)
Camaradas, es preciso que nos preguntemos por qué se mantienen en el Poder gobiernos tan impopulares como los que padecemos, representantes de una minoría del país, en contra de la voluntad de la gran mayoría del pueblo. Y, naturalmente, tenemos que repetir que un Gobierno, por muy podrido que esté, no cae solo. Hay que empujarlo para que caiga, y empujarlo de manera que no pueda levantarse más.
El Gobierno sólo puede mantenerse en el Poder por la desunión de las fuerzas antifascistas. Quiero leeros unos párrafos de Lenin sobre la interpretación de situaciones como la que tenemos en España. Este párrafo está tomado del discurso pronunciado por Lenin en el segundo Congreso de la Internacional Comunista, en julio de 1920. En este discurso, Lenin, después de fustigar a los oportunistas por su falta de fe en el triunfo de la revolución, pone en guardia a los “verbalistas revolucionarios” -en este caso, se refiere en primer lugar a los maximalistas italianos- que creen que basta con que exista una crisis revolucionaria, con que la descomposición alcance a las capas dominantes, para que el hecho revolucionario se produzca indefectiblemente. Dice Lenin:
“...No hay situaciones absolutamente sin salida. La burguesía se produce como un ladrón desvergonzado que ha perdido la cabeza. Hace tontería tras tontería, agravando la situación y acelerando su propia ruina. Es un hecho. Pero no se puede "demostrar" que le es absolutamente imposible adormecer -con la ayuda de concesiones mínimas- a una minoría de explotados y reprimir el movimiento o la insurrección de una parte de explotados y oprimidos. Intentar "demostrar de antemano" que esta situación no tiene "absolutamente" ninguna salida, sería pura pedantería o un juego de palabras o de ideas.
“En casos tales, la "demostración" real no puede hacerla más que la práctica. El régimen burgués atraviesa, en el mundo entero, una profunda crisis revolucionaria. Ahora, se trata de "demostrar" en la práctica que los partidos revolucionarios tienen suficiente conciencia, espíritu de organización, articulación con las masas explotadas, decisión y habilidad para explotar esta crisis en provecho de una revolución victoriosa.”
Estas mismas palabras, camaradas, las hemos repetido nosotros en infinidad de mítines, para llegar a la conclusión de que sólo la acción unida del proletariado y de los antifascistas es la que puede decidir si este Gobierno y esta situación han de terminar. Pero en cambio, hace pocos días se ha visto en la prensa que hasta los camaradas socialistas y el propio señor Azaña han proclamado que el Gobierno ha de morir solo. No basta asomarse y decir: ¿No habéis fracasado bastante aun?, y luego esperar que fracasen. Hay que decir: ¡Basta de fracasos!, y poner fin a esta situación. Nosotros, los comunistas, decimos a los trabajadores que, para que éste Gobierno caiga, es necesaria la unión y el empuje de las masas trabajadoras y antifascistas. No se puede dejar, como decía Azaña, que el Gobierno y las derechas sigan haciendo tonterías. Esas tonterías nos están costando a nosotros muy caras. Y nos van a costar todavía más caras si dejamos a Gil Robles con las manos libres.
Algunas palabras más, camaradas, sobre la necesidad del Frente Único y del Bloque Popular Antifascista. Es claro que si queremos echar al Gobierno, lo primero que tenemos que hacer es realizar el Frente único. Sólo el Frente Único puede hacer el “milagro”. Y hemos de comenzar por unimos nosotros, es decir, el Partido Comunista y el Partido Socialista, por hacer la unidad del proletariado. Es muy necesario ir a la constitución del Frente Único de los partidos obreros y de todas las fuerzas antifascistas. Cuando el camarada Dimitrov hacía un llamamiento a todas las fuerzas antifascistas, se expresaba así:
“Lo primero que hay que hacer, por lo que hay que comenzar, es por crear el frente único, en cada fábrica, en cada distrito, en cada región, en cada país, en el mundo entero. La unidad de acción del proletariado sobre el plano nacional e internacional: he aquí el arma potente que hace a la clase a obrera capaz, no sólo de defenderse con éxito, sino también de pasar con éxito a la ofensiva contra el fascismo, contra el enemigo de clase.
“La acción común de los partidos, de las dos Internacionales, contra el fascismo, no se limitaría, no obstante, a influir en sus afiliados actuales, los comunistas y los socialistas, sino que influiría poderosamente en las filas de los obreros católicos, anarquistas e inorganizado, y hasta sobre aquellos que han llegado a ser, momentáneamente, víctimas de la demagogia fascista.
“Más aún; el potente Frente Único del proletariado ejercería una enorme influencia sobre todas las otras capas del pueblo trabajador, sobre los campesinos, sobre la pequeña burguesía de la ciudad, sobre los intelectuales. El frente único inspiraría a las capas vacilantes la fe en la fuerza de la clase obrera.”
Esto ha dicho nuestro gran Dimitrov, el luchador antifascista más capaz y más abnegado del mundo entero. Nosotros tenemos que poner en ejecución rápidamente sus consejos. Tenemos que reforzar el Frente Único por medio de las Alianzas Obreras y Campesinas, de cuya eficacia no podemos dudar, después de la magnífica victoria de la insurrección de Asturias. Tenemos que ir rápidamente a la realización de la Unidad Sindical, a la creación de una sola central sindical en España. La condición esencial para vencer al fascismo es que hagamos el Frente único entre socialistas y comunistas, porque ésta es la base para el funcionamiento eficaz del Bloque Popular Antifascista. Podemos decir, camaradas, que el Frente Único es una realidad en el deseo de los trabajadores. Lo grave es que no tiene aún forma orgánica. Y a esto hay que tender con toda rapidez.
Un ejemplo de frente único de todas las fuerzas antifascistas fue la magnífica concentración realizada con ocasión del acto en que habló don Manuel Azaña. Aquello, era la fuerza de la unidad antifascista, aunque sin su expresión orgánica todavía. Allí estaban los obreros, los campesinos, los empleados, los comunistas, los socialistas, los anarquistas y los republicanos de izquierda. Todos unidos frente al fascismo y la reacción. Aquel acto patentizó la necesidad orgánica, del Bloque popular Antifascista. Su creación es una necesidad táctica para luchar con éxito contra el fascismo. ¿Cuál es la importancia del Bloque Popular Antifascista? Vaya recurrir otra vez a la autoridad del camarada Dimitrov, a sus palabras en el VII Congreso de la Internacional Comunista:
“En la obra de movilización de las masas trabajadoras para la lucha contra el fascismo, una tarea especialmente importante es la que consiste en crear un amplio Frente Popular Antifascista, sobre la base del Frente Único proletario. En su agitación, el fascismo, deseoso de atraerse a estas masas, intenta oponer a las masas trabajadoras de la ciudad y del campo al proletariado revolucionario, asustar al pequeño burgués con el espantajo del "peligro rojo". Debemos cambiar la puntería y mostrar a los campesinos trabajadores, a los artesanos y a los intelectuales trabajadores, de dónde viene el peligro real que les amenaza; mostrarles de una manera concreta quién hace pesar sobre el campesino el fardo de los impuestos y de las rentas, quién le estruja con los intereses usurarios; quién, poseyendo las mejores tierras y todas las riquezas, echa al campesino y a su familia de su terruño y le condena al hambre y a la miseria. Explicar concretamente, explicar con paciencia y perseverancia, quién arruina a los artesanos y a los pequeños productores con los impuestos y las rentas, los arrendamientos elevados y una competencia intolerable para ellos; quién echa a la calle y priva de trabajo a extensas masas de intelectuales trabajadores.
“Pero esto no basta.
“Lo principal, lo más decisivo para establecer el Frente Popular Antifascista es la acción resuelta del proletariado revolucionario para la defensa de las reivindicaciones de estas capas, y, en particular, del campesino trabajador, reivindicaciones que siguen la línea de los intereses fundamentales y que hay que combinar, en el proceso de la lucha, con las reivindicaciones de la clase obrera.”
Después de estas palabras tan certeras, pocas he de pronunciar yo para destacar la importancia y el significado del Bloque Popular Antifascista. Ahora bien; nosotros hemos de dejar bien sentado que el Bloque Popular no debe ser creado exclusivamente con finalidades y funciones electorales. El Bloque Popular tiene otras tareas muy esenciales que realizar, otros deberes que cumplir. Sobre todo, en España. No se trata de volver al bloque del 14 de abril, para luego desembocar en noviembre del treinta y tres. Se trata de una amplia lucha de masas contra la reacción y el fascismo, para poder destruir su base material e influencia política y abrir ancho cauce a un régimen democrático, en la senda hacia el Poder Obrero y Campesino.
Y esto lo digo a propósito del discurso del señor Azaña. En aquella concentración grandiosa se puso bien de manifiesto el deseo que sienten todos los antifascistas de unir sus esfuerzos para la lucha. Los cuatrocientos mil antifascistas que asistieron al acto piden, exigen, que los partidos allí representados se pongan inmediatamente de acuerdo para organizar y desarrollar la lucha contra el Gobierno de la reacción y contra el fascismo. (Aplausos.)
Lo más importante de este acto fue, indudablemente, la concentración que logró hacerse. Hay que decir también que el discurso del señor Azaña fue una crítica magistral, demoledora, de este gobierno de reaccionarios e ineptos. Pero fue insuficiente para dar satisfacción a los anhelos populares. En todo su discurso no hay nada contra el fascismo. Hay problemas que un hombre político como el señor Azaña no puede ignorar. ¿Es que es preciso decir una vez más que hoy no se trata de repetir la experiencia del 14 de abril? Ningún republicano honrado quiere eso. El movimiento es más profundo. Y lo que nosotros queremos, lo que quieren aquellas masas que escuchaban en el campo de Comillas al señor Azaña, es algo más. Y estas cosas hay que plantearlas con claridad. Este movimiento de las masas populares puestas en pie entraña la lucha por la confiscación sin indemnización de la tierra de los grandes de España y de la Iglesia, para entregarles gratuitamente a los campesinos pobres y obreros agrícolas; la ayuda a los obreros parados; la disolución y el desarme de las organizaciones fascistas. Es decir, un programa amplio en el que tienen que figurar, naturalmente, la libertad de los presos y las libertades populares. En él deberán establecerse, además, medidas encaminadas a liquidar la base material de los reaccionarios y fascistas. Sin esto, no hay posibilidad de desarrollo para las fuerzas que quieren tierra, pan, paz y libertad.
Camaradas, yo creo que todas estas cosas deberán ser incluidas en la plataforma de lucha común del Partido Comunista y del Partido Socialista. Y, con esta plataforma de combate, lucharemos por la constitución de un amplio Frente Popular, y lucharemos unidos todos los antifascistas para imponer un gobierno popular que adquiera ante las masas el compromisos público de que va a cumplir su programa, de que va a expropiar de sus tierras y sus riquezas usurpadas a los grandes de España y a los enemigos de la República, a la Iglesia; de que va a democratizar el ejército; de que va a mantener las libertades democráticas; de que va a conceder inmediatamente una amplia amnistía; de que va a ayudar a los parados; de que va a disolver, desarmar y prohibir las organizaciones fascistas, etcétera. Repito que ha de asumir este compromiso ante el pueblo y añado que si no lo cumple, nosotros, todos, nos encargaremos de echarle. Pero si realiza este programa, si traduce en actos este compromiso establecido ante el Bloque Popular, yo declaro que tendrá el apoyo del Partido Comunista. (Grandes aplausos.)
Nosotros luchamos por la Dictadura del Proletariado, por los Soviets. Lo declaramos paladinamente, porque nosotros como partido del proletariado, no renunciamos a nuestros objetivos. Pero, en los momentos actuales comprendemos que la lucha está planteada no en el terreno de la dictadura del proletariado, sino en el de la lucha de la democracia contra el fascismo como objetivo inmediato.
Hoy necesitamos concentrar todas las fuerzas para luchar contra este gobierno impopular y hacer que caiga, antes de que sea tarde. (Aplausos.) Hay que luchar para conseguir que sean disueltas las Cortes contrarrevolucionarias. Y conseguir que se celebren unas elecciones a las que vayan las fuerzas antifascistas unidas, en la seguridad de que derrotarán a las fuerzas de la reacción y del fascismo. Repito otra vez que el Gobierno no caerá solo. Somos nosotros, los proletarios, somos nosotros, los antifascistas, los que con nuestra lucha unificada tenemos que echarle. ¡Y lo echaremos!
Camaradas del Partido Socialista: Vuestra nota de "Claridad”, en contestación a nuestra carta, es un paso firme hacia el Frente Único, hacia la unidad de acción, hacia la unidad política. Estoy seguro de que vuestra nota refleja el pensamiento y la voluntad de la inmensa mayoría del Partido Socialista. Y si en la práctica seguimos el mismo camino, el Frente Único de las fuerzas socialistas y comunistas será pronto un hecho. Tened siempre presente, que nosotros no somos un Partido maniobrero y que encontraréis en nosotros las mayores facilidades, la máxima transigencia para realizar lo que es vuestra y nuestra aspiración. Pero comprended, camaradas, que el tiempo corre. Es una cuestión de ritmo, y hay que ir a la unión rápidamente, con toda celeridad, si queremos ser nosotros, que sea nuestra clase, la que salga vencedora de esta situación. Queremos marchar unidos con vosotros en los combates futuros; como vosotros, no queremos ir del brazo de los reformistas, ni de los enemigos de Octubre. Queremos marchar unidos hasta que lleguemos a fundirnos en un solo partido con la izquierda del Partido Socialista y en especial con su máximo dirigente, el camarada Largo Caballero, porque estamos seguros de que sabrá encauzar al Partido Socialista por la ruta del frente único con los comunistas. (Imponente ovación. Gritos de ¡Viva el Partido Comunista! ¡Viva José Díaz!)
Pero tenemos que unirnos rápidamente; si no, puede ser tarde.
¡Obreros todos, campesinos, empleados, intelectuales, médicos, escritores, hombres de ciencia, hombres progresivos!
El camarada Dimitrov, el antifascista más consecuente, el hombre genial que salió victorioso en la gran batalla contra el fascismo, os llama desde la tribuna del VII Congreso de la Internacional Comunista, para que aportéis todo vuestro esfuerzo a la lucha contra el fascismo bárbaro y cruel.
A todos os digo que no veáis en el proletariado el “peligro rojo”, sino el eje, la vanguardia de toda lucha eficaz contra la barbarie fascista; que veáis en él la base de toda cultura y de todo bienestar. Y, como prueba formidable de lo que es capaz de realizar, ahí tenéis a la URSS; país magnífico, donde el nivel de vida de los trabajadores es superior al de todos los países capitalistas, y donde la cultura, la ciencia, el arte y el progreso gozan de la máxima estimación. País que se levanta como una roca, potente e invencible, frente al mundo capitalista en descomposición, frente al fascismo que destruye los pueblos y cierra el paso a la cultura y al progreso de la humanidad.
¡Luchemos incansablemente, todos unidos, por la paz, por la tierra y por la libertad!
¡Viva el VII Congreso de la Internacional Comunista!
¡Adelante por el Frente Único y por el Bloque Popular Antifascista, que pronto serán una realidad práctica en España!
¡Demos satisfacción a los millones de obreros y antifascistas que esperan anhelosamente la unidad en la lucha contra el fascismo!
(Formidable ovación. Vivas a José Díaz, al Partido Comunista, a la Internacional Comunista, a Dimitrov y al Frente Único. Todo el público, puesto en pie, entona la Internacional.)