Publicado por vez primera: Escritas
en la primavera y verano (boreal) de 1967, las tesis se publicaron por primera
vez en la revista mensual, Daad eb Gedachte (Acción y Pensamiento) en idioma
holandés. Apareció por vez primera en inglés como pamfleto editado por
Solidarity de Aberdeen en 1971. Tuvo una segunda edición inglesa en 1974, como pamfleto por
Solidarity de Londres. Ella fue la fuente de la transcripcción publicada en
marxists.org y utilizada como fuente para la tradducción al castellano.
Traducción al castellano para marxists.org: Laca
Gámpora, 2018.
Cuando los ejércitos de Mao Tse Tung y del General Chu Teh cruzaron el río Yangtse en Abril de 1949, la derrota era casi un hecho para las fuerzas de Chiang Kai Shek. Su poder había colapsado y antes del otoño el Kuo Min Tang fue expulsado del continente. El mundo empezó a hablar de una “victoria del comunismo” en China. Sin embargo, el propio Kung Tsiang Tang (el KTT o Partido Comunista Chino) caracterizó su victoria militar sobre el Kuo Min Tang como la “victoria de la revolución nacional burguesa democrática” que había comenzado hace 38 años. Lo que el KTT proponía y Mao Tse Tung consideraba su primer tarea era “la estimulación del proceso revolucionario”. A esta revolución, creían, le seguiría la revolución proletaria socialista. En una etapa posterior vendría la “transición hacia el comunismo”. Existe una sorprendente semejanza entre las ideas de Mao y del KTT sobre el desarrollo de la revolución china y las de Lenin y los Bolcheviques sobre el desarrollo de la revolución rusa.
Esta semejanza no es coincidencia. En ambos países las revoluciones resultaron de condiciones y factores similares. Ambos países eran atrasados a principios de este siglo. Sus relaciones de producción y modelos de explotación eran semi-feudales (o relacionados al feudalismo) y se basaban predominantemente en la agricultura. Sus poblaciones eran en su mayoría campesinas. Las creencias religiosas permeaban ambas sociedades, reflejando las condiciones sociales: en China el Confucianismo, en Rusia la Ortodoxia Griega. La realidad social en cada país formó los cimientos de regímenes similarmente opresivos: los Zares en Rusia y los Emperadores Manchúes en China.
Tanto en Rusia como en China las revoluciones tuvieron que resolver las mismas tareas políticas y económicas. Tuvieron que destruir al feudalismo y liberar a las fuerzas productivas de la agricultura de los grilletes puestos por las relaciones existentes. También tuvieron que preparar los cimientos para el desarrollo industrial. Tuvieron que destruir al absolutismo y reemplazarlo por una forma de gobierno y por una maquinaria estatal que permitiera soluciones para los problemas económicos existentes. Los problemas políticos y económicos eran los de la revolución burguesa; es decir, de una revolución destinada a hacer del capitalismo el modo dominante de producción.
El Plan de Desarrollo enviado por el KTT en el otoño de 1949 confirmó todo esto. Desafió a las tradiciones sociales chinas, basadas en los lazos familiares y en el gobierno local y regional. Promovió la reforma agraria a través de la introducción de métodos de producción más modernos y de la extensión del área bajo cultivo. El KTT quería aprovechar los inmensos recursos de fuerza de trabajo humana y, mediante la extensión y mejoramiento del sistema educativo, preparar a la población para el rol que le correspondía en una sociedad atravesando un proceso de industrialización. Los nuevos gobernantes de China querían una red de caminos moderna para acercar las áreas de producción de materiales y los centros industriales urbanos. Para el KTT la tarea principal era la creación de la industria moderna. El programa de Mao para el periodo siguiente al de “la toma del poder” fue esencialmente el programa del capitalismo triunfante.
Los problemas políticos y económicos de la revolución burguesa estaban, hablando generalmente, listos para ser abordados en la Francia de 1789. A pesar de esto hubo enormes diferencias entre las revoluciones burguesas de China y Rusia por un lado y la de Francia por el otro. En aquellos aspectos donde las revoluciones rusa y china de este siglo tienen semejanzas, se diferencian de la revolución francesa. En Francia, la revolución burguesa de 1789 tomó una forma clásica: la de la lucha de la burguesía contra las clases dominantes de un período pre-burgués. Pero ni en China ni en Rusia hubo una burguesía capaz de entender o conducir esa lucha. La característica de las revoluciones en ambos países es que fueron revoluciones burguesas donde otras clases (que no eran la burguesía) jugaron el papel de la burguesía francesa en el siglo XVIII.
Estas relaciones de clase bastante inusuales dieron forma a los cimientos del bolchevismo tanto en Rusia como en China. El bolchevismo no tuvo lugar en China porque Mao Tse Tung y sus co-pensadores fueron bolcheviques, sino porque las condiciones en China eran similares a aquellas que dieron origen al bolchevismo en Rusia. Ni en Rusia ni en China podía triunfar el capitalismo, a menos que adoptara una forma bolchevique.
Tanto en China como en Rusia el feudalismo (o su equivalente) había persistido hasta tiempos muy recientes debido al estancamiento del desarrollo agrario. En ambos países el capitalismo surgió de lo que podría llamarse necesidades externas. Con él, se desarrollaron una burguesía embrionaria y un proletariado embrionario. En Rusia el capitalismo surgió como resultado de las necesidades económicas del militarismo zarista. La industrialización comenzó en Petrogrado, en Moscú, en la cuenca carbonífera de Donetz y alrededor de los campos petrolíferos de Baku. En China tuvo lugar el mismo proceso en los grandes puertos de Shanghai, Canton y Nanking. Pero en China el proletariado era un porcentaje de la población aún menor que en Rusia. A pesar de las muchas similaridades, este hecho determinó enormes diferencias entre las revoluciones en los dos países.
La burguesía que se desarrolló mediante este proceso de industrialización en China y en Rusia lejos estaba de parecerse al “Tercer Estado” que proclamara orgullosamente su derecho al poder en el comienzo de la revolución burguesa francesa. La burguesía en China y en Rusia surgió como una clase sin una base económica firme y propia. Era sostenida por el capitalismo extranjero y se desarrolló bajo la sombra de un absolutismo que había hecho concesiones al capitalismo extranjero.
Aunque la clase obrera rusa fuera pequeña, las condiciones del zarismo aseguraron que fuera muy militante. Este carácter militante, combinado con su concentración en ciertas áreas, le permitió al proletariado ruso tener una influencia significativa en los acontecimientos. Jugó un papel importante en 1905 y en 1917, así como lo hicieron los campesinos como resultado de su fuerza numérica. Rusia también contaba con una intelligentsia para la cual la historia había reservado un rol especial. Los cuadros de revolucionarios profesionales del Partido Bolchevique provinieron desde las filas de los intelectuales. Lenin dijo una vez de estos revolucionarios profesionales (y tuvo más razón de la que creía) que eran “jacobinos ligados a las masas”. O sea, revolucionarios de un tipo claramente burgués, abogando por un método (o forma) típicamente burgués de organización.
Estos jacobinos bolcheviques dejaron su impronta en la revolución rusa y, a la inversa, ellos mismos fueron influenciados por los acontecimientos rusos. Usaban la palabra “smytschka” para describir las necesidades de la revolución. La “smytschka” era una alianza de clases entre obreros y campesinos, clases con intereses completamente distintos pero que, cada una por su lado, no podrían lograr sus objetivos de manera permanente. En la práctica (y como resultado histórico), esto significaba que el partido ocupase una posición de autoridad por encima de ambas clases. Esta situación continuó hasta que, como resultado del desarrollo social, apareció una nueva clase, engendrada por el modo de producción post-revolucionario.
En China la historia se repitió pero de una forma distinta. Aunque en general la revolución china se pareció bastante a la rusa, tuvo algunas grandes diferencias. La primera fue su ritmo. Aunque la revolución china empezó en 1911, al principio (más allá de algunos sucesos importantes en 1913, 1915 y 1916) sólo marcó el paso. Al contrario de lo que ocurrió en Rusia en 1917, la masa de la población no entró a la escena en el primer acto. La caída -o más bien la abdicación- de los Manchúes fue un eco tardío de los movimientos de masas pasados, como la Rebelión Tai Ping y la Rebelión de los Boxers. La abdicación no fue la secuela de un levantamiento. El “Hijo del Cielo” le ofreció a China la república en una bandeja. La autoridad imperial no fue destruida como sí lo fueron la realeza francesa o el zarismo ruso, sino que fue legada por decreto imperial a Yuan Shih Kai. Yuan había recibido el apodo de “el Napoleón chino” por su intento infructuoso de reemplazar al imperio por una dictadura militar. Pero esta designación es inexacta, ya que Napoleón fue el ejecutor de la voluntad de la revolución burguesa, mientras que Yuan Shih Kai sólo fue el ejecutor de la voluntad de una casa imperial en bancarrota. Como tal, Yuan Shih Kai probó ser un obstáculo para el desarrollo de la revolución.
Más que con Bonaparte, Yuan puede ser comparado con Kornilov, el general ruso que hacia el final del verano de 1917 preparó un golpe contra-revolucionario. Cuando los bolcheviques se enfrentaron con este peligro llamaron a la resistencia y los obreros de Petrogrado intervinieron del lado de la revolución. Nada similar podría haber pasado en China donde la pequeña clase obrera era demasiado débil para siquiera contemplar tal acción. Por lo tanto, el progreso de la revolución burguesa china fue retrasado.
En China la necesidad histórica no había dado lugar a jacobinos que se opusieran a Yuan Shih Kai; lo que sí existía era una intelligentsia pequeñoburguesa, radical y republicana. Su radicalismo era sin embargo bastante relativo, y sólo discernible en relación con la reaccionaria burguesía china, que coqueteaba tanto con Yuan Shih Kai como con el imperio. Esta pequeña burguesía fue representada por Sun Yat Sen, que siguió los pasos de Confucio en abogar por la reconciliación de clases. Sun Yat Sen buscó un compromiso entre la antigua China y una república moderna (o sea, burguesa).
Tales ilusiones no podían estimular actitudes revolucionarias. Estas ilusiones explican por qué Sun Yat Sen capituló sin resistencia ante Yuan Shih Kai cuando por un corto tiempo luego de 1911 se encontró al frente de los acontecimientos. La principal razón de la falta de éxito de Yuan Shih Kai se debía a las fuerzas del separatismo y la descentralización que habían vuelto imposible la existencia de la monarquía Manchú y habían hecho insostenible el mantenimiento de las anteriores estructuras de poder, aún bajo una forma modificada.
La China de 1911 no se convirtió en un Estado-nación burgués como Francia, Alemania o Italia luego de sus respectivas revoluciones burguesas. Consecuentemente, China cayó presa de un puñado de generales como Sun Chuan Fang y Feng Yu Hsiang que pelearon entre ellos por más de una década, mientras que en Rusia generales como Denikin, Kolchak y Wrangel sólo entraron a escena luego de la revolución de 1917. En Rusia los generales lucharon contra los campesinos, los obreros y los bolcheviques; en China los generales lucharon para prevenir que sucediera lo que había tenido lugar en Rusia en 1917, mediante la extensión de su poder sobre la mayor parte de China. Pero todos ellos fracasaron. No fue hasta finales de los 1920 que Chiang Kai Shek tuvo éxito; en ese momento la revolución había entrado en una nueva fase.
Chiang Kai Shek no era como los otros generales; no era un señor guerrero feudal ni representaba a los campesinos pudientes. Él fue el general de los “girondinos” chinos, el general del Kuo Min Tang. Su partido había sido empujado a la actividad revolucionaria durante un corto período por la presión de las masas, ahora empezaba a jugar un rol activo en los acontecimientos. Luego de marcar el paso por un cuarto de siglo, la revolución china llegó a la etapa que la revolución rusa había alcanzado en Febrero de 1917, a pesar de las aún muy diferentes condiciones sociales en los dos países.
El Kuo Ming Tang (el Partido Nacional de China) es el más viejo de los partidos relevantes en la revolución china. Fue el heredero del Tung Min Wuo (“Frente Unido de Revolucionarios”) que a su vez continuaba las tradiciones de la sociedad secreta “China Despierta”. Fue formado fuera de China por Sun Yat Sen en 1894 con el apoyo de pequeños comerciantes emigrados. La base pequeñoburguesa de este grupo estaba compuesta por comerciantes e intelectuales pero también contenía a muchos soldados y oficiales con nociones carreristas. También ganó algún apoyo en la burguesía china, todavía en su infancia.
La perspectiva del KMT era tan vaga como su composición era heterogénea. No se daba cuenta que, como en toda revolución burguesa, el desarrollo de la economía china dependía de la reforma agraria y de liberar al campesinado de las formas feudales de propiedad. La confusión era inevitable ya que esta liberación del campesinado estaba conectada inseparablemente con la ruptura de las relaciones familiares tradicionales en China. Estas relaciones eran parte integral de la visión de la China futura que tenían Sun Yat Sen y el KMT.
Los miembros del KMT eran nacionalistas republicanos y la lógica consecuencia del nacionalismo fue la lucha contra el imperialismo. Pero esto era imposible para un partido cuyos miembros burgueses estaban tan vinculados a ese mismo imperialismo. Tan confusas eran las ideas de Sun Yat Sen que él realmente creía que China podía ser unificada y fuerte bajo un poder central apoyado por el capital extranjero. Él no se daba cuenta que ese capital extranjero se beneficiaba precisamente de la debilidad de China. La principal característica de las ideas de Sun Yat Sen y el KMT era su noción de la reconciliación general entre las clases. Este ideal irrealista se correspondía con el hecho de que el KMT era la expresión política de intereses básicamente irreconciliables.
Fue recién a principios de los 1920s, cuando el pueblo chino se levantó para defenderse contra el imperialismo opresor, que el KMT se movió hacia la izquierda. El partido fue reorganizado y Sun Yat Sen escribió un programa que por primera vez reconocía la cuestión agraria como básica para el desarrollo de la sociedad china. Sin embargo, los términos confucianos del programa entorpecían su interpretación revolucionaria de tal manera que tanto el ala izquierda como el ala derecha del partido podían interpretarlo como quisieran.
A pesar de esto, el KMT fue llevado por los mismos eventos a luchar contra el imperialismo y las fuerzas de la reacción que se mantenían igual de fuertes desde 1911. Por un tiempo pareció que dentro del partido nacionalista iba a aparecer una forma de “democracia jacobina”. La revolución estaba en ascenso pero ello sólo exacerbó las contradicciones entre los diversos grupos sociales que componían el KMT. A medida que la revolución avanzaba, todo lo que era reaccionario en China se levantaba contra ella.
El Kung Tsiang Tang (KTT, el partido bolchevique chino) emergió en los años 1920-1921 por razones bastantes similares que dieron origen al partido bolchevique ruso 20 años antes. A medida que la burguesía china fracasaba en su propia misión, los obreros y campesinos se convirtieron en la fuerza de batalla de la revolución. Como lo que estaba a la orden del día era una revolución burguesa y no una revolución proletaria, la organización que surgió de la lucha –y como consecuencia de las limitaciones del KMT- fue una organización de tipo burgués: un partido. El partido fue creado siguiendo líneas leninistas porque las condiciones eran similares a las que habían dado lugar al partido bolchevique en Rusia. Su estructura interna y sus ideas políticas y sociales se correspondían con esas condiciones materiales.
El académico chino Chen Tu Hsiu, fundador del KTT, lo convirtió en una copia fiel del partido bolchevique ruso. Esto fue confirmado por el mismo Mao Tse Tung en un discurso por el 28 aniversario del KTT en 1949: “Fue a través de las prácticas de los rusos que los chinos descubrieron el marxismo. Antes de la Revolución de Octubre los chinos no sólo eran ignorantes de Lenin sino también de Marx y Engels. Los salvos de las armas de la Revolución de Octubre nos trajeron el marxismo-leninismo.” Los chinos concluyeron de esto que “era necesario para nosotros seguir el camino de los rusos.”
Esta conclusión era correcta, pero sólo porque el “marxismo-leninismo” no tiene nada que ver con el marxismo salvo la terminología. El marxismo era la expresión teórica de las relaciones de clase dentro del capitalismo. El leninismo es una transformación de las ideas social-demócratas para encajar en las particulares condiciones rusas. Y serían estas condiciones las que darían forma al bolchevismo, más que las ideas social-demócratas. Si el leninismo hubiera sido marxismo, los chinos no hubieran tenido nada que ver con él, y lo que Mao dijo de otras teorías occidentales hubiera sido aplicado al mismo leninismo, o sea: “los chinos han aprendido mucho del Occidente pero nada de uso práctico.”
Aunque el KTT pudo tomar prestada la estructura del partido bolchevique ruso como resultado de las condiciones similares en ambos países, estas condiciones no eran idénticas. Por lo tanto fue necesario modificar al leninismo para que encajase en las condiciones chinas, así como Lenin había modificado ideas occidentales para que encajaran en la situación rusa. Como la situación en China era más cercana a la de Rusia que las condiciones rusas de las condiciones de Europa occidental, las alteraciones realizadas fueron menos drásticas.
Sin duda hubo cambios, y el bolchevismo chino reflejó una influencia del campesinado mucho más fuerte que la variedad rusa. Esta adaptación a condiciones más primitivas no fue realizada conscientemente sino que ocurrió por las presiones de la propia realidad. La influencia visible de esta presión fue la renovación completa del partido en 1927. Por el tiempo en que el KTT permaneció como una copia fiel del modelo ruso, fue completamente impotente en la marea de la revolución china, pero una vez que se identificó más cercanamente con las masas campesinas, se convirtió en un factor importante. Esto explica por qué Chen Tu Hsiu fue expulsado en 1927 en el momento de la “renovación de cuadros”. Los “rebeldes del campo” se estaban afiliando en grandes números. Chen Tu Hsiu, el académico marxista, fue reemplazado por Mao Tse Tung, el hijo de campesinos de Honan.
Un tercer partido en aparecer en la revolución china fue la Liga Democrática. Fundada en 1941, desde un principio la Liga buscó actuar como un colchón entre el KMT y el KTT. En el periódico Ta Kun Puo (el 21 de Enero de 1947), contactos cercanos de la Liga definieron sus actividades como la propaganda por la democracia y servir como intermediarios entre el KMT y los bolcheviques con una visión de unidad nacional. En otros medios la Liga define su objetivo como el fin de la guerra civil y alcanzar la paz.
La Liga buscaba reconciliar lo irreconciliable. El compromiso propuesto (la propia Liga usaba la palabra “compromiso”) fue un intento similar al de Sun Yat Sen en 1912 cuando cedió ante Yuan Shik Ksi “para evitar la guerra civil”. Pero en 1912, con la revolución ya comenzada, la guerra civil era inevitable. Todos los intentos de compromiso a partir de ese momento sólo podían llevar a un resultado: la intensificación de la guerra civil.
Ha sido dicho de la Liga Democrática, fundada mediante la coalición de diversos grupos y pequeños partidos, que la mayoría de quienes la apoyaban eran académicos y estudiantes y que usaban la palabra “democracia” igual que era usada en el Occidente, o sea como el dominio de la burguesía. Estos académicos eran los herederos de los Mandarines que habían gobernado China por más de 3.000 años; lo que aprendieron de los demócratas burgueses occidentales fue un fino barniz sobre su filosofía básicamente confuciana. La característica básica de esta filosofía es su preocupación por la “paz” y por evitar la lucha de clases. Los Mandarines de la Liga mantenían cercanos lazos familiares y económicos con el estrato más alto de la sociedad china. Esta capa social tenía un pie en la sociedad burguesa pero también mantenía intereses feudales.
Este trasfondo social se expresaba elocuentemente en la política de la Liga; a pesar de su superficial crítica severa del KMT, sus acciones prácticas se limitaban a intentos de reformarlo. Estos intentos no eran fructíferos. Las “fallas” del KMT no podrían haber sido eliminadas sin eliminar las circunstancias sociales que habían dado nacimiento tanto al KMT como a la Liga Democrática.
No era posible ponerle un fin a la guerra civil en China mediante los compromisos sugeridos por la Liga, sólo era posible llevando a la guerra civil a su conclusión. La Liga nunca abandonó sus políticas pacíficas pero la realidad eventualmente le forzó a modificarlas. Con vacilaciones, recelosamente y (como ellos mismos admitieron) demasiado tarde, la Liga le declaró la guerra a Chiang Kai-shek, a quien ellos (con su miopía característica) siempre habían tomado como un hombre moderado. Al mismo momento Chang Kai-shek regresó a su política, interrumpida momentáneamente durante la guerra con Japón, de destruir a quienes abogasen por políticas de compromiso y moderación. La Liga Democrática, atrapada entre la izquierda y la derecha, fue aplastada durante el otoño de 1947 y desapareció.
Entre 1927 y 1947 la revolución china vivió un segundo período de estancamiento. Durante este período el KMT estaba en el poder, habiéndose separado de su juventud y de su ala jacobina. Este período girondino empezó con la derrota de Sun Yat Sen y de la izquierda. En la primavera de 1927 los antagonismos sociales provocaron una crisis política y una consecuente división del partido. En Abril de ese año hubo dos gobiernos del KMT; uno de izquierda en Wu Han y otro de derecha en Nanking. Las diferencias entre ambos no eran muy grandes, ya que el régimen de Wu Han mantuvo su distancia del campesinado, que estaba entrando en actividad. El régimen de Nanking reaccionó de la misma manera. No había diferencia entre la política agraria de los dos regímenes. Cuando el movimiento campesino en Honan cobró apariencia de una revuelta de masas, Tan Ping San, el Ministro de Agricultura de Wu Han, viajó a la provincia para “prevenir excesos”... (en otras palabras para suprimir la revuelta). Tan Ping San era un bolchevique y un miembro del KTT (por entonces trabajando en colaboración cercana con el KMT). Chen Tu Hsiu, que todavía era el líder del partido, razonaba así: “Una política agraria demasiado radical crearía una contradicción entre el ejército y el gobierno en el cual participa el KTT. La mayoría de oficiales proviene de los pequeños propietarios de tierras, que serían los primeros en sufrir por una reforma agraria.” Este es otro ejemplo más de por qué era necesario renovar las filas del partido bolchevique con campesinos. También estaba claro que la administración Wu Han estaba entre las revueltas campesinas y el gobierno de Nanking y que, debido a su base pequeñoburguesa, no se tomaba su coqueteo con el jacobinismo radical muy en serio. Como resultado, fue forzado a rendirse ante Nanking a principios de 1928, dejando a Chiang Kai-shek como el amo de la situación.
El gobierno de Nanking salió victorioso en el crítico año 1927. Grandes insurrecciones obreras tuvieron que ser suprimidas en Shanghai y en Canton. Algunos afirman que estas insurrecciones fueron intentos del proletariado chino para empujar los acontecimientos hacia una dirección revolucionaria. No fue así. 22 años luego de las masacres en estas dos ciudades el ministro chino de Asuntos Sociales anunció que en China había 14 ciudades industriales y apenas algo más de un millón de obreros industriales en una población que iba de 400 a 500 millones. Es decir, los obreros industriales eran menos del 0,25% de la población. En 1927 esta cifra debe haber sido aún menor.
Con un proletariado insignificante como clase en 1949, es altamente improbable que hubiera tenido una actividad revolucionaria de clase 22 años antes. La insurrección de Shanghai de Marzo de 1927 fue una insurrección popular que tuvo como fin apoyar a la Expedición del Norte de Chiang Kai-shek. Los obreros sólo jugaron un papel significativo en ella porque Shanghai era la ciudad más industrializada de China, donde vivía un tercio del proletariado chino. La insurrección fue de naturaleza “democrático-radical” más que proletaria y fue sangrientamente reprimida por Chiang Kai-shek porque él despreciaba al jacobinismo, no porque temiera al proletariado. La así llamada “Comuna de Cantón” no fue más que una aventura provocada por los bolcheviques chinos en un intento de lograr lo que no habían podido lograr en Wu Han.
La insurrección de Cantón de Diciembre de 1927 careció de perspectiva política y expresó tan poca resistencia proletaria como el KTT expresaba en aspiraciones proletarias. Borodin, el asesor ruso del gobierno, declaró que él había venido a China a pelear por una idea; fue por ideas políticas similares que el KTT sacrificó a los obreros de Cantón. Estos obreros jamás plantearon un desafío serio para Chiang Kai-shek y el ala derecha del KMT; el único desafío serio, sistemático y sostenido provenía del campesinado.
Luego de su victoria Chiang Kai-shek se encontró como amo de un país en el cual las contradicciones insolubles del sistema social tradicional habían producido un caos social. El gobierno de Nanking tuvo por delante la tarea de reorganizar China, pero era imposible volver el tiempo atrás.
Chiang Kai-shek fue obligado a embarcarse en nuevas rutas y estuvo listo para hacerlo. Él soñaba con ser el reformador girondino de China, así como Kerensky había soñado con ser el gran reformador en la revolución rusa. Kerensky, al igual que un héroe de comedia, había actuado a través de la escena política rusa entre febrero y octubre de 1917, creyendo que él podía dominar los eventos, cuando en realidad los eventos lo empujaban a él.
Chiang Kai-shek y Kerensky son comparables de varias maneras: ninguno fue muy crítico del imperialismo; ambos enfrentaron problemas agrarios que causaron la inestabilidad básica de sus regímenes; ambos se convirtieron en títeres de la reacción como resultado de sus propios ideales. Las creencias “socialistas” de Kerensky (¡de cuántas maneras se puede interpretar la palabra “socialista”!) le llevaron a convertirse en aliado y amigo de muchos de los elementos más reaccionarios en Rusia. Chiang Kai-shek, quien desde que era un cadete en la academia militar había soñado con “renovar a China con su espada”, eventualmente se convirtió en miembro de una pandilla de la cual T.V. Soong era el miembro más típico. Pero tanto la riqueza de Soong (quien de hecho era el suegro de Chiang) como la de otros importantes financistas, presuponían tanto el imperialismo comercial como la miseria del campesinado chino. Las políticas de Kerensky fueron similarmente dictadas por la posición social de sus amistades, como era el caso de Nekressov, una posición basada en la miseria del campesinado ruso. Mientras el gobierno de Kerensky en Rusia solamente duró unos meses, el periodo del “Kerensky” chino del KMT duró hasta la Segunda Guerra Mundial.
Aunque la ascensión al poder de Chiang Kai-shek impidió el progreso de la revolución burguesa, la revolución ya había comenzado y la principal fuerza revolucionaria, la masa del campesinado, continuaba empujando hacia adelante. Al principio de los 1930s, apenas 3 años luego de que el país fuera “pacificado”, hubo una serie de insurrecciones campesinas. Los ejércitos del KMT se enfrentaron contra los revolucionarios -o sea, el campesinado- que habían sido continuamente oprimidos y estafados y ahora estaban siendo llevados a los extremos de la desesperación.
Allí donde las masas se pusieron en acción llevaron a cabo una repartición general de la tierra. Esta repartición fue tan radical en la provincia de Kiangsi que el KMT fue forzado a legitimarla cuando “pacificaron” el área rebelde en 1934, aun cuando esta reforma estaba bastante en desacuerdo con su política general. Es cierto que Chiang Kai-shek había declarado que tenía la intención de regular la propiedad de la tierra para que cada uno pudiera tener su porción de ella; pero más allá de Kiangsi, donde la repartición fue impuesta por los mismos campesinos, dichas reformas no tuvieron lugar.
El KMT afirmaba que las cooperativas mejorarían las condiciones de vida de sus miembros y, aunque el número de esas cooperativas pasó de 5.000 a 15.000 entre 1933 y 1936, en realidad sólo sirvieron a los intereses de los terratenientes. El antropólogo sueco Jan Myrdal, que por un tiempo vivió en una aldea campesina en Shansi, registró que los propios campesinos le dijeron que el sistema de crédito les llevó a ser todavía más pobres. Sus deudas con los terratenientes se incrementaron y las tropas del KMT les obligaban a pagarlas. Estas condiciones, como Myrdal las registró, dieron sustento a la afirmación de que la revolución que estuvo latente durante los 1930s para explotar en los 1940s fue abrumadoramente una revolución campesina.
El gobierno de Nanking bajo Chiang Kai-shek fracasó en resolver el problema más urgente de China: la cuestión agraria. Su incapacidad en esta cuestión se derivaba de los vínculos cercanos entre el KMT y aquellos sectores de la sociedad china cuyos intereses más favorecían el mantenimiento del sistema tradicional. La opresión abierta y directa del campesinado bajo este sistema era de una naturaleza marcadamente pre-burguesa y demostraba que los restos del feudalismo todavía estaban presentes.
Aquí se puede encontrar la fuente de la creciente corrupción dentro del KMT: dicha corrupción no fue el resultado de las características personales de los líderes del KMT sino del mismo sistema social. El KMT no fue corrompido por buscar apoyo en las clases propietarias, sino por estar basado en dichas clases. Esta corrupción exacerbaba los problemas sociales de China. El gobierno de Nanking y las clases parasitarias a las que representaba le ponían un freno al desarrollo y tendían a destruir la economía china.
Pero una vez que esta economía fue desafiada, el gobierno tuvo sus días contados. Luego de 20 años, las masas campesinas al fin descubrieron cómo unirse en una fuerza revolucionaria. No fue la clase obrera, todavía muy débil, quien provocó la caída de Chiang Kai-shek sino las masas campesinas, organizadas bajo la democracia primitiva en guerrillas. Esto demuestra otra diferencia fundamental entre la revolución china y la revolución rusa. En la segunda los obreros estuvieron a la cabeza del movimiento en Petrogrado, Moscú y Kronstadt, y la revolución progresó hacia afuera desde las ciudades hasta el campo. En China fue al revés. La revolución se movió desde las áreas rurales hacia las urbanas. Cuando Kerensky convocó al ejército para ayudarle contra la Petrogrado revolucionaria, sus soldados fraternizaron con los bolcheviques. Pero cuando los ejércitos de Mao Tse Tung y Lin Piao se aproximaron al río Yangtse, los soldados campesinos del KMT desertaron en masa. No era una cuestión de la defensa de Nanking o de la China de Chiang Kai-shek. El espectro del feudalismo fue expulsado de China y el capitalismo nació allí sangrientamente, resultando de la cesárea social llevada a cabo por las bayonetas de los ejércitos campesinos.
Siendo una revolución campesina, la revolución china mostró su carácter burgués tan claramente como la revolución rusa. Cuando los campesinos empezaron a moverse, Lenin y sus correligionarios fueron forzados a abandonar sus ideas sobre “la cuestión agraria”. Adoptaron la política narodnik basada en la así llamada “repartición negra” bajo el slogan “la tierra para los campesinos”. En China el KTT se valió de un slogan similar, también tomó prestado de otros (en particular de Sun Yat Sen) y, como en Rusia, se dio el caso de que la misma realidad les había forzado a hacerlo.
En 1926 los dos amigos de la infancia de la provincia de Honan, Mao Tse Tung y Liu Shab Chi, seguían estrictamente a la doctrina del partido. El primero escribió en un estudio de la vieja estructura de clases en China que “el proletariado industrial es la fuerza motriz de nuestra revolución”. El último escribió en un panfleto donde afirmaba “la revolución social y democrática sólo puede tener éxito bajo el liderazgo de los sindicatos obreros”.
La tinta apenas se había secado cuando los campesinos de Honan desafiaron esas opiniones con una fuerza irresistible. Profundamente impresionado por lo que había visto durante una corta visita a su provincia nativa, Mao Tse Tung se convenció que no serían los obreros sino los campesinos quienes estarían al frente de la revolución. “Sin los campesinos pobres no hay revolución”, escribió en un reporte. Quien sea que actuara contra los campesinos atacaba a la revolución; sus tácticas revolucionarias eran irreprochables.
Mao Tse Tung describió en gran detalle las tácticas revolucionarias de los campesinos de Honan en un reporte del movimiento revolucionario en esa provincia. Estas tácticas fueron usadas en toda China, tanto durante el largo “período Kerensky” como en 1949 y en 1953. Las casas de los tiranos de la aldea eran invadidas por multitudes, su maíz confiscado y sus cerdos carneados. Los terratenientes eran vestidos como payasos y obligados a desfilar en las aldeas como prisioneros; se organizaban reuniones donde los pobres expresaban sus quejas contra los ricos, y se establecían tribunales para juzgar a los explotadores. Estos métodos de lucha fueron desarrollados espontáneamente por los campesinos chinos. En China, igual que en Rusia, no fue el partido el que le indicó el camino a los campesinos - fueron los campesinos quienes le indicaron el camino al partido.
Los cambios sociales que ocurrieron en el campo chino entre 1949 y 1953 se caracterizaron por la repartición de la tierra, la desposesión de los terratenientes, el quiebre de los grupos sociales conectados con ellos y, finalmente, por la destrucción de la familia patriarcal, que era la unidad productiva básica de la sociedad tradicional china. El significado social de este proceso fue que terminó con el viejo sistema en decadencia y puso serias dificultades al desarrollo de la propiedad privada de la tierra (siendo la tierra el más importante de los medios de producción en China en ese entonces).
El resultado fue el mismo que en Rusia. Los campesinos sin tierra se transformaron en pequeños propietarios. Luego de 4 años de revolución agraria, había entre 120 y 130 millones campesinos independientes en China.
Karl Radek escribió sobre la Rusia posterior a 1917: “los campesinos rusos se han apropiado de la tierra feudal en la que antes trabajaban”. Este es el hecho principal, aunque pueda quedar parcialmente oculto detrás de diversas ficciones jurídicas. Vargas, el economista bolchevique, escribió en 1921: “la tierra es trabajada por campesinos que producen casi como propietarios privados.” Tanto Radek como Vargas estuvieron absolutamente en lo cierto.
La primera fase de la revolución rusa tuvo como resultado la propiedad privada capitalista en el campo, lo que naturalmente llevó a nuevas diferenciaciones sociales. Al lado de una clase de campesinos pudientes se desarrolló una nueva clase de trabajadores agrícolas. Respecto a sucesos similares en China, Mao Tse Tung escribió en 1955: “en años recientes las fuerzas espontáneas del capitalismo se han expandido diariamente en el campo; por todos lados aparecen nuevos campesinos ricos y un gran número de campesinos pudientes intentan desesperadamente volverse ricos. Por otro lado, un gran número de campesinos pobres todavía viven en la miseria porque los medios de producción no son suficientes. Algunos de estos campesinos pobres están endeudados y otros están vendiendo o prestando su tierra.” Más adelante, en el mismo artículo, Mao escribe sobre “un grupo de campesinos pudientes que están evolucionando hacia el capitalismo.”
La repartición de la tierra en Rusia y China creó las condiciones bajo las cuales la agricultura ingresó a la producción mercantil moderna. Este sistema había surgido en Europa Occidental bajo la forma del capitalismo clásico. En aquel sistema ya no existían las unidades cerradas donde las necesidades se resuelven mediante el trabajo local y se orienta la producción al consumo local. Un campesino ya no consumía toda su producción ni producía para satisfacer sus propias necesidades. La especialización estaba desarrollada y el campesino empezó a trabajar para el mercado, igual que la industria.
El campesino proveía a la industria con productos primarios y a los trabajadores industriales no-agrarios con comida. A cambio, la industria proveía al campesino con la maquinaria necesaria para mejorar e incrementar la producción. Esta especialización condujo a una creciente interdependencia entre agricultura e industria.
En Rusia y en China este tipo de desarrollo también tuvo lugar, pero no según las líneas clásicas. Ambos países carecían de una burguesía moderna (que suele ser el agente histórico de este tipo de cambio social). Su rol histórico había sido asumido por el Partido y el Estado. El desarrollo hacia el capitalismo en estos dos países también fue el desarrollo hacia el capitalismo de Estado. A primera vista parece que este desarrollo fue el producto de una (supuesta) ideología socialista. Pero viendo el asunto más de cerca, parece que el capitalismo de Estado no fue el resultado de esa ideología sino que esta ideología “socialista” fue la consecuencia de la nueva inevitabilidad del capitalismo de Estado.
Como el capitalismo de Estado implica una restricción de los mecanismos de “libre” mercado y de las tradicionales “libertades” del productor, tanto en China como en Rusia se encontró con la resistencia de los campesinos, que recién se habían establecido como productores libres. La necesidad histórica de superar esta resistencia inevitablemente llevó a la dictadura de partido.
El clima de resistencia entre el campesinado chino se demuestra claramente en este episodio descrito en la revista teórica del Partido en 1951: “El joven Liu Shao-chi había trabajado como obrero de granja por más de 10 años. Durante este tiempo había sufrido una amarga pobreza. No fue hasta la victoria de la revolución que pudo casarse y empezar una familia. Durante la campaña por la reforma agraria fue muy activo y fue elegido secretario de la liga de la juventud de su aldea. Sin embargo, una vez que adquirió tierra se negó a seguir trabajando para el Partido. Cuando se le reprochó esto, respondió: ‘Fui pobre toda mi vida. No tenía tierra. Ahora que tengo tierra, estoy conforme. No hay necesidad de más revolución’.”
El Partido respondió que la revolución todavía no había terminado. La revolución no podía terminar hasta que se estableciera una economía moderna y estable sin la cual, a pesar de la repartición de la tierra, la agricultura volvería a estancarse.
En 1953, cuando la revolución agraria estaba sucediendo, o sea cuando había tenido lugar la repartición de la tierra, China presenció el comienzo de una violenta lucha entre los campesinos y el KTT. El objetivo de esto era construir una economía capitalista estatal. Al mismo tiempo que sucedía esto, también surgieron crecientes tensiones entre los obreros y el gobierno.
En estos dos aspectos, lo que sucedía en China en los 1950s recordaba a lo sucedido en Rusia en los 1920s. Pero los acontecimientos en ambos países no eran idénticos. En China no existieron los consejos obreros ni las tendencias a la autogestión en las fábricas que habían forzado a Lenin a adoptar la consigna “Todo el poder a los Soviets” (a pesar de ser esencialmente opuesta a la ideología bolchevique). A pesar de eso, se pueden ver similaridades. Por un lado, en el Primer Congreso Ruso de Consejos de la Economía Nacional (Mayo de 1918) se decidió que las eventuales nacionalizaciones de fábricas sólo podrían llevarse a cabo con el consentimiento del Consejo Supremo de Economía Nacional (ver), y en el X Congreso del Partido Bolchevique (Marzo de 1921), se prohibió la confiscación futura de empresas. Por el otro lado, en Septiembre de 1949 en China se prohibió a los obreros realizar huelgas, incluso en el sector privado.
Mientras el proletariado ruso estaba desarrollando nuevos métodos de lucha, el proletariado chino recurría al arma clásica de la huelga. Pero en ambos países la legislación se dirigía contra la auto-actividad obrera. Bajo la fina capa de barniz de la supuesta “dictadura del proletariado” estaba el capitalismo.
Tanto en China como en Rusia había una contradicción entre la realidad social y lo que afirmaba el Partido Bolchevique. Cuando se trataba de los sindicatos, esto llevó a una “discusión” en la cual se evitaba meticulosamente a la verdad incluso cuando los hechos estaban bastante claros.
En 1952 se purgó a los sindicatos chinos de representantes que, se decía, “se dejaban guiar demasiado por los obreros”, o sea “mostraban demasiada preocupación por las condiciones de vida obreras”, o que “defendían con demasiado celo los derechos de los obreros”. Se convocaron reuniones en las cuales se atacó a quienes “no entendían que las huelgas son necesarias en un país capitalista pero son superfluas en un Estado socialista.” Se lanzó una campaña contra la “falta de disciplina laboral”, con un tono bastante parecido al que usó Trotsky en Rusia. El General Hou Chi Chen, autor de las nuevas leyes sindicales, declaró: “ya no es necesario luchar por la caída del capitalismo.”
En 1953, en el VII Congreso de los sindicatos chinos, se dijo que “los intereses directos y egoístas de la clase obrera deben subordinarse a los del Estado”.
Aunque en China el debate también nublaba a la realidad, en el Congreso de los sindicatos de 1953 se dijo la verdad mucho más francamente que en Rusia.
Si el Partido chino podía expresarse más abiertamente que su contraparte rusa se debía a las distintas situaciones en los dos países. En Rusia se tenía que esconder más cuidadosamente a las realidades del bolchevismo porque la clase obrera jugaba un papel más importante en el país. Hay que tener en cuenta que el régimen bolchevique tuvo que enfrentar a una “Oposición Obrera” basada en los sindicatos metalúrgicos y una insurrección proletaria armada en Kronstadt.
El Partido Bolchevique chino no tuvo que enfrentar estas presiones. Debido a esto tuvo menos pruritos para tratar con la clase obrera y por lo tanto podía permitirse una mano más libre para afrontar al campesinado. Hasta principios de los 1930 el Partido ruso vaciló entre los obreros y los campesinos, alternativamente actuando contra uno y cediendo ante el otro. El Partido chino, en cambio, desde el principio de la revolución pudo seguir una línea recta. Debido a esto pudo desarrollar una política capitalista-estatal más fuerte en relación a la agricultura, y además hacerlo más temprano.
Desde el momento de la victoria bolchevique en China, la clase obrera era más débil que la clase obrera rusa. La agricultura era más primitiva y por lo tanto más dependiente de la industria. Debido a esto el Partido tuvo más espacio para maniobrar y más éxito en su política agraria. En Octubre de 1953 el Partido empezó a luchar contra las tendencias capitalistas privadas que se habían gestado con la repartición de la tierra. Tres años y medio después, en 1957, el 90% de la agricultura china estaba organizada en cooperativas. A este primer período de colectivización le siguió, en Agosto de 1959, una segunda fase: la introducción de las Comunas del Pueblo. A pocos meses de empezar esta segunda fase de colectivización, encontró una masiva y amenazante resistencia del campesinado. Los bolcheviques rusos se habían encontrado con esta resistencia más temprano.
La lucha entre el campesinado y el Estado-Partido llegó a su pico en China antes que en Rusia. Debido a la mayor cantidad de campesinos en China, la lucha resultó más encarnizada y peligrosa para el nuevo Estado. En Rusia las repercusiones ideológicas de este conflicto no tuvieron lugar hasta mucho después que los levantamientos campesinos fueran suprimidos: recién en 1925 Bujarin lanzaría su famosa proclama a los campesinos, “¡Enriqueceos!”. El orden de los acontecimientos fue bastante distinto en China. Los levantamientos campesinos ocurrieron en Diciembre de 1958 en las provincias de Honan, Hopeh, Kansu, Kiangsi y Kuangtung, pero la lucha ideológica había tenido lugar 2 años y medio antes en el período conocido como el Movimiento de las Cien Flores.
Es muy equivocado ver la resistencia contra el régimen de Mao durante las “Cien Flores” como un preludio al periodo de los Guardias Rojos durante la Revolución Cultural. Durante el período de las Cien Flores el Partido fue acusado y denunciado de suprimir la libertad individual y crear una división entre sí mismo y el pueblo; de “comportarse como una nueva dinastía”, como expresó un portavoz de la oposición. El Partido fue acusado por la gente que, conscientemente o no, representaba las aspiraciones de los pequeños agricultores. Durante la Revolución Cultural el acusador fue el mismo Partido, y sus acusaciones no fueron la supresión de libertades individuales sino el abuso de la libertad personal. Mientras el período de las Cien Flores fue una lucha contra las actitudes capitalistas-estatales del Partido, la Revolución Cultural - como se verá adelante - fue un conflicto entre el Partido y la “nueva clase”.
En China esta “nueva clase” se desarrolló más rápido que en Rusia. Una de las principales razones fue la capacidad del KTT de avanzar más rápida y firmemente hacia el capitalismo de Estado en los primeros años que siguieron a su victoria. En China muchos de los más profundos cambios sociales de la revolución tuvieron lugar más rápidamente que en Rusia. Como suele suceder en la historia, lo que inicialmente era un freno se convirtió en un estímulo para el desarrollo ulterior.
A mediados de Enero de 1956, el Partido Bolchevique Chino dio una conferencia en la que decidió cambiar su política respecto a los científicos y los escritores. Chou En-lai, el Primer Ministro, le prometió a los intelectuales un mejor trato, admitió la existencia de una brecha entre el Partido y los intelectuales, y concedió que los dirigentes del Partido eran en parte culpables de esto. El 21 de Marzo de 1956 el Diario del Pueblo escribió que el Partido debía convocar con sus mayores esfuerzos a los intelectuales de vuelta a sus filas. Por “intelectuales” se referían más bien a los nuevos intelectuales y no a los viejos idealistas políticos que formaban los cuadros del Partido y pertenecían a la intelligentsia. Al mismo tiempo se hicieron esfuerzos para persuadir a intelectuales chinos en el exterior a que regresaran al país. El 2 de Mayo de 1956 Mao Tse Tung dio su famoso discurso en el que dijo “que cien flores florezcan y que cien escuelas de pensamiento compitan”. Así empezó el periodo de las Cien Flores. Que tuviera comienzo al mismo tiempo que el “deshielo” en Rusia o la “primavera en otoño” polaca fue pura coincidencia. Esta coincidencia dio pie al malentendido de considerar que eran fenómenos similares.
Los malentendidos fueron reforzados porque en China la gente también utilizó la palabra “primavera”. Sin embargo, si se quiere buscar una comparación con esta “primavera” china, no se la encontrará en los acontecimientos europeos de los 1950s, sino en los acontecimientos rusos de principios de 1918. En Marzo de aquel año Lenin había proclamado la necesidad de atraer a gente de las profesiones. En 1921 y los años siguientes a la NEP las relaciones entre los bolcheviques y los científicos y especialistas había mejorado de manera sostenida hasta que volvieron a ser atacadas por Stalin.
El primer juicio conocido en la Rusia de 1928 fue contra unos ingenieros. De alguna manera ese juicio reflejó las purgas de los 1930s pero fue en esencia distinto. También hubo juicios en China, por ejemplo contra el autor Hou Fu, bastante leído en esa época. Que casos como éste ocurrieran antes del periodo de las Cien Flores sólo demuestra lo compleja que es la realidad y como, más allá de todas las analogías, existen profundas diferencias entre lo que pasó en China y lo que pasó en Rusia.
A pesar de estas diferencias, el periodo de las Cien Flores en China puede compararse con el de la NEP en Rusia. Durante este periodo hubo varios cambios en la política económica china: en concreto, una pausa entre los dos periodos de colectivización. En Rusia este periodo duró 10 años si se lo data desde el cambio de la política hacia los intelectuales hecho por Lenin, o 7 años si se toma como inicio la adopción formal de la NEP el 21 de Marzo de 1921. Como resultado de su atraso, la fase correspondiente de China terminó siendo mucho más corta, pero no tuvo lugar hasta 6 años y medio después de la victoria bolchevique. La construcción sistemática del capitalismo de Estado, para la cual ambos países necesitaban de intelectuales, empezó más tarde en China, que era un país más atrasado; pero una vez comenzado ese proceso avanzó a un ritmo mayor, ya que los chinos no necesitaron tomar los desvíos que Lenin fue obligado a tomar (ver tesis 35).
El periodo de las Cien Flores sólo duró un año. Mientras las cien flores florecían y las cien escuelas de pensamiento competían se podían leer comentarios como éste en China: “Cuando los comunistas entraron a la ciudad en 1949 fueron bienvenidos por el pueblo como liberadores y se les ofreció comida y bebida; ahora el pueblo se mantiene aparte del Partido Comunista como si sus miembros fueran dioses o demonios. Los miembros del Partido se comportan como policías de civil y espían al pueblo”. O “Los sindicatos han perdido apoyo de las masas porque en los momentos decisivos se ponen del lado del gobierno”.
A estas disconformidades hay que agregarles las causadas por los bajos estándares de vida y la hambruna extendida. Es difícil evitar recordar lo que Kollontai había dicho sobre la Rusia de los primeros 1920s: que los barrotes de las prisiones eran los únicos símbolos que quedaban del poder soviético. La Oposición Obrera había criticado a la situación económica. Pero en China la clase obrera todavía era débil. No existía ninguna oposición de los obreros. La realidad de la situación, es decir, la defensa de la libertad de los emprendedores campesinos contra las tendencias capitalistas estatales del Partido, fue mejor expresada en las críticas literarias del periodo de las Cien Flores que por los panfletos distribuidos durante la NEP. En Rusia esta crítica estaba mezclada con una crítica proletaria, algo que en China no ocurrió.
El periodo de las Cien Flores no está relacionado de ninguna manera con lo que pasaba en Rusia o en Polonia luego de la muerte de Stalin. Tampoco lo estaba con la crítica que comenzó a tener lugar en la China de principios de los 1960s, a pesar que en varias instancias el Partido era el objeto común de estas críticas. En el periodo de las Cien Flores se criticó al Partido por ser estatal-capitalista; en los 1960s se le criticaba pese a su postura estatal-capitalista. Mientras que en el periodo de las Cien Flores las críticas eran dirigidas contra el capitalismo de Estado y el Partido, en los 1960s las críticas eran dirigidas contra Mao Tse Tung pero de ninguna manera contra el capitalismo de Estado. Detrás de estas aparentes sutilezas hay diferencias importantes.
En 1957 mientras germinaba la semilla de las Cien Flores en el suelo fértil de las relaciones sociales existentes, el Partido respondió a las críticas con una aguda campaña contra los “desviacionistas de derecha” que duró hasta Abril de 1958. Más adelante en el verano de ese año, el Partido anunció públicamente su política de las "Tres Banderas Rojas" que había estado preparando desde hacía algunos meses.
- La primera "bandera roja" fue la política general de construcción socialista: el desarrollo conjunto de la industria y la agricultura mediante la utilización simultánea de métodos modernos y tradicionales de producción.
- La segunda "bandera roja" fue el Gran Salto Adelante: el intento de incrementar vastamente la producción de acero y energía.
- La tercera "bandera roja" fue la formación de las comunas del pueblo por todo el campo, como segunda fase de la colectivización agraria.
De todo esto se puede apreciar que después del corto periodo de las Cien Flores el Partido continuó con su camino estatal-capitalista más decisivamente. China se encontraba en la etapa que la Rusia de Stalin había alcanzado en 1928, 11 años después de la revolución bolchevique. A China le había llevado 9 años alcanzar esta etapa. Su desarrollo fue más rápido y sus métodos más radicales.
Este “progreso” no estuvo libre de dificultades. Cuando hacia finales de 1958 “las armas de la crítica” del periodo de las Cien Flores fueron dejadas a un lado y los campesinos tomaron el camino de “la crítica de las armas”, el Partido tuvo que retroceder sobre sus pasos. En Diciembre de 1958, Abril de 1959, y en otras ocasiones posteriores, el Partido tuvo que modificar su programa de las Comunas hasta que en 1962 se vio obligado a abandonarlo. Las otras dos Banderas Rojas tuvieron un destino similar. En la primavera de 1962 la política de las Tres Banderas Rojas fue completamente abandonada.
La historia se repite, pero siempre bajo nuevas formas. En Rusia hubo una resistencia campesina bastante fuerte a principios de 1921. El Partido dio un paso atrás y anunció la NEP, sólo para renovar su lucha contra esta resistencia en 1928. En China se vieron fenómenos similares a la NEP en 1956-7, luego de que el Partido empezara una lucha contra los campesinos que resultó en levantamientos similares a los vistos en Rusia en 1921. El Partido chino retrocedió sobre sus pasos como lo había hecho Lenin en 1921. La versión china de la NEP tuvo lugar en dos periodos distintos, el periodo de las Cien Flores y el período entre 1962 y 1964 cuando se volvió a fijar un curso “radical”. Pero lo que sucedió en China en 1964 ya no se parecía a lo que había pasado en Rusia hacia el final de la NEP. Como mucho se parecía a la segunda fase de una NEP retrasada. Se estaba ante los inicios de un nuevo conflicto, ya no entre el Partido y el campesinado sino entre el Partido y una “nueva clase”.
A mediados de los 1960 China entró a una nueva fase que el Partido llamó “Gran Revolución Cultural Socialista”. En una obra de tres volúmenes publicada en el otoño de 1966 se declaró que “La victoria de la revolución socialista no significa el final de la sociedad de clases o de la lucha de clases”. Según los autores, después que el proletariado estableciera su poder a través de la victoria política, había otras luchas que pelear en los campos de la cultura, la literatura, el arte, la filosofía, el estilo de vida y la conducta cotidiana. A esto se debía que China estuviera involucrada en una lucha interclasista en el frente cultural desde 1949.
Este es un típico ejemplo de mistificación bolchevique: no hubo revolución socialista y el poder no estaba en las manos del proletariado. En vez de ello hubo una revolución burguesa que, debido a circunstancias históricas específicas, había sido llevada a cabo por el campesinado. Había tomado la forma de capitalismo de Estado y como resultado se originó una ideología muy inusual. Esta ideología requería que los hechos fueran presentados de una manera tal que quedase implícito que la naturaleza capitalista de la revolución se había convertido rápidamente en socialista. Este juego de manos se resume en que, tanto en China como en Rusia, se presenta al capitalismo de Estado como “socialismo” y al poder del Partido como “dictadura del proletariado”.
La nueva ideología también desarrolla la falsa idea que, luego de su supuesta victoria política, la clase obrera todavía tiene otras victorias por ganar. Pero el verdadero poder de la clase obrera, así como el de cualquier otra clase, no está en las instituciones políticas sino que es de naturaleza social. Implica sobre todo una revolución en las relaciones de producción, asociada con una revolución en todas las otras relaciones. En China las relaciones de producción cambiaron. El feudalismo fue reemplazado por el capitalismo. Como había pasado en Europa, un sistema de explotación fue reemplazado por otro. Mientras las revoluciones en las relaciones de producción sólo resulten en el reemplazo de una forma de explotación por otra, resultarán en la emergencia de un poder político institucionalizado. Cuando un cambio en las relaciones de producción acaba con la explotación, el poder político deja de existir. No puede hablarse de dominación política del proletariado si el proletariado sigue siendo explotado. Una vez que el proletariado se libere a sí mismo, todas las formas de explotación y de dominación de clase dejarán de existir.
La idea de que el “poder político del proletariado debe usarse para conseguir la victoria en el campo cultural” se basa en una incomprensión fundamental del vínculo entre las relaciones de producción por un lado y las relaciones políticas y culturales por el otro. Estas ideas equivocadas surgieron del hecho de que los roles respectivos de la infraestructura social y económica de la sociedad y de su superestructura política y cultural se encontraban invertidos.
Los cambios culturales y económicos no son provocados por el instrumento de la política sino que provienen de la transformación de los cimientos económicos de la sociedad. Sólo se aprende lo contrario cuando -como en Rusia y en China- se desafía a la realidad y la esclavitud asalariada es presentada como lo opuesto de lo que realmente es. La “Gran Revolución Cultural Socialista”, enfatizamos, no tuvo nada que ver con el socialismo. Ni siquiera fue una revolución.
Lo que el KTT denominó como “revolución cultural” entre finales de 1966 y principios de 1967, llevó a una violencia a tal escala que el mundo habló de una “guerra civil”. Sin embargo, estas categorías no son mutuamente contradictorias. Históricamente, los desarrollos culturales han sido bastante violentos. En nuestra opinión, existe un vínculo directo entre los conflictos expresados en el arte y la literatura a principios de los 1960s y la violencia que estalló años más tarde. Los académicos y críticos literarios chinos lucharon esencialmente por las mismas cosas por las que más tarde se lucharía físicamente. Como sucede con frecuencia en la historia, y como se había visto previamente en la misma historia de China (ver tesis 44), una lucha armada era precedida por una lucha ideológica.
No era coincidencia que la obra ya mencionada sobre la “revolución cultural” sólo trataba sobre la literatura. El KTT no se equivocaba en su énfasis sobre la relación entre la lucha de los Guardias Rojos y la anterior lucha literaria. Sí se equivocaba en su visión distorsionada de esa relación. La lucha de los Guardias Rojos no tuvo un objetivo cultural. Todo lo contrario. La lucha cultural expresaba intereses sociales en conflicto. Los bolcheviques chinos no pudieron ver los intereses sociales opuestos precisamente porque eran bolcheviques y estaban limitados por la ideología bolchevique. Describieron a los conflictos de 1966-67 como “culturales” en vez de explicar estos conflictos en el campo de la cultura como provenientes de intereses sociales antagónicos.
El periódico francés (editado en París por el Instituto de Historia Social), llamó a la “Gran Revolución Cultural Socialista” una “pseudo-revolución pseudo-cultural”. Esto coincide en apariencia con nuestro punto de vista. Hemos dicho que es equivocado explicar conflictos sociales a través de mecanismos culturales. Hemos dicho que no hubo ninguna “revolución” en este periodo. Esto es cierto, pero el escritor del periódico francés quiso decir otra cosa. Cuando dijo “pseudo-cultural” el periódico francés quiso decir anti-cultural, y por “pseudo-revolución”, contrarrevolución. Pero en China durante los 1960s no hubo ni una revolución ni una contrarrevolución, ni física ni literaria. Lo que ocurrió fue un conflicto entre la “nueva clase” y el Partido, similar a lo que ocurrió en Rusia luego de la muerte de Stalin.
Pero hay una diferencia importante y específica entre los acontecimientos paralelos en China y en Rusia. En Rusia hubo un levantamiento similar pero a los defensores del tipo de partido tradicional se les llamó “anti-partido”, y la “nueva clase” obtuvo su victoria fácilmente y casi sin violencia. En China, donde el Partido era más fuerte por razones históricas (ver tesis 35 y 41), la “nueva clase” se encontró con una resistencia mayor y estalló la violencia. Si en los 1950 Molotov y su entorno hubieran tenido éxito en movilizar al ejército contra la facción de Mikoyán, lo sucedido en Rusia se hubiera parecido más a lo que pasó en China.
La agitación de los Guardias Rojos no fue más que una reacción contra una acción anterior de la “nueva clase”. Para comprender esto sólo se necesita estudiar el conflicto literario que tuvo lugar a principios de los 1960s. A pesar de que fuera acomodada en términos literarios, la verdadera naturaleza social de este conflicto se vio claramente en Enero de 1961 luego de que el autor Wu Han publicara su novela
Aunque esta historia dramática fue severamente criticada por la prensa oficial del Partido varios años después, el mismo autor publicó en 1961 en colaboración con Teng To y Liao Mo Sha. Entre Enero y Agosto, Teng To comenzó una columna regular en un periódico chino llamada
. Estas eran contemplaciones cortas en el estilo clásico chino y aparentemente basadas en periodos anteriores de prosperidad cultural china. La naturaleza alegórica de estos artículos era bastante obvia y, a través del marco de la dinastía Ming o de la cultura china de los viejos tiempos, se referían a la contemporánea República Popular de Mao Tse Tung y al KTT, y apuntaban sus cañones contra la dictadura del Partido.
Teng To fue sin duda el más brillante de los críticos de Mao y su obra contiene ataques constantes contra el fanatismo y la persecución política por los desastrosos efectos que tienen para un armonioso desarrollo económico y social. En su columna del 30 de Abril de 1961, Teng To clarifica aún más su posición. El artículo trata sobre “la teoría de la naturaleza preciosa de la fuerza de trabajo” y Teng To deja bien claro que considera el derroche de una mercancía tan “preciosa” como un daño a la producción. Mediante esta crítica Teng To se distingue de los críticos del periodo de las Cien Flores, al aparecer como el portavoz de un grupo con un claro interés en la producción. Cuando en su del 22 de Abril de 1962 Teng To pregunta si es posible basarse solamente en teoría y le dice a los burócratas del Partido que “la gente no puede hacer las cosas sola”, puede verse una declaración de la “nueva clase” para hacerse oír y escuchar.
Los críticos domesticados del Partido afirmaron que escritores como Wu Han, Liao Mo Sha, y Teng To “querían restaurar el capitalismo” en China. Esta acusación encaja en la jerga de la ideología bolchevique pero es evidentemente absurda. Siendo el capitalismo el sistema económico existente, no había necesidad de “restaurarlo”. Lo que era más posible es que algunos chinos prefirieran al capitalismo liberal tradicional sobre la variante de capitalismo de Estado que existía en China.
¿Pero quiénes eran los críticos? El capitalismo clásico había apenas ingresado en China y la burguesía clásica embrionaria había sido destruida o exiliada a finales de los 1940s. A sus representantes residuales se les encuentra hoy en Formosa u otras partes. En el poco probable caso que hubiera gente en China que apoye el retorno a las relaciones sociales del capitalismo privado clásico, Teng To, Liao Mo Sha y Wu Han no están entre ellos. Aunque sus enemigos dentro del Partido constantemente publican largos ataques a las obras de estos escritores para probar su hostilidad contra el régimen actual, no puede encontrarse ni una cita hostil contra el sistema del capitalismo de Estado. Es cierto que Aldea de Tres Familias (la obra conjunta de estos tres autores censurados) contiene un ataque velado contra las “Comunas del Pueblo”, pero estas críticas no están dirigidas contra el capitalismo de Estado ni contra el Partido, que de hecho estaba abandonando la política de las “Comunas”.
En Aldea de Tres Familias, Teng To critica la famosa frase de Mao, “el viento del Este prevalece sobre el viento del Oeste” y a la caracterización maoísta del imperialismo como un “tigre de papel”. La crítica de Teng To proviene de su realismo. Cuando, en sus Cuentos del Atradecer, ataca a la política general del KTT por estar basada en ilusiones, está haciendo eco de su crítica a las Comunas del Pueblo. En ambas ocasiones está expresando su preferencia por la eficiencia. Teng To no trata a la historia delicadamente y ataca a los idealistas políticos como Mao que tratan de canalizar el proceso de desarrollo social de acuerdo a sus propios deseos políticos. En otras palabras, Teng To y sus colegas no se oponen al capitalismo de Estado, sólo se oponen al Partido.
La historia de la novela de Wu Han trata sobre un miembro del partido que, a pesar de su honestidad, es echado de su puesto por tener ideas divergentes. Es probable, como sugieren los críticos del autor dentro del Partido, que la novela aluda a quienes fueron expulsados de y perseguidos por el Partido luego de la conferencia de Lushan en 1959. La conclusión que sacaron los críticos fue que Wu Han estaba defendiendo a “oportunistas de derecha”. Esta recaída en la jerga tradicional no nos dice nada sobre Hai Rui ni sobre aquellos expulsados del Partido. Los chupatintas del Partido sólo eran capaces de reiterar una y otra vez que los escritores querían “restaurar el capitalismo”.
Sin embargo, si la crítica de sus detractores no nos enseña nada sobre Hai Rui o su creador Wu Han, sí podemos aprender mucho de los artículos y las cartas del autor que aparecieron luego de la publicación de su libro. Allí Wu Han declara encontrarse entre quienes realizan trabajos prácticos y se mantienen cercanos a la realidad. Teng To expresó una preferencia similar por la realidad cuando escribía en su columna que “aquellos que creían poder aprender sin un maestro no aprenderían nada”. El “maestro” al que Teng To se refiere en toda su obra es la realidad histórica, el desarrollo real del proceso productivo. Es precisamente esta clase de crítica la que identifica a Wu Han y a Teng To como portavoces de la “nueva clase”.
La “Gran Revolución Cultural Socialista” china no fue nada más que un intento del Partido de defenderse contra la creciente presión de la “nueva clase”. Contra el ataque literario de Teng To, Liao Mo Sha, Wu Han y otros, al principio el Partido respondió con armas puramente literarias. El famoso “Libro Rojo de Mao” contiene citas relacionadas al arte y la literatura pronunciadas en Yenan en Mayo de 1942. Cuando Mao dijo en los 1940s que “los escritores deben ubicarse en la plataforma del Partido y conformarse a las políticas del Partido”, quiso decir algo bastante diferente del uso que se hizo de esa frase unos 20 años después.
Cuando la “nueva clase” cambió de armas el Partido hizo lo mismo. El conflicto literario entre la “nueva clase” y el Partido evolucionó a una lucha física. Lo que estaba en juego en esta lucha eran tan obvio entonces como lo había sido en la fase literaria previa. Pero había una diferencia. La realidad podía ser ignorada en el papel; pero no en la vida real. La “nueva clase” en China era un producto del desarrollo social, igual que lo había sido en Rusia, y como tal el Partido se sentía obligado a defenderla. Esto explica por qué, en cierto punto, Lin Biao tuvo que contener a los Guardias Rojos y por qué el mismo Mao Tse Tung tuvo que poner un alto a la “Revolución Cultural”. Lo que estaba en juego no era ni la literatura ni asuntos culturales, sino la producción y la economía china.
La información sobre los sucesos en China, tanto oficial como semi-oficial, es vaga, contradictoria, incompleta y políticamente distorsionada. Cualquier intento de construir una imagen social de los opositores a Mao, contra quienes se dirigió la violencia de la “Revolución Cultural”, enfrenta una gran dificultad. Es bastante parecido a la tarea que la policía lleva a cabo cuando busca construir un “identikit” a partir de una masa de testimonios incompletos o parciales. Detalles dudosos o inciertos tienen que descartarse en favor de las características comunes a los muchos reportes parciales o inadecuados. Con estas características se puede construir una imagen mental combinada en la cual, a pesar de faltarle especificidad, se ven todas las características generales (es decir, esenciales). Tales características nos proveen un contexto claro e inmediatamente reconocible. Aplicando este método, los adversarios de Mao se caracterizan por:
- vivir en ciudades industriales de tamaño mediano o grande (Chou En-lai comentó en una cena en Pekín el 14 de Enero de 1967 que fue en esas ciudades donde primero el Partido se sintió obligado a avanzar contra sus oponentes);
- incluir dentro de sus filas a altos funcionarios del Partido, a hombres muy conocidos (discursos de Chou En-lai y artículos en el
de Pekín) y gente en puestos oficiales (articulo de portada en la revista teórica Bandera Roja);
- encontrarse fortificados en posiciones poderosas (articulo de portada en el Diario del Pueblo y en Bandera Roja)
- tener un número de ellos en la administración de los ferrocarriles (artículos en el Diario del Pueblo y en Bandera Roja)
- intentar ganar el apoyo de los obreros otorgando aumentos salariales y beneficios sociales y a través de la distribución de comida y otros bienes (el Diario del Pueblo y Bandera Roja)
- tener intereses íntimamente vinculados a la producción (declaración de un grupo pro-Maoista en Shanghai);
- distinguirse de las masas por su ropa y su estilo de vida, ni proletario ni campesino (numerosos testigos en la calle);
- expresar opiniones que los maoístas caracterizan como “economicistas”; estas opiniones reflejan la atmósfera de la vida industrial y colisionan con la concepción maoísta según la cual “el trabajo político forma la base del trabajo económico” (el Diario del Pueblo y Bandera Roja)
- promover una política que, según los maoístas, crearía una brecha entre la “dictadura del proletariado” (o sea, la dictadura del partido) y el “sistema socialista” (es decir, el capitalismo de Estado) (el Diario del Pueblo y Bandera Roja)
De todo lo anterior, se da la impresión que los oponentes de Mao son un grupo con raíces en la vida industrial y que incluye a muchos funcionarios del Partido. Tienen influencia financiera y están en posición de distribuir productos de la industria (sea comida u otras mercancías). Tienen el poder de otorgar aumentos salariales y otras ventajas sociales. Por lo tanto pueden ser caracterizados como directivos.
Cuanto más nítida se vuelve la imagen de los oponentes de Mao, más identificables son como la “nueva clase”. Las diferencias sociales entre ellos y el Partido se corresponden exactamente con las diferencias teóricas entre Wu Han y Teng To por un lado y el Partido por el otro. No es coincidencia que a principios de los 1960s Wu Han haya sido, además de un autor, un teniente de alcalde en una gran ciudad industrial de Shanghai. Tampoco es coincidencia que a mediados de los 1960s el alcalde de Shanghai fuera uno de los que luchaban contra el Partido con algo más que una pluma. Su supuesto “economicismo” constituía la atmósfera con la que se encontraban cada día en el clima industrial de Shanghai.
La intervención de la “nueva clase” china (o de los directivos) sirve para clarificar las actitudes de sus predecesores literarios, así como el estudio de estos últimos sirve para clarificar las actividades prácticas de los directivos chinos. La acusación de que los directivos querían cortar los lazos entre el Partido y el sistema económico demuestra que los directivos -así como los escritores- no dirigían sus ataques contra el capitalismo de Estado sino contra el poder del Partido. No consideraban que ambos fueran inseparables. No querían abolir el capitalismo de Estado, querían destruir la influencia asfixiante del Partido. De hecho, creían que el capitalismo de Estado sólo podía prosperar una vez libre de sus grilletes políticos: las doctrinas de Mao Tse Tung y del KTT.
Lo que la “nueva clase” propone para China es una concepción distinta del Partido. En otras palabras, un tipo de Partido totalmente diferente al concebido por Mao Tse Tung.
Durante su visita en Londres, el Premier ruso Kosygin dijo que el gobierno ruso simpatiza con los adversarios de Mao en China. Esta declaración encaja perfectamente con nuestro análisis de los sucesos chinos. Los líderes rusos no simpatizaban con el “conflicto ideológico”. Con lo que se identificaban era con la lucha de los directivos de la “nueva clase” contra el Partido tradicional. Su simpatía por la “nueva clase” se derivaba del hecho de que dicha clase ya había alcanzado su victoria en Rusia, personificada por directivos-administradores como Kosygin y Mikoyan.
En Rusia el viejo Partido bolchevique había sido reemplazado por un Partido de nuevo tipo. Esto nos da una idea de los objetivos de los anti-maoístas en China. Sin embargo, a pesar de las similaridades, debe recordarse que los acontecimientos se han desarrollado distinto y a ritmos diferentes en los dos países.
En Rusia el Partido tradicional y la “nueva clase” eran enemigos naturales. Este no era el caso en China donde, debido a la debilidad del proletariado, el Partido no había estado forzado a prestarle tanta atención a los obreros como sí lo había estado el Partido ruso. Debido a esto el Partido chino tuvo más vía libre. Sus políticas fueron más drásticas y directas (ver Tesis 35). Avanzó más rápido y con mayor confianza hacia el capitalismo de Estado. Este es el por qué de la diferencia entre el Partido chino y el ruso y el por qué en China las fronteras entre el Partido y la “nueva clase” no son tan fáciles de discernir.
Los oponentes de Mao son tan fuertes, aun dentro del mismo Partido, que en una Conferencia Ejecutiva a principios de 1967, sólo 6 de los 11 presentes apoyaron a Mao. En Rusia la “nueva clase” se hizo con el poder imperceptiblemente, mientras el Partido tradicional había probado ser un anacronismo. En China el ascenso de la “nueva clase” estuvo asociado con una lucha por el control del Partido.
Esta lucha por el Partido en China vuelve más compleja la situación. Definiciones como “Partido de viejo estilo” y “Partido de nuevo estilo” significan cosas distintas en los contextos chino y ruso. Mientras la “nueva clase” en China busca escapar del yugo del Partido, el Partido busca auto-reformarse para continuar dominando a los directivos. Esto da pie a la impresión totalmente errónea de que la “Revolución Cultural” estaba dirigida contra el Partido, cuando en realidad estaba dirigida contra la “nueva clase”. Este malentendido está reforzado por el hecho de que fue el mismo Mao quien usó primero el término “Partido de nuevo estilo”.
Lo que Mao quiso decir con su frase es lo opuesto a lo que representaba el “Partido de nuevo estilo” en Rusia, correctamente visto por Mao como un instrumento de la “nueva clase”. Mao buscaba hacer del “Partido de nuevo estilo” una barrera contra el avance de la “nueva clase”. En Rusia la “nueva clase” se rebeló contra el poder del Partido tradicional; en China los maoístas se levantaron contra una estructura partidaria en la que veían a su poder demasiado circunscripto. Mientras en Rusia se comparó el desarrollo de la “nueva clase” con el “deshielo”, en China Mao quería prevenir tal “deshielo”. Para este fin se valió de los Guardias Rojos, que causaron disturbios en toda China. Pero a pesar de este resultado de su intervención, su verdadero propósito era “congelar” las relaciones sociales.
Hemos buscado analizar las características sociales de los oponentes de Mao, pero no todo detalle se puede encajar en este marco de análisis. La información que se filtra de China sobre batallas entre Guardias Rojos y obreros por el control de varias fábricas en Manchuria confirma que la “Revolución Cultural Proletaria” no era ni proletaria ni una revolución. Pero nadie afirmará, esperamos, que los obreros que lucharon contra los Guardias Rojos de Mao eran directivos o miembros de la “nueva clase”.
Tampoco se piensa en los directivos al observar el levantamiento contra Mao que tuvo lugar en la ciudad capital de la provincia de Kiangsi por 1967. El movimiento tomó el nombre de “Movimiento Primero de Agosto” haciendo referencia a la ocasión en que, hace 40 años, se formaron organizaciones que por un breve tiempo siguieron el modelo de los consejos obreros y tomaron partido en el conflicto entre las alas derecha e izquierda del Kuo Min Tang.
Todavía más difícil de ubicar es el primer mandatario Liu Shao Chi quien, aún dentro del Partido, siempre mantuvo una posición independiente. Los maoístas de la “revolución cultural” lo llaman su enemigo, pero el mismo Liu se cuida bien de distinguirse del resto de los oponentes de Mao. Es obvio que muchos acontecimientos distintos están sucediendo simultáneamente en China. Pero aunque la realidad sea más compleja que cualquier esquema abstracto, las excepciones no contradicen a la regla. Cualquiera sean las fuerzas contra las cuales se desataron a los Guardias Rojos, sólo se puede entender la situación por la entrada en escena de la “nueva clase” y sus demandas.
La “nueva clase” en China no apareció de la nada. Fue el producto del desarrollo de relaciones sociales específicas en ese país, así como se desarrolló previamente en Rusia a partir de relaciones sociales similares. Esto explica dos hechos: primero la tenacidad y la obstinación de la lucha contra Mao, que continuamente encuentra nuevos lugares para darse; segundo los reiterados llamados al orden a los Guardias Rojos para que moderen su acción y reduzcan el nivel de violencia. Estos fenómenos se relacionan entre sí y ambos están conectados con la economía. No es posible retirar a millones de Guardias Rojos de la industria y de la educación (es decir, de la preparación para el futuro conocimiento industrial, y por lo tanto de la preparación de la industria del futuro) y movilizarlos contra la “nueva clase” sin desorganizar severamente al desarrollo industrial. Tan pronto como se dirige a los Guardias Rojos de nuevo hacia la producción, se estimula el desarrollo industrial. De la misma manera también se estimula a la “nueva clase”.
De las tesis anteriores puede concluirse que la “revolución cultural” no es, como se había dicho, otro paso hacia el capitalismo de Estado. Al contrario: la lucha del KTT se dirige contra lo que el mismo capitalismo de Estado requiere para desarrollarse plenamente. La “revolución cultural” china fue una lucha del Partido para defenderse a sí mismo, una lucha contra la “nueva clase” creada por el capitalismo de Estado, una lucha contra los intentos de adaptar el aparato político a la realidad de las condiciones sociales. No se puede predecir qué fuerzas pueden ser movilizadas tanto por el Partido como por la “nueva clase”. Ni siquiera en China se pueden hacer pronósticos en este sentido. Pero en último análisis, esta no es la cuestión. Lo fundamental no es la cantidad de veces que el Partido pueda imponerse. Lo que es importante es si serán los directivos o los burócratas políticos quienes ejerzan el poder en las condiciones del capitalismo de Estado. Esto se puede predecir sin las presiones y los balances del momento. En el marco económico, histórico y social del capitalismo de Estado, la victoria final de la “nueva clase” es la única perspectiva lógica.