Redactado: Entrevista realizada por Mercedes Prieto en noviembre de
1977.
Primera edicion: Prieto, Mercedes (1978) Condicionamientos de la movilización
campesina: el caso de las haciendas Olmedo/Ecuador (1926-1948). Quito:
Pontificia Universidad Catolica del Ecuador (PUCE), Tesis para optar al Título de Licenciatura en
Antropología.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, 1 de marzo
de 2010.
Fuente de la edicion: Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO) - Ecuador, Fondo Documental/Narrativas de Mujeres
Indigenas.
Derechos sobre el texto: Licencia Creative Commons
R-NC-ND 3.0/ec, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Esa vida, vida tan amarga, vida... tan triste. A gusto de ellos bailaban sobre nosotros. Con todo perro venían, con escopetas, con palos, con aziales. Iban matando mismo, regando la sangre iban. No es que así como ahora...
Trabajaban hasta sábado y no tenían raya1. Peleando las gentes parte, parte: salieron parte de los hacendados. Pagaban solamente real y medio, de real y medio se fue a tres reales; de tres reales se fue a seis reales; de seis reales se fue a un peso, de peso a uno veinte. Yo ya trabajaba a tres reales en las máquinas, trillando trigo, cebada, de lunes a sábado...
De edad de siete años ca, la guambra ya es grandecita para barrer cuarto, para lavar platos, para ya nomás traer hierba, para ya nomás atajar puercos, eso ya para tirar almuerzo para mayordomo, para ayudantes...
De nueve años me llevaron a la escuela... yo me acuerdo. En año nuevo me llevaron. Elé! Y la señorita decía que dé buenos días. El escribiente decía: longa pendeja, longa verduga, por qué dais buenos días; bendito alabado amo tienes que dar. Y me iba a quejar a mi mamá y me iba a quejar a la profesora. Y así seguimos luchando, luchando en la escuela también. Di examen en la escuela y sigue ese camino de servicia, dos a tres meses. Con todo, todos los trastos de la mujer ca, pero limpio para servir a ellos. Pueda o no pueda [...] En ese tiempo no había ninguna justicia, No había ninguna cosa. A gusto de ellos maltrataban, a gusto de ellos pisoteaban a nosotros.
A mí me hicieron casar a los catorce años, mi mamá diciendo: que ha de venir compañía, que esta ha de parir como otras, ha de parir de los patrones... Sí, los patrones abusaban, no reparaban que era india, negra, doña, nada. Para no estar andando con guagua así me hicieron casar pronto, pronto. Catorce años nomás me hicieron casar con hombre de veinticinco. Yo, yo cuatro hijos varones nomás tuve, todos con marido propio. Yo no tengo ni de lagartijas, ni de nubes, ni de viento, ni de nadie.
Siguiendo juntas en esta lucha con mi mamá, marido tan fui botando. Yo le boté, él me celaba, me celaba con los compañeros. [...]
Mi mamá, mi papá eran huasipungueros y... habían sido mi papá y mi mamá cabecillas, este, dirigentes. [...] Y mi papá y mi mamá siguieron actuando las cosas... Sigue, sigue a Quito porque habían sentido que hay esa ley, ley de defensa de los campesinos, de los indios trabajadores. Entonces ese tiempo ca, caminábamos a pie... [...]
Por Fuerzas Armadas fue expulsada de Chimba, San Pablo Urco, Moyurco, Pesillo. Total sacaron 46 casas, desbarataron, quemaron, abrieron con misma gente, con mismos apegados pesillanos. Cuando abrió la casa de mi mamá, de mi papá a mi hermano el José que ahora es profesor y a mi hermano Venancio, a ellos cogieron. Mismo campesinos vecinos hicieron coger cuando vinieron de Quito. En Quito ya estaban ya, haciéndose bulla para que abran las casas. Y vinieron mis hermanos de noche, pero a las 3 de la mañana ya estaban cogiendo preso a mis hermanos. Cerraron en la hacienda. Recogieron a la gente; unieron animales de Chimba, de todos lados; sea borrego, sea puerco, sea ganado, sea caballares. Pero limpio unieron. Entonces ahí había dicho estos soldados a mi mamita: pierdes la vida de tu hijo o pierdes la casa. Entonces había contestado mi mamita: pierdo la casa, que se carguen, que se coman, qué diablos que hagan!, menos mis hijos que no pasen nada. Helé! A mis hermanos habían hecho agarrar hacha, machete, azadón, barra para tumbar los pilares. Los soldados diciendo: Te sientes?, sientes de tu casa?, lloras de tu casa? Pone hacha bandido, pone hacha, barra... Tumbaron semejante casa. [...] Mi mamá no hizo caso. Ahí mismo paraba chozón. Ahí mismo con esos palos. Ya dentro de un mes ya vinieron los soldados, 50 soldados, recogiendo trastes en mulada de ellos y fueron a botar en Cayambe. De eso quedamos en Cayambe 15 años. Nosotros no ten íamos nada entrada por aquí...
Había un tal Teodoro Novoa, en Cayambe; él era quien enganchaba a la gente: sí hay ley para ustedes. Sí hay justicia para ustedes. Vengan, vamos. [...] Así reun ían de noche en las casas: estamos bien, estamos bien. Sí ha habido ley. Un tal Albamocha que era bien valeroso el viejo ... Y él dizque cogió un sombrero de pastuzo así... y con zapatos de pastuzo y él sentado; él sentado oyendo, pidiendo caridad. Ahí es que venía oyendo todas las cosas, a regar aquí las palabras a las familias, a los vecinos, a los hijos, así... Así estando mismo ya yo me acuerdo que dentró señores.2 Señores dentraron escondido, que no llegue a saber nadies nada. [...] Y resultaron cuatro jóvenes: uno había sido hijo de Dr. Luis F. Chávez. El chiquito, alhajito, bonito... organizando [...] Venían a trabajar con nosotros. Después vino ya, en ese sentir mismo el Dr. Ricardo Paredes con el difunto Taita Jesús Gualavisí de Llano. [...] Hemos lidiado, hemos luchado, hemos dado la mano, hemos dado la fuerza, hasta ahora, hasta aquí...
Ese tiempo ca, toda cosa era cosa escondida, cosa secreta. Dios mío: llorar, llorábamos; por qué meteríamos en esta ley?... Hacían llorar los enemigos, hacían llorar los patrones, el teniente político, el cura... A mi me ha pegado el cura ca, en hacienda de Pesillo. Yo también me fui a la misa. Entonces, púchica, cómo me habló; cómo me pegó. En cada hablada me pegaba. Diciendo que soy comunista, negada de la fe de Dios. Si te mueres, también botar -dijo- por quebrada, no enterrar por panteón... Y venimos, estuvimos en la banda bailando aquí donde el difunto compañero Reimundo Nepas, cuando llega la noticia: la iglesia ya se acabó quemando porque ha estado neciando el cura con la india. La india ha de haber pedido a Dios, ha de haber llorado. Se había quemado limpio. La madre... digamos la Virgen de Mercedes, negrando nomás... no había quemado [...]
Yo vivía en Yanawaico 15 años. Así mismo lidiando, luchando, dentrando al Ministerio de Gobierno. Entonces ya dio la orden que vengan, que dentren ya. Hasta eso ya murió mi hermana. Para venir a ver no había cómo. Cuando se murió vinimos con la Policía. Yo me vine a vivir en pueblo, otros 12 años, pero no he dejado la lucha. [...]
De las primicias hemos parado durísimo por no dar al cura nada. Venían las comoradoras y nada... Ya pasó. Las servicias sacamos, acabando el Congreso de la Federación Ecuatoriana de Indios. Vinimos todos los congresistas y sacamos en Moyurco, sacamos en San Pablo Urco, sacamos aquí en Chimba... en Pesillo último. Sacamos a las servicias y a las hausicamas, Ahí ya salieron rogando: sólo para el patrón que se quede huasicama, no para empleados....
Así estando luchando, luchando mismo ya vino ya la lucha de reforma agraria. Yo no comprendía qué es la reforma agraria. De tanto preguntar, de tanto oir entendí qué quiere decir... Allí ya me avisaron.
__________________________
1 Se refiere al sistema de registro de los días trabajados, utilizado por las haciendas.
2 Se refiere a personas blanco-mestizas vinculadas al naciente Partido Socialista y posteriormente, al Partido Comunista.