Louis Althusser

 

Sobre la Gran Revoluci�n Cultural Proletaria

 

 


Redactado: En 1966.
Primera edici�n: En Cahiers marxistes-leninistes, �rgano de la Union des Jeunesses Communistes (Marxistes-L�ninistes), UJC(ML), no. 14/nov.-dic. 1966, pags. 5-16.
Esta Edici�n: Marxists Internet Archive, junio de 2013.
Fuente de la traducci�n al castellano: Gran Marcha Hacia el Comunismo, quien realiz� la traducci�n en enero de 2013 y la public� en cuatro partes con el t�tulo "Sobre la Revoluci�n Cultural" entre el 14 de enero y el 25 de enero de 2013 para "facilitar su consulta, estudio y difusi�n".


 

 

Sea cual sea la posici�n que adopte �l o ella sobre la Revoluci�n Cultural china, a ning�n comunista se le permite simple y autom�ticamente �afrontar� este tema, si ninguna otra forma de examen, como si se tratara de un mero hecho entre otros, como un argumento entre otros.

La R.C. no es, en primer lugar, un argumento: es, sobre todo y ante todo, un hecho hist�rico. No es un hecho entre otros. Es un hecho sin precedentes. No es un hecho hist�rico reducible a sus circunstancias, no es una decisi�n tomada �a la luz� de la lucha del Partido Comunista de China contra el �revisionismo moderno� o en respuesta al cerco pol�tico y militar de China. Es un hecho hist�rico de gran importancia y larga duraci�n. Es parte del desarrollo de la Revoluci�n china. Representa una de sus fases, una de sus mutaciones. Hunde sus ra�ces en el pasado, y se prepara para el futuro. Como tal, pertenece al Movimiento Comunista Internacional de igual forma que la Revoluci�n china.

 

Es por tanto un hecho hist�rico que debe ser examinado por s� mismo, en su independencia y profundidad, sin reducirlo pragm�ticamente a �ste o aquel aspecto de la coyuntura actual. Es, adem�s, un hecho hist�rico excepcional. De un lado, no tienen un precedente hist�rico y, de otro, presenta un inter�s te�rico intenso.

Marx, Engels y Lenin siempre proclamaron que era absolutamente necesario dotar a la infraestructura socialista, establecida por una revoluci�n pol�tica, la correspondiente �es decir, socialista- superestructura ideol�gica.

Para que ocurra esto, es necesaria una revoluci�n ideol�gica, una revoluci�n en la ideolog�a de las masas. Esta tesis expresa un principio fundamental de la teor�a marxista.

Lenin era plenamente consciente de esta necesidad, y el Partido Bolchevique hizo grandes esfuerzos en esta direcci�n. Pero las circunstancias no permitieron a  la U.R.S.S. colocar en el orden del d�a una revoluci�n ideol�gica de masas.

El P.C.Ch. es el primer partido en emprender �l mismo junto con las masas este camino a trav�s de la aplicaci�n de nuevos medios, el primero en colocar en el orden del d�a esta revoluci�n ideol�gica de masas �designada con la expresi�n �R.C.�.

Esta convergencia de una tesis te�rica marxista que hasta la fecha permanec�a en un estado te�rico con un nuevo hecho hist�rico que es la realizaci�n de esta tesis, obviamente no puede dejar indiferente a ning�n comunista. Esta fusi�n no puede sino suscitar inter�s, tanto pol�tico como te�rico.

Por supuesto, la novedad, originalidad y formas inesperadas que el acontecimiento ha adoptado son necesariamente sorprendentes y desconcertantes, suscitando todo tipo de preguntas. Lo contario ser�a incre�ble.

Dadas estas condiciones, es inadmisible llegar a adoptar una posici�n sin un previo examen serio. Un comunista no puede, desde la distancia en que nos encontramos, hacer pronunciamientos sobre la R.C., y por tanto juzgarla, sin haber analizado, al menos en principio, las credenciales pol�ticas y te�ricas  de la R.C. bas�ndose en los documentos originales de que  dispone �l o ella y a la luz de los principios marxistas.

Esto significa:

1. Debemos en primer lugar analizar la R.C. como un hecho pol�tico, que requiere considerar, en conjunto, lo siguiente:

- la coyuntura pol�tica en que tiene lugar,

- los objetivos pol�ticos que establece,

-los m�todos y medios que adquiere y aplica.

2. Debemos examinar este hecho pol�tico a la luz de los principios te�ricos marxistas (materialismo hist�rico, materialismo dial�ctico), pregunt�ndonos si este hecho pol�tico est�, o no, en conformidad con estos principios te�ricos.

Sin este doble an�lisis, te�rico y pol�tico a la vez �un an�lisis que s�lo podemos esquematizar brevemente aqu�- es simplemente imposible para un comunista franc�s juzgar la R.C.

 

 

I.

ANALISIS POLITICO DE LA REVOLUCION CULTURAL

 

a. Coyuntura de la Revoluci�n Cultural

El P.C.Ch., en sus declaraciones oficiales, ha subrayado la raz�n pol�tica fundamental de la R.C. (los �16 Puntos�, descritos por el C.C., los editoriales de Renmin Ribao)

En los pa�ses socialistas, tras la mayor o menor completa  transformaci�n socialista de los medios de producci�n, existe a�n est� pregunta que permanece: �qu� camino tomar? �Es necesario ir todo el camino hasta el final de la revoluci�n socialista y gradualmente pasar al comunismo? �O, por el contrario, quedarse a medio camino y retroceder hacia el capitalismo? Esta cuesti�n se nos plantea de una forma particularmente aguda. (Editorial de Renmin Ribao, 15 de agosto de 1966)

La R.C.es aqu� presentada de forma inequ�voca como una respuesta pol�tica a una pregunta pol�tica extremadamente precisa. Esta pregunta es declarada �aguda� y �crucial�.

Esta pregunta crucial es una pregunta concreta que es planteada al P.C.Ch. en una coyuntura pol�tica definida.

�Qu� coyuntura?

En su esencia, esta coyuntura no es, como algunos comentaristas piensan, una coyuntura �global�, a saber, el serio conflicto provocado por la agresi�n norteamericana contra el Movimiento de Liberaci�n de Vietnam del Sur, contra el Estado socialista de la Rep�blica de Vietnam, y por las amenazas que afectan a China. La coyuntura que explica la R.C. es en  su esencia interna al socialismo.

Pero esta coyuntura igualmente no est� constituida, en su esencia, por el �conflicto� entre el P.C.Ch. y el P.C.U.S. Este �conflicto� es, en lo que concierne a la R.C., relativamente marginal. La R.C. es, por encima de todo, no una �respuesta� al �conflicto�, un argumento efectuado por el P.C.Ch. contra el P.C.U.S. La R.C. responde a otra cuesti�n fundamental, del cual �ste conflicto es s�lo un aspecto o efecto.

La coyuntura de la R.C. viene constituida por los actuales problemas de desarrollo de la Revoluci�n socialista china. El P.C.Ch. habla de China cuando declara: �la cuesti�n se nos plantea de una manera particularmente aguda�. De hecho, el P.C.Ch. no plantea esta cuesti�n  para otros pa�ses socialistas, ni sugiere que emprendan su propia R.C. Pero tambi�n est� bastante claro que la coyuntura de la R.C. no se restringe s�lo  a los problemas de la Revoluci�n china. A trav�s de la coyuntura china, es la coyuntura de  todos los pa�ses socialistas lo que est� en juego. La coyuntura china aparece, de hecho, como un caso particular de la coyuntura de los pa�ses socialistas en general.

Para comprender el problema fundamental, crucial, que forma la base de la coyuntura pol�tica de la R.C., tenemos que buscarlo donde se plantea el problema. No debemos confundirnos sobre la coyuntura. Tampoco debemos buscar este problema en la coyuntura �global� (la agresi�n imperialista) o en la coyuntura del �conflicto P.C.Ch./P.C.U.S.�. Debemos buscarlo en la coyuntura de la revoluci�n socialista china y, m�s en general, dentro de la coyuntura de los pa�ses socialistas.

Recordemos lo que es un pa�s socialista.

Es un pa�s donde una revoluci�n socialista pol�tica ha tenido lugar (tomando el poder en condiciones hist�ricas distintas, pero que conducen a la dictadura del proletariado), luego una revoluci�n econ�mica (socializaci�n de los medios de producci�n, establecimiento de las relaciones socialistas de producci�n). Un pa�s socialista  as� constituido �construye el socialismo� bajo la dictadura del proletariado y, cuando el momento llega, prepara la transici�n al comunismo. Es un proceso a largo plazo.

Ahora, a los ojos del P.C.Ch., un examen cr�tico de las �experiencias positivas y negativas� de las revoluciones socialistas �sus victorias y derrotas, sus dificultades, su progreso, su grado de avance (en la U.R.S.S., en los pa�ses socialistas de Europa Central, en Yugoslavia, en China, en Corea del Norte, en Vietnam del Norte, en Cuba) �muestra que cada pa�s socialista se ha encontrado, o se encuentra, o se encontrar�,  incluso cuando ha completado �m�s o menos� la socializaci�n de los medios de producci�n, enfrentado con un problema crucial: el relativo al de los dos �caminos�.

El problema es el siguiente. Lo presentaremos en forma de preguntas.

En las diferentes fases de las transiciones revolucionarias que hacen que una forma social de capitalismo pase al socialismo y luego al comunismo, �no existe, en cada una de estas fases, un riesgo objetivo de �regresi�n�? �No es este riesgo el resultado de la pol�tica seguida por el partido revolucionario, su correcci�n o falsedad; no s�lo su l�nea general, sino tambi�n las formas espec�ficas que es aplicada? �En el modo que la jerarqu�a y articulaci�n de los objetivos est� determinado y en los mecanismos objetivos (econ�micos, pol�ticos, ideol�gicos) llevados a cabo por esta pol�tica? �No existe una l�gica y una necesidad a estos mecanismos  de tal modo que puedan causar al pa�s socialista �regresar hacia el capitalismo�? M�s a�n, �acaso este riesgo no est� exacerbado por al existencia del imperialismo, por su medios (econ�micos, pol�ticos, militares, ideol�gicos), por el apoyo que puede inspirarse de ciertos elementos dentro del pa�s socialista, ocupando algunos de los vac�os de este pa�s (como por ejemplo la ideolog�a), utilizando sus mecanismos para neutralizar y utilizarlo pol�ticamente, y luego dominarlo econ�micamente?

Considerando este riesgo general, y utilizando los t�rminos actualmente desplegados por el Partido Comunista de China, est� el futuro del socialismo en un pa�s completamente, es decir, definitivamente, irreversible, cien por cien asegurado basado en el mero hecho que este pa�s ha logrado una doble revoluci�n, tanto pol�tica como econ�mica? �No puede regresar al capitalismo?

�Acaso no tenemos un ejemplo de una regresi�n tal: Yugoslavia?

�No es posible, entonces, que un pais socialista pueda conservar, incluso durante un largo tiempo, la forma o formas externas (econ�micas, pol�ticas) de socialismo, al tiempo que se va dejando  progresivamente neutralizado y luego utilizado pol�ticamente y dominado econ�micamente por el imperialismo?

Este problema guarda relaci�n con la tesis del P.C.Ch. sobre el riesgo que un pa�s socialista puede �retornar� al capitalismo. Es sobre la base de esta tesis general que es posible afirmar que los pa�ses socialistas se encuentran constantemente confrontados con una alternativa entre los dos �caminos�. Esta alternativa puede, en determinadas circunstancias, convertirse en particularmente cr�tica, incluso hoy. Por tanto, dos caminos se abren ante los pa�ses socialistas, a la vista de los resultados obtenidos en su revoluci�n:

-  el camino revolucionario, que conduce m�s all� de los resultados obtenidos, hacia la consolidaci�n y desarrollo del socialismo, luego hacia el paso al comunismo.

-  el camino regresivo, que se repliega de los resultados obtenidos, hacia la neutralizaci�n y posterior utilizaci�n y m�s tarde dominaci�n y �digesti�n� econ�mica de un pa�s socialista por el imperialismo: el camino de la �involuci�n hacia el capitalismo�.

As� pues, la alternativa entre los dos caminos es esta: o bien �detenerse a medio camino�, que en realidad significa dar marcha atr�s, o no �detenerse a medio camino�, es decir, seguir avanzando hacia adelante.

En los textos oficiales chinos, el primer camino se caracteriza, en forma abreviada, como el camino �capitalista� (es la cuesti�n de �los dirigentes que toman el camino capitalista�), y el segundo camino se caracteriza, nuevamente en forma abreviada, como �el camino revolucionario�.

Tal es el problema pol�tico dominante planteado por la coyuntura pol�tica de la R.C.

 

b) Objetivos pol�ticos de la Revoluci�n Cultural

Para China, la R.C. ofrece una respuesta a esta pregunta, una soluci�n a este problema. Para China: pero est� claro que esta soluci�n, al igual que este problema, sobrepasa infinitamente la coyuntura china tanto en su importancia como en sus efectos.

El P.C.Ch. declara: estamos en una encrucijada. Debemos escoger: o bien detenernos a medio camino, en cuyo caso nosotros de hecho, incluso si afirmamos lo contrario, tomamos el camino de la involuci�n, el �camino capitalista�, o nos decidimos a marchar adelante, tomamos los pasos necesarios, y entonces nos encaminamos por �el camino revolucionario�.

Es precisamente en este punto en la coyuntura china que la R.C. interviene.

El P.C.Ch. declara que, con objeto de reforzar y desarrollar el socialismo en China, a fin de asegurar su futuro y protegerlo de una manera duradera de cualquier riesgo de involuci�n, debe a�adir una tercera revoluci�n a las anteriores revoluciones pol�ticas y econ�micas: una revoluci�n ideol�gica de masas.

El P.C.Ch. llama a esta Revoluci�n ideol�gica de masas la Revoluci�n Cultural Proletaria.

Su objetivo final es transformar la ideolog�a de las masas, reemplazar la ideolog�a feudal, burguesa y peque�oburguesa que a�n impregna a las masas de la sociedad china por medio de una nueva ideolog�a de masas, proletaria y socialista �y de esta manera dotar a la infraestructura econ�mica socialista y a la superestructura pol�tica de la superestructura ideol�gica correspondiente.

El objetivo final define el objetivo m�s lejano de la C.R. La R.C. s�lo puede ser un proceso de larga duraci�n.

Sin embargo, el objetivo final desde ahora en adelante depende en el problema esencial y dominante de la coyuntura: el problema de la encrucijada, el problema de los dos caminos.

La articulaci�n de este objetivo destaca claramente en todos los textos oficiales chinos estableciendo la jerarqu�a de los actuales objetivos: �El movimiento en marcha tiene como principal objetivo aquellos que, en el Partido, mantienen posiciones de direcci�n, y han tomado el camino capitalista�. Es por tanto dentro del Partido, de donde depende todo, es con el propio Partido, que la R.C. debe iniciarse, mientras a la vez se desarrolla en otros dominios. La R.C. plantea, de manera inmediata  directa, una pregunta a  los dirigentes, la pregunta esencial, la pregunta de qu� camino est�n tomando, el camino que tienen intenci�n de tomar: el �camino capitalista� o el �camino revolucionario�.

El objetivo esencial inequ�voco indica el problema central al que responde la R.C.

Por supuesto, la R.C. tiene, a partir de este punto, otros objetivos. Al igual que la ideolog�a est� presente en todas las pr�cticas de una sociedad determinada, la R.C. asume el m�ximo posible en las formas de la ideolog�a que interviene en las pr�cticas econ�micas, las pr�cticas pol�ticas, las pr�cticas pedag�gicas, etc.

En todas estas esferas, la R.C. define objetivos a corto plazo, planteados con miras a sus objetivos m�s distantes. Todos est�n articulados en �ltima instancia teniendo en cuenta solucionar el problema esencial: el problema de los dos caminos.

 

c) Medios y m�todos de la Revoluci�n Cultural

En cuanto a los medios y m�todos de la R.C., descansan en el principio de que la R.C. debe ser una revoluci�n de las masas que transforma la ideolog�a de las masas y est� realizada por las propias masas.

No es simplemente una cuesti�n de transformar la ideolog�a o reformar la comprensi�n de algunos intelectuales o algunos dirigentes. No es siquiera una cuesti�n de transformar la ideolog�a s�lo del Partido Comunista, suponiendo que tal cosa fuera necesaria. Es una cuesti�n de transformar las ideas, los m�todos de pensar, los m�todos de actuar, las costumbres de las masas de todo el pa�s, varios centenares de millones de personas, campesinos, obreros, intelectuales.

Ahora, una transformaci�n tal de la ideolog�a de las masas s�lo puede ser el trabajo de las propias masas, actuando dentro y a trav�s de organizaciones que son organizaciones de masas. La pol�tica del P.C.Ch. consiste, entonces, en hacer el llamamiento m�s extenso posible y tener la mayor confianza en las masas, y en invitar a todos los dirigentes pol�ticos a seguir, sin indecisiones e incluso con una cierta audacia, la �l�nea de masas�. Es necesario dejar que las masas hablen, y tener confianza en las iniciativas de las masas. Los errores, inevitables en todo momento, tendr�n lugar: ser�n corregidos dentro del movimiento, las masas se educar�n a s� mismas dentro y a trav�s de la acci�n. Pero debemos evitar a toda costa refrenar o restringir este movimiento de antemano, con el pretexto que los errores o excesos son �posibles�: esto quebrar�a el movimiento. Es tambi�n necesario prever que existir�n resistencias, a veces considerables, al movimiento de masas: son normales, dado que la R.C. es una forma de la lucha de clases. Estas resistencias provendr�n de los representantes de las antiguas clases dominantes y tambi�n pueden provenir, en algunos casos, de masas mal dirigidas o mal atendidas, e incluso pueden provenir de ciertos dirigentes del Partido. Ser� necesario tratar todos los casos de manera diferente, distinguiendo a los enemigos de los amigos, entre adversarios, distinguiendo entre los elementos hostiles e irreductibles, los dirigentes que est�n atascados en sus m�todos o confusos, aquellos que son reacios y aquellos que son d�biles. En ning�n caso, incluso contra el enemigo de clase burgu�s (cr�menes castigados por la ley), se debe recurrir a los �golpes� y recurrir a la violencia, pero siempre al razonamiento y la persuasi�n.

Las masas s�lo pueden actuar en organizaciones de masas. Los medios m�s originales e innovadores de la R.C. se encuentran en el surgimiento de organizaciones espec�ficas a la R.C., organizaciones distintas de otras organizaciones de la lucha de clases (sindicato y Partido). Las organizaciones espec�ficas a la R.C. son organizaciones de la lucha de clases ideol�gica.

Estas organizaciones parecen haber surgido originalmente como resultado de iniciativas desde la base (creaci�n de c�rculos, grupos de estudio, comit�s populares). Igual que Lenin hizo con los Soviets, el P.C.Ch. reconoci� su importancia, las apoy� y extendi� su ejemplo a toda la R.C., entre los obreros, campesinos, intelectuales y la juventud.

El P.C.Ch. es muy cuidadoso de vincular estas nuevas organizaciones a las antiguas. Esa es la raz�n por la que constantemente se nos recuerda que la R.C. es llevada a cabo bajo la direcci�n del Partido, y que los objetivos de la R.C. deben ser constantemente combinados, tanto en las f�bricas y los campos, con objetivos ya definidos para la �educaci�n socialista�, que las organizaciones estudiantiles no deben intervenir en las f�bricas ni en los sectores campesinos, donde los obreros y campesinos desarrollar�n ellos mismos la R.C., que la R.C. no debe entorpecer la producci�n sino asistirla, etc.

Al mismo tiempo, el P.C.Ch. declara que estas son organizaciones juveniles de masas, principalmente la juventud urbana, compuestas por tanto por la mayor parte de estudiantes de escuelas superiores y universidades, y que son actualmente la vanguardia del movimiento. Es una situaci�n objetiva, pero su importancia pol�tica es clara. De un lado, de hecho, el sistema educativo vigente para la educaci�n de la juventud (no olvidemos que la escuela marca profundamente a las personas, incluso durante periodos de mutaci�n pol�tica), era en China un basti�n de la ideolog�a burguesa y peque�o burguesa. De otro, la juventud, que no ha experimentado luchas y guerras revolucionarias, constituye, en un pa�s socialista, un asunto muy delicado, un lugar donde el futuro est� en gran parte en juego. La juventud no es �nicamente revolucionaria por el hecho de haber nacido en un pa�s socialista, ni por crecer escuchando historias de las haza�as de sus mayores. Si, pese a todas las energ�as de su edad, se encuentra, debido a errores pol�ticos, abandonada a un caos o �vac�o� ideol�gico, se entrega entonces a formas ideol�gicas �espontane�stas� que llenan incesantemente este �vac�o�: ideolog�as burguesas y peque�o burguesas, ya sea heredadas de su propio pasado nacional o importadas desde el exterior. Estas formas encuentran sus puntos naturales de apoyo en el positivismo, el empirismo y el tecnicismo �apol�tico� de los escolares y otros especialistas. A cambio, si un pa�s socialista asigna a su juventud una gran tarea  revolucionara y la educa para esta acci�n, no s�lo la juventud contribuir�, en la R.C., a la transformaci�n de la ideolog�a existente; se educar� y transformar� su ideolog�a. Es en la juventud que la ideolog�a, de cualquier tipo, tiene el mayor impacto. La cuesti�n es saber qu� ideolog�a debe actuar sobre la juventud de un pa�s socialista. La R.C. responde, en general, a esta cuesti�n. Las organizaciones de la juventud de la R.C. dan la respuesta a la juventud.

Finalmente, debe se�alarse que el llamamiento para la R.C., el llamamiento a las masas, el llamamiento para el desarrollo de las organizaciones de masas de la R.C., sus m�todos, incluyendo las condiciones de cr�tica de los dirigentes de �emprenden el camino capitalista�, son realizados por el Partido Comunista, que por tanto mantiene la organizaci�n clave, central y dirigente de la Revoluci�n china. Tambi�n debe se�alarse que el Partido estableci�, con gran insistencia, la ley te�rica y pr�ctica de la R.C., su ley suprema: �el Pensamiento Mao Tsetung�, es decir, el marxismo-leninismo aplicado a la existencia de la Revoluci�n china y el socialismo, el marxismo-leninismo enriquecido por esta experiencia, y expresado en una forma directamente accesible para las masas.

La R.C. es, por tanto, ni la exaltaci�n de un �espontane�smo� ciego de las masas, ni una �aventura� pol�tica. El llamamiento a las masas, la confianza en las masas y la creaci�n de organizaciones de masas corresponde a las necesidades y posibilidades de las masas. Pero al mismo tiempo, la R.C. es una decisi�n considerada y deliberada, emprendida por el Partido: se asienta en un an�lisis cient�fico de la situaci�n, y por tanto en los principios de la teor�a y pr�ctica marxistas. De forma similar, la suprema ley de la R.C. es, en la teor�a al igual que en la pr�ctica, el marxismo-leninismo.

Tales son la coyuntura, los objetivos, los medios y los m�todos de la R.C.

 

 

II. 

REVOLUC��N CULTURAL Y PRINCIPIOS TE�RICOS MARXISTAS

 

Naturalmente, este an�lisis pol�tico de la R.C. plantea toda una serie de problemas te�ricos.

La R.C. propone, con sus decisiones, un n�mero de nuevas tesis pol�ticas: el riesgo de �involuci�n� de un pa�s socialista hacia el capitalismo, la continuaci�n de la lucha de clases en un r�gimen socialista tras la transformaci�n, mayor o menor, de las relaciones de producci�n, la necesidad de una revoluci�n ideol�gica de masas y de organizaciones de masas espec�ficas para este revoluci�n, etc.

�Estas nuevas tesis pol�ticas se ajustan a la teor�a marxista?

a) La tesis central, que plantea los problemas te�ricos m�s importantes, es la tesis concerniente a la posibilidad de �involuci�n� de un pa�s socialista hacia el capitalismo. La tesis se desarrolla en contra de muchas convicciones ancladas en las interpretaciones ideol�gicas del marxismo (interpretaciones religiosas, evolucionistas, economicistas)
Esta tesis es, de hecho, impensable si el marxismo es una filosof�a esencialmente religiosa que garantiza el socialismo present�ndolo como el objetivo hacia el que la historia humana ha trabajado siempre. Pero el marxismo no es una filosof�a de la historia, y el socialismo no es el �final� de la historia.
Esta tesis ser�a igualmente impensable si el marxismo fuera un evolucionismo. En una interpretaci�n evolucionista del marxismo, existe un orden necesario y garantizado de modos de producci�n: uno no puede, por ejemplo, �saltarse� un modo de producci�n. Esta interpretaci�n ofrece una garant�a de que siempre est�s movi�ndote hacia delante, excluyendo por tanto en principio cualquier riesgo de �involuci�n�: desde el capitalismo s�lo, podemos proseguir hacia el socialismo, y desde el socialismo al comunismo, no hacia el capitalismo.
Y cuando, por necesidad, el evolucionismo debe admitir la posibilidad de �involuci�n� piensa que el retroceso es para regresar a las viejas formas del pasado, que han permanecido inmutables en s� mismas. Pero el marxismo no es evolucionismo. Su concepci�n de la dial�ctica hist�rica permite demoras, distorsiones, involuciones sin repetici�n, saltos, etc. De este modo, para el marxismo, ciertos pa�ses pueden �pasar al socialismo� sin haber �pasado a trav�s� del capitalismo. Esta es la raz�n por la cual es posible la involuci�n hacia un modo de producci�n que ha sido en principio superado (por ejemplo Yugoslavia). Pero es por esta misma raz�n que esta involuci�n no es un retorno puro y simple al pasado, hacia un pasado intacto, hacia viejas formas: ocurre a trav�s de un proceso distinto, la inserci�n de nuevas formas (formalmente socialistas) en un sistema de modo de producci�n capitalista, produciendo una forma original de capitalismo bajo �apariencias� socialistas.
La tesis de la �involuci�n� ser�a, finalmente, imposible si el marxismo fuera economicismo. En una interpretaci�n economicista del marxismo, la abolici�n de las bases econ�micas de las clases sociales es todo lo que es necesario para confirmar la desaparici�n de las clases sociales, y con ellas, la lucha de clases y la necesidad de la dictadura del proletariado, y por tanto, el car�cter de clase del Partido y del Estado �con el fin, en otras palabras, de poder declarar que la victoria del socialismo ha sido �asegurada definitivamente�. Pero el marxismo no es economicismo.

b) De hecho, una clase social no se define �nicamente por las posiciones de sus miembros en las relaciones de producci�n y por tanto por las relaciones de producci�n: se define tambi�n, al mismo tiempo, por su posici�n en las relaciones pol�ticas e ideol�gicas, que permanecen como relaciones de clase mucho despu�s de la transformaci�n socialista de las relaciones de producci�n.
No hay duda que lo econ�mico (las relaciones de producci�n) define a una clase social en �ltima instancia, pero la lucha de clases constituye un sistema y act�a a distintos niveles (econ�mico, pol�tico, ideol�gico); la transformaci�n de un nivel no hace desaparecer las formas de la lucha de clases en los otros niveles. De esta manera, la lucha de clases puede continuar bastante virulentamente en el nivel pol�tico, y sobre todo en el nivel ideol�gico, mucho despu�s de la supresi�n m�s o menos completa de las bases econ�micas de las clases poseedoras en un pa�s socialista.
Es, por tanto, esencialmente en relaci�n a las formas de la lucha de clases pol�tica y especialmente ideol�gica que las clases sociales se definen: dependiendo en el lado que se posicionen en las luchas pol�ticas e ideol�gicas.
Esto no significa que la determinaci�n de las clases sociales por la econom�a est� en un par�ntesis. En los pa�ses socialistas, dependiendo de las etapas de su historia, persisten ciertas relaciones econ�micas (al menos la producci�n de mercanc�as a peque�a escala, que tanto preocup� a Lenin) que constituyen una base econ�mica para la distinci�n entre clases y para la lucha de clases. Igualmente, notables diferencias en los ingresos pueden servir como soporte econ�mico para las distinciones necesarias para la supervivencia de una lucha de clases que se materializa fuera de la esfera econ�mica: en el dominio pol�tico, y, por encima de todo, en el dominio ideol�gico.

c) Esta es la cuesti�n esencial: la tesis de la �involuci�n� presupone que, en una cierta coyuntura en la historia de los pa�ses socialistas, lo ideol�gico puede convertirse en la cuesti�n estrat�gica en la cual se decide todo. Es, por tanto, en la esfera ideol�gica que se localiza la encrucijada. El futuro depende en lo ideol�gico. Es en la lucha de clases ideol�gica donde se juega el destino (progreso o retroceso) de un pa�s socialista.
Esta tesis relativa la posibilidad de un papel dominante para lo ideol�gico en la coyuntura de la historia del movimiento obrero s�lo puede desarrollarse contra los �marxistas� economicistas, evolucionistas y mecanicistas, es decir, aquellos que no saben nada de la dial�ctica materialista. Es sorprendente s�lo para aquellos que confunden la contradicci�n principal y secundaria, el aspecto principal y secundario de la contradicci�n, la revocaci�n de los aspectos y contradicciones principal y secundaria, etc., en resumen, aquellos que confunden la determinaci�n en �ltima instancia de lo econ�mico con la dominaci�n de esta o aquella instancia (la econ�mica, pol�tica o ideol�gica) en este o aquel modo de producci�n o en esta o aquella coyuntura pol�tica.

En su decisi�n y desarrollo, la R.C. llega por tanto a proclamar dos tesis:

- 1. En un pa�s socialista, el proceso de �involuci�n� puede iniciarse con lo ideol�gico; es a trav�s de lo ideol�gico que ocurrir� el efecto que progresivamente tocar� la esfera pol�tica y luego econ�mica.

- 2. Es emprendiendo una revoluci�n en la esfera ideol�gica, en dirigir la lucha de clases en la esfera ideol�gica, que resulta posible impedir o luchar contra este proceso y dirigir a un pa�s socialista en la otra direcci�n: por el �camino revolucionario�.

Formalmente, la primera tesis significa: una vez que un pa�s socialista ha suprimido las bases econ�micas de las viejas clases sociales, puede pensar que ha suprimido las clases y por tanto la lucha de clases. Puede pensar que la lucha de clases ha sido superada, incluso aunque continu� actuando en el dominio pol�tico y principalmente en el dominio ideol�gico. No ver que la lucha de clases puede desenvolver en su forma m�s pura (por excelencia) en la esfera ideol�gica es abandonar la esfera de lo ideol�gico a la ideolog�a burguesa, es abandonar el terreno al adversario. Si el adversario est� en el campo de batalla sin ser identificado y tratado como un adversario, entonces est� llevando la batuta, y no nos debe sorprender cuando gana territorio. Lo que puede sobrevenir es la instalaci�n de mecanismos ideol�gicos, pol�ticos y econ�micos conducentes a la restauraci�n del capitalismo. Lo que puede sobrevenir es la neutralizaci�n pol�tica, luego la utilizaci�n pol�tica y luego la dominaci�n econ�mica del pa�s socialista por el imperialismo. De hecho, es impensable que un pa�s socialista pueda permanecer socialista mucho tiempo si se basa de hecho en esta contradicci�n: una infraestructura socialista y una superestructura ideol�gica burguesa.
La R.C. saca sus conclusiones de esta contradicci�n: debemos emprender una revoluci�n en la ideol�gico a fin de dar al pa�s socialista para que est� dotado con una infraestructura socialista y una superestructura ideol�gica socialista.
Esta tesis no es nueva. Marx y Lenin la recuerdan constantemente. Marx afirm� que por cada infraestructura deber�a existir la �correspondiente� superestructura propia, y que en una revoluci�n socialista no es s�lo lo pol�tico y lo econ�mico lo que debe cambiar sus bases y formas, sino tambi�n lo ideol�gico. Lenin habl� abiertamente de la necesidad vital de la revoluci�n cultural.

Lo que es nuevo es que esta tesis te�rica est� hoy en el orden del d�a de la pol�tica pr�ctica de un pa�s socialista. Por primera vez en la historia del movimiento obrero, un pa�s socialista considera necesario poner en acci�n esta tesis, y se encuentra capaz de hacerlo.

No es suficiente decir que esta tesis es, fundamentalmente, cl�sica- La pr�ctica de su puesta en acci�n es algo completamente nuevo, clarificando a su vez esta tesis te�rica y los principios sobre los que se basa. Es imposible emprender una revoluci�n ideol�gica de masas sin aprender algo nuevo sobre tanto la ideolog�a como sobre las masas. Estamos comenzando a ver que la R.C. no plantea simplemente problemas te�ricos con respecto a tesis te�ricas existentes: dirige nuestra atenci�n a nuevos conocimientos te�ricos que su pr�ctica produce y requiere.

d) Es en este sentido que la R.C. pone en juego principios marxistas concernientes a la naturaleza de lo ideol�gico.

�Cu�l es el �mbito de lo ideol�gico?

La teor�a marxista muestra que cada sociedad comprende tres niveles espec�ficos, instancias o �mbitos:

- el econ�mico  ����-> infraestructura

- el pol�tico  ������> superestructura

- el ideol�gico

Estos �niveles� est�n articulados entre s� de un amanera compleja.

Es lo econ�mico lo que es determinante en �ltima instancia.

Cuando utilizamos una met�fora arquitect�nica (la de una casa: infraestructura/superestructura), decimos que lo  ideol�gico representa uno de los niveles de la superestructura. Hacemos esto para indicar su posici�n en la estructura social (superestructura y no infraestructura), su relativa autonom�a con relaci�n a lo pol�tico y lo econ�mico, y al mismo tiempo sus relaciones de dependencia con relaci�n a lo pol�tico y lo econ�mico.

Si, por el contrario, queremos sugerir la forma concreta de existencia de lo ideol�gico, es mejor compararlo a un �cemento� m�s que al suelo de un edificio. De hecho, lo ideol�gico se filtra, en todas las habitaciones del edificio: en la relaci�n de los individuos a todas sus pr�cticas, a todos sus objetos, en sus relaciones con la ciencia, la tecnolog�a, las artes, en sus relaciones a la pr�ctica econ�mica y la pr�ctica pol�tica, en sus relaciones �personales�, etc. Lo ideol�gico es lo que, en una sociedad, distingue y cimienta, ya sean distinciones t�cnicas o de clase.

Mientras lo ideol�gico regula las relaciones �vividas� de los individuos en relaci�n a sus condiciones de existencia,  a sus pr�cticas, a sus objetos, a sus clases, a sus luchas, a su historia y a su mundo, etc., lo ideol�gico no es individual ni subjetivo en su car�cter.

Como todos los �niveles� de la sociedad, lo ideol�gico est� formado por relaciones sociales objetivas. Igual que existen relaciones sociales (econ�micas) de producci�n, existen tambi�n relaciones sociales pol�ticas y �relaciones sociales ideol�gicas�. Esta �ltima expresi�n es utilizada por Lenin (en ��Qui�nes son los `amigos del pueblo�?�). Deben tomarse al pie de la letra. A fin de conocer lo ideol�gico, debemos conocer estas relaciones sociales y de qu� se componen.

Efectivamente, �de qu� se componen estas relaciones? No s�lo se componen de sistemas de ideas-representaciones, sino tambi�n de sistemas de conductas-comportamientos; por tanto, de sistemas tanto �te�ricos� como �pr�cticos�. Lo ideol�gico incluye no s�lo sistemas de ideas (ideolog�as en el sentido estricto), sino tambi�n sistemas de pr�cticas de conducta-comportamiento (h�bitos o costumbres).

Las ideas y costumbres est�n relacionadas dial�cticamente. Dependiendo en la situaci�n de clase y la coyuntura, puede haber o bien una identidad parcial o general, o una discrepancia o contradicci�n entre ideas y costumbres. En la lucha ideol�gica, es muy importante reconocer las ideas y costumbres que el partido del adversario ideol�gico encarna, al igual que es muy importante saber c�mo hacer las distinciones necesarias entre ideas, o entre ideas y costumbres. Los grandes revolucionarios siempre han sabido c�mo hacer estas distinciones y mantener lo que es �bueno� del pasado mientras han rechazado lo que es �malo� en el �mbito tanto de las ideas como de las costumbres. Sea cual sea el caso, una revoluci�n ideol�gica debe ser necesariamente una revoluci�n no s�lo en ideas �o ideolog�as- sino tambi�n en conductas y comportamientos pr�cticos �o costumbres.

Esta doble naturaleza de lo ideol�gico nos permite comprender que las tendencias ideol�gicas pueden inscribirse en determinados comportamientos y en determinadas conductas pr�cticas al igual que en ideas. Nos permite comprender que determinadas �costumbres� o �h�bitos de trabajo� y �h�bitos de direcci�n�, un determinado �estilo� de direcci�n, puede tener una significaci�n ideol�gica, y ser contraria a la ideolog�a revolucionaria, incluso cuando son las acciones de los dirigentes socialistas. La ideolog�a burguesa puede por tanto encontrar apoyo en determinadas pr�cticas, es decir, en determinadas costumbres pol�ticas, t�cnicas, burocr�ticas, etc., de los dirigentes socialistas. Si estos �h�bitos de trabajo� y �h�bitos de direcci�n� se multiplican, ya no son �peculiaridades� o flaquezas: pueden ser o convertirse en se�ales de distinci�n social, tomar partido (conscientemente o no) en la lucha de clases ideol�gica. Por ejemplo, el comportamiento burocr�tico o tecnocr�tico de los dirigentes, ya sean dirigentes econ�micos, pol�ticos o militares, pueden constituir muchos puntos de apoyo, dentro del dominio ideol�gico de un pa�s socialista, para la ofensiva ideol�gica de la burgues�a.

Si la R.C. aborda seriamente este peligro, es porque est� en conformidad con la teor�a marxista de la ideolog�a. Pero al mismo tiempo, abord�ndolo seriamente, est� obligada a profundizar su teor�a, y por tanto a llevarla m�s all�.

e) Finalmente, la R.C. pone en juego los principios del marxismo con respecto a sus formas y organizaciones.

En realidad, la tesis del P.C.Ch. supone que existen organizaciones de masas espec�ficas a la R.C., y por tanto que estas organizaciones son distintas del Partido.

Lo que claramente plantea el problema, para muchos comunistas, es la existencia de estas nuevas organizaciones que son diferentes del Partido.

La cuesti�n de las organizaciones de la lucha de clases y su distinci�n, es una vieja cuesti�n del movimiento obrero.

Fue establecida por Marx, Engels y Lenin en la medida que era un asunto de organizaci�n de la lucha de clases econ�mica (el sindicato) y la organizaci�n de la lucha de clases ideol�gica (el Partido). Esta distinci�n funcional correspond�a a una distinci�n en t�rminos de forma. El sindicato era una organizaci�n de masas (sin centralismo democr�tico). El Partido era una organizaci�n de vanguardia (con centralismo democr�tico).

Hasta ahora, el Partido ha sido responsable para tanto la lucha pol�tica como la lucha ideol�gica. La C.R. a�ade esta innovaci�n sorprendente, creando un nuevo y tercer tipo de organizaci�n: una organizaci�n espec�fica a la lucha de masas ideol�gica. Es indudable que llamada a aplicar las decisiones del Partido. Pero es diferente de �l. Adem�s, este tipo de organizaci�n se distingue del Partido en la medida que es, como los sindicatos, una organizaci�n de masas (no es gobernada por el centralismo democr�tico: se dice que los dirigentes de estas organizaciones de la R.C. deben ser elegidos �como los diputados de la Comuna de Par�s�).

�Pero est� esta sorprendente innovaci�n en conformidad con los principios te�ricos del marxismo?

Formalmente, se puede decir que la distinci�n entre organizaciones refleja la distinci�n entre instancias o niveles de realidad social. Una organizaci�n de masas para el nivel econ�mico (sindicato); una organizaci�n de vanguardia para el nivel pol�tico (el Partido); una organizaci�n de masas para el nivel ideol�gico (las organizaciones de la R.C.).

Pero quiz�s debemos ir m�s all� y preguntar por qu� este tercer tipo de organizaci�n, que no exist�a antes, y que Marx y Lenin no anticiparon, es de ahora en adelante indispensable en un pa�s socialista.

Podemos sugerir, prudentemente pero no sin raz�n, que la respuesta a esta pregunta se puede encontrar en el cambio de posici�n tanto del Partido como del sindicato con respecto al Estado en un r�gimen socialista.

Tras la primera toma revolucionaria del poder, durante la dictadura del proletariado, el Partido debe asumir la direcci�n del Estado, el poder del Estado y el aparato del Estado. En este caso, una fusi�n parcial pero inevitable ocurrir� entre el Partido y el aparato del Estado.

De esta manera, se plantea un serio problema, uno que Lenin subray� en t�rminos dram�ticos en los textos de finales de su vida (�Purgando el Partido�, ��C�mo Debemos Reorganizar la Inspecci�n Obrera y  Campesina?�): �c�mo debemos regular las relaciones entre el Partido y el Estado a fin de evitar los obst�culos de burocracia y tecnocracia al igual que sus graves efectos pol�ticos?

Lenin busc� la soluci�n a este problema en un organismo: la Inspecci�n Obrera y Campesina. Este organismo era una emanaci�n del Partido. No era una organizaci�n propiamente hablando. Mucho menos una organizaci�n de masas.

El problema planteado por Lenin en t�rminos dram�ticos (era consciente que esta soluci�n exced�a a las fuerzas entonces existentes en la U.R.S.S.), fue respondido, cuarenta a�os despu�s, por el P.C.Ch. con la R.C.

Responde a esta pregunta estableciendo no un organismo para supervisar las relaciones entre el Partido y el Estado, sino estableciendo un movimiento de masas y una organizaci�n de masas cuya tarea �principal� consiste hoy, en la R.C., en identificar y criticar a los dirigentes que se han separado de las masas, que se comportan de manera burocr�tica y tecnocr�tica, que por sus ideas o sus �costumbres�, h�bitos de vida, trabajo y direcci�n, abandonan el �camino revolucionario� y �emprenden el camino capitalista�.

La R.C. a�ade una soluci�n completamente nueva al problema planteado por Lenin. El tercer tipo de organizaci�n, responsable para la tercera revoluci�n, debe ser distinto del Partido (tanto en su existencia como en su forma organizativa) a fin de obligar al partido a distinguirse del Estado, en un periodo durante el cual est� en parte forzado, y en parte tentado, a fusionarse con el Estado.

Si estos an�lisis son, pese a su naturaleza esquem�tica, correctos en principio, est� claro que la R.C. es de inter�s, directa o indirectamente, a todos los comunistas.

El gran inter�s pol�tico y te�rico de la R.C. es que constituye  un recordatorio solemne de la concepci�n marxista de la lucha de clases y la revoluci�n. La cuesti�n de la revoluci�n socialista no se soluciona definitivamente por la toma del poder y la socializaci�n de los medios de producci�n. La lucha de clases contin�a bajo el socialismo, en un mundo ensombrecido por las amenazas del imperialismo. Es por tanto por encima de todo en la esfera ideol�gica que la lucha de clases decide la suerte del socialismo; progreso o involuci�n, camino revolucionario o camino capitalista.

Las grandes lecciones de la R.C. van m�s all� de China y de los otros pa�ses socialistas. Son de inter�s al conjunto del movimiento comunista internacional.

Nos recuerdan que el marxismo no es ni una religi�n de historia, ni evolucionismo, ni economicismo. Nos recuerdan que el dominio de lo ideol�gico es uno de los campos de la lucha de clases, y que puede convertirse en el lugar estrat�gico donde se juegue, bajo determinadas circunstancias, la suerte de la lucha entre clases.

Nos recuerdan que existe una vinculaci�n extremadamente estrecha entre la concepci�n del marxismo y la lucha de clases ideol�gica.

Nos recuerdan que cada gran revoluci�n s�lo puede ser la obra de las masas, y que el papel de los dirigentes revolucionarios, mientras dotan a  las masas de los medios para orientarse y organizarse a s� mismas, mientras les proporcionan el marxismo-leninismo como br�jula y ley, es estar presentes en la escuela de las masas, a fin de ayudarles a expresar su voluntad y resolver sus problemas.

No es una cuesti�n de exportar la R.C. Pertenece a la Revoluci�n china. Pero sus lecciones te�ricas y filos�ficas pertenecen a todos los comunistas .Los comunistas deben tomar prestadas estas lecciones de la R.C. y beneficiarse de ellas.