Pronunciado: El 4 de diciembre de 1971.
Versi�n digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edici�n: Marxists Internet Archive, 3 de
febrero de 2016.
Pueblo de Chile, estimado compa�ero y amigo Comandante Fidel Castro, Primer Ministro de Cuba Revolucionaria; compa�eros dirigentes de los partidos y movimientos que integran la Unidad Popular; compa�eros ministros; compa�eros militantes de los partidos populares; queridas compa�eras, queridas compa�eras j�venes:
La presencia en nuestra Patria de Fidel Castro es el encuentro de dos pueblos, de dos pueblos unidos por su historia, por sus ansias de justicia, por la lucha, por la aut�ntica libertad. Son dos pueblos que han luchado y luchan para romper la dependencia que han derrotado las minor�as privilegiadas, que all� y aqu�, durante tantos a�os, mantuvieron el poder y lo usaron para sus privilegios y su granjer�a.
Fidel Castro ha llegado a nuestra tierra, la ha recorrido desde el norte �rido hasta la zona austral, desde la precordillera hasta el litoral. Ha venido no a aprender ni a ense�ar. Ha tra�do su experiencia y su lenguaje. El lenguaje de un aut�ntico revolucionario que le hablaba al campesino, al estudiante, al soldado, a la mujer, al hombre de nuestra Patria. Le ha hablado sobre las obligaciones que implica el ser revolucionario, ha se�alado lo duro de la lucha emancipadora, el esfuerzo, el trabajo, la superaci�n que requiere el pueblo en todos sus niveles. M�s que eso, ha se�alado los vicios del proceso revolucionario, cuando a �ste le azotan el sectarismo y el dogmatismo. No ha venido a intervenir en la pol�tica interna de Chile, no ha tenido ni una frase que pueda alcanzar m�s all� de las fronteras a gobernantes de otros pa�ses; ha se�alado s�, en su lenguaje revolucionario, lo que ha sido Cuba y al mismo tiempo lo que es la revoluci�n que no tiene apellido, y al hablar de la revoluci�n habla de Cuba y de Chile, y de todos los pueblos del mundo que luchan.
Nosotros ten�amos conciencia hace mucho tiempo de que Cuba, en su historia, era distinta a Chile y por eso de acuerdo a su propia realidad busc� el camino que esa realidad exig�a, y con las armas derrotaron la dictadura batistiana y empezaron el duro y sacrificado esfuerzo por construir una nueva sociedad, una Patria distinta, donde la dignidad alcanzara niveles individuales y colectivos como pueblo.
Chile, de acuerdo a su historia y a su propia realidad, ha buscado su camino y ha empleado este camino para hacer posible, dentro de los marcos del sufragio, un Gobierno Popular nacional, aut�nticamente revolucionario y democr�tico, para abrir tambi�n las anchas avenidas que nos conduzcan al socialismo.
Nuestro pa�s ha debido derrocar a los que pretendieron cercarlo, aislarlo, separarlo del resto de los pa�ses latinoamericanos como lo hicieran injusta y torpemente con Cuba. Hemos contribuido nosotros a romper, a destruir las fronteras ideol�gicas levantadas para poner cortapisas al pensamiento del hombre y a la voluntad rebelde de los pueblos. Y por eso, como Presidente del pueblo de Chile, estuve en Argentina, en Per�, Colombia y Ecuador, y por eso es que con leg�timo derecho, como un gobierno revolucionario, invitamos al pueblo de Cuba en la persona del Comandante y amigo Fidel Castro.
Hemos contribuido a romper el cerco que hace 10 a�os se levantara contra Cuba, y si hay algo que se�ala que interpretamos la voluntad consciente de nuestras masas y las mayor�as nacionales es el hecho de que a cinco d�as de asumir el Gobierno, la primera significativa medida de orden internacional que tom�ramos fue restablecer las relaciones diplom�ticas, culturales y comerciales con Cuba.
Ya lo he dicho, por caminos distintos, Cuba y Chile han llegado a un proceso revolucionario, de una marcha m�s profunda, no s�lo por el tiempo sino por su propia realidad, en Cuba, y nosotros dando los pasos necesarios para afianzar el proceso revolucionario y caminar presurosamente hacia las metas que nos hemos trazado.
Tradiciones libertarias
La Revoluci�n Cubana y la Revoluci�n Chilena son depositarias de las mejores tradiciones. De las tradiciones libertarias de aquellos que nos dieron perfiles de pueblo; somos los que con derecho podemos se�alar que est�n junto a nosotros con el ejemplo de sus vidas y con su pensamiento, O’Higgins, Bol�var, San Mart�n y Mart�, que indicaron el camino de la rebeli�n revolucionaria de los pueblos para hacer posible ayer la independencia pol�tica y hoy d�a la independencia econ�mica.
Ayer contra el imperio, hoy contra otro imperio.
Los pueblos de Cuba y Chile est�n en la vanguardia de la lucha en esta nueva etapa liberadora, libertaria. Afianzamos nuestro anhelo en la plena soberan�a y nuestra decisi�n de ser due�os de nuestro propio destino. Ambos pueblos se han levantado contra una clase social. Clase social similar a la que ha gobernado en los pa�ses de este continente. Ambos pueblos se han rebelado contra la violencia social que marca la tr�gica realidad aun de Am�rica Latina. La incultura, la miseria moral y fisiol�gica; el hambre, el desempleo, la falta de viviendas, van marcando como hitos la miseria y el dolor de las masas populares de este continente. Cu�ntas veces yo he dicho, y hay que repetirlo, 11 millones de desempleo absoluto, m�s de 60 millones de latinoamericanos que tienen trabajo ocasional o parcial; faltan 19 millones de viviendas; el 53 por ciento del hombre y la mujer de estas tierras nuestras se alimenta en condiciones subnormales. El promedio de vida es muy inferior al que se alcanza en los pa�ses socialistas y en los pa�ses del capitalismo industrial; la mortalidad infantil golpea brutalmente el futuro de nuestros pueblos y se cercena la existencia de millares y millares y millares de ni�os que deber�an ser los ciudadanos constructores del ma�ana.
La voluntad del pueblo
Y contrasta esta realidad dram�tica con una minor�a que vive el placer de la sociedad de consumo, de una minor�a que niega las posibilidades del pueblo y que ha sido complaciente en la entrega de nuestras riquezas fundamentales. A�o a a�o se agranda la brecha que separa a los pa�ses de este continente y los pa�ses que alcanzaron la revoluci�n comercial, la industrial y que caminan presurosos en la etapa de la revoluci�n tecnol�gica y cient�fica.
Frente a esta realidad emerge la voluntad de los pueblos que no quieren vivir en el dolor del hambre, la miseria, la incultura y el retraso. Se levanta la voluntad de los pueblos latinoamericanos para buscar el camino que, llevando su propia independencia, permita el desarrollo integral de la personalidad humana. El drama de Am�rica Latina tiene que ser detenido por la voluntad consciente de las masas populares, que saben perfectamente bien que deben rechazar la explotaci�n econ�mica y el predominio hegem�nico de aquellos que han influido en nuestra vida, limitando nuestras posibilidades y someti�ndonos como pa�ses dependientes en lo econ�mico, incrust�ndonos una cultura que no es nuestra, negando nuestro pasado, cerrando nuestro presente y trazando un futuro de dolor y miseria para nuestros pueblos. Am�rica Latina se levanta con voluntad revolucionaria para hacer posible el mandato de los pr�ceres la unidad continental y estar presentes en el mundo con destinos propios.
Los mismos enemigos
Ambos procesos revolucionarios han encontrado y encuentran id�nticos enemigos externos e internos. Cuba supo, y hace a�os, del cerco, la invasi�n y las agresiones; la infiltraci�n cotidiana y la invasi�n a Playa Gir�n. Cuba ha derrotado la invasi�n, la infiltraci�n, el cerco, y se levanta con el esfuerzo consciente y disciplinado de sus masas populares y con la voluntad de sus dirigentes revolucionarios para derrotar el retraso y tomar aceleradamente el camino del progreso en la com�n tarea patri�tica de hacer de Cuba una Patria aut�nticamente tal para todos los cubanos.
Chile surge de acuerdo a nuestra realidad; con un proceso revolucionario que encarna en lo que ha sido nuestra historia y es nuestra tradici�n. Muchas veces lo reiteramos ante el pueblo y hemos dicho que el camino nuestro es un camino nuevo que hace un pueblo teniendo tan s�lo como gu�a su propia decisi�n y la experiencia que va adquiriendo todos los d�as. El enfrentamiento nuestro es el enfrentamiento de cada minuto y de cada instante en contra de los sectores minoritarios que ayer ten�an el poder y el Gobierno y en contra de los grandes intereses for�neos que deformaron nuestra econom�a y que quisieron someternos al yugo implacable de la penetraci�n imperialista.
El pueblo no quiso la violencia
El pueblo de Chile nunca quiso el camino de la violencia, el pueblo de Chile sabe por experiencia sufrida qui�nes la ejercieron a lo largo de nuestra historia, y c�mo tuvimos que aprenderlo en los d�as que fueron desde el 4 de septiembre de 1970 hasta el 3 de noviembre de ese mismo a�o; all� vimos la lecci�n de una oligarqu�a soberbia e insolente, aliada al imperialismo que busc� todos los caminos para impedir el acceso del pueblo al Gobierno; ah� aprendimos lo implacable de sus decisiones, que llegaron hasta el asesinato del Comandante en Jefe del Ej�rcito para atacar a la mayor�a de Chile, que quer�a darse un Gobierno Popular nacional y revolucionario.
Siempre respondimos con la superior tranquilidad de los que tienen conciencia de sus fuerzas; siempre repetimos: el pueblo no quiere la violencia, y que otros la desatan encubierta o descaradamente. Siempre advertimos que s�lo responder�amos a la violencia contrarrevolucionaria con la violencia revolucionaria. Llegamos al Gobierno y aqu� hemos utilizado los caminos que nos dan nuestra propia realidad y nuestra propia existencia; la revoluci�n en el sentimiento del Programa popular ha ido avanzando, por eso recuperamos nuestras riquezas b�sicas en manos del capital for�neo, y por eso, dentro de los cauces legales y de la propia Constituci�n, podemos decir al mundo y con orgullo de chilenos el carb�n es nuestro, el salitre es nuestro, el hierro es nuestro, el acero es nuestro, el cobre es nuestro.
Hemos herido intereses
Hemos intensificado la Reforma Agraria y herido profundamente al latifundio, hemos estatizado la banca y hemos estatizado tambi�n diversos monopolios para fortalecer el �rea de la econom�a social, y al cumplir los aspectos fundamentales del Programa de la Unidad Popular, nos hemos preocupado fundamentalmente del hombre y de la mujer de Chile, del ni�o y del anciano, y de ah� la pol�tica de redistribuci�n del ingreso para impedir que siguieran consagr�ndose en nuestra Patria las diferencias brutales que marca el r�gimen capitalista, en donde la explotaci�n del hombre por el hombre es lo esencial. Por eso, en el caminar de nuestra revoluci�n hemos heridos los intereses de las minor�as privilegiadas y hemos respetado los derechos que el pueblo conquistara, hemos avanzado y hemos se�alado al pueblo que la revoluci�n se ha hecho y se har� en beneficio de las mayor�as, y por eso es que Chile presencia en este instante el ataque que viene implacablemente organizado desde afuera y que encuentra eco adentro, en sectores que a�oran el poder y que quisieran impedir el camino del Gobierno de ustedes, del pueblo hecho Gobierno.
Actitud sediciosa
En lo interno hemos presenciado una actitud torva, sediciosa, que se acent�a a medida que nosotros avanzamos en la conquista del poder econ�mico para las mayor�as nacionales.
Cuando volv� de haber hecho el viaje por los pa�ses signatarios del Pacto Andino, pronunci� un discurso que a muchos extra��, porque ven�a de haber recibido la actitud deferente y hospitalaria de los gobiernos de Ecuador, Colombia y Per�, como antes lo hab�a recibido de Argentina, y pronunci� un discurso manifestando que, a pesar de que la gira hab�a significado la presencia de Chile y el reconocimiento del pueblo en los otros pa�ses, a pesar -puedo decirlo con satisfacci�n- de c�mo se estim� y se apreci� lo que representaba nuestra revoluci�n y c�mo se respetaba la actitud nuestra afianzada en los principios fundamentales en el campo internacional del respeto a la autodeterminaci�n de los pueblos; digo a pesar de que era un �xito, porque hab�a sido definitivamente el aplastar las fronteras ideol�gicas, le habl� al pueblo se�alando que desde la distancia yo ve�a c�mo firme y fuertemente se agrupaban los sectores dispuestos a atacar el paso apresurado de la revoluci�n chilena.
No es de extra�arse
Y por eso, no es de extra�arse de que ayer hayamos visto en Santiago una demostraci�n de mujeres que, venidas desde el barrio alto, llegaron al centro de Santiago; es conveniente que el pueblo sepa que ese grupo numeroso, y lo era, de mujeres iba presidido, o precedido mejor dicho, por un grupo de 70 u 80 muchachos con m�scaras, con bastones con incrustaciones met�licas y seguramente armados; flanqueaban las columnas femeninas grupos organizados de hombres con iguales caracter�sticas y cerraba la marcha otro grupo similar.
Autorizada por el Gobierno, porque no negaremos jam�s el derecho que consagran nuestras leyes a que los opositores pasen por las calles de Chile, tambi�n en resguardo absoluto del orden, pusimos meta y t�rmino a esa demostraci�n. Demostraci�n que ten�a como expresi�n de protesta las ollas vac�as de los m�s rancios sectores de la burgues�a, de aquellos que nunca supieron la carencia de alimentos vitales y aquellos que llegaron y se retiraron en poderosos veh�culos, y aquellos que estuvieron en Providencia arriba hasta las 3 o 4 de la ma�ana, interrumpiendo el tr�fico, quemando neum�ticos, pudiendo incendiar casas y habitaciones; por lo tanto, esa demostraci�n ten�a un contenido pol�tico y una decisi�n, y eso el pueblo debe aprenderlo.
Hubo un instante en que los hombres que flanqueaban esa columna, frente a la actitud de protesta de los trabajadores que con sacrificio ejemplar levantan los edificios que deber� ocupar en abril pr�ximo una reuni�n internacional de extraordinaria importancia, se vieron pr�ximos a que las puertas que cierran la entrada a esos edificios en construcci�n fueran echadas abajo para lanzarse dentro de ellos y materializar el intento que tuvieron de quemarlos. Pero si los trabajadores est�n con su esfuerzo levantando sus edificios, con su actitud, con su decisi�n, impidieron a los fascistas de ayer que quemaran el edificio de la UNCTAD, levantado por el pueblo.
G�rmenes fascistas
Y hay que pensar, entonces, que Chile est� presenciando un hecho que no es extra�o a los procesos que han vivido los pueblos que han buscado el camino de su emancipaci�n. Los latifundistas utilizan a los peque�os y medianos agricultores, haci�ndoles creer que la revoluci�n los perjudica a ellos. Los monopolistas a los peque�os productores, los grandes distribuidores a los comerciantes. Y en este mismo instante en el Teatro Caupolic�n est�n reunidos, viendo, seguramente, qu� productores, peque�os, medianos y de comerciantes que nada tienen que temer del Gobierno Popular, que han recibido ya ostensibles beneficios, pero que no alcanzan a comprender lo que representa el que est�n pidiendo los sectores de aquellos que ayer mismo pon�an la soga al cuello a sus posibilidades de desarrollo. Por eso, no hay que desconocer que un germen fascista moviliza a determinados sectores de nuestra juventud, sobre todo en el campo universitario, y, como lo dijera, que usa a la mujer en manifestaciones de protestas, como la que he comentado, que se realizara ayer en la capital de la Rep�blica. Son hechos similares a los que viviera Brasil, en el gobierno de Goulart; s�lo ha faltado explotar -para crear un clima emocional m�s profundo- el sentimiento religioso; no han podido hacerlo porque es evidente el respeto del pueblo y de su Gobierno por el derecho de cada hombre y de cada mujer de Chile a tener la creencia, y ejercerla, que m�s le avenga con su convicci�n, y como no han podido utilizar este recurso, como han visto la actitud de prescindencia y de imparcialidad de la Iglesia chilena, aquellos que se dicen cat�licos y cristianos no han trepidado en lanzar los denuestos y las injurias contra el propio Cardenal de la Iglesia chilena.
Y esto ocurre en el mismo instante en que la Izquierda Cristiana viene a vitalizar la Unidad Popular.
Por eso he se�alado la importancia que tiene el que Chile sea el primer pa�s en donde laicos, marxistas y cristianos forman la base gran�tica de las fuerzas populares expresadas en los partidos y movimientos del pueblo y fundamentalmente en la conciencia organizada de los trabajadores, en la Central �nica.
Desde fuera y dentro
Esas cosas que se�alo y que el pueblo no debe olvidar, acontecen dentro de nuestras fronteras, cuando m�s all� de ellas se levanta la actitud de aquellos que creen que estos pueblos revolucionarios no tienen la fuerza moral y la decisi�n revolucionaria de defender su revoluci�n y el perfil de su propia personalidad.
Ayer, las agencias informativas han se�alado que los integrantes de una misi�n que enviara el Presidente de los Estados Unidos a recorrer algunos pa�ses de Am�rica Latina han dicho, han dicho que de Chile poco pueden decir, porque de los antecedentes y opiniones recogidas, en los pueblos que visitaron, en las conversaciones que han tenido con sus dirigentes, se puede deducir que el Gobierno Popular tiene sus horas contadas. Esto ha sido comentado y publicado en los diarios o en el diario de mayor circulaci�n de Estados Unidos, y frente a la protesta de nuestro embajador ha habido un desmentido o esclarecimiento, pero queda en pie el hecho que se�ala, por lo dem�s, lo que es tradicional, y desde aqu� yo les digo a aquellos que intervienen en la pol�tica de Chile, aquellos que pretenden hacerlo o aquellos que pretendieron hacerlo: Chile no es tierra de nadie, Chile es tierra de chilenos, el pueblo a lo largo de a�os y a�os y a�os de sufrimiento, de deber y esperanza, ha llegado al Gobierno y tiene como Presidente al compa�ero de ustedes, que les habla.
Estamos en el Gobierno para hacer posible el desarrollo de Chile y darle contenido m�s profundo a la palabra Patria, esa que pronuncian tanto los sectores reaccionarios y que tantas veces la mancillaron cuando se sometieron a la presi�n extranjera o cuando entregaron nuestras riquezas fundamentales; pero el chileno aut�ntico, el patriota que siente el afecto y el cari�o por la tierra en que naci� y que anhela la Patria grande y generosa para todos los chilenos, estar� junto al Gobierno del Pueblo para defender a Chile, la dignidad de Chile, y rechazar la amenaza, la insolencia o la presi�n extranjera.
Hechos irreversibles
Se enga�an profundamente los que creen que con amenazas, con presiones, con restringirnos los cr�ditos, o con cerrarnos las posibilidades de renegociar la deuda externa van a impedir nuestro camino. Aquellos que han resuelto defender todav�a en el dominio que tuvieran sobre las riquezas fundamentales de Chile deben entender que hay hechos que son irreversibles, y es irreversible la voluntad de los chilenos, de ser due�os de su tierra, de la riqueza de su Patria.
Se equivocan si acaso pretenden impedir nuestro derecho a crear con nuestro esfuerzo y sacrificio el destino que le damos para la Patria grande que queremos.
Por eso, por eso es sospechosa esa coincidencia, por eso el pueblo debe entender c�mo se producen los procesos internos y los hechos que hemos observado con la actitud coincidente de palabras irresponsables o indiscretas, pero que no pueden ser dichas sin una intenci�n por la jerarqu�a de los que las pronuncian. Por eso el pueblo debe darse cuenta, debe medir la magnitud de lo que ha estado ocurriendo y de ver lo que ha habido del atentado de que fuera v�ctima el compa�ero Ministro del Interior. All� en Valpara�so tambi�n se lanzaron piedras en contra del coche en que yo estaba; sabiendo que era una actitud artera y cobarde de los que lo hacen desde la sombra, me baj� del auto y camin� por las calles de Valpara�so sin m�s protecci�n que el cari�o popular y el respeto del pueblo.
Sedici�n y no oposici�n
Anoche se intent� quemar el departamento de nuestro compa�ero Ministro de Salubridad, el doctor Concha; ayer se trat� de asaltar la sede de la Juventud Comunista y el local del Partido Radical; el Cuerpo de Carabineros recibi� ayer el embate de los que quer�an llegar hasta el centro a provocar todav�a mayores dificultades e intentar entrar al Teatro Municipal, donde est�bamos reunidos con el Cuerpo Diplom�tico para hacer presente que el Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestra Patria ayer cumpl�a 100 a�os de existencia. Por eso es �til no olvidar esas cosas, por eso es conveniente tenerlas presentes, por eso el pueblo debe entender que a medida que avanzamos en la realizaci�n del Programa que el pueblo se diera, se endurece m�s y m�s la oposici�n. Como Presidente de Chile, yo digo frente al pueblo que respeto y respetar� la oposici�n que se ejercite dentro de los cauces legales de Chile, pero que s� muy bien distinguir entre la oposici�n y la sedici�n, y que los partidos pol�ticos deben fijar su propia responsabilidad.
No dar� un paso atr�s
Quienes pretenden sacarnos del camino que nos hemos trazado, quienes mintiendo y calumniando hablan de que en Chile no hay libertad, se ha suprimido el derecho de informaci�n, est� en peligro la prensa, son los que mixtifican para poder, enga�ando, encontrar apoyo en determinados sectores, y son los conjurados en el ansia turbia de oponerse a la voluntad popular, y yo les digo a ustedes, compa�eros, compa�eros de tantos a�os, se lo digo con calma, con absoluta tranquilidad: yo no tengo pasta de ap�stol ni tengo pasta de Mes�as, no tengo condiciones de m�rtir, soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado; pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer a la voluntad mayoritaria de Chile: sin tener carne de m�rtir, no dar� un paso atr�s; que lo sepan: dejar� La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera.
Que lo sepan, que lo oigan, que se les grabe profundamente: defender� esta revoluci�n chilena, y defender� el Gobierno Popular porque es el mandato que el pueblo me ha entregado, no tengo otra alternativa, s�lo acribill�ndome a balazos podr�n impedir la voluntad que es hacer cumplir el Programa del pueblo.
Pero que lo piensen y que lo mediten, que hay algo que yo he contribuido a formar: es una conciencia pol�tica de las masas populares chilenas. Esta no es -como lo dijera tantas veces- la tarea de un hombre; es el pueblo organizado en sus partidos, en sus sindicatos, en sus poblaciones, en su Central �nica, el que est� en el Gobierno; yo podr� ser el int�rprete de la voluntad de ustedes, pero ma�ana estar�n junto a ustedes otros compa�eros, y si cae uno de ellos, vendr� otro, y otro, y otro, y el pueblo seguir� en la revoluci�n chilena.
No dejarse provocar
Compa�eros: quiero terminar. Quiero terminar, porque todos deseamos o�r al Comandante Fidel Castro. Quiero decirles, quiero s�lo se�alar ante el pueblo, muy claramente, algunas cosas que no deben olvidar: cuando el puedo es Gobierno, el orden p�blico favorece a la revoluci�n; por lo tanto, no hay que dar pretextos ni dejarse provocar.
Ellos, que suelen hacer aparecer, nacional e internacionalmente, que en nuestro pa�s la autoridad est� desbordada y que hay anarqu�a, se equivocan; te utilizado y utilizar� los resortes que constitucionalmente el Gobierno dispone y por eso he decretado zona de emergencia en Santiago, para dar la imagen verdadera y clara de nuestra resoluci�n, y actuando dentro de los causes de la ley, he buscado la sanci�n.
Lo que apena y debe avergonzar a muchos de ellos -si es que tienen verg�enza- es que hayan usado a muchachas y a j�venes; de los 90 detenidos de ayer, por lo menos el 60 por ciento de ellos tiene 18 a 20 a�os; muchachitos, fijos de su pap�, que no supieron del trabajo, y muchachitas que nunca pararon una olla, se han prestado, se han prestado para desatar la violencia. No-.otros decimos muy firme y muy claramente: vano empe�o, vano empe�o el querer eliminar la unidad de los partidos populares, vano empe�o el pretender acusar al Cuerpo de Carabineros, como lo han hecho imp�dicamente en la prensa hoy d�a; vano empe�o, vano empe�o el pretender recabar la disciplina y lealtad ejemplar de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile para el respeto a la Constituci�n y a la Ley.
Todos los d�as, todos los d�as, panfletos, cartas, an�nimos, van y vienen de Arica a Magallanes, llevando el contrabando miserable de la cr�tica torva, le la presunci�n, de la mistificaci�n, y eso se hace con un torrente controlado, en anhelo de resquebrajar la disciplina fundamental de nuestras instituciones b�sicas.
No lo van a conseguir, no lo van a conseguir porque las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile comprenden perfectamente bien que este Gobierno Popular es el que m�s se ha preocupado y se preocupar� por darles a las Fuerzas Armadas y al Cuerpo de Carabineros lo que deben tener en la situaci�n de un desarrollo de un esfuerzo, para hacer de ellos, tambi�n, participantes en el proceso de transformaci�n y progreso de la Patria.
Ejemplo revolucionario
Pero adem�s, pero adem�s, yo apelo a los partidos de la Unidad Popular, apelo a los militantes y dirigentes medios para que comprendan que la unidad no es una palabra sin contenido. Para erradicar el sectarismo, para terminar el dogmatismo, para ponerse una camiseta partidaria, para terminar con el cuoteo, para hacer ejemplo en el sacrificio, en el trabajo, en la tradici�n, los aut�nticos revolucionarios deben cumplir a conciencia esas tareas.
Vigilantes y movilizados
Tenemos que tener conciencia muy clara de qui�nes son nuestros enemigos; tenemos que entender que son los abogados y gestores al servicio del imperialismo, los grandes terratenientes y banqueros, los monopolistas; hay que hacer conciencia en los sectores que viven de su esfuerzo y su trabajo, que ellos van a ser beneficiados con el proceso del desarrollo econ�mico de Chile. Tenemos que tener vigilante al pueblo y movilizados conscientemente las masas. Un pueblo vigilante y movilizado, un pueblo con metas, un pueblo sabiendo qu� debe hacer y c�mo debe hacerlo, es la base gran�tica en que descansa el proceso revolucionario. No puede haber un obrero, campesino, empleado, estudiante, t�cnico o profesional que no tenga una idea global de lo que quiere Chile en esta hora, y lo que la revoluci�n anhela. Todos deben entender que m�s all� del problema del personal, del gremio y de la empresa, de la reivindicaci�n econ�mica, est� el proceso del desarrollo econ�mico de Chile; todos deben entender que una pol�tica de reajuste exagerada est� destinada a impedir que derrotemos la inflaci�n y aplastar la cesant�a.
Necesitamos entonces, compa�eras y compa�eros, que esta conciencia se haga carne en la voluntad de las masas populares chilenas y que sepan distinguir entre lo que es la gran tarea revolucionaria y la lucha por ventajas peque�as que desprestigian al hombre revolucionario y a la revoluci�n.
Llamado al di�logo
Y a los compa�eros militantes de otras fuerzas, que no est�n en la Unidad Popular, que son revolucionarios, yo les digo que queremos con ellos el di�logo, el entendimiento, y si no hay entendimiento, la discusi�n p�blica, doctrinaria, para saber qui�n y qui�nes tienen la raz�n y cu�l es el camino que debemos seguir.
Jam�s, si me niego a usar la fuerza y la violencia contra mis enemigos, contra los enemigos de clase, c�mo voy a poder imaginarme que tenga que usar la violencia contra los que son revolucionarios.
�Compa�eros militantes de los partidos de la Izquierda Revolucionaria, entiendan la responsabilidad que significa la hora que vive Chile, y lo que representa la aut�ntica unidad de todo revolucionario!
Se lleva la verdadera imagen Compa�ero, amigo, Comandante Fidel Castro; compa�ero y amigo Comandante Fidel Castro, en nombre del pueblo de Chile lo despido dici�ndole a usted: la imagen que usted tiene que llevarse y se lleva es la aut�ntica imagen de Chile; es el hombre de la salitrera, Comandante Castro, del carb�n, de la estancia magall�nica, es el estudiante, es el hombre de las Fuerzas Armadas con quien dialog�, es la mujer de Chile, la que estuvo junto a usted, habl�ndole de sus ansias y de su convicci�n. No deber�a hacerlo, porque s� que nunca lo alcanz� ni la diatriba ni la calumnia artera; no lo hago para se�alar que para quienes en Chile tienen el deseo de apocar la visita de Cuba en la persona de Fidel, se han roto todos los diques y las compuertas de la maldad, se han vaciado en la radio y en la prensa, en contra de la revoluci�n y de su Jefe, el compa�ero Fidel Castro.
Yo s� perfectamente bien que a medida que el pueblo lo recib�a con calor, con el respeto y el afecto con que se recibe a un hermano, que nos trae el cari�o de otro hermano, del hombre que viene trayendo a Cuba la historia de Mart� y los que cayeron en la Sierra Maestra o en Playa Gir�n; yo s� perfectamente bien que para Fidel Castro, revolucionario, hecho en la revoluci�n y en la acci�n, aqu� en Chile, representado en este estadio, por el pueblo de Santiago, como estuviera ayer, en las calles, en los caminos, en la precordillera o en el litoral, para decirle al compa�ero y amigo que Chile ha estado y estar� junto a Cuba en el anhelo de que juntos caminemos para luchar por la Am�rica libre que so�aron nuestro pr�ceres.